Decía Freud que el narcisismo es uno de los principales obstáculos para amar a otra persona. Lo señaló hace cien años, cuando el mundo poco tenía que ver con el actual, lleno de proyecciones de nosotros mismos en el mundo virtual. Frank Tallis, profesor del Instituto de Psiquiatría y Neurociencia del King’s College de Londres, ha recogido las ideas freudianas en los libros que ha escrito sobre sus experiencias como psicoterapeuta. El último es El romántico incurable (Ático de los libros), en el que relata algunas de las patologías sufridas por sus pacientes debido al amor. De ellas habla en este libro, también sobre los motivos biológicos y culturales que las causan y sobre nuestra sociedad actual.
¿Qué es enamorarse?
Podría definirse como un estado emocional en la que la persona enamorada experimenta una atracción sexual hacia su pareja y crea un vínculo emocional con ella. Cuando este estado se intensifica vemos comportamientos similares al de enfermedades mentales.
¿Por qué afecta a nuestra salud mental? A día de hoy ya sabemos que se producen cambios en los neurotransmisores, la dopamina, etc., pero ¿por qué puede afectarnos de una manera negativa?
El cerebro enamorado se comporta de forma muy similar al del que sufre una enfermedad mental. Está comprobado que la actividad cerebral cuando estamos enamorados es igual al de un cerebro que sufre adicción o un comportamiento obsesivo. La bioquímica en ambos cerebros es muy parecida.
Pero ¿cuándo deja de ser amor de una forma “sana” y pasa a convertirse en una obsesión problemática?
Es muy difícil definir la diferencia entre un comportamiento normal y otro anormal. No está clara la línea divisoria. Una de las razones para escribir este libro era mostrar este solapamiento entre lo que es normal y lo que no.
Por suerte, la mayoría de las personas lo viven de una manera normal y no tienen que ir a terapia.
Sí, pero durante un corto periodo de tiempo, sobre todo al principio, en estas personas vemos síntomas propios de enfermedades mentales y esto se deba a que sentimos con gran intensidad. Vemos cambios de humor, sentimos melancolía y desarrollamos pensamientos obsesivos hacia la otra persona.
En el libro, una de las patologías que causa el amor es el Síndrome de Clerambault. ¿Hay algunas personas más predispuestas que otras a sufrir estas patologías?
Se caracteriza porque el paciente sufre una especie de delirio amoroso y normalmente lo sufren más mujeres que hombres. Estas mujeres piensan que la persona de la que están enamoradas también está enamorada de ellas y esto deriva en un comportamiento que a veces roza el acoso. No sabemos qué causa este síndrome.
Tantas veces en la historia se ha hablado de la histeria de las mujeres… Con datos, ¿las patologías relacionadas con el amor afectan más a mujeres que a hombres? Porque luego vemos la violencia de los hombres hacia las mujeres por los celos…
No. Las mujeres no los sufren más. Y sí, los hombres sufren más los celos sexuales en una relación y esto les lleva a cometer actos más violentos que los que puede cometer una mujer. La cifra de los asesinatos causados por los celos sexuales roza el 10% en todo el mundo.
¿De dónde proceden los celos patológicos?
Tanto la biología como la evolución juegan un papel importante. Los hombres recelan de sus parejas sexuales porque un hombre nunca puede estar totalmente seguro de que un hijo sea suyo mientras que una mujer sí. Si hablamos de nuestros ancestros, era un desastre criar al hijo de otra persona porque costaba mucho tiempo y esfuerzo y no eran tus genes. Los celos son una especie de radar de la infidelidad.
Pero ¿diría que es más biológico que cultural? Porque si es biológico, como dicen algunas personas, quizá ciertas formas de violencia no se pueden erradicar.
Probablemente la biología es más importante que la cultura en relación con los celos. No obstante, si vivimos en una sociedad en la que la violencia hacia la mujer está más aceptada que en otra lo más probable es que se exprese mucho más que en otra sociedad. Como seres humanos somos capaces de reflexionar sobre nuestros comportamientos y hasta cierto punto controlarlos o limitarlos. Si viviéramos en una sociedad en la que los hombres analizasen más sus comportamientos y recibiesen una educación sentimental este tipo de comportamientos se reduciría.
¿Seguimos idealizando el amor por las referencias culturales que tenemos?
La idea del amor romántico tiene una historia cultural. Nace en el mundo árabe, donde en la poesía encontramos esta alegoría en las que un hombre anhela unirse a una mujer muy bella, la mujer simboliza a Dios y el hombre el alma humana. Cuando se produce la invasión de España esta cultura se transmite y llega a Francia y allí deriva en el concepto del amor cortés. Y a partir de ahí se extiende por toda Europa occidental. El problema es que a partir de esa alegoría, en Europa no se interpreta correctamente el simbolismo y se toma al pie de la letra. Se entiende como una unión real llena de perfeccionismo y como seres humanos esto es imposible porque tenemos nuestras limitaciones y defectos. Esta idealización hace que nos llevemos más chascos y no estemos satisfechos nunca. Como consecuencia genera una gran infelicidad en la población porque queremos adaptar la idealización espiritual al mundo terrenal y eso no es posible.
Freud ya escribió sobre esto. Usted es un firme defensor de las teorías freudianas. ¿Qué rescataría de ellas?
Al igual que otros personajes, Freud erró pero también acertó. Ahora mismo sus teorías, que fueron criticadas por biólogos, psicólogos y neurólogos, son válidas. En El malestar de la cultura señala que el hombre está constantemente en conflicto consigo mismo porque sus instintos se enfrentan a su naturaleza más evolucionada. Es una idea interesante: el hombre intenta aceptar sus impulsos violentos y obrar de otra manera. Freud presenta el problema de la sociedad y la cultura de forma acertada y esto se ve en ciertos aspectos psicológicos del cerebro, que no ha evolucionado mucho en los últimos miles de años, y vemos siempre esas tensiones entre deseos y aspiraciones del ser humano.
Freud escribió hace cien años. Ahora somos una sociedad quizá más narcisista.
Sin duda vivimos en una sociedad más narcisista y eso se ve claramente en internet y las redes sociales. Han hecho visible el creciente narcisismo a través de selfies y fotos que colgamos. Son muchos los expertos, entre ellos Freud, que defendían que cuanto más narcisistas somos más difícil es enamorarse de otras personas porque ese amor no va a dirigido a los demás sino a nosotros mismos. En un mundo cada vez más narcisista, amar es más complejo.
¿Y la solución es un algoritmo?
Teóricamente es posible. De hecho, la Inteligencia Artificial aprende con el método de ensayo y error, y nosotros de nuestras experiencias amorosas aprendemos también qué es lo que nos gusta, qué podemos pretender encontrar en una posible pareja, y creo que un algoritmo puede ayudarnos.
Usted escribe también novelas ambientadas en la Viena de Freud. Le leí en una entrevista que hacía psicología con la ficción. ¿Cómo?
Saber cómo construir una historia me ayudó como psicoterapeuta. Muchas veces, cuando un paciente llega a la consulta, su historia, que para él está muy ordenada en su cerebro, se presenta de forma caótica. El psicoterapeuta tiene que darle una cierta coherencia narrativa. Hay estudios que demuestran que las personas que cuentan su historia de manera más coherente gozan de una mejor salud mental. Así que ser escritor de ficción me ha ayudado como psicoterapeuta y mis conocimientos como psicoterapeuta me han ayudado con mis novelas.
es periodista freelance en El País, El Confidencial y Jotdown.