Estuve consultando hemerotecas para documentarme sobre la Revoluciรณn de los Claveles, pues me invitaron al Monasterio de Yuste a un evento precisamente con ese tema. Mรกs allรก de lo que ocurrรญa en Portugal en abril de ese aรฑo, me llamรณ la atenciรณn algo que suelo hallar cuando navego en los periรณdicos de aquellos tiempos: hay una abundancia de accidentes aรฉreos, ademรกs de que los secuestros aรบn estaban a la orden del dรญa. Tomar un aviรณn en los aรฑos setenta era cosa mรกs aventurera que hoy.
Ese aรฑo sumaron mรกs de mil quinientas muertes de pasajeros; en 1972 contรฉ 1,893. Tomando en cuenta el bajo volumen de trรกfico aรฉreo de aquel entonces si lo comparamos con el de hoy, esos nรบmeros equivaldrรญan a que en 2023 hubiesen muerto 88,223 viajeros. Exactamente como si se cayera un Dreamliner cada dรญa. Con tales cifras nadie abordarรญa hoy un aviรณn.
Pero las cifras pueden desorientar. Hoy se programan cien mil vuelos al dรญa. Eso significa que aun con un avionazo diario, usted tendrรญa el doble de probabilidades de pegarle al gordo de la loterรญa que de morir en su vuelo.
La misma falta de viajeros en el pasado obligaba a que los vuelos hicieran varias escalas, dรกndole un empujรณn al factor de riesgo. Sabemos que el vuelo de Avianca en el que muriรณ Ibargรผengoitia tenรญa la ruta Frankfurt-Caracas, con escalas en Parรญs, Madrid y Bogotรก. Supongo que con esas escalas autobuseras se perdรญan muchas maletas. Aunque, segรบn dicen, se comรญa mejor.
Y sin embargo, he de aceptar que cuando me ponen en la mesita del asiento una charola con pasta o pollo, una triste ensalada, un bollo sin gracia y un queso untable, lo devoro todo con fruiciรณn infantil. Cuรกnta ansiedad me provoca la lenta procesiรณn en que se van repartiendo las viandas; cuรกnta tristeza que en mi asiento de la fila treintaisรฉis ya no me pidan elegir, sino que me sirvan lo que resta.
Leรญ alguna vez, creo que en la revista Life, sobre una anciana que abordaba el vuelo KLM de Nueva York a รmsterdam, solo para tomar el de regreso a Nueva York. Y al dรญa siguiente estaba lista para comenzar de nuevo su periplo. Lo hizo mรกs de mil veces. Tanto placer le daban la comida y los mimos de las aeromozas.
Quise dar con el artรญculo pero no tuve รฉxito. En cambio hallรฉ mรกs accidentes aรฉreos. Tambiรฉn un reportaje sobre una sobrecargo de los aรฑos cuarenta. Las cosas eran distintas. Cuenta que, una vez completado al abordaje, debรญa pasar lista para asegurarse de que los pasajeros estuvieran en el vuelo correcto. Una vez cometiรณ un error al pasar lista: no se dio cuenta de que faltaba un pasajero, y el aviรณn tuvo que volver al punto de partida tras de doce minutos de vuelo para recogerlo.
Entre las cortesรญas de la aeromoza estaba ofrecer cerillos a los fumadores. En esa ocasiรณn, para el vuelo de Nueva York a Chicago, sirvieron un coctel de camarones, pechuga de pavo con chรญcharos, ensalada, apio, aceitunas, pan, refresco, cafรฉ y helado. El alcohol estaba prohibido. Prefiero mi pasta recocida con vino, que el coctel de camarones con cocacola. Cuenta la aeromoza que no acepta propinas, pero con frecuencia le regalan perfumes, medias, dulces, libros y joyerรญa. Tambiรฉn una que otra nalgadita. Ese vuelo que hoy se hace en dos horas, tardรณ cinco horas y media.
En otro reporte de los aรฑos cincuenta, se informa que la carrera de sobrecargo estรก entre las mรกs cotizadas. Tanto asรญ, que solo se aceptan a cuatro de cada cien que solicitan este empleo. Los requisitos: โentre 21 y 26 aรฑos, solteras, razonablemente bonitas y delgadas, especialmente en las caderas, pues estas quedan al nivel de los ojos del pasajeroโ. Una vez contratadas, se les entrenaba con ejercicios โdesencaderadoresโ y divertidas prรกcticas en los toboganes. El cabello se les recortaba, recibรญan lecciones de maquillaje y de postura.
Quizรก la mรกs famosa entre las azafatas fue la serbia Vesna Vuloviฤ. Trabajaba para la aerolรญnea oficial yugoslava cuando su vuelo de Estocolmo a Belgrado explotรณ en el aire a diez mil metros de altura, tal vez por un acto terrorista. Ocurriรณ en ese malhadado aรฑo de 1972. Vesna cayรณ los diez kilรณmetros y sobreviviรณ. Tambiรฉn sobreviviรณ a Josip Broz Tito. Dรฉcadas despuรฉs dijo: โSobrevivรญ a aquel accidente, pero quizรก me mate el nacionalismo de mi paรญsโ. Tambiรฉn llegรณ a decir que sentรญa la โculpa del sobrevivienteโ.
No sรฉ cuรกnta culpa de sobreviviente padeciรณ el aviador boliviano Erick Rรญos Bridoux, que en su paรญs tenรญa poca reputaciรณn como piloto, pero buenas conexiones polรญticas, cuando probรณ en Estados Unidos un aviรณn militar que habรญa comprado la Fuerza Aรฉrea de Bolivia. Tomรณ un derrotero distinto al que le indicรณ la torre de control y chocรณ en el aire con un DC-4, provocando lo que hasta aquel 1949 era el peor accidente de la historia de la aviaciรณn. Rรญos Bridoux resultรณ herido. Del otro lado hubo cincuentaicinco muertos sin supervivientes. Treintaicinco aรฑos despuรฉs, un piloto boliviano tambiรฉn de nombre Rรญos Bridoux, fue arrestado por transportar en su aviรณn 1,161 kilos de cocaรญna. De lo que se entera uno en las hemerotecas.
Continuรฉ muy apasionadamente leyendo sobre accidentes aรฉreos, y cuanto hube de viajar a Yuste, y una vez llegado mi turno para hablar sobre la Revoluciรณn de los Claveles, mi cabeza estaba llena de aviones. Cuando alguien mencionรณ que al primer ministro Marcello Caetano lo habรญan exiliado a Madeira, yo me puse a pensar en el vuelo TAP 425, y su infausta suerte en el Aeropuerto de Santa Catarina, que indistintamente llamaban Aeropuerto de Funchal o Aeropuerto de Madeira, y que hoy todos conocen como Aeroporto Internacional Cristiano Ronaldo, hijo prรณdigo del lugar. ~
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.