I
En 1990 empecĆ© a estudiar diseƱo grĆ”fico en la Escuela Nacional de Artes PlĆ”sticas. Afortunadamente, ese mismo aƱo acudĆ a la exposiciĆ³n Vicente Rojo, 40 aƱos de diseƱo grĆ”fico en el Palacio de MinerĆa, y comencĆ© a aprender diseƱo grĆ”fico.
II
Ayer muriĆ³ mi querido Vicente. Hoy es el cumpleaƱos 82 de mi padre, y vine a su casa a saludar. Separo en el librero los libros y portadas que han sido diseƱados por Vicente, y que recuerdo desde niƱo. Hay libros que tienen mĆ”s aƱos que mi hermano mayor. Platico de los libros con mi mamĆ”.
III
Entre las joyas del librero de mis padres estĆ” la sĆ©ptima ediciĆ³n de Cien aƱos de soledad editado por Editorial Sudamericana. Su diseƱo lleva la letra E de la palabra soledad en espejo, y me lleva a pensar que Rojo ha interpretado la novela simbĆ³licamente, con imĆ”genes de viƱetas tipogrĆ”ficas y filetes decimonĆ³nicos. TambiĆ©n localizo la ediciĆ³n de 1967 de Nueva grandeza mexicana, de Salvador Novo, publicada en Era, con pasta dura y tela, y con fotos de HĆ©ctor GarcĆa en la camisa y en distintos tonos en el interior, de diseƱo impecable. TambiĆ©n veo varios ejemplares de la serie El volador, publicados en JoaquĆn Mortiz, con el hermoso sistema de diseƱo elaborado por Vicente. De la misma editorial me encuentro Los recuerdos del porvenir de Elena Garro, en pasta dura y con bellos dibujos de Vicente en la portada. Los diseƱos con altos contrastes fotogrĆ”ficos y la tipografĆa Bell de Los dĆas y los aƱos de Luis GonzĆ”lez de Alba y La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, me llevan a pensar en la Era de Vicente. Estas ediciones tienen pĆ”ginas de cortesĆa a dos colores en portadillas y estĆ”n numeradas en el colofĆ³n. DĆas despuĆ©s mis padres me obsequian su ejemplar de Cien aƱos de soledad.
IV
Es 1997. GermĆ”n Montalvo organiza una exposiciĆ³n de 10 diseƱadores grĆ”ficos mexicanos en JapĆ³n. Nos reunimos en el estudio de GermĆ”n. Yo tengo 25 aƱos y Vicente 65. Es la primera vez que hablo directamente con Ć©l. Vicente me dice que le gusta mi cartel. Le agradezco como puedo.
V
2007. Me puse muy contento el dĆa que Rafael LĆ³pez Castro me invitĆ³ a la comida que cada aƱo Vicente ofrecĆa a los amigas y amigos diseƱadores que colaboraron con Ć©l en la Imprenta Madero. Hablamos de Max Aub y me pide Vicente que le hable de tĆŗ. Le hablo de tĆŗ como puedo.
VI
AcompaƱo a Rafael al taller de Vicente. LĆ³pez Castro le muestra una selecciĆ³n de 100 fotografĆas que documentan el proceso creativo de Rojo por varios meses. Piensa exhibirla en la prĆ³xima exposiciĆ³n de Rojo. Vicente distribuye las fotos por todo el lugar, las mira con atenciĆ³n y se lleva las manos a la cara. Vicente le pregunta a Rafael si puede hacer una selecciĆ³n, a lo que LĆ³pez Castro accede sin titubeos. Elige diez.
Por mi parte, les propongo hacer un video con las 10 mil fotos que LĆ³pez Castro habĆa tomado por meses en el taller de Rojo, y que acomodadas en secuencia creaban un video en stop motion de cerca de 15 minutos. El video se llama MĆŗsica de cĆ”mara ālo nombrĆ³ BĆ”rbara Jacobsā y se presentĆ³ en Correspondencias, de Vicente Rojo, en la EstaciĆ³n Indianilla, en 2009.
VII
2021. Hace dos dĆas muriĆ³ mi amigo Vicente. Escribo esto en la imprenta a la que vine a revisar a pie de mĆ”quina un libro del fotĆ³grafo Rodrigo Moya. De repente comienza a sonar la alarma sĆsmica. Ya en la calle, me fijo en un papel que estĆ” en el suelo. Me acerco y veo que el pedazo de papel parece una de las manitas apuntando con el dedo, como las que Vicente usaba en algunos de sus diseƱos.
Pienso: imprenta, libro, temblor y seƱal.
VIII
Al leer en el Archivo Blanco la descripciĆ³n detallada de cĆ³mo imaginaba Octavio Paz la versiĆ³n fĆlmica de su cĆ©lebre poema, y cĆ³mo le escribe a Vicente en 1968 diciĆ©ndole que era la Ćŗnica persona con la que podrĆa colaborar para llevar a cabo tal proyecto, pensĆ© que era tĆ©cnicamente posible llevarlo a cabo en 2011. Me reunĆ con Vicente y, emocionado, le planteĆ© la idea. Yo podrĆa hacerme cargo de la producciĆ³n de lo que Ć©l diseƱara.
Me escuchĆ³ pacientemente con mucha atenciĆ³n, como siempre lo hacĆa, y cuando terminĆ© de decirle esto y aquello, me dijo:
āPues no, en su momento no lo hice.
InsistĆ:
āPero Vicente, dijo Paz que tĆŗ eras la Ćŗnica persona que podrĆa hacerlo de acuerdo a lo que Ć©l imaginaba…
āPues Octavio estaba equivocado.
IX
En noviembre de 2020, despuĆ©s de una charla por Zoom en la que entrevistĆ© a GermĆ”n Montalvo sobre el trabajo de Vicente en imprenta Madero, Vicente nos escribiĆ³ un mail:
Posiblemente algo de lo que ustedes dijeron sobre mĆ de hace aƱos y aƱos pudo ser cierto. Quienes me ayudaron en el trabajo de diseƱo en Madero se consideran deudores mĆos, pero ellos no se daban cuenta de lo que yo aprendĆa de ellos. Si no hubiera estado rodeado de jĆ³venes tan creativos como ellos, yo no habrĆa podido hacer mi trabajo, que fue mucho, muchĆsimo, y en esto sĆ puedo creer en lo que ustedes comentaron al respecto. […] En mi caso, recuerdo que lo Ćŗnico que yo podĆa enseƱar era a trabajar con pasiĆ³n, imaginaciĆ³n y la libertad de la que hablĆ³ GermĆ”n. AdemĆ”s, de ser posible, a utilizar algo de humor y otro algo de provocaciĆ³n. De todo lo que digo, lo que me complace mĆ”s es creer que pude haber enseƱado algo.
X
La Ćŗltima vez que me reunĆ con Vicente fue a finales de 2020. Nos sentamos en el parque que estĆ” frente a su taller en CoyoacĆ”n y platicamos de varias cosas muy personales que siempre me acompaƱarĆ”n. TambiĆ©n platicamos del techo de luces del Monte de Piedad, el mural de piedra en el Museo Kaluz, y de Ipanema, el libro sobre la travesĆa de su padre. EstĆ”bamos muy contentos, y un joven que pasaba nos tomĆ³ esta foto.
(Ciudad de MƩxico, 1971) es diseƱador grƔfico y autor de numerosos libros.
