El gran masturbador: de los pelos en la mano a la neurosis

Un recorrido por las ideas sobre la masturbaciรณn โ€“que va de las consecuencias corporales a la aflicciรณn del neurรณticoโ€“ en la cultura visual y la historia del arte.
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Mi morbo es tal que me da morbo, no solo el sexo, sino su historia y sus razones. Solitary Sex: A Cultural History of Masturbation, escrito por Thomas Laqueur (profesor e investigador de la Universidad de Berkeley) es la historia del infeliz pero divertido encuentro entre la charlatanerรญa mรฉdica y la histeria colectiva, un recuento del fraude que hizo que la prรกctica secreta y privada de la masturbaciรณn fuera pensada como una temible plaga sexual, la cual consiguiรณ afligir a los padres de familia, a los siempre precavidos pedagogos e, incluso, a los filรณsofos mรกs importantes del siglo XVIII.

Apretado de dinero, con fama de pornรณgrafo, antecedentes penales y 40 aรฑos encima, John Marten tuvo una idea millonaria: escribir y publicar un libro que alertara a los ciudadanos de Londres sobre los peligros de la masturbaciรณn, una prรกctica sexual que โ€“asegurabaโ€“ conduce a las convulsiones de la epilepsia, a la debilitante fiebre, a los accesos de sangre de la tuberculosis, a la oscuridad definitiva de la ceguera, al ardor genital de la gonorrea y a la muerte de tantos niรฑos y jรณvenes, hombres y mujeres, que pasan de aliviar una inocente comezรณn en los labios vaginales o el pene a las caricias placenteras y de ahรญ a la compulsiรณn, la irritaciรณn de los รณrganos, el deterioro de los nervios y la muerte. Con cientos de copias vendidas, decenas de ediciones y una legiรณn de imitadores, Onania fue un redituable negocio para su autor (las medicinas se vendรญan con el libro) y un best seller inmediato. Poco a poco โ€“y no sin ironรญaโ€“ el Siglo de las Luces โ€“el mismo que combatiรณ a la supersticiรณnโ€“ dejรณ de temerle al pecado del onanismo para convertirlo en una enfermedad peligrosa, crรณnica y mortal.

Pero no todos los fraudes โ€“por exitosos que seanโ€“ se vuelven relevantes para la historia de las ideas. Tengo entendido que Jean Paul Sartre no escribiรณ sobre la compra de la Torre Eiffel โ€“a pesar de que Victor Lustig haya conseguido venderla no una, sino dos vecesโ€“ y hasta donde sรฉ los intelectuales de nuestra รฉpoca no comentan los principios cientรญficos detrรกs de las cremas reductoras de grasa ni los pormenores de las cirugรญas de alargamiento del pene. ยฟPor quรฉ entonces fue que la masturbaciรณn como amenaza mortal preocupรณ a Diderot, Voltaire, Rousseau y Tissot (el mรฉdico mรกs renombrado del XVIII)? De acuerdo con Laqueur, esta es la sexualidad por excelencia del individuo moderno, por personal, solitaria y secreta. Nada mejor que el ejercicio de la razรณn para derrocar al Antiguo Rรฉgimen, construir la democracia y elegir a los miembros del congreso. Sin embargo, la misma autonomรญa que se aplaude en lo pรบblico tiene su cara oculta en el dominio de lo privado: ยฟcรณmo hacer que el individuo โ€“que apenas habรญa dejado de obedecer la autoridad de la Iglesia y el Estadoโ€“  se autogobierne moralmente? La sociedad se reconociรณ incapaz de censurar el pensamiento y muy pronto la masturbaciรณn se convirtiรณ en la peligrosa libertad sin cortapisas de la imaginaciรณn. Dejada a sรญ misma, la mente โ€“en especial, la de los jรณvenesโ€“ se desbarranca en los excesos de la fantasรญa y la autosatisfacciรณn que terminan por desgastar los mรบsculos y entorpecer el cerebro. No fue sino hasta el siglo XX cuando se demostrรณ que el onanismo no era un camino segura a la tumba. En su momento, Sigmund Freud declarรณ que la masturbaciรณn es una etapa natural del desarrollo sexual infantil pero, continuada en la adultez, podรญa provocar los mรกs graves trastornos psรญquicos.

Es posible seguir este recorrido de ideas sobre la masturbaciรณn โ€“que va de las consecuencias corporales a la aflicciรณn del neurรณticoโ€“ en la cultura visual y la historia del arte. No fue la Onania de John Marten, sino sus plagiadores y seguidores quienes incluyeron un montรณn de ilustraciones en los libros contra el onanismo. Algo tienen estas imรกgenes del sensancionalismo mรฉdico que conocemos en el presente; hay un innegable parecido entre estas y las fotografรญas que contraponen un pulmรณn sano y rosa con otro, chamuscado y negro a causa del tabaquismo, o con las lรกminas que muestran la piel antes y despuรฉs del sarcoma de Kaposi y que debieron haber aterrado a un buen puรฑado de adolescentes con acceso a Internet en la dรฉcada de los 90. ยฟSerรก que le debemos el boom de la propaganda visual mรฉdica, popular y amarillista al periodo que va de 1750 a 1850? No es una hipรณtesis gratuita. Despuรฉs de todo, Thomas Laqueur asegura que el pรกnico por la โ€œepidemia de la masturbaciรณnโ€ no se habrรญa suscitado de no ser por la prensa y el circuito de impresiรณn, distribuciรณn y venta de libros populares en Europa y Estados Unidos. De cualquier forma, es entre estos aรฑos que los textos se acompaรฑaron de dibujos que muestran al cuerpo  sano junto al enfermo โ€“cubierto de รบlceras, llagas, sangre y pusโ€“ y de grabados que oportunamente anunciaban lo aparatos adecuados para su tratamiento; a final de cuentas, la Ilustraciรณn tambiรฉn fue una รฉpoca fascinada con los aparatos mecรกnicos y los inventos: los corsets y las fajas de metal para la cura del onanismo bien podrรญan haber adornado las pรกginas de la Enciclopedia โ€“quizรก unas pรกginas antes o despuรฉs del esquema que ilustra el funcionamiento de la cรกmara obscura o de los grabados que se complacen en los engranes de la imprenta.

No fue hasta el siglo XX, como seรฑala Laqueur, que el pensamiento mรฉdico desmintiรณ los efectos corporales y funestos de la masturbaciรณn. El onanista dejรณ de padecer una enfermedad fรญsica para convertirse en un simple neurรณtico. Sabemos que Salvador Dalรญ fue un รกvido lector de las obras de Freud โ€“โ€œEl Divinoโ€ dijo haberlo conocido en una ocasiรณnโ€“ y es indudable que sus primeras pinturas hacen referencia a las teorรญas y conceptos del vienรฉs. Asรญ, considero que le debemos la nueva representaciรณn visual del onanismo al vรญnculo entre el psicoanรกlisis y el onanismo. El gran masturbador ya no muestra el cuerpo enfermo y debilitado por el autoerotismo, sino el paisaje mental de un artista entregado a los excesos de la fantasรญa y la imaginaciรณn. La pintura โ€“un autorretrato de Dalรญ que se transforma en el busto de una mujer a punto de darle sexo oralโ€“ no es otra cosa que la celebraciรณn de la creatividad debida al inconsciente, de la genialidad artรญstica de la que solo puede ser capaz la mente de un masturbador neurรณtico.

 

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(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.


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