Entrevista a Doug Bock Clark: “Intento explicar cómo afecta la globalización a las culturas indígenas tradicionales”

En 'Los últimos balleneros', el periodista de investigación viaja a una isla del Pacífico para registrar la vida de una población indígena que todavía hoy sobrevive cazando ballenas.
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Es difícil leer crónicas de caza de ballenassobre todo de cachalotesy no pensar en Moby Dick. Otros libros sobre ballenas, como Leviatán o la ballena de Philip Hoare, mencionan la historia épica de Melville. Pero en Los últimos balleneros, Doug Bock Clark no hace ninguna referencia al libro. Es algo intencionado. Salvo algunas escenas puntuales, Los últimos balleneros no es una crónica de aventuras. Es un retrato muy humano de una sociedad tradicional en un gran momento de cambio.

Lamalera es un pueblo de 1.500 habitantes en la isla de Lembata, al sur de Indonesia. Los lamaleranos son la última sociedad tradicional que caza ballenas para subsistir. Aunque comen otras especies del Mar de Savu y también importan bienes del mundo exterior, la mayor parte de la proteína consumida por los lamaleranos procede de los casi veinte cachalotes que cazan cada año.

El mundo de Lamalera gira en torno al cachalote. Su carne se corta y se seca y se utiliza como divisa. Siguen usando aceite de espermaceti para encender lámparas y luces en el pueblo. Su cultura, tradiciones, folklore y sistema de creencias son inseparables del Mar de Savu y sus especies. La intención de Clark es documentar absolutamente todo.

Los últimos balleneros cuenta una historia más global que la de una isla pequeña en Indonesia. La ONU estima que en los próximos cien años el 90% de los idiomas del mundo van a desaparecer –casi todos son de sociedades indígenas como los lamaleranos–. Con el idioma, irá desapareciendo su cultura, su estilo de vida y sus tradiciones. Ahora por lo menos queda un registro de los lamaleranos para que en 100 años, si no han sobrevivido, podamos sumergirnos de nuevo en su vida cotidiana.

En el libro habla mucho de la extinción de culturas indígenas. Utiliza la obra casi como una manera de exponer y explicar las tradiciones de los lamaleranos. ¿Quería que el libro fuese un lugar donde reivindicar su folklore y creencias, una forma de analizar toda su cultura?

Totalmente. Es una oportunidad para conservar su cultura, pero de manera más accesible que los textos de antropología, que suelen ser densos. Sirve como un registro de lo que fue su vida durante un cierto tiempo. Nadie había catalogado su vida durante una generación entera.

En muchos de sus artículos, como en el del asesinato del tío de Kim Jong Un, intenta resolver algún misterio. Cuando escribía este libro, ¿cuál era el misterio de los lamaleranos? ¿Qué quería descubrir?

Uno de los enfoques de mi obra es la investigación. Hace poco empecé a trabajar en ProPublica, una web de periodismo exclusivamente de investigación. Y espero dedicarme a algo así durante mucho tiempo. Pero creo que la historia de los lamaleranos es más inmersiva que investigativa. Intento explicar lo que les está pasando a culturas indígenas tradicionales y cómo les afectan la modernización y la globalización. Y también cómo eso está cambiando la naturaleza humana, cómo vivir en un mundo industrializado puede transformar una sociedad de cazadores-recolectores.

Los lamaleranos sabían perfectamente lo que estaba haciendo desde el principio. Intenté ser transparente e involucrarles en el proceso. Una cosa que hizo el libro inmensamente mejor fue que ellos mismos me enseñaban y corregían. Muchas veces escribía mis impresiones y luego iba directamente a ellos y me decían lo que era correcto o no. Fueron participantes activos en cómo presenté la historia y en cómo salió al final.

Nunca aparece en el libro ni hace referencias a sus estancias allí. Solo al final, en los agradecimientos, el lector descubre cuánto tiempo pasó con los lamaleranos. ¿Por qué quiso permanecer invisible? ¿Por cuestiones de estilo o estructura?

Bueno, fue muy importante que el libro no fuese sobre mí o mi experiencia allí. Hay prejuicios y maneras preconcebidas de cómo otros podrían haber contado esta historia, haciendo énfasis en sí mismos. Ya hay crónicas de viajes sobre los lamaleranos que básicamente son: yo soy Bob y voy a cazar ballenas, fíjate qué valiente y guay soy. Mi objetivo era el contrario. Lo más importante que quería hacer era retratar a los lamaleranos tal y como ellos se ven a sí mismos. También intenté influir en los eventos lo mínimo posible. Quería escuchar y observar y no participar.

En el libro incluye muchas canciones de los lamaleranos. ¿Tiene una canción suya favorita?

No sé si tengo una canción preferida, porque hay muchas que fueron muy importantes para mí. Los lamaleranos siguen teniendo una cultura muy musical, pero antes incluso tenían una canción para todo: para talar árboles, para moler el arroz… Tenían un uso práctico, para dar ritmo al trabajo, pero también para comunicarse con los espíritus y sus antepasados, que están muy presentes en su vida. Además, son muy bonitas.

Parece que quiere contar la historia de la globalización y cómo está afectando sus vidas. Muchas veces esta conversación se puede perder en términos abstractos. En cambio, usted quería mostrar las decisiones cotidianas de los lamaleranos para entender cómo el mundo exterior ha llegado a influirles. ¿Cuáles son esas formas sutiles en que la sociedad no tradicional está cambiando su cultura?

El libro intenta captar el proceso granular de la globalización. Los lamaleranos no piensan siempre en todos los efectos de cuestiones tan globales como el cambio climático y cómo afectan al medioambiente o a la población de peces en el Mar de Savu. Pero sí que piensan, por ejemplo, en la construcción de un nuevo puerto en el pueblo de al lado y cómo eso cambia las dinámicas del poder. O también qué significa tener un móvil o motores en los barcos y sus efectos en las maneras tradicionales.

Es obvio que todo el mundo está encantado de poder llegar más rápido en barcos motorizados. Pero eso afecta a la coordinación o la conexión emocional y social que necesitas para que doce hombres remen sincronizados bajo el sol ardiente.

Otra cosa que lo complica es que los motores, o la gasolina, solo se pueden comprar con dinero convencional de papel. Tradicionalmente, los lamaleranos intercambiaban bienes utilizando carne secada de ballena. Ahora para obtener dinero tienen que ir a trabajar a la ciudad. Eso causa una reacción en cadena. Quería deconstruir el monolito de la globalización. Siempre hablamos de cómo está cambiando el mundo, pero esto demuestra lo que significa realmente.

Usan carne de ballena, cortada de manera estándar, como divisa. Pasó mucho tiempo con ancianos lamaleranos. ¿Habló con ellos de cómo fue utilizar dinero convencional por primera vez?

Al principio fueron cosas pequeñas. El gobierno requería impuestos, pero eran tan bajos que podías trabajar en la construcción una semana y ganar todo lo que necesitabas en metálico para vivir todo el año. Los lamaleranos siguieron recolectando casi todo del bosque o pescando del océano. Pero luego fue cambiando poco a poco y el equilibrio entre la necesidad del trueque y la de tener la divisa indonesia se transformó de nuevo, hasta que los tribus vecinas comenzaron a evolucionar más rápidamente que los lamaleranos y abandonaron el trueque. No tiene vuelta atrás. Empieza con una cosa pequeña que aumenta paulatinamente y de repente es inevitable.

Al final del libro escribe sobre los trabajos de organizaciones ecologistas y se pregunta si los lamaleranos van a dejar entrar más influencias o tecnologías no tradicionales.

Desde la burocracia federal ha habido intentos de acercamiento pero nunca han tenido éxito y parece que toda esta conversación ha desaparecido con la Covid-19. En cuanto a nuevas tecnologías, su influencia en el día a día crece cada vez más. Creo que donde he dejado el libro es un buen resumen de cómo se encuentran los lamaleranos ahora. Cada año celebran un Consejo de la playa, donde negocian cuánto conservan de lo tradicional y qué novedades dejan entrar. Son decisiones que toman constantemente.

Lo sepan o no, los lamarelanos están en la primera línea de los efectos del cambio climático. Igual que hablábamos antes de la globalización, también el cambio climático tiene consecuencias cotidianas. Un aumento en la temperatura del océano puede modificar rutas migratorias y por tanto su mayor suministro de alimentos. ¿Cómo se relacionan con esta enorme influencia del mundo exterior?

Las cuestiones sobre el medio ambiente no les entusiasman, pero sí que hay temas que les preocupan. Uno de ellos tiene que ver con las poblaciones de peces y cuántos quedarán. No tienen mucha influencia sobre esto. Los responsables son los barcos extranjeros que vienen ilegalmente a pescar con palangre en el Mar de Savu. Lo vi cuando estuve con ellos. Ves barcos que dejan kilómetros y kilómetros de hilo con miles de anzuelos con la intención de sacar todo lo que puedan del mar. Creo que esta es su gran preocupación.

Y esto solo por pura curiosidad, ¿a qué sabe la carne secada de cachalote?

Está muy buena. Es muy salada y sabe como a una mezcla de ternera y pescado.

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Michael Presiado estudió ciencias políticas en la Universidad de Wisconsin. Tiene un MBA en IE Business School y trabaja en IE University.


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