La Selección Mexicana de Futbol: una crisis de la patada

Hay cinco tareas esenciales en tiempos de crisis que no han sido ejecutadas correctamente por quienes tienen en sus manos el destino del equipo.
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No veo ni sé mucho de futbol, pero me he dado cuenta de que el ánimo nacional anda por los suelos por el patético desempeño de la Selección Mexicana de Futbol. Recientemente nos hemos enfrentado a Costa Rica, Panamá, Jamaica y Honduras -que no son precisamente potencias futbolísticas mundiales- y no nos ha ido nada bien,  y ahora está en riesgo inminente la participación en la Copa del Mundo, con todas sus implicaciones para el ego nacional. Por lo que veo, hay cinco tareas esenciales en tiempos de crisis que no han sido ejecutadas correctamente por quienes tienen en sus manos el destino del equipo. Ahí les van:

1. Abre los ojos. La primer tarea esencial de un líder de cualquier organización que vive una crisis es darse cuenta de que está en una crisis. Esto parece evidente, pero no lo es. Familias, empresas, políticos, gobiernos y sí, equipos de futbol, suelen ignorar las señales que indican que se dirigen a una catástrofe. A veces esas señales son difusas, la información ambigua y las situaciones se prestan a interpretaciones y errores de juicio que impiden evaluar la realidad. No me parece el caso del futbol, porque el marcador y los puntajes no admiten mucha interpretación filosófica. En esos casos, lo que el liderazgo necesita es claridad mental y valentía para declararse en emergencia. Sin embargo, la pulsión humana suele ir a la inversa: se minimizan situaciones evidentes cuando el puesto, el prestigio o el ego se ven amenazados. Creo que el liderazgo de la Selección vio la crisis, pero optó por la negación como vía para que el problema se arreglara solo.

2. Toma decisiones oportunas y sensatas. Si no admites que estás viviendo una crisis, entonces no puedes empezar a tomar las decisiones necesarias para enfrentarla.  Esto funciona hasta que la realidad se impone, como siempre, a su modo. En algún momento de la ronda eliminatoria, cuando los números ya andaban en rojo, la directiva del equipo nacional pudo haber dado el golpe de timón, cambiado al director técnico y replanteado la lista de jugadores convocados. Así, al menos, podría decir que hizo todo lo que pudo por rescatar la clasificación al Mundial. Por razones que desconozco, esto no ocurrió y decidieron mantener por varios partidos más al antiguo entrenador y sus jugadores, disfrazando la defensa terca del estatus quo como un “voto de confianza” a su capacidad para resolver una crisis que ya los había rebasado. Ahí se perdieron dos activos valiosísimos: tiempo y credibilidad.

3. Construye una historia clara y creíble. En toda crisis, la gente exige saber cuatro cosas muy simples: qué demonios está pasando; quién está a cargo; qué va a hacer para resolverlo y cuándo se verán los resultados.  Por eso, la comunicación es esencial, pues en ella se juega la aprobación de la sociedad sobre la naturaleza de la crisis, la percepción sobre la capacidad de los liderazgos para enfrentarla y la pertinencia de las soluciones planteadas. Lamentablemente, en el caso de los liderazgos de la Selección Nacional lo que hemos visto ha sido un estilo de comunicación marcado por la arrogancia y la cerrazón. “No estamos obligados a nada” es una frase que captura la mentalidad de avestruz ante el clamor y la ira de los futbolólogos profesionales y de sofá.  Y, como muchos políticos en desgracia lo saben, la sociedad puede perdonarte que te salgan mal las cosas, pero no que te cierres a la realidad y desprecies por completo su preocupación y su enojo con frases irritantes.  

4. Marca un antes y un después claro. La gente no puede vivir permanentemente “con el Jesús en la boca” y por eso en crisis organizacionales como la de la Selección siempre es importante que alguien detenga la hemorragia de credibilidad, reconozca los errores sin regateos, asuma la responsabilidad que le corresponde, corra a quien haya que correr y anuncie medidas para salvar el barco o, si esto no es posible, para que no se vuelva a hundir en el futuro. Esta es la “raya en la arena”; la señal que indique a la gente que la organización es aun confiable porque tiene la capacidad de autocorregirse, de marcar un antes y un después: la capacidad de cambiar. Nadie lo hizo a tiempo en ese equipo y hoy se pagan las consecuencias.

5.  Aprende de tus errores. Las crisis son las mejores oportunidades para aprender y cambiar, dice el cliché. Pero quien ha sobrevivido a una crisis sabe que esto es cierto. Por lo que veo, quienes tienen en sus manos el manejo de los once millonarios de verde que nos hacen sufrir tanto “no han tocado fondo”. Ni las humillaciones deportivas, ni los abucheos, ni el golpeteo de la prensa han podido cambiar su enfoque de “aquí no pasa nada, todavía podemos ir al Mundial”. Es probable que sólo una derrota total ante el equipo de rugby de Nueva Zelanda se considere como el “fondo” que hay que tocar para que alguien diferente tome las riendas del sistema que sustenta y organiza a la Selección y asuma la tarea del aprendizaje y la corrección del rumbo con la sensibilidad y la inteligencia que se requieren. Y es muy probable también que una clasificación “de panzazo” sea oxígeno para los protagonistas del estatus quo. En ese caso, la crisis no se resolverá. Simplemente esperará en forma latente hasta que empiece el Mundial, el equipo pierda 3-0 ante el equipo de Islas Fiji y comience de nuevo el ciclo. Cualquier parecido con la realidad nacional no es mera coincidencia.

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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