Imagen: Flickr/andrea castelli

MigraciĆ³n, racismo y chop suey

Ante la abundancia de programas y especiales que destacan las cumbres y bondades de la gastronomĆ­a mundial, una interrogante surge: Āæy las gastronomĆ­as de China?
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La comida nos une y nos separa. Tomemos como ejemplo la carta de cualquier cafĆ© chino de la ciudad de MĆ©xico. AhĆ­ conviven alegremente los chilaquiles y el chop suey. Cualquiera que haya ido a uno (que por cierto, me encantan), sabe que no hay nada extraƱo en encontrar esos dos platos en una misma carta, mĆ”s sĆ­ en una misma columna. Los ā€œplatos chinosā€ y los ā€œplatos mexicanosā€ nunca van del mismo lado. EstĆ”n juntos pero no mezclados. Esa separaciĆ³n implĆ­cita entre platillos se parece un poco a la historia de los chinos mexicanos.

Los primeros chinos llegaron a MĆ©xico en su  mayorĆ­a de Estados Unidos. VenĆ­an huyendo de la miseria y el racismo. Acababa institucionalizarse con la de Ley de ExclusiĆ³n China de 1882. Esa fue una buena noticia para Porfirio DĆ­az que tenĆ­a grandes planes de expansiĆ³n econĆ³mica para MĆ©xico. La ā€œimportaciĆ³nā€ de coolies

((DefiniciĆ³n segĆŗn el Webster Comprenhensive Dictornary of the English Language: s. 1. En el oriente, un trabajador no calificado. 2. Cualquier persona haciendo trabajo pesado. Especialmente por bajos salarios.
))

, mataba dos pĆ”jaros de un tiro para su gobierno: por un lado le aseguraba al paĆ­s una buena cantidad de mano de obra barata, de uso rudo y sin garantĆ­as sociales; y por el otro le lanzaba una amenaza a los indĆ­genas que no querĆ­an alinearse a su rĆ©gimen. Las primeras familias inmigrantes se instalaron en zonas de resistencia indĆ­gena. AhĆ­ germinĆ³ la semilla de la tensiĆ³n racial. Luego en etapa la revolucionaria, esa tensiĆ³n fue la detonante de enfrentamientos entre civiles chinos y soldados insurgentes, que desembocaron en la masacre de TorreĆ³n, un acontecimiento poco mencionado en la historia de MĆ©xico pero al que el investigador e historiador Jason Oliver Chang (Chino: Anti-Chinese Racism in Mexico) considera ā€œel mĆ”s abominable acto de violencia anti-china del hemisferioā€. Trescientos tres chinos ā€”mujeres y niƱos incluidosā€” fueron brutamente asesinados por las tropas maderistas. En teorĆ­a, el objetivo militar era tomar el control del Ćŗltimo bastiĆ³n porfirista del norte. En la prĆ”ctica fue un acto genocida. 

 

Parafraseando a Chang, el origen de ese odio estĆ” ligado a la construcciĆ³n de la identidad mexicana. Es decir, siguiendo la lĆ³gica colonial, ser blanco era lo deseable por ser la raza superior, ser mestizo era un punto medio. Ser mexicano era Ć©se punto medio. Un indĆ­gena podĆ­a aspirar a ser mexicano. Un chino, en cambio, no. Bajo esa escala de valor, las demĆ”s razas quedaron fuera, pero fueron los chinos por cantidad e importancia econĆ³mica, quienes se convirtieron en el mejor ejemplo de lo que no era ser mexicano. La definiciĆ³n por alteridad funcionĆ³ para fortalecer la identidad mexicana, la mestiza. Como dice Federico Navarrete (MĆ©xico Racista), ā€œlos mexicanos de origen africano o asiĆ”tico, suelen ser considerados simplemente como extranjerosā€. De ahĆ­ que la separaciĆ³n histĆ³rica entre ā€œlo chinoā€ y ā€œlo mexicanoā€ sea tan poco reconocible, pero estĆ© tan presente.

La situaciĆ³n no mejorĆ³ despuĆ©s de la masacre. La discriminaciĆ³n se hizo ley y las nuevas polĆ­ticas segregacionistas redujeron las alternativas de empleo de los chinos, quienes se las ingeniaron para darle la vuelta a las circunstancias, resolviendo dedicarse a trabajos desdeƱados por ser considerados femeninos. Las lavanderĆ­as fueron populares y la venta ambulante de verdura tambiĆ©n (introdujeron el sistema del ā€œpilĆ³nā€), pero en la historia de los chinos como migrantes, en MĆ©xico y en el mundo, el arma mĆ”s poderosa de la supervivencia cultural china es la cocina. En la ciudad de MĆ©xico, por ejemplo,  y merced a una bĆŗsqueda en google maps,  hay mĆ”s restaurantes chinos que de cocina oaxaqueƱa, poblana y yucateca juntas; en Tapachula hay mĆ”s restaurantes chinos que de cocina regional chiapaneca; en Tijuana hay tantos restaurantes chinos como de cualquier otro tipo de comida del mundo; y en Mexicali la comida china es la comida tĆ­pica. Lo mismo sucede en muchos otros paĆ­ses, el caso mĆ”s evidente es Estados Unidos, donde segĆŗn la periodista Jennifer 8 Lee (The Fortune Cookie Chronicles) ā€œhay mĆ”s restaurantes chinos que McDonaldā€™s, Wendyā€™s, Burger King y KFC juntosā€.

La cocina china es una cocina migrante. En ese sentido, es una pionera. ViajĆ³ a otros paĆ­ses a causa de la diĆ”spora de finales del siglo XIX. Al continente americano llegĆ³ inicialmente por California. Luego se extendiĆ³ por todos lados. ā€œLa mujer china y el hombre chino debieron adaptarseā€, dice Alonso Ruvalcaba (24 horas de comida en la ciudad de MĆ©xico). ā€œDemostraron una elasticidad total y de ella naciĆ³ la cocina de barrio chino mexicano.ā€ Eso mismo sucediĆ³ antes y despuĆ©s en otras ciudades del mundo. El ejemplo icĆ³nico es la ciudad de San Francisco. Quienes ocuparon esas primeras cocinas de barrio no eran mayormente cocineros de carrera, sino personas comunes y corrientes intentando recrear sus guisos caseros con lo que tenĆ­an a la mano. Sustituyeron ingredientes, ajustaron la sazĆ³n, estudiaron el gusto local y se amoldaron a Ć©ste, aun cuando hacerlo significara perder ā€œautenticidadā€ (ese concepto tan caprichoso y extraƱo). El resultado fue una fĆ³rmula perfecta, un acuerdo de igualdad entre ingredientes y condimentos: sabrosa, accesible, repetible, una franquicia sin dueƱos, una comida democrĆ”tica: del pueblo para el pueblo. Esa cocina china es sĆ­mbolo de resistencia. DeberĆ­amos ponerle un monumento y tristemente, esa es a la que menos reconocemos.

En MƩxico tenemos sentimientos encontrados con la comida china: la amamos casi tanto como la criticamos. AcƔ van algunos de nuestros de nuestros prejuicios mƔs comunes.

El primero, se refiere a la suciedad y estĆ” claramente expresado en dichos racistas como ā€œchino cochinoā€ y ā€œchino chino japonĆ©s come caca y no me desā€, o a travĆ©s de una frecuente asociaciĆ³n entre comida china y ratas (ĀæquiĆ©nes somos los chilangos para hablar de eso, si gran parte de nuestra actividad gastronĆ³mica sucede en las calles?). Estas ideas, no son mĆ”s que el resultado histĆ³rico del poder de mala propaganda de la era anti-chinista y de nuestra mentalidad discriminatoria (verĆ”n lo que les digo si googolean: anti-chinese propaganda).

Segundo prejuicio: ā€œlos chinos comen ratasā€. Siguiendo esa misma idea de suciedad, en 1883, se publicĆ³ en el New York Times un texto que exploraba Ć©se rumor, extendido a otras ciudades del mundo y subsiste hasta nuestros dĆ­as. Rumores aparte, lo raro no es comer ratas sino que nos extraƱe, pues nadie mejor que un mexicano, comedor de insectos, animales rastreros, entraƱas mamĆ­feras, extremidades ovĆ­paras, larvas y huevecillos, enfermedades vegetales y una larga lista de comidas consideradas ā€œrarasā€, deberĆ­a sentir hermandad total hacia quienes entienden que la cocina mĆ”s sabia, mĆ”s rica, mĆ”s poderosa y mĆ”s chingona nace de la necesidad. Dice Enrique Olvera (Chefā€™s Table, T2E04): ā€œSi tuvieras comida disponible todo el tiempo, probablemente nunca hubieras probado las hormigas chicatanas; si no tuvieras hambre, probablemente nunca hubieras comido gusanos, pero gracias a esa pobreza descubrimos cosas deliciosas. Para mĆ­, esa es la definiciĆ³n de lujoā€. AhĆ­, en esa percepciĆ³n del valor de las cosas que menciona Olvera, radica nuestra mĆ”xima contradicciĆ³n: la auto-discriminaciĆ³n. Primero nos hacemos menos y luego trazamos una raya bien marcada para separarnos de los otros y sentirnos menos ā€œrarosā€.

Finalmente, el tercer prejuicio tiene que ver con el tema de la ā€œautenticidadā€. Volvamos al menĆŗ de cafĆ© chino del comienzo y tomemos un plato de chop suey, un muy buen ejemplo de lo que el escritor de comida Alan Davidson (The Oxford Companion to Food) define como ā€œmitologĆ­a culinariaā€. El chop suey es al mismo tiempo el plato mĆ”s chino y el menos chino que podemos encontrar en un restaurante chino fuera de China (disculpen la redundancia). Al parecer, su nombre significa ā€˜desperdiciosā€™. SegĆŗn Davidson, ā€œla percepciĆ³n general sobre este plato en el mundo occidental es que se trata de una especie de parodia de la comida china, que fue inventado en San Francisco a finales del siglo XIXā€. Aunque con variaciĆ³n de personajes y situaciones, diversos relatos sobre su origen coinciden en que su invenciĆ³n fue resultado de la improvisaciĆ³n de un cocinero chino ante la presiĆ³n un pĆŗblico hambriento. Sin embargo, en la novela autobiogrĆ”fica El cirujano de Hong Kong de Li Shu-fan, hay un relato distinto y al que se atribuye mayor credibilidad. Ɖste sitĆŗa el origen del chop suey en el condado de Taishan, en la provincia de CantĆ³n. AhĆ­ existe un plato llamado tsap seui (ā€˜restos variosā€™ en cantonĆ©s) que consta, en efecto, de una mezcla de restos de diversos vegetales salteados, cuyo Ćŗnico ingrediente invariable suele ser el germen de soya (tambiĆ©n puede llevar pollo o cerdo). Ahora, si ustedes permiten, traducirĆ© esta misma idea a una historia personal. En casa de mi abuela paterna todos los domingos sin falta se servĆ­a una ensalada a la que conocĆ­amos como pico de gallo. Esa ensalada no se parecĆ­a en nada a lo que comĆŗnmente se identifica con ese nombre en el DF: la tĆ­pica ā€œsalsaā€ de jitomate, cebolla y chile verde picados, con sal y un toque Ć”cido (limĆ³n o vinagre). El pico de gallo de mi abuela llevaba jĆ­cama, pepino, mango, naranja, jugo de naranja, jugo de limĆ³n, chile verde y sal de gusanos. Mi abuela era de Jalisco, y ella decĆ­a que la receta era de allĆ”, y sĆ­, al googlear ā€œpico de gallo Jaliscoā€ aparecen ensaladas muy similares a la de mi abuela, aunque con variaciones de frutas. En lo que ninguna se parece a la suya es en lo de la sal de gusanos. Ese toque extra (muy atinado, por cierto) fue resultado de sus aƱos en Oaxaca de reciĆ©n casada. Para mĆ­ esa receta es tan mexicana como cualquier otra porque trae  la historia de mi familia, y si tuviera un restaurante mexicano en China, no dudarĆ­a en ponerla la carta. Aunque, probablemente, si una persona de la ciudad de MĆ©xico lo visitara dirĆ­a: ā€œeso no es pico de galloā€, mientras una de Jalisco argumentarĆ­a que ā€œla receta es incorrectaā€. En la situaciĆ³n hipotĆ©tica de que el pico de gallo de mi abuela se volviera famosĆ­simo en China se convertirĆ­a justo en uno de esos mitos como el del chop suey.

Entonces, Āæa quĆ© nos referimos exactamente cuando hablamos de autenticidad? Āæpor quĆ© existe esa percepciĆ³n de que hay comidas chinas verdaderas y comidas chinas piratas?

En el capĆ­tulo titulado ā€˜Fried Riceā€™, de la serie Ugly Delicious (la encuentran en Netflix), el chef coreano-americano David Chang de a la existencia de ā€œmenĆŗs secretosā€ en algunos restaurantes chinos. Aparentemente, en algunas ciudades existen restaurantes chinos que ofrecen comida distinta a la que comĆŗnmente conocemos como comida china; una mĆ”s parecida a la comida que se cocina en alguna de las regiones de China)

((En China, a grandes rasgos, se identifican por lo menos quince cocinas regionales, cada una con sus respectivas subcocinas. EstĆ” la de CantĆ³n, que es una de las mĆ”s antiguas y que mĆ”s ha viajado por el mundo (aunque fuera de China se conoce poco a profundidad), y que incluye dentro de su territorio las cocinas de Hong Kong, con reminiscencias inglesas, y la de Macao, con influencia de Portugal y sus colonias en Ɓfrica (una maravilla de contrastes). Otras dos cocinas viajeras (que fuera de China suelen confundirse entre sĆ­) son la cocina de SichuĆ”n, con su distintivo malĆ”, o picor adictivo que resulta de la mezcla de pimienta sichuĆ”n y chile de Ć”rbol (originalmente importado de MĆ©xico); y la de Hunan, que se popularizĆ³ fuera de China con un toque agridulce que curiosamente no es caracterĆ­stico de la regiĆ³n de donde proviene. Sobre la costa, formaditas hacia el norte, estĆ”n las cocinas Fujian, Zhejiang, Jiangsu y Shandong, que aun compartiendo fronteras y mar tienen poco en comĆŗn. La de Fujian tiende a la simpleza, al ingrediente al natural, mientras la de Jiangsu se apoya bastante en el umami de los fermentos (es la tierra del vinagre negro) y curados de pescado, pato y cerdo, principalmente (su jamĆ³n tiene buena fama); la cocina Zhejiang, por su parte, aunque tiene similitudes con su vecina sureƱa (ambas, junto con la cocina de Anhui ā€”que tambiĆ©n comparte frontera con las dos pero tierra adentroā€” son consideradas parte de la cocina de Huayiang, cada una con sus propias variaciones ultrarregionales; la de Anhui, por ejemplo, cambia mucho hacia la zona montaƱosa, donde se usan ingredientes de bosque hĆŗmedo, como hongos, bambĆŗ, tĆ©s, y se prepara el tofu peludo, se distingue por el uso de hierbas frescas y vino de arroz Shaoxing (producido ahĆ­); pero quizĆ” la mĆ”s compleja de las cuatro es la cocina de Shandong; una de las mĆ”s respetadas y antiguas de la China Han, que tiene una extensa exploraciĆ³n de ingredientes (animales, vegetales y de todo tipo), texturas, sabores y tĆ©cnicas, que han influido a las cocinas de todo el continente. Esta Ćŗltima tambiĆ©n se caracteriza por una mayor presencia de harinas: panes, fideos de muchos tipos, dumplings y bollos al vapor. Por otro lado estĆ”n cocinas mĆ”s modernas y cosmopolitas como la de Beijing, con su sĆŗper famoso, crujiente por fuera y jugoso por dentro, pato laqueado; y la de Shanghai, que es una como reinterpretaciĆ³n rojiza, brillosita y agridulce (por el frecuente uso de una mezcla de soya y azĆŗcar) de la cocina Huaiyang. Luego, estĆ”n las cocinas menos difundidas (aun dentro del mismo paĆ­s) como la del TĆ­bet, donde el clima y la altitud dificultan el cultivo de vegetales y granos (solo se cosecha cebada), y es necesario recurrir a la proteĆ­na animal (aunque el sueƱo de muchos habitantes serĆ­a instaurar el vegetarianismo absoluto): lĆ”cteos (mantequilla, yogurt, quesos) y carne de oveja, cabra y yak. De la cocina de Xinjiang se dice que es la ā€œmenos chinaā€ porque tiene una importante poblaciĆ³n musulmana y la dieta es, en gran parte, halal: kebabs, arroz, especias, brochetas, noodles, yogurt, naans, dumplings. Algo similar pero tal vez mĆ”s complejo sucede con la cocina de Lanzhou, que por su diversidad de habitantes es al mismo tiempo hui (halal), tibetana y china, pero con personalidad propia. Por Ćŗltimo (al menos de esta clasificaciĆ³n) estĆ”n las cocinas de Hainan y Yunnan, casi desconocidas fuera de sus fronteras (aunque ya no tanto): la hainan trae influencia fujian y cantonesa, pero adaptada al trĆ³pico; ahĆ­ se cocina tal vez uno de los pollos mĆ”s ricos del mundo, que lleva el nombre de la regiĆ³n y se prepara con una peculiar tĆ©cnica de sancochado; la de Yunnan es el resultado de un envidiable cĆŗmulo de intercambios fronterizos de especias, tĆ©cnicas e ingredientes con paĆ­ses como Vietnam, Laos, India, TĆ­bet, Myanmar y (casi) Tailandia, pero con toque sichuĆ”n.

A esta quimera de influencias hay que sumar las comidas chinas de otras partes del mundo, que a su vez se conectan entre sĆ­ y se ramifican; como la china americana, que se origina principalmente en Estados Unidos pero se repite en todo el continente americano e incluso fuera de Ć©ste (piensen en cajitas para llevar y galletas de la suerte); o la china mexicana (con sus propias diversidades regionales), o la comida ā€œchifaā€ de PerĆŗ, la china brasileƱa, la china francesa (que puede traer influencia vietnamita), la china inglesa, la china italiana, la china libanesa, la china india y asĆ­, hasta el infinito.
))

. Esa misma idea se repite en una entrevista a Luis Chiu, dueƱo del restaurante Asian Bay en el DF (Diarios de Cocina. Juan Pablo Montes, Food and Travel MĆ©xico, febrero 2016) : ā€œAbrĆ­ con dos cartas, hice una muy comercial y una muy tradicional, la segunda la tenĆ­a escondidaā€ (esa carta la reservaba para sus clientes de la embajada china o empresarios del mismo paĆ­s). La razĆ³n por la que los platos mĆ”s tradicionales generalmente no aparecen en las cartas de estos lugares, no se debe solo a la dificultad de describirlos y traducirlos, tambiĆ©n ā€”segĆŗn coinciden algunos entrevistados del programa de Changā€” porque existe la creencia de que hay un rechazo natural a los sabores mĆ”s cercanos al lugar de origen; a lo ā€œraroā€. Lo cual es cierto, pero solo en parte. El mismo Chiu agrega que ā€œcuando el restaurante empezĆ³ a ganar reconocimiento y comensales habituales, la gente comenzĆ³ a sentir curiosidad por lo que comĆ­an ellos y a probar platillos menos conocidos.ā€ Por un lado hay rechazo, pero por el otro tambiĆ©n hay cierta desconfianza. Probablemente justificada, pero la hay.

Los restaurantes chinos con menĆŗs secretos no son mĆ”s o menos buenos, originales o autĆ©nticos que los que no los tienen, pero es bonito que existan y que los exploremos porque funcionan como puentes entre culturas. En nuestro caso, entre la china y la mexicana, y todas las que a su vez estĆ”n conectadas con Ć©stas. Al inicio del texto dije: ā€œla comida nos une y nos separaā€; pero en realidad, la comida solo nos une; lo que nos separa son nuestros prejuicios. Si lo pensamos bien, todo menĆŗ es un lenguaje secreto. Lo que se lee por encima no es mĆ”s que un pequeƱo resumen de las culturas en tĆ©rminos de comida. Entre lo que aparece frente a nuestros ojos y la realidad, existen miles de versiones simultĆ”neas de un mismo platillo. Un plato nunca es solo un plato, sino todas las cosas que pasaron antes de que llegara hasta nosotros y todas las que siguen pasando en nuestro cuerpo y en nuestra mente despuĆ©s de que lo comemos. PodrĆ­amos decir que el mundo es una panza gigantesca que todo el tiempo estĆ” transformando lo que ingiere en algo nuevo. Comer es evolucionar. Cocinar tambiĆ©n lo es.

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