La feria distante, obra dramática de Juan García Ponce, fue publicada en la revista Cuadernos del viento, que dirigía Huberto Batis, en 1965, hace 60 años. Fue puesta en escena ocho años antes, en 1957. Fue recibida por una crítica implacable de Wilberto Cantón, dramaturgo yucateco, que así se vengó de una dura crítica que Juan García Ponce había publicado en la Revista de la Universidad de una obra suya que ahora nadie recuerda.
Un joven escritor de apenas 19 años salió en defensa de la obra maltratada de Juan García Ponce en la revista Letras nuevas que publicaba la Facultad de Filosofía y Letras en esos tiempos en los que la cultura importaba. Ese joven, José Emilio Pacheco, comentaba en su defensa que la puesta en escena “tuvo un destino tan infortunado como injusto” en referencia a la nota carnicera que contra ella escribió Cantón. “La crítica –escribió Pacheco– la ha tratado con rigor inusual y, anulando sus méritos, ha exagerado sus ineludibles defectos”, a pesar de lo cual “creemos que García Ponce tiene un brillante futuro en nuestra escena”.
El futuro como escritor de Juan García Ponce no estaba en la dramaturgia. Escribió algunas obras más (El canto de los grillos, Sombras, Doce y una trece, Catálogo razonado) que con buen tino ha rescatado Ediciones Odradek, a cargo del poeta y editor Alfonso D’Aquino. El futuro de García Ponce lo encontraría en el ensayo, el cuento, la novela y en la crítica de artes plásticas. Sesenta y ocho años después de su estreno, Odradek publica ahora La feria distante, con prólogo –lúcido– de José Antonio Lugo.
Tras la muerte de un escritor (Juan García Ponce falleció hace 21 años, en diciembre de 2003) se dice que la suerte de su obra depende de la posteridad. Se suele olvidar que “la posteridad” somos nosotros, los encargados de comentar sus libros, de las editoriales que lo publicaron y siguen manteniendo sus libros en sus catálogos, de las editoriales que se arriesgan a publicar libros de difícil acceso que se encontraban fuera de circulación. Es el caso de la valiosa labor de Odradek.
Hasta ahora Odradek se ha dedicado a hacer una labor de rescate. La feria distante no estaba recogida en ninguno de los abundantes libros de García Ponce. Ahora que la rescata del olvido es momento de preguntarnos: ¿qué clase de escritor fue García Ponce y qué nos dice su obra en estos tiempos?
Juan García Ponce fue un escritor prolífico (nos legó más de cincuenta títulos), a pesar de la terrible enfermedad que lo redujo a la inmovilidad los últimos treinta años de su vida. Sus temas: el erotismo, el Espíritu, la mirada, la reflexión moral, la especulación estética, la mujer. Fue un escritor obsesivo: sus temas reaparecen una y otra vez, en forma de narraciones y de ensayos. Fue un autor profundamente irónico, no creyente y sin embargo preocupado por la trascendencia. Su obra, creía él, era fruto del Espíritu y hacia el Espíritu desembocaría. Pero ese “espíritu” no refiere a una instancia divina. Para García Ponce, me atrevo a proponer, el Espíritu era la suma de las obras del pensamiento y el arte. Un espíritu que no redimía después de la muerte, un espíritu que ayudaba a vivir porque hacia la vida más honda, más compleja y más plena.
Como en el caso de Octavio Paz, el centro de su obra fue la mujer. La mujer que se deja mirar, la mujer que se realiza al entregarse, la mujer que “proyecta su inocencia desde su disponibilidad”, como afirma en su prólogo José Antonio Lugo. La mujer que se entrega pero también la que se insinúa. El cuerpo de la mujer pero también su ánima. La mujer carnal y su reflejo. Más que la mujer (ser complejo y concreto), la imagen de la mujer. La imagen de la mujer como imagen del amor. La mujer que se abre y se entrega a la mirada. Supongo que esta idea de la mujer y lo femenino no ayuda mucho en estos tiempos que quieren ver a la mujer empoderada y activa, no pasiva y entregada a la contemplación del hombre.
Me detengo en este punto porque me parece importante para su comprensión actual. Juan García Ponce no propone que esa entrega pasiva de la mujer deba ser la conducta de la mujer en la vida real. García Ponce hace literatura, en la cual la imagen de la mujer constituye el centro de su imaginación y de su obra. No se trata de una imagen edificante. La literatura no debe ser de ninguna manera edificante. Me parece que esto choca con la idea contemporánea de la literatura. La literatura debe servir a un propósito social, se piensa hora. La imaginación debe ceñirse a códigos morales, so riesgo de ser cancelada, condenada y censurada. García Ponce debe leerse de otra manera, con un código estético diferente, para ser apreciada. Un código en el que la mirada es trascendente porque nos introduce en el reino de la literatura que es el reino del Espíritu.
Odradek pone en circulación La feria distante, para la mejor comprensión de la obra de uno de los autores imprescindibles de la literatura mexicana. Una obra escrita antes de que Juan García Ponce encontrara su propia voz. La obra de un García Ponce antes de García Ponce.
En La feria distante las tres mujeres que protagonizan esta obra no son mujeres pasivas entregadas a la mirada. Una de ellas es artista (pianista), la otra salió de la comodidad de su casa (casa de una burguesía venida a menos) para trabajar en una librería, y la tercera –casada pero infeliz– se enamora de un personaje que ha regresado a la ciudad en la que viven luego de años de ausencia. Las tres mujeres desean, quieren ser algo distinto de lo que el destino parece haberlas condenado. Las tres fracasan dolorosamente en sus intentos. La realidad, la dura y espinosa realidad, se impone a sus deseos. La feria distante es una obra realista. La feria aludida en el título refiere a un lugar idílico (la feria), en el que disfrutaron en su adolescencia. Ese paraíso se perdió en el torbellino de las necesidades. La feria (la fortuna, la felicidad) está distante, lejana, lo que queda es el recuerdo y la desoladora realidad. En esta obra las mujeres no son imágenes del deseo sino agentes activos y deseantes frente a la ruda realidad.
Un autor de la complejidad de Juan García Ponce no es autor de un solo rostro. La imagen que nos ha revelado Ediciones Odradek con la publicación de sus obras primeras nos muestra a un García Ponce muy distinto del autor al que solemos asociar a su nombre. Un autor por descubrir. Un autor que en ese entonces era un joven dramaturgo queriéndose abrir camino en la vida. Un autor enfrentado a la dura realidad que todavía no descubría el sendero del Espíritu. ~