5 de mayo de 2020
Me llamo A., soy enfermero especialista en cuidados intensivos y trabajo para el IMSS desde hace diez años. También soy actor. Actualmente trabajo en el área de terapia intensiva postquirúrgica en un hospital de la Ciudad de México.
Quiero empezar este texto con la palabra miedo. Alguna persona podría pensar que quienes nos dedicamos al área de la salud no experimentamos este sentimiento, y generalmente es así: estamos preparados y acostumbrados a vivir situaciones de mucho estrés y de una carga de adrenalina muy intensa, sobre todo quienes estamos en un área crítica como la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Pero ahora la situación es distinta. La pandemia del covid-19 nos ha tomado por sorpresa. La naturaleza cambiante de este nuevo virus me sorprende más conforme conozco su virología y fisiopatología. No hablaré más a fondo de esto, pero se darán cuenta de lo que hablo.
Hace unas semanas yo estaba de gira con la compañía de teatro de la que formo parte. Por la contingencia, la gira se canceló y yo tuve que volver a la Ciudad de México. Pasé la primera cuarentena en casa, pero, evidentemente, las medidas de aislamiento social se prolongaron un mes más, por lo que regresé a trabajar al hospital.
Días antes de entrar, me llegó la noticia de que un compañero llamado J., amigo desde hacía ocho años, había dado positivo al virus y se encontraba en estado crítico. Estuvo cinco días en terapia intensiva con apoyo ventilatorio, y falleció por falla multiorgánica el martes 28 de abril. Contagió a cinco compañeros más de otros turnos, ya que él hacia muchas guardias. Los demás compañeros solo presentaron síntomas leves y se encuentran en confinamiento en sus domicilios por catorce días.
La noticia me conmovió profundamente. A veces no crees en las cosas hasta que te pasan o se presentan de forma muy cercana. El virus es tan letal que puede matar a una persona en pocas horas o días. Algunos pacientes presentan hipoxia silenciosa, una extraña manifestación del virus en donde la capacidad del intercambio gaseoso en los pulmones se reduce significativamente sin presentar síntomas graves. Cuando acuden al hospital, el daño epitelial a los pulmones es irreversible y letal.
La pérdida de mi colega y el contagio de mis demás compañeros me generaban angustia y un miedo terrible de volver al hospital. Porque es evidente que el virus está en todas partes, y más aun en el hospital, en donde médicos, enfermeros e inhaloterapeutas trabajan en otros hospitales, y pueden transportarlo a otros lugares.
Nunca antes en mi vida profesional como intensivista había tenido miedo de mis propios compañeros, de llegar a mi área de trabajo, de pensar que quizá puedo ser yo el próximo en contraer el virus. Hasta el día de hoy, siete compañeros positivos a covid-19 se mantienen aislados en sus domicilios. La pregunta no es si se contagiará alguien más. La pregunta es quiénes serán los próximos.
es enfermero y actor. Su identidad se mantendrá en secreto para evitar represalias.