Valli, Elli y Franz Kafka alrededor de 1893.

El álbum de fotos de la familia Kafka

Una exposición en Berlín reúne las imágenes de esos rostros familiares que siguen a Kafka, unidos a él por el misterio que continúa desatando su escritura.
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A lo largo de varios cuartos de paredes blancas, detrás de cristal en austeros gabinetes, Franz Kafka nos mira y acorta cien años de distancia. Aquí está el niño serio de botines que posa junto a sus hermanas; el adolescente de postura incómoda y semblante ensombrecido; el hombre de mirada inquieta y ojos penetrantes. La exhibición se titula El álbum de fotos de la familia Kafka y es el homenaje que la Biblioteca Estatal de Berlín (uno de los tres acervos que conservan la mayoría de sus originales) ha montado por el aniversario de la muerte del autor.

La exhibición reúne 130 fotografías originales que además de estos retratos íntimos muestra a casi la totalidad del clan Kafka-Löwy: cuatro generaciones de abuelos, tíos, hermanas, cuñados y sobrinos. Entre ellos, se encuentran las hermanas, Elli, Valli y Ottla, su consentida; así como Hermann, el temido padre de la “Carta al padre”; y Felice Bauer, el compromiso matrimonial frustrado.

Las imágenes son modestas y sorprendentemente pequeñas, llenas de dobleces y señales de uso. Al verlas, uno no puede sino sentir cariño y fascinación. Cariño por unos personajes que conocemos íntimamente, gracias a los diarios y cartas que Kafka escribió a lo largo de su vida –y que Max Brod, con su labor editorial, salvó del olvido y del incinerador. Fascinación por el inevitable deseo de interrogarlas, en busca de respuestas a los dilemas herméticos que Kafka plantea con una insistencia implacable a lo largo de su narrativa.

Como casi todo lo relacionado con Kafka, esta exposición genera paradojas, ironías y un toque de humor involuntario. Es irónico que uno de los centros más representativos de las letras germánicas, para honrar su memoria, haya decidido montar una exposición de fotografías, pues Kafka (la exposición lo señala en un texto explicativo) odiaba ser fotografiado. Solo aceptaba hacerse retratar para cumplir con exhortos oficiales o consignas amorosas; para obtener la foto del pasaporte o intercambiar un detalle de cariño. Su mayor anhelo, su deseo místico, su ansiedad vital, era desprenderse de sí mismo; convertirse en signo y transformarse en literatura. La exposición-homenaje, sin proponérselo, duplica la intuición subterránea de sus mejores cuentos: la sospecha de que todo esfuerzo de generosidad contiene, en el fondo, las semillas de una traición.

A pesar de la literalidad del museo, Kafka se resiste a ella con la ayuda de un puñado de objetos desperdigados. En un gabinete aparecen las primeras ediciones de La metamorfosis y “El artista del hambre”; en otro, vemos su letra arácnida en las dedicatorias de los libros Cuentos populares chinos (un obsequio para Ottla) y Ludwig Richter: Contemplativo y edificante. Como pocos escritores, Kafka se distingue por el trazo característico de su letra; verla en vivo –saltarina, excéntrica, categórica– es muy emocionante.

Queda claro, sin embargo, que el recurso central del homenaje es la fotografía: ese grupo de rostros familiares que sigue a Kafka a todas partes, unidos a él por el misterio que continúa desatando su escritura.

En los mitos griegos, los protagonistas luchaban con todas sus fuerzas para impedir las predicciones de los oráculos. La consecuencia final de sus esfuerzos, sin embargo, era desencadenar el pronóstico que a toda costa habían intentado detener. Kafka, tan afín a la forma de los mitos y las parábolas, conocía esto con claridad y quizá habría aceptado con un guiño el agravio del museo. Un agravio que, además, termina por ilustrar otro tema básico de su narrativa: la forma como los seres humanos se encuentran a merced de fuerzas poderosas, de mecanismos ocultos, más allá de su entendimiento y de su control.

El álbum de fotos de la familia Kafka se presenta hasta el 7 de julio en la Biblioteca Estatal de Berlín.

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(Monterrey, 1978) es politólogo por el
ITESM y maestro en historia cultural por la Universidad de Utrecht,
Países Bajos


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