Hoy, en Nueva York, la ciudad que lo apasionó, murió el gran periodista, novelista y ensayista Pete Hamill. Autor de múltiples libros, entre ellos, Por qué importa Sinatra, Hamill se destacó por sus narraciones vívidas y una prosa sonora que lindaba con la poesía. Esta es una selección de algunos de sus artículos publicados en esta revista, de la que fue amigo.
Durante cuatro décadas, Hamill escribió cientos de columnas para The New York Post, The Daily News y New York Newsday, así como artículos y perfiles para Vanity Fair, The New Yorker y Esquire. Hamill vivió el florecimiento del periodismo estadounidense moderno entre salas de redacción y bares, como recordó en este artículo.
Sin embargo, antes de dedicarse al periodismo quiso ser pintor. Para cumplir su sueño se mudó a México después de haber servido un tiempo en la marina armada de su país. En el verano de 1956 vio la Ciudad de México por primera vez, y describió como una “ciudad de extraordinaria belleza”. Aunque tuvo sus raíces en Nueva York y vivió en Dublín, Barcelona, Roma y San Juan, siempre se refirió a la capital mexicana como “la otra ciudad de mi corazón”.
La fascinación por México no se limitó a la capital. Hijo de migrantes irlandeses asentados en Brooklyn, sentía una empatía e identificación única con los mexicanos que cruzaban la frontera con Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Durante su primer año en México, el país se le reveló de mil formas distintas, como recordó en este artículo. Sus años en México le enseñaron que el periodismo “puede relatar hechos sin llegar a expresar la verdad; puede obviar el significado real de los sucesos; puede ignorar las facetas ocultas de una sociedad”.
Su olfato periodístico le permitió cuestionar incluso sus propias pasiones, como el boxeo. En “Sangre en las manos” relató cómo se terminó su afición por las peleas de campeonato después de descubrir los abusos por parte de promotores y televisoras hacia los jóvenes boxeadores. “Si esos jóvenes no pueden obtener protección, el boxeo debe quedar prohibido”, afirmó.
Pero, sin duda, sus textos más memorables son aquellos en los que vio a su adorada Nueva York con ojos nostálgicos. El 11 de septiembre de 2001, Hamill se encontraba a unas cuadras del World Trade Center cuando ocurrieron los ataques terroristas. Este hecho cambió por completo su relación con la ciudad en que nació. Meses después de la caída de las Torres Gemelas, cuando los habitantes de la ciudad intentaban volver a la normalidad y los turistas poco a poco saturaban sus calles, él aún percibía el dolor en el aire. La ausencia de las Torres Gemelas se convirtió, para él, en el inicio de un triste mundo nuevo.