Sobre el derecho a romper el silencio

Con esta primera entrega sobre las condiciones adversas en las que las mujeres alzan la voz para denunciar el acoso, inicia Tiresias, una bitรกcora sobre gรฉnero y cultura.
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Cuando hace algunas semanas el sitio web Babe publicรณ un artรญculo sobre Grace, una fotรณgrafa neoyorquina de 23 aรฑos que describiรณ la cita que tuvo con el comediante Aziz Ansari como โ€œla peor noche de su vidaโ€, una pregunta surgiรณ de inmediato entre la gente: si Grace se sintiรณ vรญctima de un comportamiento sexual inapropiado, ยฟpor quรฉ no se fue del lugar y lo denunciรณ de inmediato? Uma Thurman fue recibida con cuestionamientos similares cuando, a principios de febrero, se publicรณ una entrevista en la que acusa al productor Harvey Weinstein de una serie de incidentes de abuso de poder, algunos de naturaleza sexual, que ocurrieron desde que coincidieron en Pulp Fiction en 1994. La actriz tambiรฉn cuenta, tras muchos aรฑos de silencio, cรณmo sucediรณ el accidente que sufriรณ durante la grabaciรณn de Kill Bill 2, cuando Quentin Tarantino la presionรณ a conducir, durante una secuencia en medio de la selva, un auto que no habรญa pasado las pruebas de seguridad necesarias. O, mรกs atrรกs en el tiempo, estรก el caso del Keough High School (detallado por la serie documental The Keepers), un colegio catรณlico en Baltimore en el que varias alumnas fueron agredidas sexualmente por el sacerdote Joseph Maskell con la complicidad de autoridades dentro y fuera de la Iglesia. Cuando algunas de las niรฑas de entonces pudieron por fin contar su historia, se enfrentaron con la misma pregunta. โ€œSi todo esto es cierto, ยฟpor quรฉ no hiciste nada entonces?โ€

Las reacciones (agresivamente) escรฉpticas hacia las protagonistas de estos casos, muy distintos entre sรญ en gravedad, son manifestaciones de la violencia machista con la que nos enfrentamos todos los dรญas: pequeรฑos actos de desprecio que no por ocurrir en el รกmbito privado resultan menos daรฑinos. โ€œSi Grace no querรญa coger con Ansari, ยฟpor quรฉ terminรณ desnuda en su departamento?โ€. โ€œEn vez de solamente retirar su mano cuando el actor la tomaba para colocarla insistentemente sobre su pene, ยฟpor quรฉ no gritรณ que no? Le habrรก gustado, seguramente.โ€ โ€œยฟNo resulta sospechoso que Thurman haya seguido llevando una relaciรณn tan cordial (segรบn fotografรญas) con Weinstein y Tarantino despuรฉs de lo que le hicieron?โ€ โ€œSi el padre Maskell obligรณ a Jean Hargadon Wehner, de catorce aรฑos, a hacerle sexo oral para expiar sus pecados, ยฟpor quรฉ ella esperรณ tantos aรฑos para hablar?โ€.

Para entender los procesos que viven las personas que han sido abusadas sexualmente hay que tener en cuenta los obstรกculos que hay entre un caso de abuso y ese concepto elusivo, casi mitolรณgico, al que llamamos justicia. Por lo general, ante la denuncia de una mujer, la primera reacciรณn es descalificarla: โ€œestรก locaโ€, โ€œle estรก bajandoโ€, โ€œsiempre exageraโ€. Si se supera ese primer paso y su experiencia se toma como vรกlida, entonces fue su culpa: โ€œllevaba minifaldaโ€, โ€œera muy coquetaโ€, โ€œle gustaba caminar sola de nocheโ€. Despuรฉs, las consecuencias de haber denunciado: perder el trabajo, las amistades, el apoyo familiar. A lo que ocurre socialmente ademรกs habrรญa que agregar la carga emocional interna: la vergรผenza, el miedo, la culpa, las ganas de creer que sรญ te lo imaginaste.

La normalizaciรณn de la violencia contra la mujeres se agudiza con la revictimizaciรณn de aquellas que deciden alzar la voz contra sus atacantes. Los nรบmeros lo confirman: segรบn un estudio del INEGI, 66.1% de las mujeres de mรกs de quince aรฑos han enfrentado al menos un episodio de violencia por parte de cualquier agresor โ€“parejas, parientes, colegas de trabajo, desconocidos, etcโ€“, alguna vez en su vida. Sin embargo, sรณlo seis de cada cien casos se convierten en denuncias y, de ellas, una tercera parte son consignadas ante un juez. Claro estรก que es esencial imponer castigos penales en contra de los perpetradores y asegurar la transparencia en procesos judiciales de esta รญndole, pero la justicia funciona a muchos niveles y la bรบsqueda de consecuencias legales no es la รบnica razรณn que puede tener una mujer para denunciar a su abusador. A la luz de las estadรญsticas, no sorprende que tantas mujeres prefieran tomar otras vรญas de acciรณn. Gritarlo en una marcha, escribir el testimonio en algรบn foro, platicarlo con un grupo de amigas, abrir un blog: todas son manera vรกlidas de levantar la voz y hacer justicia sin importar el tiempo que haya pasado desde el incidente.

Sana y necesaria como es la prรกctica de poner en duda lo que sucede, la mayorรญa de los cuestionamientos hacia las mujeres que deciden hablar del abuso que han sufrido no parten de un afรกn conciliatorio o de la intenciรณn de entrar en diรกlogo, sino del deseo de silenciar la voz femenina. Lo dice Mary Beard en su ensayo โ€œLa voz pรบblica de las mujeresโ€: lo que detona la agresiรณn no es el contenido de lo dicho, es el hecho de que lo estรกs diciendo. Los ejemplos abundan. Recientemente, el cineasta austriaco Michael Haneke expresรณ sentir โ€œmiedo ante esta cruzada contra cualquier forma de erotismoโ€. Lo que รฉl llama โ€œcruzada contra cualquier forma de erotismoโ€ es la ola de denuncias de abuso sexual en el medio del espectรกculo, que ha encontrado cauce en el movimiento #MeToo (#YoTambiรฉn). A juzgar por sus declaraciones, las denuncias de miles de mujeres que han sido violentadas conforman un movimiento โ€œhistรฉricoโ€, un โ€œnuevo puritanismo que daรฑa la creaciรณnโ€. Lo que el seรฑor no entiende es que #MeToo no busca fomentar el odio hacia los hombres, sino formar redes de apoyo para proteger a las mujeres que deciden hablar. Si eso le incomoda o le asusta, si daรฑa su creaciรณn, serรก porque la existencia misma de la voz femenina pone en riesgo el poder al que estรก acostumbrado. Tendrรก que desacostumbrarse, porque no nos vamos a detener. Mรกs allรก del tiempo y forma para emprender acciรณn legal, romper el silencio de otras maneras tambiรฉn es exigir justicia, se haga en el momento exacto en que se comete un abuso o treinta aรฑos despuรฉs. Nuestro derecho a hablar no tiene fecha de caducidad.

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(Ciudad de Mรฉxico, 1984). Estudiรณ Ciencia Polรญtica en el ITAM y Filosofรญa en la New School for Social Research, en Nueva York.ย Esย cofundadora deย Ediciones Antรญlopeย yย autora de los libros Las noches sonย asรญย (Broken English, 2018), Alberca vacรญaย (Argonรกutica, 2019) y Una ballena es un paรญs (Almadรญa, 2019).


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