AdiĆ³s al Fonca tal y como lo conocemos

Importantes voces de la comunidad literaria dan su opiniĆ³n sobre el anuncio de modificaciones administrativas al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
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La amenaza de extinguir al Fonca, con la decisiĆ³n del Estado de eliminar una serie de fideicomisos, es una triste muestra de indolencia ante los creadores culturales de MĆ©xico. Lo grave es que la decisiĆ³n estĆ” mĆ”s cerca del desprecio cultural que del anĆ”lisis para saber si los programas que impulsĆ³ el Fonca derivaron en aportaciones artĆ­sticas dignas. Fuimos favorecidos muchĆ­simos escritores, en mi caso, desde nuestras primeras propuestas literarias y logramos algunos reconocimientos gracias a los estĆ­mulos del Fonca, una instituciĆ³n que apoyĆ³ incluso a quienes la criticaron con severidad. Lamentable y salvaje decisiĆ³n del gobierno que busca eliminar de golpe un centro de creatividad y ve a los creadores artĆ­sticos como enemigos, con feroz insolencia.

CĆ©sar ArĆ­stides

 

Hoy en dĆ­a, el cine mexicano es un espejo de doble cara. Por un lado, esa industria fĆ­lmica prĆ”cticamente inexistente se debate entre la extinciĆ³n y la sobrevivencia, resistiendo al impacto publicitario de las grandes distribuidoras estadunidenses, el apoyo mĆ­nimo de los medios y arrumbado a los peores horarios y con una exigua permanencia en pantalla. Un cine realizado a cuentagotas, a pesar de los fondos estatales (Foprocine, Fidecine y Eficine) y los apoyos obtenidos a partir del artĆ­culo 226 del impuesto sobre la renta, que con todo, ha permitido el regreso de cineastas veteranos, ha logrado que jĆ³venes directores realicen una segunda o tercera obra y a su vez, nunca como antes, ha hecho posible que un alto porcentaje de cineastas consiguieran debutar en el largometraje.

Peor aĆŗn; el recuento de esa evoluciĆ³n resulta prĆ”cticamente inexistente. Documentar todo aquello que se encuentra entre las sombras difĆ­cilmente fructifica debido a que no es comercial o no permite dividendos. El Fonca, desde su creaciĆ³n, apostĆ³ por la revalorizaciĆ³n de una cultura sujeta por lo general a esos estrechos lĆ­mites de la comercialidad y la explotaciĆ³n. Es decir, su apoyo dejaba de lado los lĆ­mites de una censura Ć©tica y comercial que asfixiaba las propuestas estĆ©ticas y personales de todo artista: mĆŗsico, coreĆ³grafo, diseƱador, fotĆ³grafo, escritor, cineasta, ensayista y mĆ”s.

Los creadores en su conjunto, parte fundamental para el surgimiento de una naciĆ³n mĆ”s libre y pensante, encontrarĆ­an un cĆ³mplice idĆ³neo en el Fonca, que en breve, se trastocarĆ­a en el mayor reducto de reuniĆ³n, promociĆ³n y exhibiciĆ³n de las propuestas artĆ­sticas nacionales mĆ”s propositivas y originales, apoyando voces jĆ³venes y de trayectoria. Una suerte de sensible laboratorio que darĆ­a cabida a todo tipo de expresiones e historias y que transformarĆ­a no sĆ³lo la manera de crear en MĆ©xico, sino de mirar esas creaciones, atrayendo a un pĆŗblico de todas las edades pero de manera particular a una nueva generaciĆ³n de creadores.

He visto crecer de manera exponencial las carreras de decenas de amigos y colegas escritores, ensayistas, cineastas, guionistas, actores, fotĆ³grafos, debido al generoso y desinteresado apoyo de un organismo como el Fonca, que creyĆ³ en su trabajo y su talento para obtener lo mejor de sus respectivas ramas y carreras. De manera personal, para un autor freelance independiente que no trabaja bajo la nĆ³mina constante de ninguna instituciĆ³n, gracias al Fonca no sĆ³lo he podido sobrevivir a tiempos muy difĆ­ciles, sino que me ha permitido realizar y editar obras como: David Silva. Un campeĆ³n de los mil rostros, Orson Welles en Acapulco (y el misterio de la Dalia Negra), Mex. Noir. Cine mexicano policiaco, Un cineasta llamado Ismael RodrĆ­guez, Nuevo cine mexicano. Territorios de reinvenciĆ³n: 1979-2009 y la novela inĆ©dita Alguna vez fuimos sombras.

Rafael AviƱa

 

Hablar del Fonca no es hablar de privilegios, sino de darle sentido a un paĆ­s, de crear una mejor realidad para todos, de imaginar y pensar eso que se llama futuro. La cultura no es un  lujo, es una necesidad de primer orden. La llamada alta cultura, transforma, articula y funda nuevas sociedades, nuevos individuos. No tendrĆ­amos que estar recordando esto si el gobierno que nos rige ahora no desdeƱara la importancia de la creaciĆ³n. El Fonca, lo que hizo en todos estos aƱos, fue otorgar tiempo, algo invaluable para crear esas obras que pertenecen, no a quienes las creamos, sino a la sociedad. Lo artĆ­stico y lo literario tiene siempre que ganar frente al discurso polĆ­tico. Inventar un mundo mejor nos toca a todos, sĆ­, pero desde la trinchera de lo mejor y lo necesario para que lo mĆ”s Ć­ntimo y humano prevalezca siempre ante la realidad que nos rodea. Y pienso en los niƱos y en los jĆ³venes a quienes les hemos quitado, de muchas maneras, la certidumbre de que el mundo es un lugar posible.

MarĆ­a Baranda

 

Que haya reorganizaciones y cambios en el gobierno durante un tiempo de emergencia como el que vivimos da para un efecto extraƱo, inquietante: todo parece irreal, remoto, y entre ese todo estĆ”n los decretos, las nuevas reglamentaciones, las cancelaciones y transformaciones. La modificaciĆ³n ya anunciada pero todavĆ­a vaga del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, como instituciĆ³n dedicada a apoyar a la actividad artĆ­stica nacional, da la impresiĆ³n de estar sucediendo en otro planeta, muy a tono con la atmĆ³sfera de pelĆ­cula de ciencia ficciĆ³n (apocalĆ­ptica) que ha adquirido la realidad cotidiana.

Y la verdad es que, sĆ­, hay asuntos mĆ”s urgentes: el contagio del virus SARS-CoV-2, las medidas de reclusiĆ³n y distanciamiento, la inconciencia de tales o cuales poderes fĆ”cticos, etcĆ©tera.

Por otra parte, me asomo a Twitter por la maƱana, leo esta declaraciĆ³n de la secretaria de la FunciĆ³n PĆŗblica

…y me parece que el subgĆ©nero al que pertenece es un tercero: no el de la pandemia, no el de los viajes por el espacio, sino el de los viajes por el tiempo (al siglo XX, al tiempo de una retĆ³rica que muchos votamos por dejar atrĆ”s definitivamente). O quizĆ”s al de los mundos paralelos, los universos donde todos somos casi los mismos, no nos reconocemos al vernos al espejo y lo que miramos nos espanta.

Lo anterior me sirve para describir mis sensaciones porque, aunque en este momento no tengo apoyo del Fonca, sĆ­ lo he tenido en varias ocasiones. Y sigo sin ser ā€œcompadreā€ de nadie, o por lo menos no de ningĆŗn funcionario pĆŗblico ni oligarca. No niego que existen diferencias sociales en este paĆ­s, y que la desigualdad y la discriminaciĆ³n son fenĆ³menos reales y profundos: hacerlo serĆ­a cruel, o idiota. Pero, disculpen, yo soy de los nacidos en la clase media, criados en familias no nucleares e incapaces de establecer dinastĆ­as patrilineales. Para decirlo claro, mi padre biolĆ³gico me saca la vuelta hasta el dĆ­a de hoy: me criĆ© en casa de mi mamĆ” y de sus hermanas. No tengo un apellido que heredar, pues, y tampoco tengo un patrimonio: vivo como freelance, es decir, corriendo de trabajo a trabajo en circunstancias normales, y ahora sin correr en absoluto, trabajando en lo que puedo y mirando reducirse mis ahorros. Si me dicen que en el mundo de al lado tendrĆ­a papĆ” ā€œimportanteā€, y me darĆ­a con sus contactos sociales el acceso irrestricto al dinero y al poder, dĆ­ganme tambiĆ©n cĆ³mo me paso para allĆ”: tal vez en ese universo ni siquiera tengan coronavirus.

(Reducir al absurdo una declaraciĆ³n insultante es sencillo, pero es necesario porque se trata de un insulto, y no el primero, que se lanza en tiempos recientes contra una comunidad que tiene de todo, sĆ­, incluyendo gente convenenciera y corrupta, pero que no es un grupo compacto ni mucho menos una plaga de langostas. Que funcione mejor el Fonca, por supuesto: que llegue a mĆ”s, a mejores, a otros. Pero demonizar, inventar un enemigo donde no lo hay, es algo que no deberĆ­a hacerse. Con perdĆ³n.)

Alberto Chimal

 

No sĆ© de dĆ³nde sacan la idea de que habrĆ­a que defender al Fonca  ā€“Āæse debe defender el agua, el aire y todo aquello que nos es vital aunque no nos demos cuenta?ā€“, cuando la idea de su incorporaciĆ³n a la SecretarĆ­a de Cultura no implica su desapariciĆ³n. No nos hagamos tontos: sexenio tras sexenio, a cada rato el Fonca estaba en la tablita por no tener estructura orgĆ”nica propia y depender de un mandato y un fideicomiso. OjalĆ” que al incorporarlo a la SecretarĆ­a de Cultura, ahora sĆ­ se formalice su organizaciĆ³n y se siga mejorando su funcionamiento y, lo que es mĆ”s importante mĆ”s allĆ” de las agendas a modo: su misiĆ³n. No es poca cosa en un paĆ­s con enormes desigualdades y botĆ­n de ambiciosos y reaccionarios, que no debiera olvidar el bien comĆŗn, incluso para seguirse beneficiando. Hasta el mĆ”s puro cuando mira sus intereses peligrar, deja el pellejo en la especulaciĆ³n y  la lumbre… Pero el arte, ya lo decĆ­a Stendhal y lo refrendĆ³ nuestro Juan Rulfo con las becas del Centro Mexicano de Escritores que obtuvo para escribir sus obras magnas: ā€œEl arte requiere manos limpiasā€. Lo que sĆ­ me resulta muy preocupante es que un gobierno que se dice de izquierda, que afirma ver por el pueblo, quiera dĆ”rselas de PlatĆ³n redivivo y crea que en la repĆŗblica de las mejores causas, los poetas no merecen mĆ”s que  ser expulsados. ĀæPor fantasear e imaginar en exceso, o por criticar y dar otras visiones a la razĆ³n de estado, Ćŗnica, omnĆ­moda y patriarcal? Veremos.

Ana Clavel

 

Confinada, incierta, temerosa de mi salud, vulnerable en todos los terrenos, todo cambia: y no solo por el dictado del temido virus, tambiĆ©n por el destino de las obras de teatro que escribo. Hoy los teatros estĆ”n cerrados, las convocatorias de apoyos en pausa, los inversionistas en ceros o apanicados, los teatristas encerrados, los colegas confusos, el futuro guardado en un clĆ³set, y en medio de esta atmĆ³sfera espectral: llegĆ³ el adiĆ³s al Fonca. La pregunta indignada y triste de todos los creadores es: Āæy ahora quĆ© vamos a hacer? La incertidumbre no es cuestiĆ³n del bolsillo, o de las deudas, o de la supuesta/falsa comodidad que castiga a los beneficiados. No, la  desapariciĆ³n del Fonca es una cuestiĆ³n de posibilidad. De las pocas posibilidades que tienen los creadores de crear, y vivir como creadores. ĀæCĆ³mo escribir obras de teatro, dĆ³nde representarlas, con quiĆ©nes, cuĆ”ndo, por cuĆ”nto tiempo, cuĆ”nto vamos a ganar, quiĆ©n va a pagar un boleto digno? La pregunta para mĆ­, hoy, no es quĆ© voy a hacer, es: ĀæserĆ© tan ingenua que no me doy cuenta de que lo mĆ”s inĆŗtil del arte mexicano es una dramaturga?

Ximena Escalante

 

ComencĆ© a llevar a cabo labores de difusiĆ³n cultural allĆ” por 1980. ElĆ­as Nandino ā€“nuestro generoso maestroā€“ consiguiĆ³ un apenas suficiente presupuesto del entonces Departamento de Bellas Artes de Jalisco para que sus alumnos lanzĆ”ramos una revista (Campo abierto) y coordinĆ”ramos una serie de lecturas que bautizamos como ā€œMiĆ©rcoles Literariosā€. Nunca imaginĆ© que el aprendizaje obtenido en aquellos aƱos se convertirĆ­a despuĆ©s, ya metido en cuerpo y alma en la escritura de poemas, en un modo de ganarme la vida. He servido como funcionario cultural en dos ocasiones. La primera de ellas como Jefe de Literatura de la SecretarĆ­a de Cultura de Jalisco y tiempo despuĆ©s ā€“durante diez aƱosā€“ como Coordinador de Actividades Culturales de la LibrerĆ­a JosĆ© Luis MartĆ­nez del Fondo de Cultura EconĆ³mica en Guadalajara. ConsiderĆ© entonces, no dejo de hacerlo, que un servidor pĆŗblico debe ser precisamente eso, el facilitador de los contenidos de la cultura para una comunidad.

No me parece descabellado calificar la creaciĆ³n del Fonca como una pequeƱa hazaƱa. Fui uno de los primeros beneficiados con el apoyo econĆ³mico del Sistema Nacional de Creadores de Arte. He sido orgulloso tutor de dos generaciones de jĆ³venes poetas, jurado de incontables concursos y, de acuerdo con el Programa de RetribuciĆ³n Social, he dado talleres, lecturas y conferencias ā€“sin cobrar un centavoā€“ a lo largo y ancho de nuestro paĆ­s. Los resultados de mi trabajo personal (libros de poemas, ensayos y traducciones) estĆ”n a la vista, pues han sido publicados y, mal que bien, circulan.

Hace aƱos, cuando nos esforzĆ”bamos por concretar y distribuir nuestros primeros intentos literarios, un buen amigo nos dijo: ā€œuno hace el pan que nadie comeā€. Sin exagerar dirĆ© que ahora, gracias al Fonca y al buen trabajo realizado por los mĆ”s dignos servidores pĆŗblicos, ese pan se cocina con menos zozobra y se reparte mejor. Puede, sin lugar a dudas, perfeccionarse, enriquecerse en beneficio de todos, los que lo hacemos y los que se alimentan de Ć©l. AƱadirĆ© que, en estos dĆ­as, agobiados por una terrible enfermedad y por muchos otros pesares, no deja de sorprenderme la numerosa apuesta de los jĆ³venes que ven, en las diversas manifestaciones del arte y la cultura, una vĆ­a de salvaciĆ³n.

EscribĆ­ que la creaciĆ³n del Fonca fue una pequeƱa hazaƱa. Disminuirlo equivaldrĆ­a a desfigurarlo, a cometer un gravĆ­simo, imperdonable, error.

Jorge Esquinca

 

ĀæSorpresa?

No tendrĆ­a que sorprendernos y, sin embargo, es doloroso comprobar cĆ³mo lo que se preveĆ­a al inicio del sexenio en torno al porvenir de la cultura se ha hecho realidad. En aquellos momentos, quienes protestĆ”bamos por el posible cambio en las Reglas de OperaciĆ³n del Fonca y sus distintos programas, imaginĆ”bamos que el propĆ³sito era modificar un instrumento ā€“perfectible, como todosā€“ que habĆ­a sido indispensable para el desarrollo de la cultura en nuestro paĆ­s durante los Ćŗltimos treinta aƱos. Esta modificaciĆ³n ā€“se repitiĆ³ en aquellos dĆ­asā€“, traerĆ­a como consecuencia el muy probable otorgamiento discrecional de los apoyos y becas. No pudieron hacerlo entonces. Ahora, pandemia de por medio, la tarascada sobre los fideicomisos del Fonca no es, en realidad, una bĆŗsqueda de dinero. Su propĆ³sito es llevar a cabo lo que deseaban hacer desde el principio: al eliminar la autonomĆ­a del Fonca se deja campo libre a la opacidad y, muy probablemente, se castigarĆ”n la crĆ­tica y la libertad de expresiĆ³n.

Las palabras de la secretaria Irma ErĆ©ndida Sandoval, donde llama a los creadores salinistas y compadres es ā€“apenas es necesario seƱalarloā€“ la muestra mĆ”s palpable de la ignorancia de un rĆ©gimen que parece desconocer 30 aƱos de la historia cultural de un paĆ­s que si por algo se ha distinguido es justamente por su desarrollo artĆ­stico e intelectual.

Malva Flores

 

Es innegable que lo largo de mĆ”s de mĆ”s de treinta aƱos el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes ha permitido que un gran nĆŗmero de creadores, estudiantes, ejecutantes, ademĆ”s de proyectos y promotores culturales, reciban un apoyo econĆ³mico mediante mecanismos cada vez mĆ”s efectivos, lo que ha permitido el desarrollo de distintas actividades que han contribuido a la vida pĆŗblica del paĆ­s y a su democratizaciĆ³n, puesto que los apoyos dependen de la deliberaciĆ³n de un jurado reconocido en la disciplina en la que participan los concursantes y no de la voluntad del funcionario pĆŗblico en turno.

TambiĆ©n es cierto que el fideicomiso es perfectible y que hay asuntos que deben mejorarse mediante una normativa mĆ”s rigurosa. Al ser un fideicomiso ā€“se arguyeā€“ no es posible fiscalizar los recursos, por lo que es urgente revisar su operatividad y funcionamiento, lo que se ha comenzado a hacerse en fechas recientes.

El hecho de que el Fonca haya sido constituido como fideicomiso es clave, pues le ha permitido gozar de cierta independencia y autonomĆ­a a lo largo de distintas administraciones. Considerar que su incorporaciĆ³n a la estructura orgĆ”nica de la SecretarĆ­a de Cultura evitarĆ” la corrupciĆ³n y mejorarĆ” su funcionamiento es un error, pues sĆ³lo harĆ” que se burocratice la instituciĆ³n y, posiblemente, condicionar la entrega de los apoyos a los postulantes mĆ”s afines al el rĆ©gimen, como ha sucedido en otros casos.

Se argumenta falazmente que el quehacer artĆ­stico puede sobrevivir al margen de la tutela del Estado, pero lo cierto es que en MĆ©xico, un paĆ­s tan inequitativo y carente de oportunidades, el gobierno elegido democrĆ”ticamente debe velar por la subsistencia de aquellas actividades fundamentales que no podrĆ­an econĆ³micamente bajo las condiciones actuales del mercado.

Rodrigo Flores SƔnchez

 

Los avatares del Fonca en el nuevo gobierno parecen ser un reflejo de la enorme desconfianza que este le tiene a una comunidad que no sĆ³lo contribuyĆ³ a su llegada al poder, sino que ha hecho de MĆ©xico un paĆ­s cuya cultura ā€“la cultura popular, ancestral y la alta culturaā€“ es admirada y respetada en el mundo. Esta desconfianza y este resentimiento permiten que funcionarios muy ignorantes ataquen con la mano en la cintura a creadores que llevan aƱos trabajando en su Ć”mbito, como si el Fonca fueran sĆ³lo los becarios: alrededor de las propuestas del Fonca se han generado muchas industrias culturales que, por cierto, el gobierno se ha dedicado a destruir en tan sĆ³lo un aƱo; hablo, por ejemplo de las editoriales independientes, castigadas a partir de la succiĆ³n de Educal por lo que queda del Fondo de Cultura EconĆ³mica.

SerĆ­a muy interesante que los funcionarios que acusan de vendidos a los creadores apoyados por el Fonca en estos treinta aƱos probaran, a travĆ©s de sus obras, que estos han alabado en ellas a los gobiernos anteriores. No lo pueden hacer porque no conocen ni respetan el trabajo de los artistas mexicanos: si se atrevieran, se darĆ­an cuenta de que en todo caso lo cierto es que las obras creadas han sido muy crĆ­ticas con la violencia y la corrupciĆ³n de las Ćŗltimas dĆ©cadas y que los propios artistas mexicanos han dado a conocer estas realidades en muchos lugares. Y eso se ha debido a la independencia del Fonca, a que sus reglas han sido hechas y transformadas a lo largo de los aƱos por los propios artistas, y las obras han sido siempre seleccionadas por pares, como en todas las academias del planeta. Quienes acusan asĆ­ a los creadores no hacen sino delatarse a sĆ­ mismos: no pueden concebir que el Fonca haya apoyado la creaciĆ³n sin imponer los criterios del gobierno, que ahora da y quita como en las antiguas Ć©pocas priĆ­stas de los aƱos setenta. El tuit ofensivo de la secretaria de la FunciĆ³n PĆŗblica no solo es un insulto sino que afirma, falsamente, que los fondos del Fonca nunca estuvieron en riesgo cuando la propia secretaria de Cultura anunciĆ³ que negociarĆ­a para que no se perdieran. Espero sinceramente que la nueva situaciĆ³n del Fonca como parte de la SecretarĆ­a de Cultura no acarree, justamente, aquello de lo que se le acusĆ³.

Ana GarcĆ­a Bergua

 

El Fondo Nacional para la Cultura y las Artes fue iniciativa de un grupo de creadores, encabezados por Octavio Paz, que reclamaba una instituciĆ³n mexicana semejante al National Endowment for the Arts de Estados Unidos. Acuerdo entre gobierno y sociedad civil para garantizar la continuidad de la cultura de MĆ©xico, el Fonca estimulĆ³ la creaciĆ³n, ofreciĆ³ medios para la producciĆ³n y participĆ³ en la distribuciĆ³n y promociĆ³n, asegurando las etapas necesarias del proceso cultural. Ciertamente perfeccionable ā€“su normativa supo adaptarse y mejorar al paso del tiempoā€“, es un modelo de polĆ­tica cultural Ćŗnico en el mundo. Aun cuando hay una narrativa ā€“promovida por el gobierno de AMLOā€“ que imbuye de corrupciĆ³n a este como a otros programas surgidos de la sociedad civil ā€“contextualicemos: los ataques al Fonca se inscriben dentro de una dinĆ”mica destinada a minar la sociedad civil para evitar que se organice y sea contrapeso al Gobiernoā€“ y que lo pinta como becas coptadas, lo cierto es que el Fonca permea cada uno de los objetos y eventos culturales de MĆ©xico en las Ćŗltimas dĆ©cadas; desde creaciĆ³n de obras hasta montajes de Ć³pera; desde publicaciĆ³n de revistas y libros hasta curadurĆ­a de exposiciones; desde grabaciĆ³n de discos hasta festivales y becas de perfeccionamiento profesional. En un paĆ­s donde la iniciativa privada sĆ³lo considera los beneficios sin aportar al patrimonio colectivo, el gran mecenas fue el Estado, ese ogro filĆ”ntropo, pero con la colaboraciĆ³n de los actores culturales.

Contra lo que creadores e intelectuales pensaban, apenas empezado el sexenio AMLO mostrĆ³ que ciencia, arte y cultura no eran prioritarios. Mientras la pandemia de Covid-19 destacĆ³ la importancia de la cultura en tiempos de aislamiento, en MĆ©xico sirviĆ³ para derruir uno de los bastiones del paĆ­s: su cultura, su arte, su pensamiento.

Desde principio de sexenio surgiĆ³ una narrativa incriminatoria. La extinciĆ³n presente se avizoraba desde febrero de 2018; no es obra de un dĆ­a. Recordemos el desdichado papel de Mario BellatĆ­n y los infundios de Edgar Sanjuan. La crisis de la Covid-19 ofreciĆ³ al presidente el pretexto adecuado para apropiarse del dinero de los fideicomisos ā€“por ley una apropiaciĆ³n ilegalā€“ y de paso supeditar a los creadores a su vigilancia, una tentaciĆ³n que lo acompaƱa siempre: controlar el disenso.

Ahora que finalmente terminĆ³ el asedio, es necesario combatir la desinformaciĆ³n, las mentiras y las calumnias que se promueven desde los cuarteles de propaganda de la 4T.

Hoy el Fonca, un organismo surgido para evitar el manoseo polĆ­tico, se transforma en lo opuesto; supeditar el arte y la cultura a programas clientelares, a una mal entendida idea de la cultura que la reduce a manifestaciones elementales. Ciertamente cultura no es solo las bellas artes pero tampoco mero folclore y el entretenimiento. Debe existir un justo medio, un apoyo tanto para el titiretero ambulante como para el compositor de mĆŗsica dodecafĆ³nica o el artista instalador.

Parafraseando al clƔsico, recordemos que la cultura es demasiado importante para dejarla en manos de los funcionarios de cultura.

JosƩ Homero

 

En cuanto se anunciĆ³ ā€œla desapariciĆ³n de los fideicomisosā€, el pasado 2 de abril, comenzĆ³ a circular el rumor de que la agencia gubernamental de noticias (Notimex) emprenderĆ­a una especie de campaƱa para que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) desapareciera definitivamente. No fue asĆ­. En la conferencia de prensa del jueves 16 de abril, un reportero de Notimex le preguntĆ³ al presidente de la RepĆŗblica sobre el Fonca y el panorama, enturbiado hasta el ahogo, empezĆ³ a despejarse. Las becas del Sistema Nacional de Creadores (SNCA) no desaparecerĆ”n y se emprenderĆ”n cambios de funciĆ³n y de organizaciĆ³n para ā€œponer orden en el caosā€, una de las tareas esenciales de la polĆ­tica, segĆŗn el presidente. El silencio de Notimex quedaba asĆ­ explicado.

En junio de 2019, la agencia gubernamental publicĆ³ una infografĆ­a en la que ā€œdenunciabaā€ a quienes han recibido varias veces (en 4, 5 o 6 ocasiones) la beca de apoyo a la creaciĆ³n; yo fui uno de los denunciados y declarĆ© que no me defenderĆ­a: ahĆ­ estaban mis textos, en verso y en prosa, para hacer esa defensa, si a alguien le interesaba. En Notimex no le interesĆ³ a nadie.

La insinuaciĆ³n de corruptelas en el Fonca era tosca y estaba apoyada en el parecer de sedicentes especialistas como el sociĆ³logo TomĆ”s Ejea Mendoza, que explicaba muy ufano, ante las cĆ”maras y micrĆ³fonos de la agencia de noticias del gobierno mexicano, las malas maƱas del salinismo para comprar conciencias y politizar el arte. Ese parecer iba acompaƱado de diminutas investigaciones en la red hechas por los reporteros de Notimex. Total: un desastre. El presidente dijo muy serio que las becas no desaparecerĆ­an, cĆ³mo creen. El Fonca seguirĆ” adelante. El SNCA subsiste prĆ”cticamente intacto. Muchos otros proyectos irĆ”n a una oficina de la SecretarĆ­a de Cultura.

El desmentido del presidente a los rumores sobre el Fonca es un reproche implĆ­cito a quienes dentro de su gobierno han declarado que las becas a artistas son ā€œun privilegio inaceptableā€. La secretaria de la FunciĆ³n PĆŗblica, Irma ErĆ©ndira Sandoval, quizĆ” no quedĆ³ satisfecha con la salvaciĆ³n del Fonca y lanzĆ³ un ataque Ćŗltimo: el ā€œFonca salinista favorecĆ­a a sus compadresā€. ĀæAhora estamos, entonces, ante el Fonca lopezobradorista, que no sabemos a quiĆ©n va a favorecer, quizĆ”s a los aduladores? La pregunta sobra, de veras. Si el Fonca ha quedado daƱado despuĆ©s de este zarandeo, debe fortalecerse, mejorarse, buscar recursos de todo tipo, extender su radio de acciĆ³n. No debe nada mĆ”s sobrevivir.

David Huerta

 

MĆ”s allĆ” del cambio de vida que ha significado para mĆ­ en lo personal llegar a ser miembro del SNCA despuĆ©s de varios intentos fallidos, tengo la impresiĆ³n de que gran parte de los festivales, programas radiofĆ³nicos, revistas, pequeƱas editoriales, jurados y recintos culturales con los cuales he colaborado a lo largo de mi vida adulta se han beneficiado en alguna medida del apoyo del Fonca. AdemĆ”s del apoyo financiero diversificado que esta instancia brinda, he atestiguado cĆ³mo se crean a travĆ©s de sus programas lazos duraderos dentro y entre los gremios y las generaciones. Y algo que tambiĆ©n es clave: en ningĆŗn momento presenciĆ© el menor intento de forzar una alineaciĆ³n polĆ­tica o de ejercer la censura ā€“eso, a pesar de que a travĆ©s del programa de radio Cabezas, que desarrollamos en equipo despuĆ©s de ganar un concurso del Fonca para celebrar el bicentenario, arremetimos contra varios mitos fundacionales del paĆ­s, tales como la hazaƱa del PĆ­pila o el origen de los chiles en nogada. (Es mĆ”s, no solo no fuimos censurados, sino que se transmitiĆ³ la serie completa en Radio EducaciĆ³n y ganamos ese aƱo el primer lugar en la Bienal Internacional de Radio.)

A lo largo de nuestra historia como especie, la cultura nunca ha sido autosuficiente. Por ende, el apoyo estatal a las artes con el dinero de los contribuyentes no es nada nuevo; entre otras aportaciones al acervo de la humanidad, el cobro de un impuesto especial subvencionĆ³ al teatro helĆ©nico clĆ”sico, ni mĆ”s ni menos. Ahora bien, el Fonca tampoco me ha “resuelto la vida”. Los que trabajamos en cultura nos hemos reconciliado con nuestra condiciĆ³n precaria, es decir, con la necesidad de ejercer mĆŗltiples profesiones a la vez, con tal de mantenernos a flote. Porque a pesar de que la cultura es uno de los recursos mĆ”s valiosos de MĆ©xico, es nimio el porcentaje del presupuesto que recibe el Fonca en la gran escala de las cosas. Eso, aunque se ha comprobado a travĆ©s de casos como el de MedellĆ­n, Colombia, que el apoyo a la cultura rinde mayores beneficios, peso por peso, en tĆ©rminos de combatir la violencia social que nos aqueja que las soluciones militarizadas. En mi opiniĆ³n, lejos de extinguirse, debe aumentarse ese presupuesto para que puedan autorizarse mĆ”s becas y mayores estĆ­mulos.

Como en cualquier programa pĆŗblico, se pueden introducir los ajustes que sean necesarios para asegurar una mayor representatividad geogrĆ”fica o de gĆ©nero, lo cual serĆ­a loable. Pero es fundamental que el Fonca siga siendo un bastiĆ³n de la libertad de expresiĆ³n creativa en este paĆ­s y que reciba el respaldo polĆ­tico y pĆŗblico que ha permitido que la cultura no se sostenga exclusivamente de los mecenazgos. MĆ”s que una iluminaciĆ³n, el Fonca ha sido una vela en la oscuridad. Si esta vela se apaga, veremos pronto la drĆ”stica diferencia entre la luz parpadeante y el apagĆ³n.

Tanya Huntington

 

La SecretarĆ­a de Cultura federal renunciĆ³ a su deber fundamental: apoyar al sector que les toca representar; promover y fortalecer las instituciones que los propios creadores, en un esfuerzo histĆ³rico y colectivo, diseƱaron, impulsaron y sostuvieron con su labor cotidiana. Esto hicieron los encargados de encabezar ese ministerio al ignorar las necesidades de sus representados y atender los designios de su lĆ­der supremo, cuyo interĆ©s por la cultura es muy pobre. Y lo hicieron de una forma oportunista y artera: aprovechando un momento de crisis nacional. La historia pondrĆ” a estos funcionarios (no con sus nombres sino con la mera menciĆ³n de sus omisiones) en el lugar que les corresponde: el de la ignominia.

Lo menos que nos toca hacer a los distintos actores del medio cultural es denunciar abiertamente los alcances de esta obra de destrucciĆ³n, expresar sin cortapisas nuestro rechazo. Callarnos en espera de algĆŗn beneficio personal, o por temor a perder la oportunidad de recibir alguno de los escasos apoyos que ahora se otorgarĆ”n de manera discrecional, nos convertirĆ­a en cĆ³mplices silenciosos de una polĆ­tica regresiva y clientelar.

Eduardo Hurtado

 

Es reprobable que el Estado aproveche una situaciĆ³n tan grave como la pandemia del coronavirus para dar rienda suelta a sus deseos de singularidad y grandeza por conseguir un nuevo paĆ­s. La 4T entonces parece un gusano de desinformaciĆ³n: un hueco en eco tras otro hueco. Por eso no me parece casualidad ā€“aunque sĆ­ indignante, vergonzoso y despiadadoā€“ que el presidente LĆ³pez Obrador anuncie la extinciĆ³n de fideicomisos de cultura y ciencia en plena alerta sanitaria, a poco mĆ”s del aƱo del intento de la 4T por desarticular el Fonca y que se vio frenado por la movilizaciĆ³n de la comunidad artĆ­stica.

En este momento el confinamiento en el que estĆ” la sociedad mexicana es el mismo en el que estamos los artistas, los mĆŗsicos y los escritores porque, pese a quien le pese, somos MĆ©xico. Nosotros ā€“las y los artistas de la diversidad cultural de MĆ©xicoā€“ estamos en permanente diĆ”logo con nuestros vecinos y familiares, muchos de los cuales no creen consumir ni arte ni cultura debido a la errĆ³nea idea que propagan ā€“al menosā€“ polĆ­ticos y empresarios, como esa idea que justamente es lanzada por el presidente LĆ³pez Obrador, apoyada por Irma ErĆ©ndida Sandoval, secretaria de la FunciĆ³n PĆŗblica, e incluso por Alejandra Frausto, secretaria de cultura, por desacreditar a todos aquellos que han tenido o piensan buscar una beca para la creaciĆ³n artĆ­stica tildĆ”ndonos de salinistas o de querer vivir mantenidos por el gobierno.

Esa idea es tambiƩn un afƔn de desinformar a quienes ven el arte y la cultura como algo ajeno e inalcanzable. Por fortuna, cuando he tenido que explicar lo que hago gracias a una beca a mis vecinos o familiares, son ellos los primeros en aprobar que sus impuestos ayuden a fomentar la creatividad y la vida digna de todos los que conformamos la comunidad artƭstica en MƩxico. Por medio del Fonca, muchos de las y los creadores de los estados del norte y del sur, del oeste y este, hemos conseguido relacionarnos y extender las raƭces multiculturales del paƭs de una zona a otra. TambiƩn es gracias a una idea como el Fonca que a travƩs del arte mexicano habitamos mƔs allƔ de las fronteras del paƭs.

Ɠscar David LĆ³pez

 

En 1843, Antonio LĆ³pez de Santa Anna, uno de los villanos favoritos de la historia nacional en blanco y negro, tomĆ³ una decisiĆ³n de altos vuelos que hasta el dĆ­a de hoy se agradece: rescatar a la paupĆ©rrima Academia de San Carlos, reducida a casa de fantasmas por los gobiernos del MĆ©xico independiente. Al inicio del decreto anotaba: ā€œā€¦siendo tanta importancia dar impulso y fomento a la academia de las tres nobles artes, que serĆ” honra de la naciĆ³n luego que produzcan los frutos que deben esperarse de sus adelantos, y usando las facultades con que me hallo investidoā€¦:ā€ En resumen, el acuerdo del entonces presidente consistiĆ³ en dotar a la Academia de autonomĆ­a administrativa y financiera para que la misma comunidad artĆ­stica que la integraba decidiera su destino con base en la excelencia estĆ©tica. Asimismo, fijĆ³ y asegurĆ³ los sueldos de sus maestros, dio libertad para que la misma Academia trajera de Europa a los mejores docentes en las disciplinas a enseƱar, se comprometiĆ³ a pensionar a seis alumnos en las mejores escuelas del viejo continente y a adquirir obra de artistas europeos para conformar una galerĆ­a y ordenĆ³, por si fuera poco, la creaciĆ³n de un fondo para la compra de un terreno donde se construirĆ” la nueva sede de la Academia. Para dar certeza monetaria al decreto, LĆ³pez de Santa Anna dispuso que los beneficios de la LoterĆ­a Nacional se destinaran a las necesidades y gastos de la instituciĆ³n que apoyarĆ­a y estimularĆ­a a las mentes y talentos mĆ”s brillantes de aquellos aƱos en el campo de la pintura, la grĆ”fica, la escultura y la arquitectura.

El MĆ©xico de 1843 venĆ­a de epidemias, de perder Texas, de guerras y guerrillas internas, de invasiones y amenazas extranjeras, de pobreza y saqueos del erario pĆŗblico, pero unos cuantos mexicanos, patriotas y visionarios, aconsejaron al general que el decreto en cuestiĆ³n era en el presente caĆ³tico mĆ”s poderoso que cualquier ejĆ©rcito, pero tambiĆ©n, en las inversiones del futuro, le aseguraron que dar vida y certeza a la Academia de San Carlos perpetuarĆ­a la memoria de la naciĆ³n. De Juan Cordero a JosĆ© Clemente Orozco, de Santiago Rebull a Saturnino HerrĆ”n, ademĆ”s de cientos de artistas del siglo XIX y XX, la gestiĆ³n santannista fue ratificada con honores por los jueces de la historia. Hoy, en otras encrucijadas, con otro LĆ³pez en el gobierno, una instituciĆ³n como el Fonca, con un historial de 30 aƱos y una suma extraordinaria de apoyos y estĆ­mulos ā€“que ha derivado en un rico inventario de obras notablesā€“, desaparece por acciĆ³n de una varita mĆ”gica como ā€œmedida de austeridadā€. Ahora sus funciones y programas se llevarĆ”n a cabo en la SecretarĆ­a de Cultura vĆ­a una nueva direcciĆ³n. La comunidad artĆ­stica estarĆ” alerta y activa para que esta mudanza de rĆ©gimen no altere o cuarte la autonomĆ­a de la toma de decisiones donde ha participado con transparencia y profesionalismo. Asimismo, la probada eficacia de los mecanismos del Fonca no debe desembocar en trabas y laberintos administrativos. El fideicomiso pudo y debiĆ³ mantenerse. La decisiĆ³n ya es una marca en la historia. La voluntad y la opiniĆ³n de los artistas mexicanos ā€“muchos de ellos votantes de AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador en el 2018ā€“ no fueron tomadas en cuenta. ĀæEs el fin o el principio de quĆ©, MarĆ­a Estuardo?      

Ernesto Lumbreras

 

ĀæTener o no tener becas del Fonca? Tener, siempre, bajo cualquier circunstancia, becas artĆ­sticas. Sobre todo, y esto es importante, en un paĆ­s en donde la carrera de escritor (o de mĆŗsico, bailarĆ­n, pintor, etcĆ©tera) es una doble carrera: una, que paga la renta y la comida, y otra, que consume el tiempo libre que la primera deja para trabajar en la obra artĆ­stica. AsĆ­ que estos apoyos, aunque contados, estimulan la concentraciĆ³n y palian el miedo provocado por el ā€œdĆ­a a dĆ­aā€ de la mayorĆ­a de los artistas mexicanos.

Por supuesto que ese libro que te ronda se escribirĆ” con beca o sin beca. SegĆŗn recuerdo, Daniel Sada escribiĆ³ su obra maestra Porque parece mentira la verdad nunca se sabe en dos periodos del Sistema Nacional de Creadores (seis aƱos). Probablemente sin ese apoyo se habrĆ­a tardado doce. ĀæHubiera sido mejor novela? No lo sĆ©. ĀæLa hubiera escrito y terminado de todas formas? Por supuesto. ĀæEntonces? Y es un matiz subjetivo el que deberĆ­a inclinar la balanza: el cansancio diluye la densidad de una obra, la preocupaciĆ³n por pagar la luz hace poroso (aunque sea un asunto nanomĆ©trico) el muro sĆ³lido de una obra. Sobre todo para un novelista que debe estar frente a la computadora seis o siete ocho diarias durante aƱos. Y de esto estoy seguro: no tener que ir a una oficina diez horas al dĆ­a o a una redacciĆ³n de un periĆ³dico concede una paz que fortalece el espĆ­ritu del que tenga que enfrentar el verdadero infierno que hallarĆ” en la escritura.

Aunque el asunto es que, si cualquiera de estos argumentos no es suficiente para los crĆ­ticos de estos sistemas de estĆ­mulos y ayuda, nada lo serĆ”. Ni grĆ”ficas ni nĆŗmeros ni balances. Porque lo cierto es que una buena parte de todos los libros que se escriben con un apoyo no serĆ”n obras cumbre ni mucho menos. SerĆ”n, acaso, libros decentes o, tambiĆ©n, fracasos o, si tiene suerte el autor, fracasos importantes. He sido becario del Fonca y, ademĆ”s, he sido jurado tambiĆ©n. Como becario escribĆ­ una novela de 600 pĆ”ginas que tirĆ© a la basura pero tambiĆ©n terminĆ© otra y, sobre todo, concebĆ­ la semilla de dos mĆ”s que fueron publicadas. ĀæQuĆ© balance hay, pues, en un caso como el mĆ­o? No sĆ© si deberĆ­a contarse mi promedio de bateo (bajo) o que recibĆ­ las becas en un tiempo temprano que cimentĆ³ mi formaciĆ³n. Tener la oportunidad de escribir esas 600 pĆ”ginas me hizo mejor escritor.

Hay muchos libros (y sinfonĆ­as y murales) que estĆ”n por escribirse y es nuestro deber (sĆ­, el de todos, porque las becas se pagan con nuestros impuestos) contribuir con nuestros artistas para quitarles un peso de encima. No podremos ganar la batalla, insisto, con listas y balances econĆ³micos, pero sĆ­ con la muestra de las muchas obras que se han logrado, y sus creadores lo han expresado asĆ­, debido a ese apoyo. AdemĆ”s de muchos nombres que van de aquĆ­ para allĆ”, bastan dos, por el momento para dar un visto bueno a los libros que se han escrito con el Fonca: el ya nombrado Porque parece mentira la verdad nunca se sabe de Daniel Sada y la reciente Temporada de huracanes de Fernanda Melchor. Dos novelas que son parte de la tradiciĆ³n literaria mexicana y que nos alumbrarĆ”n durante mucho tiempo.

Jaime Mesa

 

Rutger Hauer, hacia el final de Blade Runner soltĆ³, quiĆ©n no lo recuerda, una paloma blanca y todo el set se puso a llorar. Era una escena improvisada. El director dijo ā€œEstĆ” genial. DĆ©jenla. Se quedaā€.

Y no es que en esta otra pelĆ­cula, la que se anunciĆ³ el sĆ”bado 18 de abril del aƱo 2020, haya escenas improvisadas. No, no. Es que la pelĆ­cula en su totalidad es una improvisaciĆ³n con diĆ”logos de ocurrencia, mujeres vestidas de huipil, hombres de guayabera, todo el vestuario adaptado a la circunstancia y una voz en off acusando a las mejores mentes de mi generaciĆ³n de vileza. Esa voz pregona un mejor escenario, estĆ” en campaƱa, nos ofrece un mundo feliz donde las cortes y los recortes confeccionarĆ”n un tablero perfeccionado para que todos nosotros, ya renovados, nos sentemos a jugar una buena partida de serpientes y escaleras.

Y que esta noche triste no se pierda. AlgĆŗn funcionario se asomarĆ” sobre los hombros de OriĆ³n y nos espetarĆ” que se han visto cosas que ustedes no creerĆ­an. Esto no se perderĆ” como se pierden las lĆ”grimas en la lluvia. SerĆ” recordado cuando los pregoneros que desataron esta guerra contra ā€œlos privilegiadosā€, ā€œlos ricosā€, para ā€œcontrolar a los rebeldesā€ y ā€œpremiar a los compadresā€ ya no estĆ©n aquĆ­, bendita la hora. Ahora es momento, dicen, de la transparencia, cĆ³mo no, claro que sĆ­. ĀæY los pares ya no juzgarĆ”n a los pares? Porque para el caso, nosotros, los de entonces, seremos los mismos o Āæse nos va a aniquilar?

Este es un paƭs donde los mƩdicos a menudo compran el equipo para poder trabajar, se exhorta a ello; es un paƭs donde los deportistas financian su entrenamiento y el pueblo aplaude emocionado y entona el himno nacional si se llega a alguna emotiva ceremonia que aumente el medallero. Los artistas, por su parte, improvisan la mejor escena (como el personaje que interpreta Rutger Hauer), sueltan palomas, se pierden en la oscuridad. Hay lƔgrimas en la lluvia. Es tiempo de morir, dice Hauer. La pelƭcula consigna la palabra FIN, pero ojo, no ha terminado. Y lo peor es que donde concluye Blade Runner comienza el apocalipsis.

Myriam Moscona

 

Una ojeada rĆ”pida a las discusiones en redes sociales sobre el Fonca revelarĆ”, hasta al mĆ”s distraĆ­do lector, que hay una idea falsa y extendida acerca de su funcionamiento. Muchos de sus detractores afirman que las becas se otorgan por, digamos, ā€œadjudicaciĆ³n directaā€, es decir, sin que medie concurso ni licitaciĆ³n de por medio. No es asĆ­.

Desde que se originĆ³ el sistema los apoyos son concedidos por medio de concurso, como cualquier otro trabajo. El artista solicitante presenta un proyecto: una obra de teatro, libros, pinturas, composiciones musicales, exposiciones fotogrĆ”ficas, etcĆ©tera. Su propuesta debe ir acompaƱada de un plan detallado, una calendarizaciĆ³n y en el caso del SNCA, de documentaciĆ³n que avale su trayectoria. Su curriculum.

Un grupo de artistas de su misma disciplina analiza la solicitud y luego Ć©sta es discutida en grupo. En el caso de que la beca sea otorgada, el avance del proyecto serĆ” escrupulosamente revisado por las mismas personas que lo aprobaron. Si el becario no cumple, el apoyo se retira y, con Ć©l, las oportunidades de merecer nuevamente la beca.

Hay una comisiĆ³n que vigila que estos procedimientos se lleven a cabo honorablemente: sin cochupos, ni compadrazgos. Por supuesto, en medios tan pequeƱos, todos nos conocemos y por eso el procedimiento exige que antes de las deliberaciones los jurados revelen si existen vĆ­nculos laborales o de amistad para evitar conflictos de interĆ©s.

La producciĆ³n que resulta de este proceso tiene un carĆ”cter pĆŗblico: ocupa estantes de librerĆ­as y bibliotecas, escenarios de teatro, estĆ” grabado en discos, ha ocupado paredes de galerĆ­as y museos, salas de cine. Ha enriquecido la vida del paĆ­s y con obras de calidad cuya creaciĆ³n no ha dependido sĆ³lo de sus posibilidades comerciales. Gracias al Fonca, muchos artistas mexicanos han dado fe de la violencia que nos atormenta, han escrito, pintado, filmado y reflexionado sobre lo que nos pasa, sobre nuestra condiciĆ³n, en lugar de convertirla en telenovelas banales que ensalzan la vida del narco o dejar a las vĆ­ctimas abandonadas en los encabezados obscenos del Metro o El GrĆ”fico.

Que el Fonca exista tambiƩn garantiza la pluralidad de las voces artƭsticas, una cualidad esencial de la democracia. Tan es asƭ que muchos de los beneficiarios hemos sido crƭticos con el gobierno en nuestro trabajo porque consideramos que lo creado bajo los auspicios del Fonca no le pertenece al gobierno, sino a la sociedad. Es a la sociedad, a la propia consciencia y a las exigencias que cada rama del arte impone, a las que el becario se debe.

Una de las experiencias mĆ”s gozosas de mi vida profesional ha sido trabajar como tutora de varios novelistas que han tenido la beca. Al asombro y la alegrĆ­a de leer lo que los jĆ³venes escriben en MĆ©xico, se ha aƱadido la de, aƱos mĆ”s tarde, ver las novelas publicadas y premiadas. Creo que esas becas sirvieron un propĆ³sito: los resultados estĆ”n ahĆ­.

MĆ©xico serĆ­a mĆ”s pobre y estarĆ­a mĆ”s inerme aĆŗn sin la producciĆ³n artĆ­stica que el Fonca ha facilitado.

VerĆ³nica MurguĆ­a

 

Cualquier instituciĆ³n es perfectible. Los 31 aƱos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes no estuvieron exentos de proyectos intrascendentes, pago de justos por unos cuantos pecadores que incumplieron o abusaron del beneficio econĆ³mico, ni de uno que otro escandalito por decisiones a modo en la selecciĆ³n de becarios. Pero esa realidad ni remotamente fue la norma de lo que conocimos como Fonca. Ante la burocratizaciĆ³n e ineficacia institucional de Bellas Artes ā€“siempre intocable debido a su estructura sindical que ningĆŗn gobierno ha cuestionado en los hechosā€“ y a la discrecionalidad del Conaculta-SecretarĆ­a de Cultura ā€“siempre chapada a los dictados de la princesa o del prĆ­ncipe en turnoā€“, el FONCA ha sido la principal herramienta de financiamiento pĆŗblico a la creaciĆ³n artĆ­stica, con reglas transparentes, cĆ³digos de Ć©tica, rendiciĆ³n de cuentas y, al estar sometido constantemente al escrutinio de la propia comunidad artĆ­stica, muy rĆ”pidamente fue perfeccionado candados para evitar abusos y malos manejos.

Estos dĆ­as de polĆ©mica intensa y de reflexiĆ³n sobre polĆ­tica cultural ā€“en un momento mĆ”s que difĆ­cil de la historia del paĆ­s y que aparentemente nos vuelve ā€œno esencialesā€ā€“ culminan, por ahora, en el comunicado del 17 de abril que expresa la voluntad polĆ­tica de ā€œgarantizar el apoyo a los creadoresā€. Pero la verticalidad y el espĆ­ritu antidemocrĆ”tico convierten en dĆ”diva el derecho fundamental de nuestra ciudadanĆ­a al arte y la cultura, y en un acto de rescate, incluso heroico frente a la aplanadora de la extinciĆ³n, el hecho de haber defendido los estĆ­mulos a la creaciĆ³n y haber logrado incorporar lo que quede del Fonca a la estructura orgĆ”nica de la SecretarĆ­a de Cultura.

De fondo estamos ante un problema de libertades donde resulta grave el regreso a la centralizaciĆ³n y mĆ”s en manos de una SecretarĆ­a tan obsecuente y ortodoxa, pues un derecho ciudadano no es una dĆ”diva ni un privilegio. Es obvio que en este periodo de crisis, el paĆ­s demanda solidaridad, recortes y restricciones presupuestales ā€“y muchas otras medidasā€“ para atender el bienestar pĆŗblico. Pero demoler estructuras sĆ³lidas, de probada eficacia, es un franco acto de desprecio.

El comunicado del 17 de abril expresa, de manera oficial, que el Fonca carece de ā€œreglas de operaciĆ³n claras, transparentes, y sin espacio a la corrupciĆ³nā€, un punto de vista que ya en boca de la Secretaria de la FunciĆ³n PĆŗblica llega al punto de seƱalar que ā€œlos rebeldes del pasado fueron cooptados y los del presente son meros oportunistasā€, estigmas que revelan no solo un absoluto desconocimiento de la instituciĆ³n que decretaron extinguir, sino graves indicios de ignorancia sobre la muy diversa, heterodoxa y crĆ­tica labor de las comunidades artĆ­sticas del paĆ­s.

El conjunto de programas que logren emigrar a una estructura de reciente conformaciĆ³n estĆ” mĆ”s allĆ” del concepto ā€œbecaā€ como dĆ”diva. El fantasma de la supuesta corrupciĆ³n no se traducirĆ” en mayor control fiscal ā€“pues Ć©ste vaya si existĆ­a en el actual Foncaā€“, sino en la nueva fe de cuatroteĆ­smos: discrecionalidad, verticalidad, burocratizaciĆ³n y oficialismo. Quedan las catacumbas y resistir.

David OlguĆ­n

 

Desde hace veinte aƱos estoy relacionado con el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Como joven creador, obtuve mi primer estĆ­mulo en 2000 y el segundo en 2002. Aunque no rebasaba la edad de 30, ya habĆ­a publicado algunos libros de poesĆ­a y ensayo que el comitĆ© de selecciĆ³n considerĆ³ valiosos junto con mi proyecto anual. Yo era un desconocido. No sabĆ­an de mĆ­ los integrantes de ese comitĆ© ni mis compaƱeros de generaciĆ³n con los que me reunĆ­ despuĆ©s para trabajar durante los encuentros para la revisiĆ³n de avances. Radicaba en la frontera norte de MĆ©xico y lo Ćŗnico que deseaba era contar con medios econĆ³micos suficientes para dedicarme a escribir profesionalmente en un paĆ­s donde la poesĆ­a se lee poco y donde es imposible lucrar con ella para sobrevivir. Mi caso, como el de tantos otros autores de la periferia o del interior de la RepĆŗblica sin mayor haber que determinaciĆ³n y talento, serĆ­a un rotundo ejemplo del carĆ”cter democrĆ”tico y la imparcialidad de los criterios de asignaciĆ³n de los incentivos del Fonca. Solo nuestros textos abogaban por nosotros.

AsĆ­, los encuentros de becarios me llevaron a entrar en contacto con distintos poetas jĆ³venes de MĆ©xico y a enriquecer mi nociĆ³n de lo poĆ©tico mediante el trato y el intercambio de lecturas, puntos de vista e ideas, un proceso al que contribuyĆ³ con creces el diĆ”logo magistral con mis tutores de proyecto. Durante aquella Ć©poca, el Fonca fue para mĆ­ una escuela, una inagotable y siempre alentadora experiencia de aprendizaje y maduraciĆ³n artĆ­stica y humana. Luego, al correr del tiempo, y con los mĆ©ritos propios que un jurado de pares al que no conocĆ­a juzgĆ³ significativos, ingresĆ© en 2007 al Sistema Nacional de Creadores de Arte con un plan de trabajo detallado que conduje a buen puerto con libros que circulan; y, mĆ”s adelante, en 2018, tuve el privilegio de servir como uno de los tutores de poesĆ­a del Programa de JĆ³venes Creadores del que fui beneficiario casi cuatro lustros atrĆ”s y compartir con las promociones emergentes el fruto de la formaciĆ³n que habĆ­a yo recibido en el umbral del milenio de parte de mis tutores y compaƱeros de generaciĆ³n de 2000 y 2002, varios de ellos poetas consumados en el mapa de la poesĆ­a mexicana actual. El cĆ­rculo se cerraba.

En conclusiĆ³n, para mĆ­, y para no pocos, artistas o pĆŗblicos, el Fonca constituyĆ³ un universo de gozosa e inspiradora interacciĆ³n social en la que gravitaban todas las expresiones del arte y la semilla de las industrias culturales. El Fonca tenĆ­a que ver con el mundo editorial, el Ć”mbito acadĆ©mico, el intercambio cultural, la fragua de obras interdisciplinarias, la educaciĆ³n artĆ­stica, la retribuciĆ³n comunitaria (talleres, conferencias, actividades heterogĆ©neas alrededor del territorio nacional); en suma, con un sinfĆ­n de dinĆ”micas de proyecciĆ³n y convenios de colaboraciĆ³n de la creatividad mexicana hacia adentro y hacia afuera del paĆ­s. Por donde anduviera, el joven creador o el creador artĆ­stico del Fonca se convertĆ­a a travĆ©s de la excelencia o calidad de su oficio en un digno emisario del arte y de MĆ©xico ante los conciudadanos y ante el planeta entero.        

Jorge Ortega       

 

Una vez mĆ”s el gobierno de AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador ha dado muestra, en el terreno cultural, de que motiva sus acciones en el resentimiento. El viejo grito fascista de ā€œĀ”Muera la inteligencia!ā€ parece ser su marca distintiva.

Al eliminar el Fonca (tal y como habĆ­a funcionado hasta ahora) se acaba con un enorme esfuerzo por mantener una polĆ­tica cultural que, sobre todo, reconocĆ­a la existencia de los creadores y las condiciones particulares que implica su labor; una polĆ­tica que entendĆ­a que la cultura no puede medirse con la misma vara que la producciĆ³n de barriles de petrĆ³leo.

El principal acierto del Fonca consistiĆ³ en hacer que los creadores fueran evaluados por sus pares, no por funcionarios culturales. Los resultados ā€“gustaran o noā€“ fueron siempre transparentes. ĀæPerfectible? Todo siempre lo es.

Durante muchos aƱos se luchĆ³ por elevar la cultura a rango ministerial. Duele que, una vez alcanzada la meta, la SecretarĆ­a de Cultura se dedique, paradĆ³jicamente, a degradar la cultura. Su actual titular pasarĆ” a la historia como la funcionaria que acabĆ³ con el Fonca. Su absoluta falta de compromiso para defender al gremio ha sido vergonzosa.

Las explicaciones ofrecidas para justificar la extinciĆ³n del Fonca (un fallo que se dio a puerta cerrada y sin contar con el parecer de los creadores) estĆ”n enraizadas en la ignorancia y el resentimiento.

ĀæDe dĆ³nde viene la animosidad que caracteriza al actual gobierno? ĀæDe una sensaciĆ³n de no pertenencia? ĀæDe la oculta certeza de que nunca se alcanzĆ³, ni se alcanzarĆ”, aquello que se admira en secreto pero que, en pĆŗblico, se afirma detestar? La polĆ­tica cultural de la presente administraciĆ³n pone en evidencia su absoluto desprecio por los creadores, los cientĆ­ficos, la inteligencia, el debate, el diĆ”logo, la negociaciĆ³n. Casos alarmantes y patĆ©ticos como el del FCE, la CNDH y el Conacyt; la cruzada permanente de este gobierno contra todas las instituciones que defienden la cultura, el pensamiento, la libertad de expresiĆ³n, apunta hacia un futuro sombrĆ­o.

ĀæDesalentador? Absolutamente. Es por ello que, mĆ”s que nunca, resulta imprescindible luchar contra la ignorancia y la improvisaciĆ³n; contra la venganza y el fanatismo. Debemos desterrar la polĆ­tica del ā€œsi no va a ser mĆ­o prefiero que nadie lo tengaā€. Con su actuaciĆ³n el gobierno en el Ć”mbito de la cultura ha dado una muestra de lo que verdaderamente le interesa: termina con el Fonca pero destina cientos de millones de pesos para promover el beisbol. El mensaje es, me parece, muy claro. 

Laura Emilia Pacheco

 

2020, aƱo pleno de incertidumbre y contingencia, cuando el cielo se nubla en una tregua con el sol candente, llega la noticia de que el Fonca se subsume a la SecretarĆ­a de Cultura: no desaparecerĆ”, pero tendrĆ” un nuevo sistema. La defensa del Fonca ha durado varios dĆ­as y parece que los artistas podemos respirar de nuevo, pero no puedo dejar de creer que se agazapan sorpresas. Sospechas. Estamos en 2020: se han resquebrajado modelos y estructuras, hay nuevas formas de comunicaciĆ³n; se ponen en duda quehaceres y saberes, en busca de sentido en nuestras sociedades complejas; se da voz a lo que antes permanecĆ­a en silencio, y se echa luz sobre lo que se ocultaba en las sombras. Mirar hacia el pasado es un ejercicio que me obliga a mirar hacia el futuro: el Fonca fue creado hace 30 aƱos, en 1989, con tareas concretas como apoyar la creaciĆ³n y producciĆ³n artĆ­stica y cultural.

Escucho comentarios sobre opacidades, privilegios, corrupciĆ³n. El Fonca es y ha sido un pilar para la integraciĆ³n, diĆ”logo y crecimiento en un Ć”rea de relevancia artĆ­stica y econĆ³mica. Cada uno de los artistas creadores que ha sido apoyado, no solo recibe un beneficio personal, sino que devuelve a la sociedad un reflejo, un cuestionamiento, una visiĆ³n, y productos artĆ­sticos diversos, polifĆ³nicos, nutrientes, poderosos.

La idea de que el Fonca sirve para ā€œcontrolar a los rebeldes y premiar a los compadresā€ carece de fundamento, pues jamĆ”s se ha sabido que el Fonca ponga mordazas a los artistas y grupos. El artista tiene una necesidad creadora, y su visiĆ³n siempre es rebelde y, acaso, peligrosa. Los artistas creamos y producimos nuestro arte en las circunstancias mĆ”s diversas. Parece que se olvida lo esencial: el arte plasma una Ć©poca y tambiĆ©n la cuestiona, la cultura es inherente a la evoluciĆ³n del ser humano.

Como artista, dramaturga, profesional, docente, y ciudadana nunca he sido testigo de comportamientos o procederes opacos en el Fonca. Hay mecanismos de insaculaciĆ³n, candados para no calificar trabajos de alguien cercano, profesionalismo para dictaminar los proyectos de manera objetiva, todos perfectibles. No sĆ© de mafias que se otorguen los recursos entre sĆ­. En muchas ocasiones, no he recibido el apoyo solicitado, pero llevo a cabo mi proyecto de todos modos. Reviso la propuesta e insisto de nuevo. Quienes revisan los proyectos son colegas en el mismo campo, que no amigos, y cuentan con las capacidades artĆ­sticas y profesionales a diferencia de un funcionario administrativo, cuyos referentes estĆ”n alejados del arte y la cultura, y que quizĆ” seguirĆ” lineamientos institucionales, econĆ³micos o polĆ­ticos. La cultura y el arte son el caldero en que se cocina el brebaje que nos hace crecer como sociedad, y que nos da fuerza para continuar. Estoy en el centro de este torbellino cultural plural, divergente, incluyente y diverso. En el apoyo a las artes y la cultura, su promociĆ³n y difusiĆ³n hay un antes y un despuĆ©s del Fonca.

Silvia PelƔez

 

Cuando vivĆ­a en Guadalajara y era un joven escritor que empezaba a publicar ā€“en 1993 apareciĆ³ mi libro EstaciĆ³n llena de pĆ”jaros en Tierra Adentroā€“ intentaba, iluso, tratar de vivir de la literatura, o al menos lo imaginaba, y ensayaba un montĆ³n de profesiones mientras estudiaba teatro y cine. Al aƱo siguiente, en 1994, apareciĆ³ otro libro mĆ­o, ahora editado por el gobierno de Jalisco y entonces me pareciĆ³ que quizĆ” ya podĆ­a solicitar una de las becas de JĆ³venes Creadores que otorgaba el Fonca a nivel nacional. ColaborĆ© en revistas de distintas partes del paĆ­s y de otros paĆ­ses; obtuve una beca en mi estado; publiquĆ© otros libros, uno de ellos en el FCE; participĆ© activamente en la vida literaria de mi ciudad. Mientras tanto escribĆ­a y escribĆ­a con tesĆ³n.

PedĆ­ la beca ese aƱo y al siguiente y al siguiente, asĆ­ al menos durante siete aƱos hasta que un dĆ­a vi mi nombre en la lista que aparecĆ­a desplegada con los nombres de los ganadores en un periĆ³dico de circulaciĆ³n nacional. No podĆ­a creerlo. Me habĆ­a convertido en un becario del Fonca. Durante ese aƱo de la beca nos reunieron a los becarios en cuatro ocasiones (una para conocernos y las otras tres para trabajar nuestros proyectos) en distintas partes del paĆ­s. Puedo atestiguar, lo digo sin ambages, que quizĆ” esas sesiones fueron uno de mis mejores aprendizajes. Tuve la suerte de tener de tutores a Elsa Cross y a David Huerta, y de compaƱeros a Cristina Rivera Garza, Luigi Amara, MarĆ­a Rivera, JuliĆ”n Herbert, JosĆ© Eugenio SĆ”nchez, Alfredo Quintero, VĆ­ctor Ortiz Partida, Alejandro Ortiz, JosĆ© Puente Hurle ā€“quien desapareciĆ³ de la faz literariaā€“, Mario BojĆ³rquez y otro escritor mĆ”s de quien no recuerdo ahora mismo su nombre. Fue un buen grupo, en donde discutimos, peleamos y aprendimos mucho. Sin esa beca no hubiera existido ese aprendizaje y lo que se desencadenĆ³ a partir de ahĆ­ a lo largo de los aƱos. Hubo, como pasa siempre en cualquier grupo, peleas, distanciamientos, amistades profundas, y, de mi parte, una profunda admiraciĆ³n a mis tutores y a algunos de mis compaƱeros.

Luego volvĆ­ a tener la beca de JĆ³venes Creadores y, con el paso de los aƱos, y de nuevo con paciencia y tesĆ³n, la beca de Creador con Trayectoria en dos ocasiones. A lo largo de los aƱos he obtenido una serie de premios internacionales y nacionales (siete despuĆ©s de obtener esa primera beca) que han sido fruto o resultado de ese trabajo que realizo desde hace un poco mĆ”s de treinta aƱos, desde que apareciĆ³ mi primer libro, publicado en 1989 por la Universidad AutĆ³noma de Zacatecas, en donde publicarĆ­an tambiĆ©n, sin que lo supiĆ©ramos ninguno, algunos de los poetas que aƱos despuĆ©s serĆ­an mis compaƱeros en esa primer beca. Gracias al Fonca pude dedicarme en distintos momentos de mi vida, a escribir con tranquilidad, a pintar ā€“que es tambiĆ©n parte de mi trabajo creadorā€“ y a aprender sobre mi oficio. Pude tambiĆ©n dedicar parte de mi tiempo, a dar talleres, charlas, conferencias ā€“como parte de una retribuciĆ³n a la sociedadā€“, a lo largo del paĆ­s. Sin ese apoyo probablemente hubiera sido mĆ”s difĆ­cil, que no imposible, dedicar las horas que le he dedicado a mi trabajo artĆ­stico.

LeĆ³n Plascencia Ƒol

 

Los acontecimientos mĆ”s recientes nos llevan a reconocer que los sistemas econĆ³micos imperantes no solo tienen control sobre nuestros cuerpos, tambiĆ©n sobre nuestras ideas. Vivimos en una sociedad que  determina a las personas incluso antes de nacer. Crisis econĆ³micas, pandemias, cambio climĆ”tico, autoexplotaciĆ³n, vulneraciĆ³n de los derechos humanos y consumismo exacerbado. Nada mĆ”s apocalĆ­ptico que nuestro dĆ­a a dĆ­a, porque se trata de una degradaciĆ³n lenta y que vemos pasar frente a nuestros ojos, sin mucho poder de acciĆ³n.

Ante un panorama tan desolador no es nuevo que las relaciones entre el arte (cultura letrada) y el poder se fracturen. Porque el arte parece no formar parte de la RepĆŗblica ideal, como querĆ­a PlatĆ³n. Y porque el poder (casi siempre sinĆ³nimo de ignorancia) considera a los artistas una plaga: una horda de ociosos y privilegiados. Por eso alguien podrĆ­a considerar que un sistema de becas para los artistas tiene un costo que poco retribuye a la sociedad.

Lo cierto es que un Estado en teorĆ­a debe velar por preservar la vida y la libertad de sus ciudadanos, y procurar idealmente un espacio autĆ³nomo donde sus ciudadanos puedan ejercer el derecho de generar un pensamiento original. Porque sĆ­, el acceso al arte es cuestiĆ³n de educaciĆ³n y de un entrenamiento muchas veces costoso y de ocio asegurado. Pero esto no estĆ” mal en absoluto. El imaginario de la productividad y el progreso nos ha hecho considerar al ocio como una plaga que hay que erradicar, sin embargo el ocio, como sabĆ­a Stevenson, es el espacio propicio para las grandes ideas. El ocio te permite mirar para otro lado y emprender acciones concretas para reconocer otras realidades mediante la acciĆ³n del pensamiento, acaso la acciĆ³n como movimiento. Algo que tambiĆ©n sabĆ­a Hanna Arendt.

Si todos los artistas se ponen a enumerar los logros obras y fracasos que han conseguido a partir de las becas, parecerĆ­a que le estamos dando la razĆ³n al sistema, lo que puede ser un poco reduccionista, pues en su conjunto la literatura, la plĆ”stica, el cine, el teatro, la danza, etc., forman un cuerpo que puede moverse hacia nuevas propuestas civilizatorias. Nada mĆ”s peligroso para los gobiernos de hoy.

Ahora sabemos que las becas no desaparecen, aunque da la impresiĆ³n de que solo se apoyarĆ” a las propuestas que favorezcan las ideas de los sistemas dominantes. Sin embargo, la historia a demostrado en mĆ”s de una ocasiĆ³n que esta alineaciĆ³n (o alienaciĆ³n) son dogmĆ”ticas y permiten extender las ideologĆ­as de sometimiento del Estado.

Lo que trato de decir, es que al final poco importa si Juan JosĆ© Arreola le compraba camarones a JosĆ© Emilio Pacheco con su beca: escribiĆ³ Bestiario. O si Juan Rulfo utilizĆ³ el dinero de la suya en comprarse trajes: nos heredĆ³ Pedro PĆ”ramo y eso nos ha dado mĆ”s lo que cualquier sistema de poder podrĆ­a darnos.

JosƩ Pulido

 

El comunicado emitido por la Secretaria de Cultura, el 17 de abril del presente aƱo, sobre ā€œel resultado de las gestiones acerca del decreto que extingue los fideicomisosā€ de nuestro paĆ­s, ha informado con respecto al Fonca que este organismo ā€œserĆ” incorporado a la estructura orgĆ”nica de la SecretarĆ­a de Cultura, lo que le permitirĆ” contar con reglas de operaciĆ³n claras, transparentes y sin espacio a la corrupciĆ³n. AdemĆ”s de dotarlo de certeza jurĆ­dica, reconociendo (sic) como un Sistema Nacional de Creadores que abarca desde los jĆ³venes creadores de los estados hasta los emĆ©ritos en todos los campos de la creaciĆ³n.//Durante este periodo de transiciĆ³n se mantienen los apoyos y becas, ademĆ”s las convocatorias siguen su curso.ā€ Se infiere de este informe que el Fonca, a lo largo de sus seis lustros de existencia, realizĆ³ el conjunto de sus actividades y operaciones sin contar con reglas de operaciĆ³n claras, transparentes, y entre un espacio de corrupciĆ³n. AsĆ­ pues, en un futuro no muy lejano, dueƱo ya de estatuto jurĆ­dico y reconocido como un Sistema Nacional de Creadores ā€œque abarca desde los jĆ³venes creadores de los estados hasta los emĆ©ritos en todos los campos de la creaciĆ³nā€, el Fonca conocerĆ” una nueva vida en medio de un sano ambiente. Sin embargo, supongo que la comunidad artĆ­stica y cultural de nuestro paĆ­s quedarĆ”, entretanto, sobresaltada, inquieta e impaciente por saber cuĆ”nto habrĆ” de durar el referido periodo. ĀæUn corto plazo? ĀæSe extenderĆ” hasta que la pandemia decline, o haya concluido ya? Y una vez cumplido ese lapso, por ahora indeterminado, Āæse mantendrĆ”n los apoyos, las becas y convocatorias? ĀæCuĆ”les serĆ”n las nĆ­tidas reglas de operaciĆ³n que sustituirĆ”n a aquellas otras anteriores, plenas de opacidad? ĀæPara su elaboraciĆ³n se tomarĆ” en cuenta el conocimiento, la experiencia, las opiniones y propuestas del grueso de esa comunidad creadora de grandes obras, cuya calidad goza de un reconocimiento amplio dentro y fuera de las lindes de nuestro paĆ­s, en las mĆ”s diversas esferas de las artes y la literatura? Este aspecto, el de la rendiciĆ³n de cuentas artĆ­sticas y culturales del Fonca, suele dejarse de lado, pero un ligero repaso al mismo muestra que las artes y la literatura en los Ćŗltimos treinta aƱos, lejos de conocer una mengua en su calidad y cantidad, han experimentado por el contrario un indudable enriquecimiento. AsĆ­, solo cabe dar las gracias al Fonca por albergar a la Loca de la Casa, la ImaginaciĆ³n, madre de todas las artes.

Ahora el Fonca se verĆ” confinado en nuevo espacio, segĆŗn necesidades del momento y de la abarcadora Secretaria de Cultura.  El Fonca ā€“cuyo papel axial en el desarrollo de la alta cultura se ha visto desdeƱado pero no borradoā€“ muy probablemente se vea orientado en un futuro cercano hacia la cultura popular, legitimada esta con criterios similares a los que alientan tantos espectĆ”culos deportivos.

Este asalto a la alta cultura (Āæpor desdĆ©n o menosprecio de su innegable estatura?) pasa ya a engrosar la enorme lista de desapariciones que padece nuestro paĆ­s en tantos renglones.

                                                                                                                     JosĆ© Luis Rivas

 

Termina el Fonca, un proyecto Ćŗnico a nivel internacional, que deja como saldo generaciones esplĆ©ndidas de escritores, cineastas, arquitectos, artistas plĆ”sticos, mĆŗsicos, dramaturgos… Imperfecto, sin duda, pero mĆ”s por las omisiones que por los estĆ­mulos que otorgĆ³.

Consuelo SƔizar

 

ĀæQuĆ© es lo que hay en juego? Proyectos contra planes. Voces. Articulaciones. Comunidades. Puntos de vista. Conocimientos. Resistencias. Arte. Riqueza. Goce. Ciencia. InvestigaciĆ³n. PreservaciĆ³n. TranslaciĆ³n. Ocio. Portales. Apertura. Tiempo. Otrxs. La posibilidad de la crĆ­tica, la duda, la horizontalidad, lo mĆŗltiple. Lo inesperado. Lo original. Lo Ćŗnico. Lo no-binario. Lo nuevo. Lo heterodoxo. Lo herĆ©tico. Estas muchas cosas no pueden complacer a alguien empeƱado en su propia particularidad, una particularidad tan enclaustrada que lo hace creerse el Ćŗnico ser que siente y sabe en la realidad y que, como todo ente, complejo o no, que sĆ³lo mira a su propia conservaciĆ³n, prefiere su propia disoluciĆ³n a modificar en lo mĆ”s mĆ­nimo sus ideas, prejuicios y comportamientos, puesto que se ha vedado a sĆ­ mismo el aprender. ĀæA quĆ© aprender si ya es la vĆ­ctima perfecta?  O lo serĆ­a si no fuera porque esta vĆ­ctima es vengativa.

Pablo Soler Frost

 

Una vez tuve el privilegio de acceder a una beca del Fonca, en el perĆ­odo 2011-2012. No digo ā€œprivilegioā€ de manera casual. Me sentĆ­ (me siento) privilegiado por haber accedido a la beca con una convocatoria abierta, imparcial, debidamente reglamentada. No tuve que estudiar en X facultad, ni ser amigo de fulano, asistir al taller de mengano, elogiar los libros de zutano o llamar repetidas veces a la puerta de perengano. Simplemente llenĆ© la solicitud, preparĆ© un proyecto y accedĆ­ al programa JĆ³venes Creadores. AsĆ­ de simple. AsĆ­ de transparente. ĀæY cĆ³mo no sentirme privilegiado por recibir cada mes puntualmente el depĆ³sito de mi beca? Pude dejar un empleo administrativo que me mataba el espĆ­ritu y, durante el tiempo que durĆ³ la beca y algunos aƱos mĆ”s, dedicarme a escribir y al mismo tiempo a la crianza de mis dos pequeƱos hijos, privilegio al que no podrĆ” acceder jamĆ”s la mayorĆ­a de los varones de este paĆ­s.

Mi beca fue el inicio de una cadena afortunada de ā€œprivilegiosā€: el privilegio de mi profesionalizaciĆ³n como escritor, de la mano diestra de mis tutores en el programa de JĆ³venes Creadores; el privilegio de dedicarme a la escritura, sueƱo perseguido desde la infancia; el privilegio de escribir con ayuda de la beca el libro que ganĆ³ el Premio Aguascalientes en 2017, y con ello el privilegio de algunas oportunidades de trabajo a las que no habrĆ­a podido acceder de otra manera, pues, como he dicho mĆ”s arriba, no soy amigo de X, ni he alabado el trabajo de Y, ni he tocado a la puerta de Z. Aparte de mi carrera universitaria (otro tipo de privilegio del que no hablaremos), el grueso de mi capital cultural lo debo de alguna manera al Fonca.

HablarĆ­a tambiĆ©n de mis privilegios econĆ³micos, de cĆ³mo mi capital cultural me permitiĆ³ un buen dĆ­a acumular recursos y liquidar mi hipoteca, comprarle a mi suegra una silla de ruedas y practicarme una endodoncia. Pero es de poco gusto hablar de dinero. AdemĆ”s, no quiero despertar la sospecha de que en los Ćŗltimos aƱos he acumulado lujos materiales, como el escĆ”ndalo de una casa propia y una dentadura sana.

No sĆ© si he retribuido a la sociedad mis privilegios. Pero he hecho algunas cuentas, una suerte de balance de costo-beneficio para calmar el escozor de mi conciencia. Se ha beneficiado mi familia, obvio. Acaso tambiĆ©n mis lectores (si mis libros les gustaron). SĆŗmense aquĆ­ los asistentes de los talleres literarios que he coordinado; varias decenas de personas. En tĆ©rminos cuantitativos, quizĆ” la mayor retribuciĆ³n radica en mis estudiantes. Gracias al Fonca pude dejar un mal empleo y conseguir otro mucho mĆ”s acorde con mis capacidades: he dado clases de comunicaciĆ³n a unos 600 alumnos, a quienes tengo la fortuna de compartir mi experiencia de escritor. Por cierto que la instituciĆ³n donde doy cĆ”tedra es la universidad que en Monterrey preside el ingeniero Alfonso Romo, hombre a quien admiro, actual Jefe de la Oficina de la Presidencia de la RepĆŗblica.

Renato Tinajero

 

Cuando comenzaba a escribir para medios impresos se me ocurriĆ³ quejarme con Huberto Batis, el entonces director del suplemento SĆ”bado y subdirector del periĆ³dico unomĆ”suno, de lo poco que nos pagaban las colaboraciones. Huberto, a quien le debo mi formaciĆ³n profesional, me respondiĆ³: ā€œSolo a un loco se le ocurre pensar que se puede vivir de estoā€. Y tenĆ­a toda la razĆ³n. Dedicarse a la literatura de tiempo completo y tener la ilusiĆ³n de comer tres veces al dĆ­a o pagar renta y vestirse era una locura. Para algunos de nosotros todo cambiĆ³ con la creaciĆ³n de un fondo que respondĆ­a a esa locura y que ofrecĆ­a becas a jĆ³venes escritores y artistas para estimular la creaciĆ³n, asĆ­ como un sistema que recompensaba a creadores formados. Para los escritores era casi impensable vivir de colaboraciĆ³n en colaboraciĆ³n: aĆŗn teniendo Ć©xito, publicando regularmente en periĆ³dicos y revistas e incluso libros, era y es muy difĆ­cil mantenerse Ćŗnicamente de ese trabajo.

La de por sĆ­ precaria condiciĆ³n de los escritores que buscĆ”bamos publicar por pasiĆ³n pero tambiĆ©n por necesidad se complicĆ³ aĆŗn mĆ”s con la popularizaciĆ³n de internet y la paulatina desapariciĆ³n de medios impresos, los cuales iban siendo sustituidos por espacios en lĆ­nea que rara vez ofrecĆ­an un honorario. Obtener una beca para jĆ³venes creadores del Fonca se convirtiĆ³ en un estĆ­mulo que ademĆ”s del incentivo econĆ³mico, representaba la formaciĆ³n de comunidades y creaciĆ³n de vĆ­nculos entre creadores de toda la repĆŗblica, lo que a la larga resultaba mĆ”s importante que el dinero.

Para alguien como yo, que no tenĆ­a vĆ­nculos con el mundo de las letras, la beca fue la oportunidad para conocer colegas y tutores. He obtenido el apoyo en el Sistema Nacional de Creadores en tres ocasiones. En los gobiernos del PRI, del PAN y de Morena, estos estĆ­mulos nunca fueron usados para condicionar mi obra, cuestionar mis declaraciones pĆŗblicas, ni interferir en mis decisiones creativas o polĆ­ticas.

Cuando comencĆ© a escribir, la literatura mexicana parecĆ­a un tanto Ć”rida. En el cine vivĆ­amos una era de devastaciĆ³n y de una alarmante pobreza de propuestas. Lo mismo sucedĆ­a en mayor o menor grado en las demĆ”s artes. El Fonca fue transformado eso, creando redes multidisciplinarias y dando lugar a nuevas bĆŗsquedas. No es una casualidad que poco despuĆ©s de que se creara esta instituciĆ³n numerosos escritores mexicanos comenzaron a recibir reconocimientos, ganar premios internacionales y a ser traducidos en otros idiomas. No todos los que tuvieron este Ć©xito han recibido los estĆ­mulos, pero una buena parte sĆ­. Asimismo, creadores que no habĆ­an recibido las becas tambiĆ©n se beneficiaron de una atmĆ³sfera mĆ”s propensa para la creaciĆ³n.

Valeria Luiselli, Jorge Volpi, Guillermo Fadanelli, Antonio OrtuƱo, Ɓlvaro Enrigue y Fernanda Melchor son tan sĆ³lo los primeros nombres que me vienen a la cabeza de colegas escritores que obtuvieron el apoyo del Fonca y que se han ganado un lugar en la literatura mundial representando a las letras mexicanas.

Naief Yehya

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