Libros con dibujos. El nuevo libro de Pepe Serrano, de mis escritores vivos preferidos. En realidad tiene dos novedades recientes, Un viernes soleado (ilustraciones de Raquel Samitier) y El hipnotizador de zapatos (ilustraciones de Ernesto Navarro). De entre sus libros, me encanta El asombroso viaje de la voz del señor Bianchi. Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez paloñeco, de Vojtech Masek e ilustraciones de Chrudos Valousek (Barret). Y uno que no he leído pero que compré para leer con mis hijos –pero no se puede competir con la saga de Garrapata–: La familia animal, de Randall Jarrell, con ilustraciones de Maurice Sendak (Ediciones Ekaré).
Libros con letra. Cuchillo. Meditaciones tras un intento de asesinato, de Salman Rushdie (Random House), es un libro sobre amor, amistad y literatura. Rushdie cuenta el ataque que sufrió en Nueva York, treinta años después de que el ayatolá Jomeini dictara una fetua sobre él. Recibió quince puñaladas que lo mantuvieron entre la vida y la muerte varios días. Hay reflexiones acerca de lo sobrenatural en sus libros y búsqueda de las casualidades que llevaron al ataque y su recuperación. La muerte de Paul Auster me puso triste sobre todo por Rushdie: ha enterrado a muchos amigos.
Un leitmotiv involuntario. Me he dado cuenta de que he leído varios libros en los que se cuenta un abuso pero quien lo cuenta se rebela a que el abuso y su relato sea donde resida su identidad o su singularidad. Pienso sobre todo en Dos o tres cosas que tengo claras (Errata Naturae), de Dorothy Allison, que es un libro que nació para ser leído por ella en teatros y en Ocho (Chai editora), de Amy Fusselman, del que he escrito hace poco. El asunto aparece en Caja 19, de Claire-Louise Bennett (Malas Tierras), entre otras muchas cosas. La narradora de Caja 19 no tiene nombre; a través de capítulos de diferente extensión la acompañamos en el recuerdo y repaso de su relación con los libros: lectura y escritura discurren por la misma vía. La novela es algo así como una investigación sobre el origen del impulso de la escritura en la narradora y es también una novela posposmoderna: no es una novela clásica de trama, tampoco una ficción pura ni una novela novela, es una novela a la que en cuanto le abres las tripas te escupe ensayos.
Insisto, perdón. Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida, de Yiyun Li (Chai editora), y algo que he dicho tanto que ya me da vergüenza decir: Annie Ernaux. Cabaret Voltaire ha publicado su segunda novela, Lo que dicen o nada.
Libro corto sin (casi) dibujos. Mi propiedad privada, de Mary Ruefle (Kriller 71), este es buenísimo y no tiene dibujos. Por qué Perec, de Kim Nguyen Baraldi (La uña rota), con 236 razones por las que amar/leer a Perec. Es un libro perequiano sobre Perec y el dibujo está al final y es de Perec.
Escritora sobre escritora. Abeja furiosa de su miel. Retrato de Mercè Rodoreda, de Mercè Ibarz, es un libro ejemplar en tanto que retrato de escritor.
Un artefacto. La crítica literaria en los noventa, de Miguel Alcázar, en La uña rota.
Aciertos (o como decía una editora en la carta promocional de un libro, “regalo ganador”). La revelación, de A. M. Homes (Anagrama); los cuentos de Alice Munro (Lumen), los de Cynthia Ozick (Lumen), los de Grace Paley (Anagrama), los de Bonnie Jo Campbell (Dirty Works), los de Deborah Eisenberg (Chai editora).