Foto: Oliver Berg/DPA via ZUMA Press

Visiones desde la cuarentena: Colonia

Frente al Covid-19, el gobierno alemĆ”n parece apegarse a la nociĆ³n de que el mejor gobierno, como afirmĆ³ Goethe, "es el que nos enseƱa a gobernarnos a nosotros mismos". Reunimos en esta serie testimonios de la cuarentena mĆ”s extensa de la historia.
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La libertad en tiempos de la pandemia

Han pasado mĆ”s de tres semanas desde la Ćŗltima vez que fui a mi oficina y me despedĆ­ de mis compaƱeros de trabajo. Tras doce aƱos de vivir en Colonia ya tengo interiorizado que despedirse diariamente de todos los colegas es un ritual normal y obligatorio en Alemania, pero aquel dĆ­a fue una experiencia diferente. Lo hicimos alejados y con una sensaciĆ³n agridulce, porque sabĆ­amos que habĆ­a cierta probabilidad de que ese fuera el Ćŗltimo adiĆ³s. Y no era exagerado pensarlo, ya que Alemania es el quinto paĆ­s con mayor nĆŗmero de contagios del Covid-19.

Ese mismo dƭa, caminando hacia el supermercado alrededor de las 9 de la noche, escuchƩ que la gente salƭa a sus balcones a aplaudir como un tributo a todos aquellos que se ven obligados a salir a la calle para mantener a la sociedad alemana funcionando. En ese instante me percatƩ de lo que me esperaba en los siguientes dƭas de cuarentena en casa.

A diferencia de otros paĆ­ses europeos, en Alemania no se ha declarado un confinamiento obligatorio a nivel nacional sino algo que en alemĆ”n se conoce como Kontaktverbot, es decir, prohibiciĆ³n de entrar en contacto, que es un llamamiento de las autoridades alemanas a evitar el contacto social sin restringir la libertad de las personas de salir a la calle.

En Colonia, la cuarta ciudad mĆ”s poblada de Alemania, las reuniones pĆŗblicas o privadas de mĆ”s de dos individuos estĆ”n estrictamente prohibidas y las personas Ćŗnicamente tienen permiso de salir de compras, ir al mĆ©dico o al trabajo, pasear, reunirse con un amigo en la calle o realizar alguna actividad deportiva, siempre y cuando mantengan una distancia de metro y medio entre ellas.

Recientemente se extendieron las restricciones al contacto social hasta el 3 de mayo, aunque tambiĆ©n se consensuaron los lineamientos para que los estados federados de Alemania puedan reactivar progresivamente el comercio y la vida pĆŗblica, y asĆ­ emprender un regreso paulatino a una relativa normalidad.

Cuando leĆ­ este reglamento por primera vez, me costĆ³ mucho trabajo pensar que la sociedad alemana lo cumplirĆ­a a rajatabla. Y es que Alemania fue aquel paĆ­s que en 1989 vio caer el Muro de BerlĆ­n y, con ello, dio pie a la victoria de la libertad a nivel mundial.

El debate pĆŗblico en Alemania durante la pandemia se ha centrado, como en el resto del mundo, en las medidas necesarias para rescatar la economĆ­a, que sufrirĆ” un duro revĆ©s con la recesiĆ³n. No obstante, las personas discuten simultĆ”neamente sobre el significado de esta cuarentena y la necesidad de que el Estado no viole ninguna de las libertades individuales de sus ciudadanos.

Hasta antes de que se declararan las restricciones a la libertad de reuniĆ³n, los ciudadanos salĆ­an a la calle a beber cerveza y a charlar con amigos. Incluso despuĆ©s de la restricciĆ³n, algunas personas de mi vecindario intentaron reunirse en grupos respetando el metro y medio de distancia. A todas ellas les durĆ³ poco el gusto, ya que la Oficina del Orden PĆŗblico les sugiriĆ³ respetar las nuevas normas y regresar a sus hogares lo antes posible

La libertad es el gran sĆ­mbolo que enaltece la cultura alemana y es fieramente defendida por cada alemĆ”n. La importancia de este tema obligĆ³ a la canciller Angela Merkel a declarar que ā€œentendĆ­a cuĆ”n invasivas eran las restricciones que la FederaciĆ³n y los Estados habĆ­an acordado en nuestras vidas, asĆ­ como el impacto que tendrĆ­an en tĆ©rminos de cĆ³mo nos vemos a nosotros mismos como una democracia.ā€ Merkel asegurĆ³ que ā€œestas eran prohibiciones que la RepĆŗblica Federal de Alemania nunca antes habĆ­a visto.ā€

La canciller agregĆ³, en ese mismo discurso, que para ella ā€œla libertad de trĆ”nsito y circulaciĆ³n es un derecho por el que se luchĆ³ fervientemente en el pasado y, por tanto, tales prohibiciones solo pueden justificarse si son absolutamente imperativas. Estas nunca deben decidirse a la ligera en una democracia y solo deben ser temporales, pero en este momento son profundamente necesarias para salvar vidas.ā€

Los alemanes se encuentran bajo el liderazgo de una mujer que creciĆ³ en la RepĆŗblica DemocrĆ”tica Alemana, donde viviĆ³ en carne propia la restricciĆ³n de sus libertades individuales. Ella entiende mejor que nadie por quĆ© debe rendir cuentas a sus gobernados, pero tambiĆ©n delega la responsabilidad que le corresponde a cada uno de los ciudadanos de respetar las normas e, incluso se atreve a decir que la evoluciĆ³n de la pandemia dependerĆ” de ā€œla solidaridad que seamos capaces de mostrarā€ como sociedad.

En este contexto, es relevante recordar a Goethe, que decĆ­a que ā€œcuando un hombre no se encuentra a sĆ­ mismo, no encuentra nadaā€ y, en este sentido, estaba convencido de que el mejor gobierno es ā€œel que nos enseƱa a gobernarnos a nosotros mismos.ā€

Esta cuarentena mundial significa una gran paradoja para todos los seres humanos, porque entre mĆ”s nos aislamos los unos de los otros, mĆ”s nos reencontramos con nosotros mismos. Descubrimos en el camino nuestro escenario interno de conciencia, que es el Ćŗnico lugar donde se gesta y es posible la libertad. Aprender a habitarnos en conciencia y responsabilizarnos de nuestra propia vida, para asĆ­ poder ofrecer lo mejor de nosotros mismos a la sociedad, es la mĆ”xima expresiĆ³n del libre albedrĆ­o. AsĆ­ parecen haberlo entendido las autoridades alemanas.

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es un periodista radicado en Colonia, Alemania.


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