Foto: Eyepix/Abaca via ZUMA Press

Visiones desde la cuarentena: Guadalajara (tercera entrega)

Una entrada de ánimo festivo a pesar de la infausta maldición que aqueja al país. Esta serie reúne testimonios y reflexiones de la cuarentena más extensa de la historia.
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La sonrisa del perdonavidas

A mis alumnas y alumnos del ITESO: aprendemos juntos.

 

Enero, febrero, cuarentena, diciembre (un meme)

Por demostrar que el reciente culto a la Virgen de Guadalupe tenía un claro origen prehispánico en el culto a la Tonantzin, fray Servando Teresa de Mier fue detenido y deportado a España. En la primera carta de fray Servando al doctor Juan Bautista Muñoz (cosmógrafo oficial de Indias durante el reinado de Carlos III, miembro de la Real Academia de la Historia, conocido por su ardua labor como fundador del Archivo General de Indias y autor de una Historia del Nuevo Mundo) sobre la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, fechada en San Pablo de Burgos en junio de 1797, se encuentra la famosa frase que todo mundo cita mal:

La bondad de VS [vuestra señoría] me concederá este desahogo, porque lo es grande hablar de su pleyto con quien lo entiende; y puede ser que VS. se divierta tambien, porque mi génio es festivo, el asunto trágico–cómico, y yo por no morir de pena si pienso sériamente en el exceso de mis males, los tomo y presento siempre por el lado que prestan al ridículo.

((Cartas del Doctor Fray Servando Teresa de Mier al cronista de Indias Doctor D. Juan Bautista Muños, sobre la tradición de Nuestra Señora de Guadalupe de México, escritas desde Burgos, ciudad de España, año de 1797, Monterrey, N.L.: Imprenta del Gobierno, 1887 (Colección Digital de la UANL).
))

Como el de fray Servando, con el debido respeto y salvando todas las proporciones, mi genio también es festivo, a pesar de la infausta maldición que aqueja al país: un gobierno que se mueve a sus anchas entre la vileza, la anacronía, la indolencia y la incompetencia, al que una pandemia indomable vino a desnudar de manera aún más vergonzosa.

 

La sonrisa

Y la sonrisa socarrona,
la sonrisa sobrada,

la insensible sonrisa
perdonavidas, la sonrisa
del que no entiende que no entiende
que no tiene de qué reírse,
que no tiene vergüenza,
que no tiene ni idea
de la ofensa infinita
de su sonrisa,
su asesina sonrisa
desalmada,
su sonrisita.

—Aurelio Asiain

 

Ahora y otros días

El editor Alberto García Ruvalcaba convoca a un amplio grupo de amigos a traducir poemas de Yehuda Amichai, el poeta judío que murió en Jerusalén en el año 2000. Traduje del inglés un poema difícil y hermoso, “But see now how exaggerated”, del que les daré cuenta más adelante. Lenguaje coloquial, preciso y entrañable, que me recordó el de otro poeta, estadounidense, Stephen Dunn, objeto también de un ejercicio de traducción colectiva bajo la coordinación de Alberto, y que resultó en la publicación del monumental Proyecto S.D. 2013–2017.

 

Buenos y malos martes los hay en todas partes

Me escribe mi amigo Juan Mascardi, periodista rosarino, y me pide un breve texto para Fundeu Argentina. Debo escoger un término o una palabra que la pandemia ha popularizado en los medios. Escogí “aplanar la curva” y escribí una primera versión que aquí corrijo y aumento:

Es difícil levantarse cada mañana y no enterarse de las ocurrencias, fanfarronadas y mentiras del omnipresente presidente López Obrador. De su irresponsabilidad y su evidente desconocimiento de lo que pasa en su propio país y en el mundo. “La fuerza del presidente no es de contagio, es fuerza moral”, dijo el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en una de las cansonas conferencias matutinas —las “mañaneras”, las llaman acá—, a propósito de las imprudentes declaraciones presidenciales a los pocos días de comenzada la pandemia: “No pasa nada, salgan, abrácense, vayan a las fondas, a comer con la familia”. “Este virus no es tan grave”. Incluso mordió a una niña en la mejilla —la imagen es odiosa—. De todo sabe y de todo opina este señor, que ha insultado ya a periodistas, a médicos, a ingenieros, a arquitectos, a empresarios y a científicos, abusivos neoliberales todos ellos.

Se ha negado —moralmente superior, como es— a untarse gel antibacterial en las manos y a usar el cubrebocas, así sea para dar un ejemplo a la ciudadanía. Siguió con sus giras tumultuosas besando y abrazando gente a lo largo y ancho del país. Él no se contagiará nunca, pues tiene amuletos que le ha dado la gente —el pueblo bueno— y que lo protegen de todo mal. Todos están equivocados, pues él siempre tiene otros datos —que nunca muestra— que contradicen las calificaciones a la baja de organismos nacionales y extranjeros respecto de nuestra economía. La pandemia, declaró el presidente hace unas semanas, “nos vino como anillo al dedo” para afianzar su Cuarta Transformación, y publicó en su portal oficial que va a “analizar la posibilidad de establecer un nuevo modelo económico, el reforzamiento de los principios y valores, así como la fraternidad universal y el reconocimiento a las culturas”, que “Aunque todavía resulte muy pronto para hacer el análisis sobre las causas y efectos de la pandemia de coronavirus, ya podemos adelantar algunas lecciones con ciertos fundamentos y palpables resultados”, sin dejar de lado, por supuesto, el “fortalecimiento de la familia y valores culturales, morales y espirituales”. Esto en medio de la nueva militarización del país. Quizá a esto se refería el secretario de Salud cuando dijo, en un lapsus escalofriante, que nos preparáramos para la “nueva mortalidad”.

“Tenemos la capacidad de dar cristiana, humana sepultura a todos los muertos”, dijo el presidente que no creía en la gravedad del virus. No obstante las crecientes cifras de contagiados y muertos, de la saturación de un sistema de salud que el presidente se encargó de desmantelar apenas llegó al poder, ahora dijo que “Ya falta poco para declarar que se domó la pandemia del Covid–19”, “Ya estamos en amarillo, a punto de pasar al verde”. Solo el presidente y sus funcionarios son optimistas, pues médicos y epidemiólogos señalan los riesgos de más contagios. “Viene un tiempo difícil. Afortunadamente hemos podido aplanar la curva de los infectados de los casos del coronavirus. […] Eso nos ayuda porque se redujo el contagio, se volvió horizontal, se aplastó la curva”. Vaya, lo dijo. El presidente es experto en aplanar las curvas de todas las gráficas que reprueban su desempeño, en redirigir la flecha cuando ésta apunta hacia abajo —o en equivocarse al presentar una gráfica para argumentar que en el “periodo neoliberal” la desigualdad aumentó: nadie le explicó que si el Índice de Gini disminuye la desigualdad es menor. La verdad es que los casos de covid–19 se duplican cada seis días, pero, por favor, “Que nadie se confunda, esto no quiere decir que es exactamente plana, lo que quiere decir es que habríamos tenido muchos más casos de no implementar medidas de mitigación”, dijo el subsecretario de Salud. O sea, no se aplanó tanto. Ni tantito, sino todo lo contrario.

 

Otros días vendrán

El Primer Beisbolista de la Nación y Gran Promotor de la Cultura Nacional recomienda usar solamente un par de zapatos, un cochecito, y comer arroz, frijoles, maíz. No suchi ni thai. Ni cocacola, agua puerca. Fuchi. Pues su programa de gobierno se resume en estas líneas henchidas de sabiduría milenaria:

La justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre, esa es la función del gobierno… Hasta los animalitos tienen sentimientos, ya está demostrado. Ni modo que se le diga a una mascota: a ver, vete a buscar tu alimento ¿no?, pues se les tiene que dar, ¿no?, su alimento” (29 de marzo de 2019).

Un pueblo bueno es un pueblo obediente, pobre, cristiano —no importa si algunos de sus distinguidos integrantes golpean mujeres —cuenten hasta diez— o asesinan a sus paisanos, ya tendrán la oportunidad de portarse bien.

 

La igualdad sin brillo de los días iguales (Pessoa)

Conversación sobre el fracaso de las ciencias sociales.

—Invirtieron hasta el alma en algo que otros veíamos que era una estupidez, y ni siquiera cuando les llega la lumbre a los aparejos pueden conectar causa con efecto, y decir “La cagamos de principio a fin”. No pueden hacerlo ante sus pares porque se les cae la cara de vergüenza, no pueden hacerlo en público porque los sacan del SNI…

—Están intoxicados de soberbia, de autosuficiencia. Pero siguen sorbiendo sopita de Wuhan a la Zizek. Miran de reojo a Noah Harari, a Pinker, a Diamond. En tanto no alcen la voz serán cómplices del desastre.

—Siguen enamorados de Foucault, de Laclau, de Butler.

—Sí… urge una actualización de las Imposturas intelectuales. Hace diez años le pregunté a Roger Bartra su opinión sobre Zizek, y esto me contestó:

A mí no me gusta nada este stalinista lacaniano que habla con ímpetu de misionero revelando una nueva religión. Su crítica a la caridad es facilona y tonta. No creo que las nuevas formas de capitalismo adopten la forma de la caridad. Soros ha sido su bestia negra, y además se ha dedicado a denostar las formas “revisionistas” y “reformistas” de la izquierda. Creo que es un merolico fraudulento que logra muchos adeptos en esa izquierda aterrada ante el fin de los viejos dogmas, y que encuentran en él una escapatoria a sus depresiones. Este tipo, en los setenta, formaba parte de un grupo de lacanianos en Liubliana y logró, gracias a sus influencias, un puesto en el Comité Central de la Liga de Comunistas Eslovenos, donde entre otras cosas escribía discursos para altos funcionarios. Aunque ha aparentado aires de disidente, fue en realidad el típico enchufado oportunista de los países socialistas.

 

Otro día (Jis)

Desde que llegó López Obrador al poder, Pemex, la empresa que lo obsesiona, ha perdido 31 mil pesos cada segundo, dice el economista Sergio Negrete en El Financiero. Para eso le arrebata el aguinaldo a los funcionarios del Gobierno Federal, le cierra las estancias infantiles a las madres trabajadoras, clausura los comedores comunitarios, escamotea las quimioterapias a los niños y pide cooperacha a becarios del SNI. El presidente es fiel a las obsesiones ideológicas que lo conformaron desde joven, cuando se afilió al viejo caudillismo nacionalista revolucionario.

En Milenio TV Carlos Marín entrevista a Manuel Bartlett, priista intachable. Dijo ahí el ejemplar funcionario que si el sol se oculta no hay energía solar, que si el viento deja de soplar no hay energía eólica.

 

Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón (Borges)

Ah, el difícil ejercicio de la oblicuidad: criticar a López Obrador sin mencionarlo por su nombre…

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(Torreón, 1956) es periodista, escritor, editor de la revista cultural Replicante y profesor del ITESO. Actualmente está enfrascado en la redacción de su primera novela.


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