Economía del socialismo y transición: vida y obra de János Kornai (1928-2021)

El gran economista húngaro, fallecido en octubre, fue un pionero en el análisis de la escasez, las economías socialistas y la transición a la economía de mercado.
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El famoso economista húngaro János Kornai nos ha dejado. Fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XX. Sufrió personalmente tanto el nazismo como el comunismo, los dos regímenes totalitarios del siglo XX. Como joven judío que creció en Budapest, perdió a su padre y a un hermano a manos de los nazis. Al igual que muchos jóvenes judíos de Europa Central que sobrevivieron al Holocausto, durante un par de años fue un partidario entusiasta  del comunismo, el archienemigo del nazismo. Al cabo de unos años se desilusionó, sobre todo al conocer las purgas estalinistas en Hungría a principios de los años cincuenta. En esa época era periodista.

Su tesis doctoral en economía, Overcentralization in Economic Administration, estaba llena de datos sobre los defectos de la planificación central y representó un soplo de aire fresco en el ambiente intelectual de la época. Defendió la tesis justo antes de la represión soviética de la revolución húngara de 1956. Su defensa contó con la asistencia de una gran multitud y fue uno de los acontecimientos intelectuales más importantes del año. Dada la notoriedad de su tesis doctoral, cuando llegó la represión, perdió su empleo en el Instituto de Economía (que más tarde sería un semillero de ideas sobre las reformas), fue interrogado y finalmente tuvo trabajos marginales, primero en la Oficina de Planificación de la Industria Ligera y más tarde en el Instituto de Investigación de la Industria Textil. 

En lugar de desanimarse o caer en el cinismo, utilizó el tiempo libre que tenía en estos trabajos oscuros para estudiar economía y conocer mejor la investigación económica que se practicaba en Occidente, al otro lado del Telón de Acero. Su trabajo sobre la planificación en dos niveles con Tamás Lipták se publicó en Econometrica y se convirtió en un artículo importante en la bibliografía sobre la economía de la planificación. Eso le valió el reconocimiento de los principales economistas de la época: Kenneth Arrow, Leonid Hurwicz, Tjalling Koopmans, Edmond Malinvaud y otros. Las autoridades húngaras, más liberales que otros regímenes comunistas, le permitieron incluso viajar a conferencias en Occidente, aunque bajo una fuerte supervisión de la policía secreta. 

En lugar de convertirse “simplemente” en el economista más importante de Europa Central y del Este (junto con el más veterano Leonid Kantorovich, el inventor de la programación lineal, que recibió el premio Nobel en 1975), escribió en 1971 un libro con el provocativo título de Anti-Equilibrium, que representaba una crítica exhaustiva de la relevancia de la teoría del equilibrio general, la joya de la corona de la teoría económica. También proponía añadir consideraciones relacionadas con la esfera informativa de la economía, desarrollando temas como la asimetría informativa, la negociación, las convenciones, las rutinas, las aspiraciones, temas que serían desarrollados posteriormente por otros economistas.

La tesis más elaborada de ese libro era que las economías capitalistas se encontraban en un constante estado de exceso de oferta (sobreproducción) mientras que las economías de planificación centralizada se encontraban en un constante estado de exceso de demanda (escasez), y dibujó con minucioso detalle todas las implicaciones de este análisis. Recuerdo que planteé argumentos de su libro en mi clase de equilibrio general en la universidad, seguramente molestando al profesor. Olivier Blanchard me contó que había tenido una experiencia similar. El libro de Kornai era muy popular entre los jóvenes economistas rebeldes que querían cambiar el mundo.

En 1980, apareció su obra magna, Economics of shortage. Mientras que sus anteriores trabajos sobre la economía de la planificación eran sobre todo teóricos (toda esa bibliografía estaba muy alejada de cómo se hacía la planificación en la realidad), este fue el primer libro que proponía un análisis sistemático y potente sobre el funcionamiento real de la economía socialista en la práctica. Partiendo del concepto de la restricción presupuestaria blanda (las empresas estatales de las economías socialistas que daban pérdidas nunca cerraban), explicaba que eso conducía a un aumento de la demanda por parte de las empresas, lo que hacía que apenas respondieran a las variaciones de los precios. Ese aumento de la demanda provocaba una escasez generalizada que influyó profundamente en el comportamiento de los gestores de las empresas, los consumidores y los planificadores. 

Ningún libro había analizado los efectos de la escasez de forma tan exhaustiva a lo largo de cientos de páginas. Su análisis se repitió de forma aún más exhaustiva en The socialist system: The political economy of communism, de 1992, donde pudo escribir sin recurrir a la autocensura y explicar con claridad el papel del Partido Comunista en la configuración institucional de la economía socialista. 

Cuando el Muro de Berlín cayó y los regímenes comunistas se derrumbaron uno tras otro a finales de 1989, Kornai escribió un breve libro, The road to a free economy, en el que esbozaba un programa claro para la transición económica hacia la economía de mercado. Como muchos otros economistas, entre los que me incluyo, se oponía a la privatización masiva y era partidario de un desarrollo orgánico del sector privado. La mayoría de sus opiniones sobre la transición resultaron ser correctas. 

Seguía escribiendo influyentes artículos sobre la transición y las reformas a sus noventa años, aunque su salud se fuera deteriorando. Hace dos años causó sensación al expresar su arrepentimiento por haber aconsejado al régimen comunista chino que creara un “Frankenstein”, es decir, una economía capitalista de gran éxito bajo un régimen comunista que representa la amenaza más importante para la libertad en el mundo actual, debido a su creciente fuerza y ambiciones hegemónicas. 

A lo largo del proceso de transición, siempre insistió en sus “preferencias lexicográficas”: la libertad, los derechos humanos y la democracia están por encima del crecimiento económico y el bienestar material. Después de haber vivido el nazismo y el comunismo, le entristecía ver al final de su vida que la democracia estaba siendo desmantelada por el régimen de Orbán en Hungría. 

A diferencia de muchos buenos amigos míos, especialmente coautores como Yingyi Qian y Chenggang Xu, nunca fui su alumno, pero sus libros tuvieron, y siguen teniendo, una profunda influencia en mi pensamiento como economista. La primera vez que lo conocí en persona, era estudiante de posgrado y él era presidente de la Asociación Económica Europea en 1987. No hace falta decir que me sentía muy intimidado por él y que tuve que reunir mucho valor para acercarme a él.

Tuve la suerte de pasar un mes en 1992 en el Collegium Budapest, donde pudimos hablar más sobre la transición. Cuando se jubiló de Harvard en 2002, vino con su maravillosa esposa Zsuzsa a verme a Berkeley en una “gira de despedida” que estaba haciendo por las universidades estadounidenses. Mantuvimos un contacto estrecho, y escribimos un artículo junto con Eric Maskin para el Journal of Economic Literature, en el que analizábamos la bibliografía sobre la restricción presupuestaria blanda.

En 1999, la Fundación Nobel nos pidió a Olivier Blanchard y a mí que organizáramos un simposio sobre la economía de la transición. Kornai era, por supuesto, la estrella. A menudo, estos simposios se consideran el preámbulo de un premio Nobel. No fue así, a pesar de que el nombre de Kornai flotó durante décadas como posible ganador del premio Nobel de economía por su trabajo sobre la economía socialista. 

Me encantó poder verle muchas veces en su apartamento de Buda, con vistas al Danubio, y de comer juntos en Óbuda, en Sipos, uno de sus restaurantes favoritos. Amaba intensamente su país y tenía profundas raíces en Hungría. Aunque su inglés era impecable, siempre prefirió escribir primero sus libros y artículos en húngaro. Gracias a él descubrí a Imre Kertész y a otros escritores húngaros a los que admiraba. Ya no está entre nosotros, pero seguirá inspirándome, así como a muchos otros investigadores. ¡Un verdadero héroe intelectual!

Publicado originalmente en Voxeu.

Traducción del inglés de Daniel Gascón.

Gérard Roland
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