El plan contra el virus de Atrapado en el tiempo

Detener el reloj y el calendario hasta que la crisis del coronavirus pase no es la solución y además es imposible: la economía no está totalmente cerrada.
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Leo en Marginal Revolution sobre una idea muy inteligente de Scott Ellison:

Propongo detener el tiempo de manera transitoria. Esto significa que la fecha actual, el 17 de marzo, siga siendo la fecha actual hasta nuevo aviso. Significa también que todo lo que ocurre en el tiempo (fechas de vencimiento de hipotecas, nóminas, reservas de viajes, operaciones bursátiles, contratos, conciertos, acontecimientos deportivos) paren. También significa que todos esos acontecimientos sigan apuntados, y continúen como estaba previsto en cuanto se retome el tiempo.

Señalé que “el reloj de la deuda sigue funcionando cuando la economía se cierra” como problema central, pero no fui tan lejos como para aconsejar esta solución simple. (Y tampoco lo hago ahora, sigue leyendo.)

El problema central es un problema de coordinación. A debe dinero a B. A está cerrado y no puede pagar. B lo entiende y podría esperar hasta que terminase la crisis. Pero B debe dinero a C, así que no puede esperar. Y así sucesivamente. Es como el cambio de hora. Podríamos decidir de manera individual trasladar las cosas una hora antes en primavera, pero sobre todo A quiere ir al trabajo cuando B esté allí. Hay muchos problemas de coordinación de este tipo, y una función útil del gobierno es resolverlos.

Pero la economía no está totalmente cerrada. La comida y la medicina tienen que seguir en marcha, y hay que pagarlas. Si literalmente suspendiéramos todos los pagos, cerrando los cajeros automáticos y los salarios del 80% o así que conservarán los trabajos, crearíamos un desastre enloquecido. Algunos relojes se paran y otros no y tienes una catástrofe entre manos.

Así que, aunque es una metáfora útil y una guía para un problema central, no es una solución práctica. Una economía se parece mucho a un humano. Podemos dormir, pero no podemos congelar el reloj, parar del todo y empezar de nuevo.

Creo que es una metáfora de aplazamientos, y podemos ver una pista en lo que el gobierno ya está haciendo: detener los desahucios, instar a los bancos a no reclamar los préstamos, por ejemplo. El aplazamiento de la deuda en crisis es una vieja tradición. Los tribunales más o menos cierran, y deciden rápidamente qué facturas y contratos se cumplirán de inmediato y cuáles no. Esto, sin embargo, se para en algún sitio y acaba perjudicando a C y D. Normalmente significa una transferencia de quien entrase en la crisis no inmensamente apalancado a quienes sí.

De nuevo pienso en Graham Allison para recordar lo que sucede. Las burocracias no pueden innovar mucho en una crisis. Solo tienen las opciones que han ensayado. Nuestro gobierno ha ensayado una repetición del estímulo y rescate de 2008, y eso es lo que obtiene sobre todo, aunque un virus y un cierre ordenado por el gobierno son un problema muy distinto a una crisis bancaria. Añadir cláusulas de aplazamiento ex post a gran parte de los contratos de deuda y pagos –pero no todos– es buena idea, pero necesita mucho más que la declaración del presidente diciendo que han parado.

Pero no tires tus ideas inteligentes. Después, nuestro trabajo como economistas es escribir el manual de estrategia para la próxima vez. Habrá una próxima vez. Hagamos algo mejor que el desastre de los rescates, la regulación Dodd Frank, los tests de estrés, la regulación macroprudencial, QE y lo que sigue estando en el manual de estrategia que quedó tras 2008.

 

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Actualización: por qué las burocracias no pueden innovar en una crisis: “Llevo una semana trabajando con un equipo en un proyecto de producción de máscaras N95. Acabo de hablar por teléfono con el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional. Nos han dicho que tardarán un mínimo de 45 días, aunque es probable que alcance los 90 días, en aprobar una nueva instalación para la producción de nuevas máscaras. Va a morir mucha gente.”

 

Publicado originalmente en Grumpy Economist.

 

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John Cochrane es senior fellow en la Hoover Institution de Stanford.


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