III parte: Peso político de los sindicatos

El peso político de los sindicatos es tan poderoso que su voto puede ser la diferencia entre ganar o perder una elección y eso ha generado un círculo vicioso.
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El peso político de los sindicatos es tan poderoso que su voto puede ser la diferencia entre ganar o perder una elección y eso ha generado un círculo vicioso. Los sindicatos son capaces de poner legisladores en las cámaras estatales y lograr votos a favor de incrementos en impuestos que van a financiar mayor gasto en sueldos y prestaciones de burócratas. Scott Walker, el gobernador republicano de Wisconsin, señala que el incremento en los impuestos se convierte en fondos para las campañas del Partido Demócrata, permitiendo en el camino, una mayor remuneración del burócrata que tiene que cubrir su cuota sindical en forma obligatoria.

En el sector privado los niveles de sindicalización en Estados Unidos han ido a la baja. Ahora solo el 7% de los trabajadores pertenecen a un sindicato contra el 33% que se encontraba sindicalizado en los años cuarenta. En el sector público ha ocurrido exactamente lo contrario, al pasar 9.8% sindicalizados en los cuarenta al 36%. Me parece claro que la tendencia de los trabajadores privados es votar en contra de ser parte del sindicato porque perciben que estos no buscan beneficiar a los trabajadores en particular sino al propio sindicato. Prefieren quedarse con el dinero que iría a las cuotas sindicales, porque asumen que pagarlas acaba siendo una inversión poco beneficiosa.

En el caso de los trabajadores estatales, la sindicalización ha sido mayor, entre otros motivos, porque las cuotas sindicales son obligatorias aun para aquellos trabajadores que eligieron no ser parte del sindicato. Ahora el presidente Obama está intentando que el Congreso apruebe una ley, cínicamente, llamada “Elección libre de los empleados” “Employee Free Choice Act” que busca prohibir legalmente que en las empresas haya voto secreto en los procesos en lo que se decide si los trabajadores se van a sindicalizar. Los sindicatos quieren que el voto sea abierto y público ¿Puede usted pensar en alguna razón para pedir esto que no sea el tener la capacidad de presionar a quien vote en contra? El apoyo del presidente Obama a esta medida me parece un insulto a los principios de la democracia, más aun cuando proviene de un presidente que fue profesor de derecho constitucional.

Obama parece dispuesto a todo para ganar la gracia de los sindicatos. Incluso ha acogido prácticas proteccionistas que claramente agravan la situación económica del país. Desde 2008, algunos sindicatos se han opuesto a la firma de acuerdos comerciales con Panamá y Colombia. Mientras tanto, Colombia firmó acuerdos con Chile, Brasil, Canadá y Argentina, países cuyos productos agrícolas compiten con Estados Unidos. Las exportaciones agrícolas estadounidenses a Colombia se redujeron más de 70% entre 2008 y 2010.  Esta caída ha implicado que agricultores estadounidenses pierdan 700 millones de dólares. Un grupo de 19 congresistas prominentes ha firmado una carta para comunicarle al Sr. Obama la gravedad del retraso.Pero dado que el presidente busca la reelección en 2012, no tomará el riesgo de hacer enojar a su principal fuente de recursos. Sin embargo, sí firmará un acuerdo comercial con Corea, pues este cuenta con el respaldo del sindicato de trabajadores automotrices, la UAW.

La discusión sindical siempre es compleja, más porque los sindicatos no son una categoría homogénea. No puedo dejar de apreciar que en uno de los países más sindicalizados del mundo, Alemania, los sindicatos apoyaron las medidas para elevar la edad de retiro nacional a 68 años y apoyaron también el que las empresas automotrices alemanas trasladaran algunos procesos básicos de manufactura a países más baratos como Hungría. Su criterio fue que eso permitiría que el ingreso de los trabajadores alemanes creciera conforme se fueran especializando en labores donde agregan más valor. También haría más rentables a las empresas, liberando mayores recursos para capacitación y entrenamiento.

En el otro extremo, en países latinoamericanos muchos de los sindicatos más poderosos son los principales defensores de un status quo absurdo (¿Sabía que no se puede despedir a un trabajador de Pemex que trabaje en un yacimiento de petróleo que se haya agotado, ni se le puede forzar a transferirse a otro aún activo?), de derechos inmerecidos y de apuntalar la ineficiencia y la corrupción. En México, caso que conozco mejor, los líderes sindicales más visibles son mucho más ricos que la mayoría de los empresarios exitosos, y han hecho sus fortunas vendiendo a los trabajadores a los que se supone representan.

El centro de la discusión que atañe a los sindicatos de EUA y el resto del mundo debería atender las siguientes preguntas: ¿Qué hacen los sindicatos por los trabajadores? ¿Cómo se usan las cuotas sindicales? ¿Cómo son sus procesos de organización, elección y capacitación? ¿Cómo garantizan el ingreso de los trabajadores? ¿Cómo pueden incrementar la rentabilidad de la empresa y ser compensados por ello?

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Es columnista en el periódico Reforma.


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