Leyendo las cartas de David Ricardo

En su correspondencia, el economista inglรฉs muestra su preocupaciรณn por la distribuciรณn, pero considera que el crecimiento econรณmico estรก por encima de todo.
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Mientras redactaba el capรญtulo sobre Ricardo de mi prรณximo libro Through the lens of inequality, volvรญ a leer, y tambiรฉn leรญ muchas por primera vez, las cartas de Ricardo publicadas en los volรบmenes excelentemente editados (por Piero Sraffa y Maurice Dobb) y bellamente impresos y encuadernados de los escritos recopilados de Ricardo. Las cartas de Ricardo ocupan cuatro volรบmenes y abarcan desde 1810 hasta 1823, aรฑo de su muerte. La ediciรณn de Sraffa y Dobb incluye tanto las cartas escritas por Ricardo como las que recibiรณ, con una anotaciรณn muy รบtil sobre quรฉ carta responde a cuรกl, de modo que la correspondencia puede seguirse fรกcilmente. Las cartas no estรกn corregidas en cuanto a errores ortogrรกficos u ortotipogrรกficos.

Se han citado a menudo las cartas intercambiadas entre Ricardo y Malthus, pero no tanto las que mantuvo con James Mill, John Ramsey McCulloch y Hutches Trower. Estas รบltimas son quizรก las mรกs interesantes y se publicaron en un volumen aparte que contiene solo las cartas de Ricardo. Trower era el amigo de Ricardo en el mundo de los negocios, de la bolsa, donde Ricardo hizo su enorme fortuna antes de decidir dedicar mรกs tiempo a otras actividades, entre ellas la economรญa polรญtica y la polรญtica (llegรณ a ser diputado, al comprar el escaรฑo en 1818, y permaneciรณ en el Parlamento hasta su muerte).

Las cartas solo tratan puntualmente de asuntos personales mundanos; prรกcticamente todas son discusiones sobre asuntos econรณmicos y polรญticos. Gran parte del espacio lo ocupa la discusiรณn de la teorรญa del valor o la bรบsqueda de una mercancรญa de valor inmutable, de manera que todos los demรกs precios pudieran reflejarse en ella. Ricardo critica con acierto a Malthus, que decidiรณ que tal patrรณn de valor debรญa ser el promedio del nivel de los salarios y del precio del maรญz. Sabemos que esta bรบsqueda de un patrรณn de valor inmutable condujo finalmente a la โ€œmercancรญa estรกndarโ€ de Sraffa. Algunas de las cartas de Ricardo que tratan de ello son muy difรญciles de leer, y hacen que Principios, que tambiรฉn es en parte excesivamente abstracto y seco, parezca fรกcil en comparaciรณn.

Pero tambiรฉn hay algunas partes mรกs ligeras: โ€œnuestros prรญncipes no se han abstenido de casarse por la consideraciรณn del control prudencial de Malthus, y por el temor de producir una poblaciรณn real redundante. Si lo hubieran hecho, ahora estarรญan actuando por motivos diferentes y podrรญamos esperar que a la gran demanda de infantes reales le siguiera una oferta tan amplia como para provocar un excesoโ€. (Carta a Trower, 10 de diciembre de 1817).  

Me parece muy interesante la discusiรณn de Ricardo sobre las Poor Laws. Como es bien sabido, Ricardo estaba a favor de la aboliciรณn de las Poor Laws por considerar que, al dar derecho a los pobres a una asistencia indefinida, fomentaban la ociosidad y, coincidiendo en parte con Malthus, el comportamiento impropio de las clases bajas, que podรญan casarse antes y tener mรกs hijos que de otro modo. Hay todavรญa una diferencia perceptible en el tono entre Malthus y Ricardo, aunque ambos estaban en contra de las Poor Laws. Mientras que Ricardo expresa su simpatรญa por los pobres y, hasta cierto punto, cree que pueden estar, a largo plazo, mejor sin las Poor Laws, Malthus muestra un desprecio casi indisimulado, y quizรกs incluso odio, por las clases bajas.

Creo que se podrรญa argumentar que el rechazo de Ricardo a las Poor Laws y su defensa de los capitalistas (frente a los terratenientes) tienen el mismo origen: la visiรณn de Ricardo de la economรญa polรญtica como preeminentemente preocupada por el crecimiento econรณmico. Al principio resulta extraรฑo pensar que la persona que escribiรณ en la primera pรกgina de los Principios que el problema mรกs importante de la economรญa polรญtica es el de la distribuciรณn, sea un defensor del crecimiento econรณmico por encima de todo. Pero, como escribo en mi capรญtulo, esto no es sorprendente si uno se da cuenta de que para Ricardo el cambio en la distribuciรณn, es decir, menores ingresos para los terratenientes y mayores ingresos para los capitalistas, era precisamente la condiciรณn indispensable para el crecimiento econรณmico. Solo se considera a los capitalistas como agentes activos del cambio, ya que todas las inversiones proceden de los beneficios.

Del mismo modo, creo que se podrรญa argumentar que un gasto elevado en los pobres (lo que hoy llamarรญamos un gasto elevado en programas sociales) acabarรญa restando beneficios y obstaculizando el crecimiento econรณmico. Se puede reconocer fรกcilmente en estos puntos de vista la prescripciรณn polรญtica estรกndar de la derecha de hoy, pero creo que en Ricardo, que obviamente tuvo muchos continuadores de izquierda, desde Marx a los socialistas ricardianos y los neoricardianos de Sraffa, la posiciรณn pro-capitalista no estaba motivada por el interรฉs de clase, sino por el enfoque รบnico en el crecimiento econรณmico.

De hecho, cuando en una carta a Trower, Ricardo describe su gira continental por Europa en 1822 y su cena con Sismondi, el famoso subconsumista, esta preocupaciรณn por el crecimiento se hace patente. Ricardo escribe:

M. Sismondi, que ha publicado una obra sobre economรญa polรญtica y cuyos puntos de vista son bastante opuestos a los mรญos, estuvo de visita en la casa del Duque [de Broglie]… A pesar de mis diferencias con M. Sismondi sobre las doctrinas de la economรญa polรญtica, soy un gran admirador de su talento, y me impresionaron muy favorablemente sus modales. No esperaba, por lo que he visto de sus polรฉmicos escritos, encontrarme con un hombre tan honesto y agradable. El Sr. Sismondi adopta puntos de vista amplios, y estรก sinceramente deseoso de establecer los principios que considera mรกs conducentes a la felicidad de la humanidad. Sostiene que la gran causa de la miseria de la mayor parte del pueblo en todos los paรญses es la desigual distribuciรณn de la propiedad, que tiende a embrutecer y degradar a las clases inferiores. La manera de elevar a los hombres, de evitar que entren en matrimonios desconsiderados, es darles propiedad y un interรฉs en el bienestar general; hasta aquรญ deberรญamos estar bastante de acuerdo, pero cuando sostiene que la abundancia de la producciรณn causada por la maquinaria, y por otros medios, es la causa de la distribuciรณn desigual de la propiedad, y que el fin que tiene en mente no puede lograrse mientras continรบe esta producciรณn abundante, creo que concibe el tema de manera totalmente errรณnea, y no logra mostrar la conexiรณn de sus premisas con sus conclusiones. (Carta a Trower, 14 de diciembre de 1822, pp. 195-96).

Me gustarรญa terminar con dos observaciones hechas de pasada por Ricardo que, cuando se โ€œdesentraรฑanโ€, estรกn llenas de sentido y resultan profundamente contemporรกneas. La primera la hace en relaciรณn con la Historia de la India de James Mill, que este estaba escribiendo durante el perรญodo de correspondencia. (Por cierto, James Mill, que tenรญa la misma edad que Ricardo, aparece en las cartas como un anciano benรฉvolo de cuyo consejo infalible depende mucho Ricardo). En ellas, Ricardo reflexiona sobre nuestra incapacidad de llegar a comprender plenamente otras culturas, no porque sean irracionales ni porque no seamos lo suficientemente inteligentes, sino porque nuestra visiรณn del mundo estรก formada por nuestra experiencia, que puede ser totalmente diferente de la de las personas de otras culturas.

Por muy bien que hayamos examinado el fin al que deben tender todas nuestras leyes, sin embargo, cuando han de influir en las acciones de un pueblo diferente, tenemos que adquirir un conocimiento profundo de los hรกbitos peculiares, los prejuicios y los objetos de deseo de ese pueblo, lo cual es en sรญ mismo un conocimiento casi inalcanzable, pues estoy persuadido de que, a partir de nuestros propios hรกbitos y prejuicios peculiares, con frecuencia verรญamos estas cosas a travรฉs de un medio falso, y nuestro juicio se equivocarรญa en consecuencia. (Ricardo a James Mill, 9 de noviembre de 1817. p. 204.)

Esta penetrante observaciรณn deberรญa hacernos reflexionar, creo, cuando nos pronunciamos con demasiada facilidad sobre asuntos que no conocemos suficientemente o sobre culturas que solo conocemos superficialmente. (Uno puede, por supuesto, imaginar que la observaciรณn fue influenciada tambiรฉn por el propio pasado de Ricardo, el rechazo del judaรญsmo y el conflicto con sus padres).

La segunda nota se refiere al papel de la economรญa polรญtica. Ricardo escribe: โ€œLa economรญa polรญtica nos enseรฑarรญa a protegernos de cualquier otra repugnancia, pero la que surge del ascenso y la caรญda de los Estados, del progreso de las mejoras en otros paรญses distintos del nuestro y de los caprichos de la moda, contra eso no podemos protegernos.โ€ (Carta a Trower, 3 de octubre de 1820.)

Hay, dice, tres cambios exรณgenos que ni siquiera la mejor economรญa puede afrontar. El primero son los cambios polรญticos exรณgenos que afectan a los asuntos econรณmicos. Quรฉ mejor ejemplo que la guerra actual en Ucrania โ€“desde el punto de vista de la economรญa nacional, ya sea en Estados Unidos, Rusia, Ucrania o la Uniรณn Europeaโ€“, un choque totalmente exรณgeno con, sin embargo, enormes repercusiones econรณmicas.

El segundo choque exรณgeno es la llegada de nuevas tecnologรญas. Aquรญ, curiosamente, Ricardo parece decir que la exogeneidad se produce solo si el choque se genera externamente, es decir, viene del exterior. Podrรญa ser, por ejemplo, el desarrollo del caucho sintรฉtico en Alemania en la dรฉcada de 1910, o la revoluciรณn agrรญcola en Asia en la dรฉcada de 1960, o la invenciรณn del sistema just-in-time en Japรณn en la dรฉcada de 1980: todos fueron choques tecnolรณgicos exรณgenos para los productores estadounidenses. Pero al circunscribir la exogeneidad de la tecnologรญa solo al exterior, Ricardo parece decir que el desarrollo tecnolรณgico interno es endรณgeno, es decir, estรก determinado por los instrumentos de polรญtica interna (tipo de interรฉs, tipo de cambio, subvenciones e impuestos) y que la tecnologรญa no es un manรก del cielo sino el resultado de la gestiรณn econรณmica. Sin embargo, como no tenemos control sobre la gestiรณn econรณmica de los paรญses extranjeros, la evoluciรณn tecnolรณgica en ellos (que desde su punto de vista es endรณgena) nos parece exรณgena y, por tanto, algo que no podemos controlar.

El tercer elemento exรณgeno es โ€œel capricho de la modaโ€ o lo que en el โ€œeconomiquรฉsโ€ actual se llamarรญa โ€œcambio de preferenciasโ€. Por supuesto, este es un campo muy amplio. Podrรญa incluir muchas cosas, desde las modas ordinarias hasta un cambio en el gusto por trabajar muchas horas y ganar dinero. La todavรญa marginal pero creciente โ€œcultura de la retiradaโ€ que observamos en Japรณn y China puede ser uno de esos cambios de moda. Tambiรฉn allรญ, Ricardo tiene razรณn, la economรญa no puede hacer mucho. Si quiere estimular el crecimiento pero la gente estรก contenta con sus ingresos y solo desea trabajar menos, la polรญtica econรณmica serรก, al final, incapaz de cambiar eso.

Es a menudo en estas observaciones dispersas hechas en sus cartas donde podemos apreciar mejor al Ricardo hombre decente y gentil, y al Ricardo que no solo es uno de los fundadores de la economรญa polรญtica, sino que fue un pensador que reflexionรณ profundamente sobre los lรญmites del poder de la economรญa y de nuestro propio conocimiento.

Publicado originalmente en el blog del autor

Traducciรณn de Ricardo Dudda. 

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Branko Milanovic es economista. Su libro mรกs reciente en espaรฑol es "Miradas sobre la desigualdad. De la Revoluciรณn francesa al final de la guerra frรญa" (Taurus, 2024).


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