Un día, en un archivo fotográfico, me mostraron una imagen de principios del siglo XX, una escena de ciudad, en blanco y negro. ¿Qué oyes?, me preguntó la persona que me mostró la foto. Entendí el juego y contesté: el chillido del tranvía, voces de gente, cascos de caballos, vendedores, pájaros. Imaginé los sonidos de la foto silenciosa. Malva Flores hace lo mismo con las revistas. Recrea la conversación de la que nació determinado número de una revista. Conoce a sus colaboradores. Sabe datos de su fundación. Quién no se llevaba con quién. Ubica quién era el autor anónimo de tal columna. Sabe en qué momento salió este o entró aquel a cierta redacción. Distingue los diferentes hilos de la conversación en las que se fragua cada número de cualquier revista. Es una historiadora de la cultura. Una lectora apasionada de las revistas culturales que además las estudia, las sube organizadas en línea para ponerlas al alcance del público.
La vida de una revista es efímera. Muere con la aparición del nuevo número. Por eso el trabajo de Péndola es extraordinario. Porque pone de nuevo a circular esas conversaciones perdidas. La literatura se construye fundamentalmente a partir de la tradición. Péndola permite que nuevas generaciones conversen con generaciones del pasado, tendiendo puentes que por imaginativos son más valiosos. Malva Flores es la arquitecta de esos puentes. Es una polinizadora de la tradición de las revistas mexicanas modernas. Es poeta e historiadora de la cultura. Y directora de Péndola.
Péndola está por cumplir un año. ¿Qué es Péndola? ¿Una revista electrónica, un repositorio de revistas, un revistero? ¿Qué caracteriza a este sitio de internet?
Péndola es un revistero o –prefiero pensarlo así– un puesto de revistas gratuitas: un kiosko libre donde podemos acceder a distintos repositorios que albergan revistas literarias iberoamericanas del siglo XX (aunque estamos pensando ampliarlo al siglo XIX). También es un estante digital, pues contiene ya todos los números de la revista española Literradura y en los próximos meses estarán disponibles varias revistas más, ahora mexicanas: Cave Canem; Caos y, muy probablemente, la primera época de Cartapacios. Asimismo, y a partir de una investigación rigurosa sobre cada una de las revistas que incluye (27 a la fecha), es un sitio que ofrece datos esenciales de las publicaciones y de la trayectoria hemerográfica de sus protagonistas, pero también contiene ligas a libros, ensayos, artículos o tesis sobre distintas publicaciones periódicas.
Cuando lo imaginé, deseaba poner al alcance de cualquier persona con un dispositivo electrónico las revistas que más me emocionaban o aquellas que, sin quererlas particularmente, eran importantes para entender el desarrollo de la cultura de un país. Vivo en un lugar donde el acceso a las revistas es, digamos, precario. Cuando hice Viaje de Vuelta o Estrella de dos puntas, lloré amargas lágrimas porque era imposible que yo pudiera revisar revistas y suplementos sin ir a la Ciudad de México o contratar a alguien que me ayudara en esa labor.
El nivel de mi desesperación y la rabia que me producía observar que en otros países hispanoamericanos sí tenían amor por su legado cultural y hubieran hecho magníficos proyectos y repositorios de revistas, es el origen de Péndola. Quisiera que nadie tuviera que sufrir lo que yo padecí para hacer mi investigación. Además, deseo que la gente interesada advierta el mundo maravilloso de las revistas: encuentre temas de conversación, recuerde que la literatura, la historia, la política no nacieron hoy y que hay ejemplos extraordinarios de creación literaria o de pensamiento político en revistas que ya no revisamos. Te pongo un ejemplo: si lees Plural (la de Paz, por supuesto) o, incluso, Lunes de Revolución, el suplemento de Cabrera Infante, te vas a dar cuenta de que lo que hoy poetas y novelistas nos quieren vender como novedad, estaba ahí hace más de cincuenta años. Conversar con esa historia seguramente enriquecerá las creaciones literarias del futuro. Ni qué decir de la crítica política en Plural: nuestros problemas actuales también pueden verse bajo la luz de la crítica que entonces se hizo en la revista.
Péndola no favorece la creación de una comunidad, ya que carece de un centro organizador de las conversaciones que se puedan generar en relación a los materiales que ofreces. ¿Esa comunidad la intentas producir en las redes o es algo que está pensado para el futuro de Péndola?
Dado el amplísimo universo de las revistas literarias, Péndola es un sitio en permanente construcción, pues no solo incluimos nuevas publicaciones (aproximadamente dos por mes) sino que quincenalmente actualizamos algunas de sus secciones. Sin embargo, Péndola no solo es el sitio. Supone, asimismo, un importante programa de difusión y divulgación a través de sus distintas cuentas en redes sociales: X, Instagram y Facebook. Sé que nuestro número total de seguidores no es impresionante, pero a mí me habla del interés de las personas por acercarse a las revistas. Allí, en la redes, ha comenzado a establecerse alguna comunicación, a través de mensajes, que nos alientan mucho. Incluso, me han pedido que averigüe sobre revistas de las que nunca había oído mencionar y lo he hecho con mucho gusto. Para mí es muy importante esta relación con los lectores, porque académicamente hablando, el proyecto ha tenido una feliz bienvenida no solo en México o con investigadores o estudiantes mexicanos, sino de otras partes del mundo. Pero yo quiero que esa comunidad sea, sobre todo, de lectores. Para el futuro tengo muchas ideas, aunque poco tiempo. De todos modos, este año pienso que inauguraremos una colección de libros sobre revistas e intentaré obtener el ISSN digital para que sea, también, una revista y así se amplíe la conversación.
En el origen siempre está el verbo. ¿Cuál es tu recuerdo más hondo respecto a las revistas? ¿Cuál fue la primera revista literaria que tuviste en tus manos y pensaste: qué preciosa revista, quisiera escribir aquí?
Mentiría si dijera que desde niña revisé, tuve o aprecié las revistas literarias. A la casa de mi abuelo paterno llegaba, junto con el Excélsior, Plural, pero yo no la leía. Es curioso, pero poco antes de morir, mi abuelo me regaló la colección completa, encuadernada. Mi padre coleccionaba Vuelta, aunque no estaba de acuerdo con ella (pero eso lo supe mucho después). Yo utilizaba la revista para recortar algunos de sus títulos y pegarlos en mi diario. Recuerdo perfectamente que uno de ellos, que me parecía justo para describir la naturaleza de mis pensamientos fue: “La esperanza conduce más lejos que el terror”. Lo recorté y lo pegué como si fuera un mantra para mis aflicciones amorosas. Muchos años después supe que era un artículo de Ernst Jünger.
Así que no fueron las revistas mi primer amor, sino los suplementos, a los que llegué gracias a Huberto Batis que –increíblemente, pienso ahora– me permitió publicar ahí unos poemas horrorosos y por ese tiempo me dio la beca de crítica del INBA. Gracias a Batis comprendí la importancia de las revistas y los suplementos y me volví una recortadora compulsiva, aunque mis recortes ya no iban a parar a mi diario, sino a unas cajas enormes que aún conservo y que guardan mis afanes antologadores, pues cada domingo revisaba todos los suplementos y hacía expedientes por autor o por tema. Algo muy similar, por cierto, a lo que hago ahora todos los días al seleccionar la información para los posts en las redes.
Un día, un amigo de la facultad llegó a nuestra cita cargando el número 100 de Vuelta. Recuerdo perfectamente la portada, que mostraba solo los nombres de los autores y cada uno había sido impreso en distinto color; recuerdo hasta el color de la luz que en ese instante se filtró hasta las mesas de El Hijo del Cuervo. Me enamoré del amigo, de la revista y quise escribir ahí. Fue entonces cuando mi destino cambió.
¿Qué es lo que actualmente ofrece Péndola? ¿Cuáles son sus secciones?
Además de la información que publicamos en redes, el sitio se organiza en dos grandes apartados. El primero, “Plaza”, incluye el Kiosko (donde podemos acceder a las revistas); Nudos (que supone la investigación más ambiciosa del sitio, pues muestra la trayectoria hemerográfica de los miembros del directorio de cada revista y la actualizo permanentemente) y Redes (que es una recopilación de artículos sobre revistas publicadas en distintos medios y a las que ligamos para que el lector pueda acceder a ellos). El segundo es “República de las Letras”, e incluye Territorio (un mapa para acceder a las revistas por país); Definiciones (donde podemos leer algunas descripciones sobre esa república que ahora no está de moda, pero que yo quiero revivir) y Vida literaria (donde recogemos citas sobre la historia de las revistas, las pasiones y polémicas de sus miembros o algunos datos curiosos sobre ellas, siempre en boca de sus protagonistas).
Entiendo que tú financias la producción de este repositorio. ¿No has solicitado ayuda de instancias públicas o privadas? ¿Qué secciones nuevas se podrían agregar a Péndola?
Efectivamente, soy la única fuente de financiamiento de Péndola. No he solicitado auxilio económico de nadie por una razón muy sencilla: no sé hacerlo, pero he recibido ayudas muy generosas, no de dinero, sino de revistas, pues mis amigos y los miembros del Consejo Consultivo de Péndola me han enviado incluso cajas que atravesaron el mar o el país, cargadas de revistas. Eso me hace inmensamente dichosa, pero no hay día en que deje de ilusionarme con la aparición de un mecenas para que Péndola crezca y se puedan digitalizar muchas revistas (cosa que ahora hago yo) y se hagan libros y se convierta en una revista… es el sueño de la lecherita, porque creo que los mecenas ya no existen o yo no los conozco.
Otro asunto fundamental ha sido el apoyo de los miembros de su Consejo Editorial. Cuando los llamé a colaborar les dije que lo hacía –como la protagonista de Un tranvía llamado deseo– confiando en “la generosidad de los extraños”, que fue la forma que imaginé para impúdicamente pedirles que aceptaran ayudarme sin recibir pago por ello. Milenka Flores, Diana Hernández Suárez o Álvaro Ruiz Rodilla me han ayudado, bien difundiendo el trabajo en la academia o preparando alguna entrada de revista o algunos nudos. Y Jesús Quintero me auxilia permanentemente escribiendo parte de los posts que todos los días subimos a las redes y que es un trabajo pesadísimo.
Debo también gratitud a estudiantes y amigos que han colaborado con la página, sobre todo a Tomás de Aquino Carpio o Alejandro José Ramírez. No podría haber hecho nada, sin embargo, si no fuera por nuestro editor general, Sebastián Navarrete, que no sólo diseñó el logo o el sitio, sino que está al pendiente de todos los problemas que pueden surgir, amén de él mismo hacer la investigación y preparar entradas de revista y nudos de sus colaboradores. En un principio, él y yo lo hicimos todo, pero él logró que fuera un sitio ágil y, desde mi juicio, hermoso. Hacia el futuro, además de los libros, me gustaría incluir una sección de revistas de divulgación científica (algo que me fascina y que, al menos en México, no se ha hecho con regularidad); también quisiéramos hacer una sección de videos con entrevistas a los protagonistas de las publicaciones.
Una de las secciones más entretenida y útil de Péndola es la de “Vida literaria”. Las revistas son los centros de la vida literaria, o al menos así lo había sido hasta hace algunos años. ¿Qué papel crees que jueguen hoy día las revistas literarias?
Esa sección es mi favorita, pero más allá de mi pasión por esa vida, mi interés es hacer visible su importancia para la salud de la literatura. Hace muchos años se pensó que ya no era importante que la vida cultural girara alrededor de la vida literaria –o intelectual (pensando el término “intelectual” en la forma como Zaid lo concibe). Pienso que fue un error cuyas consecuencias estamos viendo todos los días.
Sin embargo, más que estrictamente literarias, yo creo en las revistas culturales. Las revistas son centrales para propiciar tanto la conversación alrededor de la cultura, de la historia o la política, como su crítica y yo admiro las revistas profundamente críticas; pienso que una sociedad no puede construir un camino hacia el futuro sin el debate de las ideas y el sitio ideal para ello es una revista. Quizás, en el fondo me anima esa frase que Paz le escribió a Bianco y que de algún modo preside el corazón de Péndola: “Cuando los escritores quieren salvar al mundo, siempre se le ocurre fundar una revista”.
¿Cómo ha sido el primer año de travesía de Péndola? ¿Ha sido un viaje accidentado? ¿Más cercano al tifón o a la calma chicha de la línea de sombra? ¿Qué gratificaciones –felicitaciones,saludos– te han acompañado en este primer año?
Ha sido un viaje emocionante, muy feliz y muy cansado. Todos los días me levanto a las cinco de la mañana a preparar los posts para las redes que yo misma subo en Twitter y Sebastián en Facebook e Instagram y los fines de semana los dedico a hacer investigación para preparar entradas de revistas completas. Eso me ha obligado a conocer muchas cosas técnicas –como el tamaño adecuado de las imágenes, que debo modificar una a una, para el caso de la publicación en redes, por ejemplo–, pero, sobre todo, me ha hecho conocer de “viva voz” la historia de la literatura (y de la política, la historia y el arte) de muchos países iberoamericanos. Me emociona tanto hacerlo que hay ocasiones en que imagino constelaciones de familias literarias y casi puedo ver sus polémicas (que es un aspecto que disfruto muchísimo de las revistas).
También ha sido un bálsamo en medio del horror que vivimos diariamente. Cuando me siento a leer las revistas de otros lados, de otro tiempo, soy muy feliz. Hemos recibido muchas felicitaciones de amigos, de colegas académicos, pero, sobre todo, de personas a quienes nuestro trabajo les parece algo necesario y bien hecho. También hemos recibido algunos coscorrones de personas que conocen que tal o cual escritor publicó en más revistas de las que nosotros hemos consignado. Eso nos lleva a buscar y revisar permanentemente índices de revistas de todo el orbe iberoamericano para actualizar la información.
¿Crees que desaparecerán las revistas de papel y solo sobrevivirán las revistas electrónicas?
Mi corazón me dice que no y que debemos defender a las revistas impresas. No obstante, pienso que las revistas deben modificarse, adaptarse a su tiempo, aprovechar las enormes ventajas de la publicación electrónica, pero su propósito debe ser el mismo, independientemente de su formato: propiciar el intercambio y el debate de las ideas y difundir los trabajos de creación literaria y artística. No podemos permitir que desaparezcan.
El eje sobre el que gira Péndola es la tradición. Las revistas aparecen, se leen, se discuten, se archivan y mueren. Péndola les da nueva vida al atraer a ellas nuevos lectores. Habrá mayor conciencia de la tradición de las revistas mexicanas modernas, ¿cómo crees que opere esa mayor conciencia de nuestra tradición?
Justamente ese es mi deseo: no solo rescatar, sino restituir la charla que las animaba y que muchas veces sigue diciéndonos algo sobre nosotros que aún nos concierne. El primer impulso es no olvidar, pero también discutir nuestro pasado. Mirarnos en él y ver qué de la experiencia literaria, artística, histórica, política, educativa de otro tiempo puede servirnos o, ¿por qué no?, inspirarnos. Esa conciencia operaría desde el conocimiento de nosotros mismos vistos en el espejo de la historia que las revistas nos revelan.
¿Cómo ves a Péndola de aquí a cinco años?
Es una idea de esas que solo se le dicen a la almohada o a los amigos: como el primer y más importante sitio mexicano de investigación, difusión y divulgación de las revistas iberoamericanas.
Por último. Revistas, sí, ¿pero para qué?
Para mirar el mundo desde otros ojos y entenderlo mejor. Para que la conversación no cese. ~