En memoria de Fernanda Colombo, desterrada luminosa.
Durante casi quince aรฑos vivรญ a salto de mata entre Mรฉxico y Argentina. Y como todo temperamento interesado en los libros y sus complejos arcanos, no tardรฉ mucho en distinguir el trazo de otras constelaciones intelectuales, inquinas fascinantes de excรฉntricas familias literarias (menos hipรณcritas que las mexicanas) e incluso obnubilarme por las vicisitudes de un campo cultural a la deriva, acostumbrado al disenso y la ediciรณn de libros a mansalva (ante las crisis econรณmicas y materiales que los aquejan de manera estructural, en la tierra albiceleste resuelven que la soluciรณn es abocarse a la publicaciรณn de libros paganos).
Por ello, al de veras leer y empezar a comprender una tradiciรณn distinta a la mรญa, pronto me topรฉ con una figura al mismo tiempo titรกnica y cordial que realizaba su magisterio mรกs bien de manera subrepticia (sobre todo, de cara al mundanal ruido y su vulgaridad elemental): el nombre de ese maestro del oficio no es otro que el de Luis Chitarroni (1958-2023), fallecido hace apenas unas semanas en la ciudad de Buenos Aires, para tristeza de todo el orbe de la lengua.
Personaje recurrente de la prensa cultural argentina, conversador luminoso y exquisito, asรญ como autor de libros extraรฑos y barrocos, creo que su mano maestra, ademรกs de dominar como pocos el arte de la plรกtica inspirada, se percibe en toda su generosidad en las colecciones literarias que dirigiรณ, los escasos autores que tradujo y, sobre todo, los argentinos y extranjeros que publicรณ: una forma lateral e inรฉdita de leer tan fecunda como original. Acaso por ello a un crรญtico tan sรณlido como Pablo Gianera su caso le parezca excepcional: โLuis no traficรณ con vanidades ni cediรณ a modas o facciones, y si no lo hizo no fue por principios รฉticos, sino por una รฉtica superior: la virtuosa imposibilidad de hacerlo. En el primer caso, porque todos le debรญan โtodos le debรญamosโ algo, pero en su generosa gratuidad el deudor era siempre รฉl: todo lo que escribiรณ (sin la extenuaciรณn, รบnica manera ya de hacerlo) fue una incesante tentativa de saldar las deudas con los libros de otrosโ.
Chitarroni fue, junto al personaje mรญtico de Enrique Pezzoni โde lejos, el mejor traductor de Moby Dick al espaรฑol y tambiรฉn de algunos de los mejores libros de Nabokovโ, editor en Sudamericana en su momento de esplendor, donde publicรณ a autores como Marรญa Negroni, Cรฉsar Aira, Fogwill, Ricardo Piglia o Charlie Feiling. Pero, sobre todo, Chitarroni fue un faro y una guรญa en tiempos de una transformaciรณn profunda del entramado editorial en la Argentina.
Lector impenitente de aquellos, y cuyo caso recuerda con facilidad a los afanes omnรญmodos de Josรฉ Emilio Pacheco o Carlos Monsivรกis, conviene tener presente la consideraciรณn del crรญtico Omar Genovese: โChitarroni construyรณ, sin saberlo, la faz inestable de una biblioteca universal que comenzรณ Borges, a sabiendas. Y en ese caos, todo azar invoca un destino amable: el insomnio por leer mรกs allรก de todo lรญmite. Tal vez un homenaje a su lectura afanosa era el culto a la cita y el deforme recurso literario, la cita apรณcrifa. En ese trรกfico, el buen humor, el pase de registro entre fronteras ignorantesโ.
Creo que una de las privilegios efectivos de los desarraigados comprometidos es que, al fin y al cabo, entre redacciones, cabinas de radio, tertulias y librerรญas, uno termina por apropiarse tradiciones, inventarse recuerdos o diluirse entre referentes, personajes y circunstancias, desfigurando las improbables seรฑas de identidad y ganando los horizontes de una lengua mestiza, compleja y expansiva: hay una arteria aorta que comunica desde la piel y las entraรฑas a los paรญses hispanohablantes de Amรฉrica latina.
Por ello, acaso la principal lecciรณn del escรฉptico evangelio de Luis Chitarroni sea que no importa lo mucho que uno se desclase o el tiempo que lleve medrando como ciudadano de un paรญs inexistente: hay un lugar para todo temperamento atribulado en el vasto vientre de la literatura, que sigue siendo un territorio compartido.
Lector extremo en un paรญs, una ciudad y una cultura de lectores extremos, solo con su muerte he podido asumir mi propio desarraigo como algo menos alevoso, porque espรญritus como el suyo apuntalan los muros de una casa compartida, gracias a sus pulimentos del lenguaje, un gusto ecumรฉnico e incluso sus propios libros.
Y si bien Chitarroni fue autor de varias obras notables โrecuerdo ahora Siluetas, Peripecias del no y Mil tazas de tรฉโ creo que su talante inconfundible y genial se muestra con mayor potencia y generosidad en su forma de leer, visible en catรกlogos excรฉntricos como el de La Bestia Equilรกtera, pero sobre todo en una manera dadivosa de entender y multiplicar los dones del mundo. Chitarroni, cultรญsimo como pocos y lector de los que desbrozan el camino hacia los confines ignotos a los que puede llegar cualquier lector sofisticado y aguerrido, fue mรกs bien un traductor de imaginarios de una complejidad elegante y transversal: si, como dice el refrรกn africano, cada vez que muere un anciano arde con รฉl una biblioteca, en el caso de Chitarroni seguiremos escuchando por mucho tiempo todavรญa el crepitar de la Biblioteca de Babel.
La siguiente entrevista, que le hice en la biblioteca del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) en noviembre de 2019, fue a razรณn de la publicaciรณn de sus clases reunidas en forma de un libro titulado Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges) y editado por el mismo museo, lugar en el que darรญa un curso muy en su estilo, explorando la visiรณn de los escritores a partir de los escritores. Como prueba, quedan dos libros al respecto: La muerte de los filรณsofos en manos de los escritores y Los escritores de los escritores, asรญ como la memoria reciente de un curso sobre Iris Murdoch vista por John Bailey, Penรฉlope Fitzgerald por Frank Kermode y Virgilio Piรฑera por Severo Sarduy.
Era una soleada maรฑana, con el MALBA en obras, cuando empezamos a hablar de Juan Rodolfo Wilcock, una pasiรณn compartida.
*
Recuerdo un nรบmero del Diario de Poesรญa dedicado a Wilcock, una dedicatoria de su libro Il Tempio Etrusco editado por Rizzoli en italiano, a Silvina Ocampo, que dice โPara Silvina, este libro, en tan raro castellanoโ.
Quรฉ simpรกtico; muy raro, en efecto.
Es como un traslado extraรฑo el de รฉl en la lengua; uno tiene la idea de que desde siempre dominaba el italiano y resulta que no, que lo aprendiรณ de a poco y despuรฉs fue un maestro consumado de la lengua.
Tรบ sabes muy bien que sus traducciones son buscadas y legรญtimas, pero no solo del inglรฉs y el italiano al espaรฑol, sino tambiรฉn del alemรกn al italiano o incluso esa genialidad que es Una pinta dโinchiostro irlandese, que es su traducciรณn de Flann Oโ Brien al italiano, en la ediciรณn de Adelphi, novela muy apreciada por Sergio Pitol.
Quรฉ extraordinario. Recuerdo haber leรญdo una traducciรณn de Pitol, creo que en Planeta, de Ford Madox Ford: El buen soldado.
Extraordinaria de verdad. Hace unos aรฑos, en Mรฉxico, la Universidad Veracruzana editรณ buena parte de sus traducciones del polaco, del ruso, del italiano, del inglรฉs y no recuerdo ahora de que otra lengua mรกs.
Claro, Henry James, Los papeles de Aspern.
Joya absoluta. Mucho menos lograda le quedรณ El corazรณn de las tinieblas. De verdad que El buen soldado es una traducciรณn impecable, quรฉ novela รบnica: la mejor novela francesa de la literatura inglesa.
La desgrabaciรณn de clases y conferencias se ha vuelto un gรฉnero literario autรณnomo. Cuando la conversaciรณn opera como la forma lรญquida del ensayo, quisiera preguntarte cรณmo fue el proceso de concepciรณn y articulado de este libro, al que se le notan las oscilaciones propias de una charla, muy distinto a tu fama de escritor meticuloso con la frases.
Fue un gran proceso porque de ninguna manera pensaba en un libro, me expresaba con mucha libertad. Despuรฉs, cuando el museo me planteรณ la posibilidad de llevarlo a cabo, lo que pensรฉ fue โquรฉ gran errorโ, deberรญa estar prohibido publicar un material tan lleno de ripios y repeticiones. Luego recordรฉ algo al respecto de Borges โque no sรฉ si dijo Piglia o Airaโ y es que รฉl se repite menos oralmente que por escrito. Yo empecรฉ a notar que por mรกs cuidado que yo pusiera sobre lo que escribo, siempre existen repeticiones o algo aรบn peor: pleonasmos, porque muchas cosas de las que digo no me parecen suficientemente enfรกticas. Entonces, cuando empecรฉ a leer las transcripciones que hicieron varias chicas del MALBA, notรฉ que pese a todo el material se dejaba leer bastante bien, sobre todo porque yo tenรญa que ejercer un primer control, que era el de no aburrir al auditorio. Estoy de acuerdo con lo dijiste respecto a que se trata de un gรฉnero autรณnomo, por lo que habrรญa que ver cรณmo se desarrolla. Tambiรฉn existe una oralidad del escritor, es decir, si uno oรญa cรณmo Aira hablaba sobre Copi o sobre Osvaldo Lamborghini, cuando eran todavรญa escritores muy secretos, lo mรกs revelador era la vehemencia que tenรญa, es decir la vehemencia de personas que no eran vehementes, puesto que ni Borges ni Aira son personas enfรกticas.
Es muy interesante esto que comentas, no solo porque de continuo se publican โcon un รฉnfasis especial en Argentinaโ libros de conversaciones, acorde con nuestros tiempos de una indistinciรณn prรกcticamente absoluta entre lo pรบblico, lo privado y lo รญntimo, por lo cual uno se enfrenta a determinados autores y a un pensamiento literario al que de otra manera serรญa muy difรญcil acceder. Creo que se trata de una gran herramienta.
Ahora saliรณ un libro de una transcripciรณn de una entrevista de Beatriz Sarlo y alguien sobre el lenguaje inclusivo.
Me parece que lo publicรณ Ediciones Godot; y bueno, como nota al pie, ยฟquรฉ piensas del lenguaje inclusivo?
La verdad es que no termino de tener una idea. No me parece que sea una cuestiรณn de e o de a o de o; creo que hay que pensarlo y que necesita mayor introspecciรณn que mandarse un โchiquesโ, pero es un tema sobre el que habrรญa quรฉ meditar. Hace poco leรญ un artรญculo muy interesante de Ivonne Bordelois sobre el tema en La Naciรณn.
Volviendo al ensayo como conversaciรณn, quisiera preguntarte por los ensayistas latinoamericanos que frecuentas o frecuentaste.
En la รฉpoca en que leรญa mucha crรญtica latinoamericana habรญa muchos escritores que hacรญan crรญtica, de los cuales muchos eran mejores haciendo eso que escribiendo ficciรณn, como Carlos Fuentes. Recuerdo un libro suyo que a mรญ me encantaba, que se llamaba Casa con dos puertas.
En tu libro seรฑalas que te parece un mal tรญtulo, un tรญtulo aburrido.
Puede ser, pero en realidad no sรฉ si me parece aburrido sino que uno tiene que tener idea del refrรกn al que se refiere. Si ahora me emplazรกs no dirรญa lo mismo, aunque sin duda lo pensรฉ en algรบn momento. Por lo demรกs Mรฉxico estรก lleno de grandes ensayistas: Garcรญa Ponce, el propio Elizondo.
ยฟQuรฉ te parece Octavio Paz?
Paz es un tipo que con el paso de los aรฑos me interesa menos, si bien su libro sobre Sor Juana es extraordinario; pero tambiรฉn gracias a รฉl yo leรญ autores que no tenรญa en la cabeza y que son para mรญ de lo mejor del siglo XX o del XXI, como Gerardo Deniz.
Es verdad que a ustedes les gusta mucho Deniz, bueno, en Mรฉxico tambiรฉn, y siendo tan bueno como es creo que parte de su mรญstica se desvanece un poco en tiempos de Google, lo alcanzรณ la modernidad. Un gran poeta hermรฉtico de la era pre internet.
De cualquier manera te digo que sigue siendo hermรฉtico aunque exista Google, porque lo que tiene son lecturas muy viejas, tanto de quรญmica como de teorรญa de la mรบsica. Hay algo de la รญndole del anacronismo que linda con el fraude, porque muchas veces lo que dice es una especie de disparate. Como un ventrรญlocuo de otra ciencia.
Respecto a eso que Carlos Monsivรกis llamaba las alusiones perdidas, que tiene que ver con una cierta idea compleja de Amรฉrica Latina.
Ese tรญtulo me encanta, es perfecto. Me hubiera gustado encontrarlo a mรญ, pero el libro no logra desplegar lo que promete.
Signo inequรญvoco de los libros de Monsivรกis y que es algo que tambiรฉn me pasรณ con tu libro, puesto que en alguna de tus clases prometes que hablarรกs de algo e infiero que luego se te olvida, porque no vuelves a referirte a ello. Las tengo apuntadas por acรก y luego voy a preguntarte concretamente a quรฉ te referรญas. Pero volviendo a las alusiones perdidas, y ya que has visto correr mucha agua debajo del puente, ยฟcrees que aรบn es posible hablar de literatura latinoamericana siendo que hay tantรญsimos referentes olvidados, en tiempos ademรกs donde los escritores y la gente en general se encuentran ensimismados mirรกndose el ombligo? ยฟQuรฉ fue lo que pasรณ?
Yo no sรฉ si tiene algรบn sentido el dรญa de hoy porque, en gran medida, incluso cuando di estas clases,
{{ El curso al que se refiere Chitarroni se dio en 2016 en el MALBA. El libro se editarรญa a finales de 2019. }}
muchos de los nombres ya no significaban nada. Yo pensรฉ que podรญa plantear ideolรณgicamente una especie de diatriba entre Garcรญa Mรกrquez y Cabrera Infante, porque Cien aรฑos de soledad y Tres tristes tigres salieron en 1967. A Cabrera Infante, en general, nadie lo lee; pero, ademรกs, es como si el hecho de que hayan creรญdo que era un gusano o el hecho de que รฉl fuera un opositor de la Revoluciรณn cubana lo hubiera convertido en una especie de paria y de nombre accesorio.
Siendo un escritor tan complejo; en mi caso, mea culpaโฆ
Mea Cuba.
Mea Cuba, por lo que tardรฉ en darle el golpe y en amigarme con รฉl porque sus juegos de palabras siempre me fatigaron.
Algunos son bastante estรบpidos.
Eso mismo pensaba, hasta que me encontrรฉ Exorcismos de esti(l)o, habiendo orbitado entre Lezama y Virgilio desde muy chamaco.
Lezama es inexpugnable y haces bien en usar la palabra orbitar. Justo recordaba hoy algo que decรญa Sarduy de รฉl respecto a que se trataba de un sistema planetario. Decรญa que Arturo Carrera era a Sarduy lo que Sarduy era a Lezama, lo que Lezama era a Gรณngora y lo que Gรณngora era a Dios. Lo รบnico que variaban eran las distancias, y la distancia de Dios a Gรณngora era casi infinita.
Me recordaste un soneto de Piรฑera, a la muerte de Lezama:
Por un plazo que no pude seรฑalar
me llevas la ventaja de tu muerte:
lo mismo que en la vida, fue tu suerte
llegar primero. Yo, en segundo lugar.
Estaba escrito. ยฟDรณnde? En esa mar
encrespada y terrible que es la vida.
A ti primero te cerrรณ la herida:
mortal combate del ser y del estar.
Es tu inmortalidad haber matado
a ese que te hacรญa respirar
para que el otro respire eternamente
Lo hiciste con el arma Paradiso.
โGolpe maestro, jaque mate al hadoโ.
Ahora respira en paz. Viva tu hechizo.
Divino, me recordaste el soneto muy lindo de Sarduy donde pide la canonizaciรณn de Virgilio. De cualquier manera, volviendo a tu pregunta, creo que pensar la literatura latinoamericana no tiene mรกs sentido, es como una telenovela que se acabรณ. Pensรก que en รฉpocas sin internet la comunicaciรณn de la literatura latinoamericana era mucho mayor que la que hay ahora. Digo, yo no sรฉ quiรฉn estรก escribiendo, de mi edad, ahora en Mรฉxico. Los que eran mis maestros, los de la Onda como Josรฉ Agustรญn y el otro que cayรณ en canaโฆ
ยฟJosรฉ Revueltas o Parmรฉnides Garcรญa Saldaรฑa?
A los dos los recuerdo. Y recuerdo tambiรฉn haber conocido a un hijo de Josรฉ Agustรญn, pero sobre todo recuerdo su novela Se estรก haciendo tarde (final en laguna).
Para volver a Latinoamรฉrica, y aventurando una hipรณtesis, creo que lo que cada vez hay menos son editores, no buenos y malos, sino editores en general.
Estoy de acuerdo, y te dirรญa ademรกs que en la mayorรญa de los casos no hay una sola prueba real de que los libros hayan sido leรญdos por alguien, porque uno podrรญa estar en desacuerdo con el editor, sobre todo pensar algo como โquรฉ seรฑor anticuadoโ, lo que me recuerda la carta de Malcolm Lowry publicada por Tusquets a Jonathan Cape.
La verdad es que me siento como un jedi extemporรกneo que visita a Yoda para preguntarle algunas tรกcticas para la batalla y la respuesta mรกs sensata parece ser โla guerra ya pasรณ, muchachoโ. Da un poco de vรฉrtigo ver lo que fueron catรกlogos como los de Era, Losada, Monte รvila, Ayacucho y el mismo Fondo de Cultura Econรณmica. Por ello, insisto ยฟa quรฉ atribuyes la pรฉrdida de peso moral, ideolรณgica y estรฉtica de la literatura?
Hay una frase de Valรฉry que lo expresa bien, y lo dijo antes de tiempo con un talante profรฉtico: โnadie quiere leer algo que no pueda escribir รฉl mismoโ. Yo adoraba a Lezama, a Cabrera Infante y a Elizondo porque los consideraba superiores; tal vez sea una idea aristocrรกtica o estรบpida de la literatura, pero ahora lo que hay es una especie de homogeneidad, lo cual no estรก mal, en el sentido en que uno puede pensar que la destreza verbal es una suerte de magisterio como la prestidigitaciรณn, un ejercicio retรณrico, pero cuando uno lee en Cabrera Infante que no se le puede echar la culpa a la retรณrica como si fuera la gravedad, cuando uno ve la genialidad verbal en Lezama โque es intransferibleโ e incluso de un escritor que no sรฉ si te gustara, y en quien las artimaรฑas verbales son muy visibles, como Arreola.
Me gusta mucho. Hay una definiciรณn suya que cito a menudo: โliteratura es contemplar, en la sopa de pescado, los misterios del fondo marinoโ.
Quรฉ maravilla. Yo recuerdo un cuento suyo que me parece mucho mejor que el de Monterroso: โLa mujer que amรฉ se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de sus aparicionesโ.
Un querido amigo hizo una canciรณn tropical con el cuento. De cualquier manera, hablando de Arreola, quisiera preguntarte por lo que mencionas en tu libro, respecto a que Borges no habrรญa leรญdo bien, es decir, no habrรญa leรญdo completo o no entrรณ de lleno a Juan Rulfo. Vanidad y veleidad que comparte con Cรฉsar Aira.
Totalmente. Vos sabรฉs que yo estaba con Cรฉsar Aira, creo que en El Colegio de Mรฉxico, cuando leyรณ una ponencia contra Rulfo y a favor de Elena Garro. Yo lo que creo es que a Rulfo le pasรณ algo, algo muy profundo.
Creo exactamente lo mismo, y no solo de manera racional, sino es algo que se experimenta con los huesos. Ademรกs de haber tenido desde muy chico una experiencia del mundo con mucho dolor, y esto es algo que no puedo probar pero lo intuyo, Rulfo debe haber visitado en carne propia el infierno, viajรณ al otro lado de la noche y le arrebatรณ unas palabras a la muerte. No me lo explico de otra manera.
Es un libro que puede parecer insuficiente o menor cuando en realidad es increรญble y es por esta especie de reliquias de la muerte, raras, porque las tiene como incrustadas.
Asรญ es, ademรกs se trata de un libro en donde el cascarรณn es mexicano, pero a poco que uno escarba revela su materia universal.
Es magnรญfico. Yo recuerdo ahora algunos de sus cuadernos, debo tener alguno, donde demuestra ser un escritor de una gran complejidad, con un sistema de lectura complejo. Quรฉ escritor tan raro. Y con tanta autonomรญa.
Muy a tono con tu predilecciรณn por los excรฉntricos.
Mirรก, yo creo que el centro de las cosas no es lo que uno aparentemente ve, entonces tienes que buscar en las inmediaciones y en los alrededores; a fin de cuentas es una de las lecciones que da Borges. Cuando yo nombraba en Inglaterra a los escritores ingleses que Borges mencionaba, nadie los reconocรญa; se trata de escritores borrados, de muy segunda lรญnea. Por ello siempre tuve a su vez una sintonรญa con Mรฉxico, porque hizo que yo me interesara desde muy temprano por la traducciรณn, porque allรก editaron, recuerdo ahora, una antologรญa que no era buena, pero sรญ muy interesante de analizar que se llamaba El surco y la brasa, creo que ensamblada por Marco Antonio Montes de Oca. Se trata de un libro de literatura universal traducido por mexicanos. Ademรกs, tenรญa un รญndice final que era la perdiciรณn de cualquiera, porque los nombres parecรญan ordenados por horรณscopos.
Hay una antologรญa que te va a interesar, que es la que le pidiรณ Octavio Paz a Samuel Beckett.
ยกLa tengo! Maravillosa. Es ahรญ donde Beckett traduce a Lรณpez Velarde, quien creo es el poeta del siglo: โMejor serรก no regresar al pueblo; al edรฉn subvertidoโ. ยฟVos sabes que Borges era un fanรกtico de Lรณpez Velarde?
Algo de eso vi en el Borges de Bioy.
Recuerdo una anรฉcdota que le cuenta Paz a Gimferrer: โMe topรฉ con Borges que me recitรณ unos versos de Lรณpez Velarde: โSuave patria, vendedora de chรญa: quiero raptarte en la cuaresma opacaโโ. ยกQuรฉ belleza tan extraรฑa! Y sin embargo ahรญ el modernismo se lo traga, lo sustrae o lo considera menor. Mรฉxico es especialmente rico en estos escritores raros.
Me sorprendiรณ en tu libro la referencia a William Blake traducido por Xavier Villaurrutia.
Magnรญficamente. El matrimonio del cielo y el infierno. Yo tengo una vieja ediciรณn argentina, Ediciones del Mediodรญa. Pero volviendo a la antologรญa de poesรญa mexicana que decรญas, ese fue un encargo a Beckett que le encomienda Maurice Bowra, un crรญtico inglรฉs de Oxford, y รฉl descubre que Beckett conocรญa el castellano porque lo habรญa estudiado en el Trinity College, por eso no solo son relevantes sus traducciones de Lรณpez Velarde, sino tambiรฉn las de sor Juana Inรฉs.
Creo recordar que la antologรญa empieza con ella.
Asรญ es.
Volviendo a las promesas incumplidas de tu libro, quisiera preguntarte algo que seรฑalas al pasar, en lo que no ahondas, cuando dices que Luis Buรฑuel era un enemigo de Borges, ยฟa quรฉ te refieres?
Lo dice literalmente: que odia a los ciegos y particularmente a Borges. No sรฉ el por quรฉ de algo tan arbitrario, pero de ahรญ seรฑala su gusto por la mortadela y alguna mรกs de esas excentricidades geniales de Buรฑuel. No sรฉ si hoy se siguen aquilatando, pero para mรญ ver sus pelรญculas era un bautismo de liberaciรณn.
Otra cosa que me intriga mucho de la escena local y que en tu libro aparece de continuo, es su loco afรกn por la teorรญa. Creo que en toda Amรฉrica Latina no hay una teorรญa de la narrativa ni de la novela tan fuerte como en la Argentina. ยฟA quรฉ lo atribuyes y quรฉ papel juega Macedonio Fernรกndez en todo esto?
Uno no puede decir que sus novelas, o lo que dejรณ escrito, sea experimental; simplemente no va por el sendero habitual, es decir, prefiere teorizar, un poco como Paz. No le hace gracia lo que Borges llamaba el detalle circunstancial y es incapaz de inventarlo, hasta le parece inรบtil intentarlo. Eso es algo que se da mucho en el caso de los dos escritores seรฑeros argentinos de los รบltimos aรฑos que son Aira y Piglia. Creo de algรบn modo โy eso mรกs en Ricardo que en Cรฉsarโ que hay un cierto desprecio de lo anecdรณtico, les parece que estรกn para pensar en las grandes ligas, una cosa que nunca le ocurrirรญa, por ejemplo, a Felisberto Hernรกndez. En algรบn momento de Por los tiempos de Clemente Colling, quien era su maestro de piano, cuenta que Clemente solรญa dormir vestido, asรญ que una maรฑana llega a su casa y le ve los zapatos lustradรญsimos y piensa โquรฉ noche habrรก tenido Clementeโ, puesto que se lo imagina dando vueltas en la cama y lustrรกndoselos asรญ. Esa es una visiรณn netamente felisberteana.
Poesรญa de morralla y calcetรญn, muy en sintonรญa con lo que ahora hace Leo Maslรญah.
Borges, por ejemplo, es voluntariamente poรฉtico, intelectualmente poรฉtico.
Probablemente por eso no sea tan buen poeta.
Claro, y cuando busca serlo es demasiadoโฆ. refinado. Como cuando dice que โel cielo tenรญa el rosado de la encรญa de los leopardosโ.
Hablando del escepticismo narrativo y las grandes ideas, me hiciste pensar en los planteamientos del lenguaje burguรฉs que seรฑalaba Hรฉctor Libertella, respecto a que el lenguaje literario no estaba diseรฑado para describir pequeรฑas acciones, acciones domรฉsticas. Me parece que a la distancia, habiendo bebido y creรญdo en esa idea, quedan muchas cosas fuera, con una directriz vagamente viril, o mรกs bien un tanto machista, como de alguien que dice โnosotros no estamos para esas cosasโ.
Hรฉctor era un tipo extraordinario y un amigo maravilloso; estaba siempre reescribiendo lo que habรญa escrito y cambiรกndolo; la verdad es que era una idea de la reescritura como teorรญa que no se detenรญa, y que solo a travรฉs de una compilaciรณn de su obra entera, como tiene proyectado Rafael Cippolini, podrรก calibrarse en toda su complejidad. Hรฉctor fue siempre disperso, todo disperso. Yo estaba en Sudamericana todavรญa y a mรญ me habรญa dejado una cantidad de originales โยกporque ademรกs los tipeaba y agrandaba!โ y me decรญa โdame el que te di la vez pasadaโ y los editaba a su vez. Serรญa lindรญsimo exponer eso.
Otra presencia interesante en tu libro es Elena Garro, una escritora fuera de serie.
Para mรญ nadie influyรณ tanto en Garcรญa Mรกrquez como ella, sobre todo en Ojos de perro azul, cuyo primer cuento se llamaba โNabo, el negro que hizo esperar a los รกngelesโ, que era horrible y que estรก sacado de La semana de colores.
ยกQuรฉ libro precioso!
ยฟViste lo que es? โEl dรญa que fuimos perrosโ.
โLa culpa es de los tlaxcaltecasโ.
Ese lo tengo en la hermosa ediciรณn de la Veracruzana.
ยฟEsos libros llegaban acรก?
Siempre he sido un bicho de librerรญas de viejo, asรญ me he encontrado, mรกs de una vez, libros dedicados por Lezama Lima en ediciones habaneras como Analecta del reloj; cosas raras que ademรกs no te costaban nadan porque nadie le daba bola a que estuvieran firmados o no descifraban lo que decรญa Lezama Lima.
Asรญ me encontrรฉ en la calle Corrientes De Alemania, de Ulises Carriรณn.
Los amigos mexicanos de Tumbona Ediciones me regalaron una ediciรณn sobre temas de la televisiรณn mexicana, sobre boleros. Recuerdo que la primera vez que leรญ a Ulises Carriรณn no fue en Vuelta, sino en Plural. Eran una especie de aforismos muy delicados. Decรญa algo asรญ como que, al final de cuentas, ordenar los libros en la biblioteca por colores quiere decir que los libros tienen colores. Mallarmeano. Como un abanico hecho de plumas de distintas aves.
Otra consideraciรณn de tu libro es respecto a Salvador Elizondo, puesto que dices que ahora una novela como Farabeuf te parece aburrida. ยฟQuรฉ crees que cambiรณ en estos aรฑos para que eso sucediera?
El hipogeo secreto me parece mucho mejor y tambiรฉn los libros de cuentos. En Farabeuf a lo mejor pasรณ algo que tiene quรฉ ver con cierto desencanto que me produjo Cortรกzar. En Farabeuf aparece una foto; tiempo despuรฉs me encontrรฉ en una casa que alquilaba el manual de Farabeuf, magnรญfico, con ilustraciones increรญbles de los cortes quirรบrgicos. En Elizondo me gustaban mucho sus libros de cuentos. Mรกs tarde lo leรญ como traductor de De Quincey y de Hopkins. Y de Joyce.
Sรญ te parece, y ya para cerrar la entrevista, yo te digo un nombre y tรบ me dices lo primero que se te venga a la cabeza.
Seguramente serรก una estupidez.
Es lo de menos. Carlos Fuentes.
Casa con dos puertas.
Olga Orozco.
Gran autora con una boca enorme. Para comerse el mundo.
Elena Garro.
Genial. La nostalgia eterna de no haber llegado a conocerla.
Sara Gallardo.
Gran escritora argentina.
Hรฉctor Murena.
Nunca lo leรญ lo suficiente. Y sus ensayos los leรญ demasiado tarde como para que me hablaran de manera directa.
Silvina Ocampo.
Una grande. Una genia. El Borges de Wilcock.
Ivy Compton-Burnett.
Una grande que agotรณ su recurso. Escribiรณ once veces novelas iguales. La primera, que nunca leรญ, es la รบnica que dicen que es distinta.
Charlie Feiling.
Mi gran amigo. Un gran poeta y un gran narrador.
Fernando Pessoa.
Borges ni lo menciona y Bioy cree que es un fraude. Yo creo que ellos no leyeron โestaba muy poco traducidoโ al mรกs grande poeta del siglo XX. ~