Ilustraciรณn: Eduardo Ramรณn

El regreso de La peste

La novela de Camus nunca ha perdido vigencia, pero ahora resulta especialmente relevante. Su trama, sus sรญmbolos y sus implicaciones filosรณficas nos ayudan a entender la plaga, la sociedad, el deber y la esperanza.
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De repente, ha vuelto. Me refiero a La peste, de Albert Camus.

En francรฉs, tanto la ediciรณn clรกsica con cubierta de color crema como la reimpresiรณn de bolsillo en Folio estรกn agotadas, mientras que las webs de las librerรญas dicen โ€œno disponibleโ€. Las traducciones al espaรฑol estรกn invariablemente no disponibles. Unos ejemplares, en general usados, de la traducciรณn de Stuart Gilbert al inglรฉs (una obra maestra en sรญ misma: sirva como advertencia para los demรกs) siguen en Amazon.com, mientras que Penguin Random House UK, que vendiรณ solo 226 ejemplares el aรฑo pasado, colocรณ mรกs de 1.500 en una semana de marzo y estรก reimprimiendo. En todos los idiomas se anuncian ediciones de tapa dura a precios absurdos: un compendio de Everyman que vale 12,99 libras en el Reino Unido cuesta 68 dรณlares en Estados Unidos.

Es el libro que leรญmos cuando รฉramos jรณvenes, o que nunca llegamos a leer porque lo dejamos para un dรญa de lluvia. Pero tambiรฉn es el libro que necesitรกbamos leer y releer una y otra vez, a medida que una calamidad solapaba a otra, y ahora que ha llegado el dรญa de lluvia todo el mundo quiere leer la obra mรกs famosa que la literatura del siglo XX produjo sobre la peste.

La peste se publicรณ en 1947, a la sombra del Holocausto, en una Europa en la que la gente vagaba por las ruinas, en busca de seres queridos perdidos y vidas perdidas. Transcurre en una รฉpoca contemporรกnea, pero con trama ficticia, en la ciudad argelina de Orรกn, en la รฉpoca colonial francesa (en รกrabe: Wahrฤn), y describe la llegada y las terribles consecuencias de una plaga letal. (El propio Camus creciรณ en Belcourt, un suburbio de Argel.)

Camus empezรณ a escribir el libro cuando Francia estaba ocupada por los alemanes, poco despuรฉs de terminar su tratado filosรณfico El mito de Sรญsifo. Escribiรณ en prefacios de ediciones posteriores de Sรญsifo que Franz Kafka nos obligaba a leer sus libros dos veces: primero para absorber el relato literal, despuรฉs el figurativo o alegรณrico. Por eso, La peste no puede leerse menos de tres veces, porque hablaba, y todavรญa habla, en tres niveles: literal, alegรณrico y universal. Literal, como vรญvidamente lo experimentan hoy los lectores: la historia de la plaga que asola y domina una ciudad, su posterior aislamiento del mundo exterior, el subsiguiente โ€œexilioโ€ e infestaciรณn del populacho. Alegรณrico: como retrato del fascismo, del Tercer Reich, su esencia maligna y alcance asesino, su ocupaciรณn de Francia y la resistencia a esa ocupaciรณn. Universal: las cuestiones duales del absurdo y el mal en nuestra experiencia de la vida, el mundo y el universo, y nuestra forma de ceder o resistir ante las dos.

La peste siempre ha sido mi libro preferido, desde la adolescencia, cuando anotaba obsesivamente mi ediciรณn del Livre de Poche โ€“con una cubierta que mostraba una figura oculta y malรฉfica que vigilaba las pequeรฑas casas de una ciudad desiertaโ€“ durante una serie de exรกmenes que en la Gran Bretaรฑa de finales de los sesenta se llamaban O levels y se hacรญan a los quince aรฑos. Me encantaba el libro, y todavรญa es asรญ, por su contundencia literal, alegรณrica y universal. Lo he leรญdo cada cinco aรฑos desde entonces, y siempre me habla de manera perenne, tambiรฉn apropiada para una circunstancia especรญfica de la รฉpoca.

La รบltima vez que me pasรณ, en el 55 aniversario de la muerte de Camus en un accidente de coche en la autopista A6 cerca de Villeblรฉvin en 1960, fue en un viaje a Borgoรฑa, en la misma zona, durante el brote de รฉbola de comienzos de 2015. Publiquรฉ un artรญculo en The Guardian, donde decรญa que โ€œtodos deberรญamos releer La peste regularmenteโ€, y me pareciรณ no solo una descripciรณn de lo que entonces sufrรญan en Nigeria, Gabรณn, Guinea y otros lugares, sino una parรกbola sobre el โ€œturbocapitalismo destructivo e hipermaterialistaโ€, en guerra con la naturaleza, que siempre estรก presente en Camus como medida, y como telรณn de fondo, de los esfuerzos humanos. Los editores le pusieron un subtรญtulo desafortunadamente optimista, a la luz del paisaje polรญtico actual: โ€œLa โ€˜plagaโ€™ fascista que inspirรณ la novela puede haber desaparecido, pero 55 aรฑos despuรฉs de su muerte, muchas otras variedades de la pestilencia hacen que este libro conserve una urgente relevanciaโ€.

((Ed Vulliamy, โ€œAlbert Camusโ€™ The plague: a story for our, and all, timesโ€, The Guardian, 15/1/2015.
 
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Ahora el libro de Camus parece mรกs pertinente que nunca. La tercera aplicaciรณn, universal, nunca desapareciรณ, pero las dos primeras son un puรฑetazo: estamos bajo una plaga fรญsica, y nuestras sociedades estรกn contaminadas de nuevo por ese otro contagio, el fascismo. No solo el fascismo tradicional, porque la izquierda estรก tambiรฉn en ello: lo que los periรณdicos llaman perezosamente โ€œpopulismoโ€, el virus que el historiador mexicano Enrique Krauze llama โ€œel pueblo soy yoโ€: una polรญtica de odio y divisiรณn dirigida por una figura que asegura expresar y encarnar la โ€œvoluntad del puebloโ€ como organismo.

1.

Pero empecemos con la narrativa literal del libro, y la razรณn de su repentino interรฉs y ventas: la peste. Despuรฉs de todo, Albert Camus llama a su obra crรณnica y no novela. Devorรณ a los clรกsicos, y entre ellos estaban Tucรญdides, cuya historia de las guerras del Peloponeso incluye un relato vรญvido de la plaga en Atenas, la Ilรญada de Homero, el Edipo de Sรณfocles y De la naturaleza de las cosas de Lucrecio, cuyo pasaje final โ€“que Camus cita especรญficamente en La pesteโ€“ describe a los atenienses luchando entre sรญ por el espacio en la orilla, para incinerar a los muertos, en vez de abandonarlos en โ€œel agua tranquila y sombrรญaโ€. Camus conocรญa el relato de Daniel Defoe sobre la peste de Londres y debรญa de estar bien informado de la epidemia de cรณlera que asolรณ Orรกn en 1849. En La peste habla del โ€œencarnizamientoโ€ en Roma y Pavรญa; la cultura tradicional francesa estรก llena de historias de la peste en Marsella en 1722. Habรญa habido pestilencia en Parรญs en 1920, en Casablanca a principios de los cuarenta y el รบltimo brote en Europa contaminรณ Ajaccio cuando Camus escribรญa el libro, en 1945. Estaba claramente fascinado por la peste real.

Ahora llega este coronavirus, la pandemia de la Covid-19; la peste ha vuelto. Habรญa regresado hace poco con el zika, con el cรณlera en Etiopรญa, India, Irak, Vietnam y Somalia; con el chikunguรฑa en Amรฉrica; la fiebre del dengue en Bolivia y Pakistรกn; con la meningitis y luego el รฉbola en รfrica occidental. Pero todo eso estaba โ€œmuy lejosโ€. La Covid-19 es mรกs igualitaria: no solo castiga a los pobres, no tiene favoritos ni piedad o discriminaciรณn; viene a por todos y esta vez el industrializado hemisferio norte la lleva al sur. Como ha seรฑalado Arundhati Roy, Estados Unidos, con toda su riqueza de bombas y misiles, tiene que combatir en esta guerra con equipamiento hecho con bolsas de basura.

((Arundhati Roy, โ€œThe pandemic is a portalโ€, Financial Times, 4/4/2020
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 La humanidad arrogante, con su pericia cientรญfica, su โ€œdominioโ€ de la naturaleza โ€“predicado por las religiones monoteรญstas, por el capitalismo y por el socialismoโ€“, su asombrosa tecnologรญa y con lo que Leon Battista Alberti llamรณ โ€œel hombre, la medida de todas las cosasโ€ en el Renacimiento florentino, afronta una enfermedad aterradora que no puede controlar. Bienvenido de nuevo, Albert Camus.

No es raro que la gente quiera leer La peste de pronto. Desde el principio, habla de la experiencia y el miedo que creรญamos que pertenecรญa a otros lugares y otros tiempos, y que ahora describe nuestra propia vida. โ€œSe admitirรก fรกcilmente que no hubiese nada que hiciera esperar a nuestros conciudadanos los acontecimientos que se produjeron en la primavera de aquel aรฑoโ€, escribe Camus. Un portero insiste en que โ€œen la casa no habรญa ratasโ€. โ€œNuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanistas: no creรญan en las plagas. La plaga no estรก hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueรฑo que tiene que pasar. [โ€ฆ] Se creรญan libres y nadie serรก libre mientras haya plagas.โ€

((Los fragmentos citados de La peste utilizan la traducciรณn de Rosa Chacel (Albert Camus, Obras completas, Alianza, 2010).
 
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Un informe de marzo de 2020 de la Harvard Business Review sobre el fracaso de Europa y Amรฉrica para aprender de la temprana experiencia italiana con la Covid-19 cita a Angelo Borelli, jefe de la Protezione Civile italiana, diciendo: โ€œEl virus es mรกs rรกpido que nuestra burocracia.โ€

((Gary P. Pisano, Raffaella Sadun y Michele Zanini, โ€œLessons from Italyโ€™s response to coronavirusโ€, Harvard Business Review, 27/3/2020.
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 Hemos visto titubear a los gobiernos, luego cubrir sus huellas. Camus apuntรณ que: โ€œLa municipalidad no se habรญa propuesto nada ni habรญa tomado ninguna medida, pero empezรณ por reunirse en consejo para deliberar.โ€ En cuanto las autoridades emiten รณrdenes, pocas y tarde, el doctor Bernard Rieux โ€“el hรฉroe del libro en todos los sentidosโ€“ seรฑala: โ€œยกร“rdenes! Lo que harรญa falta es imaginaciรณn.โ€ โ€œSe ha hecho por la vรญa oficialโ€, dice Jean Tarrou, un visitante de Orรกn cuya compaรฑรญa y amistad con Rieux es el tema mรกs positivo del libro. โ€œNo estรกn nunca en proporciรณn con las calamidades.โ€

Mรกs tarde llegaremos a Camus y la naturaleza, pero merece la pena observar ahora que el coronavirus estรก acompaรฑado de la belleza y promesa de la primavera, en flor y en fruto. Pero mientras la tierra viene a la vida, la muerte acecha en la tierra. Camus revive el espectro de โ€œlas carretas de muertos en el Londres aterrado [โ€ฆ]. No, todo esto no era todavรญa suficientemente fuerte para matar la paz de ese dรญaโ€. Una plaga toma Orรกn, โ€œDurante ese tiempo, y de todos los arrabales prรณximos, la primavera llegaba a los mercados.โ€

El primero en pronunciar la palabra โ€œpesteโ€ es Rieux, en una conversaciรณn con el doctor Castel, que recuerda: โ€œcomo decรญa un colega: โ€˜Es imposible, todo el mundo sabe que ha desaparecido de Occidente.โ€™ Sรญ, todo el mundo lo sabe, excepto los muertos. Vamos, Rieux usted sabe tan bien como yo lo que es.โ€ Y, sin duda: โ€œEl viejo Michel tenรญa los ojos relucientes y la respiraciรณn sibilante. […] Me quema โ€“decรญaโ€“, me quema, el muy cerdo.โ€ ยฟCuรกnta gente, ahora muerta, ha descubierto eso las รบltimas semanas? ยฟCuรกntos parientes no estaban ni siquiera junto a la cama cuando ocurriรณ? ยฟY cuรกntos mรกs?

Ahora los polรญticos tienen el cuajo de alabar los โ€œservicios sanitariosโ€ que han mutilado y privado de recursos durante dรฉcadas. (La situaciรณn es especialmente paradรณjica en el Reino Unido, donde el National Health Service depende en buena medida de profesionales y profesionales de Europa que la mayorรญa britรกnica โ€“y el gobierno incumbenteโ€“ votรณ de facto deportar. Y en Estados Unidos, donde el presidente Trump prometiรณ abolir el โ€œObamacareโ€ y donde muchos hispanos, su objeto de odio preferido, trabajan en hospitales.) Pero los profesionales con exceso de trabajo y mal pagados en la sanidad, asรญ como el personal de enfermerรญa y auxiliar, son las heroรญnas y hรฉroes del momento aunque no los merezcamos, y el doctor Rieux establece que cualquier debate se reduce a esto: โ€œLo esencial era hacer bien su oficio.โ€ Propone โ€œlevantar contra la epidemia una verdadera barrera o no hacer nada [โ€ฆ] Rieux nunca habรญa encontrado su oficio tan pesadoโ€.

Rieux, al nivel de la narrativa literal del libro y de su impacto inmediato, es el Mรฉdico Universal, con su equipo de apoyo de aquellos que reconocemos como enfermeros, paramรฉdicos, encargados de admisiรณn, radiรณlogos, porteros de hospital, cocineros y limpiadores. Me recuerda un reportaje que publicรณ La Repubblica a mediados de marzo sobre Cinzia Capelli, โ€œgestora de camasโ€ en el hospital Giovanni XXIII de Bรฉrgamo, epicentro de la pandemia italiana. โ€œCien enfermos llegan cada dรญaโ€, dijo, โ€œy una cama para cada uno. Es como vaciar el mar con una cuchara agujereadaโ€.

((Paolo Berizzi, โ€œCinzia, la forza di Bergamoโ€, La Repubblica, 27/3/2020.
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 En un momento determinado, sin embargo, la peste supera incluso a las profesiones mรฉdicas. โ€œDentro de quince dรญas o un mes usted ya no serรก aquรญ de ninguna utilidad, los acontecimientos le han superado. โ€“Es verdad โ€“dijo Rieux.โ€

Si reaccionamos con inteligencia a la crisis actual, ahora reconocemos la condiciรณn sobre la que escribe Camus. Reconocemos que โ€œesta separaciรณn brutal, sin lรญmites, sin futuro previsible, nos dejaba desconcertadosโ€. โ€œLa peste los dejaba, al mismo tiempo, ociosos, reducidos a dar vueltas a la ciudad […] a hacer todos los dรญas el mismo camino que, en una ciudad tan pequeรฑa, casi siempre era aquel que en otra รฉpoca habรญan recorrido con el ausente.โ€ โ€œEntonces comprendรญamos que nuestra separaciรณn tenรญa que durar […] Aceptรกbamos nuestra condiciรณn de prisioneros, quedรกbamos reducidos a nuestro pasado.โ€ Habรญa una โ€œociosidad insoportableโ€, escribe Camus. Los amantes podรญan โ€œremontar la corriente de su amor, examinando sus imperfeccionesโ€.

Y, sin embargo, como vemos a nuestro alrededor ahora, Camus seรฑala de una maรฑana: โ€œHay un desfile de jรณvenes de ambos sexos en los que se puede observar esta pasiรณn por la vida que crece en el seno de las grandes desgracias.โ€ Recuerdo mรบsica rock y de cรกmara en el Sarajevo sitiado, donde los cosmรฉticos solo iban por detrรกs de los cigarrillos en el mercado negro. Esta semana, el รกnimo sombrรญo mejorรณ gracias a un grupo punk que tocaba a travรฉs de las ventanas abiertas de un apartamento en un primero de Portobello Road en Londres para la gente que hacรญa cola guardando dos metros de distancia en el exterior de un supermercado. Vemos la falta de โ€œdistanciamiento socialโ€ en Orรกn: sus cafรฉs y bares seguรญan abiertos, buena parte de la acciรณn transcurre en restaurantes. Pero โ€œno sabes lo que tienes hasta que no estรกโ€, cantaba Joni Mitchell, y el personaje Raymond Rambert de Camus โ€“parisino pero varado en Orรกnโ€“ va a la estaciรณn de tren aunque no hay trenes, solo para ver las vรญas e imagina escenas de Parรญs, โ€œuna ciudad que no sabรญa que amaba tantoโ€.

Rambert es un periodista que, en vez de preferir quedarse e informar sobre la peste, como le pide Rieux, intenta escapar para reunirse con su esposa en la capital francesa. Y, del mismo modo que con sus anhelos en la estaciรณn de tren, ocurre con los decididos coqueteos de la juventud y con el fรบtbol. Tambiรฉn tiene que haber risas alguna vez, incluso durante una pandemia, y Camus era un voraz bon-vivant. Tambiรฉn era un fanรกtico del fรบtbol, y jugรณ de portero en el Racing Universitaire de Argelia (ยฟen quรฉ otra posiciรณn podrรญa jugar un existencialista?). La obsesiรณn con el fรบtbol era algo que Camus compartรญa con otro contemporรกneo, el gran compositor ruso Dmitri Shostakรณvich. Algunos lo consideran una banalidad irrelevante โ€“incluso molestaโ€“, pero a mi juicio muestra la fuerza de la vida en los dos. (Es significativo que el fundador del estรฉril positivismo lรณgico anglosajรณn, A. J. Ayer โ€“que trabajรณ para la inteligencia britรกnica durante la guerraโ€“ conociera y escuchase a Camus, solo para despreciarlo ante todo como futbolista โ€œprofesionalโ€, algo que por otra parte Camus nunca fue: siempre fue un futbolista amateur.)

((Robert Zaretsky, A life worth living: Albert Camus and the quest for meaning, Harvard University Press, Cambridge, 2013, pp. 47-48.
 
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 Y, por supuesto, el fรบtbol estรก ahรญ. Un encuentro potencialmente embarazoso entre Rambert y su contacto adquiere una relajaciรณn etรญlica cuando descubren que los dos juegan y hablan โ€œdel campeonato de Francia, del valor de los equipos profesionales ingleses y de la tรกctica en Wโ€. El traficante, Gonzรกlez, incluso seรฑala que โ€œno habรญa mejor puesto en un equipo que el de medio centroโ€; โ€œel medio centro es el que distribuye el juegoโ€. Camus retoma el tema en un escenario terrible: cuando Gonzรกlez visita el estadio de Orรกn convertido en un campo de aislamiento, empieza a โ€œevocar a su modo el olor de la embrocaciรณn de los vestuarios, las tribunas atestadas, las camisetas de colores vivos sobre el terreno amarillento, los limones en el descansoโ€.

Rambert es un personaje importante. En una conversaciรณn clave con Rieux, acusa al mรฉdico de vivir en un mundo de abstracciones, mientras que รฉl busca lo que realmente importa: el amor. El hombre no es mรกs que โ€œuna ideaโ€, insiste, โ€œa partir del momento en que se desvรญa del amorโ€. Rieux no estรก de acuerdo โ€“โ€œel hombre no es una idea, Rambertโ€โ€“ y declina ayudarle a escapar, pero desea que le vaya bien. Luego Rambert se convierte en un hijo prรณdigo: cuando ha organizado su huida, Rieux y su amigo Jean Tarrou han establecido equipos para combatir la peste y โ€“avergonzado por su conciencia e impulsado por la solidaridadโ€“ Rambert renuncia a su propio plan, y se une. Aunque La peste discute el cristianismo, el tema bรญblico de la penitencia recorre el libro: un juez pomposo llamado Othon es confinado en un campo de aislamiento, pero cuando es liberado, tras la muerte de su hijo a causa de la peste, regresa como trabajador voluntario.

Los personajes de Camus representan diferentes reacciones al estallido de la plaga. Joseph Grand es un torpe funcionario municipal que cada noche se esfuerza con la frase inicial de una novela. A Cottard, un excรฉntrico que sufre el rechazo de la sociedad, la peste le ofrece la ocasiรณn de abandonar sus pensamientos suicidas, para disfrutar de la tribulaciรณn de los demรกs y para aprovecharse del mercado negro. Un mercero cuenta el tiempo pasando garbanzos de una cazuela a otra.

Nuestro siguiente personaje de importancia es el padre Paneloux, un sacerdote jesuita, que pronuncia un fiero sermรณn. โ€œHermanos mรญos, habรฉis caรญdo en desgracia; hermanos mรญos, lo habรฉis merecido.โ€ Ve en la llegada de la peste โ€œlas sementeras que prepararรกn las cosechas de la verdad […] Ahora sabรฉis que hay que llegar a lo esencialโ€. El agnรณstico Camus discute con Paneloux apasionadamente, a travรฉs de Rieux, aunque el sacerdote es retratado con respeto; Paneloux es un seguidor de san Agustรญn, y Camus habรญa dedicado su tesis a san Agustรญn. Tarrou, el otro protagonista del libro, dice: โ€œComprendo este simpรกtico ardor.โ€

Los personajes son totalmente francรณfonos, y franceses. No aparece ni habla ningรบn รกrabe, aparte de los tours dโ€™horizon de la poblaciรณn general. Esto es raro en un escritor que venรญa de una familia pobre y creciรณ en las calles de Belcourt, en las playas y los campos de fรบtbol de Argel, y que dedicรณ gran parte de su primer periodismo a los abusos del colonialismo. Pero es aplicable a la mayor parte de la ficciรณn de Camus, aunque todas sus novelas, salvo La caรญda, suceden en Argelia y, desde los aรฑos noventa ha sido reclamado por la escena literaria argelina como uno de los suyos. Y a Camus nunca se le dio bien escribir sobre las mujeres; pocas veces intentรณ retratarlas, y nunca en papeles centrales. Pero tenemos la figura de la madre de Rieux, con quien vive el doctor, tras haberse despedido de su mujer, que espera a que pase la peste en un sanatorio fuera de la ciudad, vรญctima de una enfermedad distinta. La seรฑora Rieux sรฉnior es una callada fuerza de la paciencia y del amor trascendente. โ€œAllรญ era donde pasaba sus dรญas cuando el cuidado de la casa no la tenรญa ocupada. Con las manos juntas sobre las rodillas, esperaba. Rieux no estaba muy seguro de que fuese a รฉl a quien esperaba.โ€ Como en Esperando a Godot pero con mรกs paciencia que Vladimir y Estragรณn, se sienta en su sitio preferido junto a la ventana desde la que observa la calle al anochecer, โ€œcon las manos quietas y la mirada atentaโ€. Madre e hijo โ€œse querรญan siempre en silencioโ€. Ella exuda fuerza, permanencia y compasiรณn; su presencia es amable pero firme y tranquilizadora. Comparte la muerte de Tarrou, el amigo de Rieux, con su hijo; y luego la noticia del fallecimiento de su nuera, la esposa de Rieux. En su biografรญa de Camus, Olivier Todd seรฑala un eco de la madre de Camus, a la que adoraba, y que se asomaba por el balcรณn en su casa en Argel, mirando la calle. Catherine, escribe Patrick McCarthy en su excelente Camus: A critical study of his life and work, โ€œsiguiรณ siendo muy espaรฑola, y Camus absorbiรณ esoโ€. El marido de Catherine โ€“el padre de Camusโ€“ habรญa muerto en el Marne durante la Primera Guerra Mundial; ella sacรณ adelante a Albert y a su hermano mayor, Lucien, trabajando en una fรกbrica, y luego limpiando casas. La seรฑora Rieux y la seรฑora Camus parecen interponerse entre las pestes de ambas guerras y la destrucciรณn que causaban al mundo. (Mientras escribo esto, afronto la Covid-19 en el sรณtano de la casa de mi madre, de 92 aรฑos, que mira por la ventana una calle mรกs bien vacรญa.)

Conforme la peste alcanza su mรกxima fuerza โ€“el โ€œpicoโ€, como decimos ahoraโ€“ la perspicacia con que Camus observa la psique colectiva de un pueblo asolado casi resulta dolorosa de leer: โ€œPues el amor exige un poco de porvenir y para nosotros no habรญa ya mรกs que instantes.โ€ Por la noche, Orรกn estรก โ€œpoblada de sonรกmbulosโ€ y โ€œPor la maรฑana volvรญan a la plaga, esto es, a la rutinaโ€. La gente desarrollaba esa โ€œsensibilidad irritada, susceptible, inestable, en fin, que transforma en ofensas los olvidos y que se aflige por la pรฉrdida de un botรณnโ€.

Hay tambiรฉn ecos materiales, especialmente en una infernal tercera parte del libro, que solo tiene un capรญtulo. La peste incluye la macabra obligaciรณn para las autoridades locales de enterrar a los muertos en fosas comunes, inicialmente separados por sexos, hasta que โ€œeste รบltimo pudor desapareciรณ y se enterraron envueltos, los unos sobre los otros, hombres y mujeres, sin preocuparse de la decenciaโ€. Camus tambiรฉn escribe de โ€œextraรฑos convoyes de tranvรญas sin viajeros bamboleรกndose sobre el mar. Los habitantes acabaron por saber lo que era. […] Los vehรญculos traqueteaban en la noche de verano, con su cargamento de flores y de muertosโ€. Mientras escribo esto, se presta demasiada poca atenciรณn a los convoyes de camiones militares que llevan cuerpos por las calles de Bรฉrgamo; la posibilidad atormenta a Espaรฑa; y los presos de la cรกrcel de Rikers Island esperan un pago de seis dรณlares la hora por llenar fosas comunes en Nueva York. Eso es en sรญ un eco de los convoyes que vi salir de la Zona Cero tras los atentados de Al-Qaeda al World Trade Centre, sacando escombros y tambiรฉn los restos de 2602 personas, a un vertedero de Nueva Jersey llamado โ€“no serรญa posible inventarloโ€“ Fresh Kills. Pero hablaremos mรกs adelante de la incineraciรณn de los muertos.

En dos pasajes, las muertes del hijo de Othon y de Tarrou, Camus aborda la peste no como algo abstracto, sino algo que trae un dolor extremo. La primera en particular estรก entre las descripciones mรกs empรกticas y menos misericordiosas que se han escrito de la muerte; cada grito, contorsiรณn, el freno a cualquier intento de este pequeรฑo cuerpo por vivir, estรก ahรญ. A la muerte gradualmente horrible de Tarrou se suma la crueldad adicional de que sea uno de los รบltimos abatidos por la plaga con la que luchรณ con tanta gallardรญa, poco antes de que la pandemia se declare superada. Hay una descripciรณn cruda y literal de esas agonรญas, pero tambiรฉn un movimiento hacia lo figurativo: el dolor extremo es, probablemente, lo que mรกs tememos. La popularidad de las pelรญculas apocalรญpticas refleja nuestro deseo de que el mundo acabe, mientras que sabemos bastante bien, si lo pensamos, que la desapariciรณn de nuestra especie serรก larga y dolorosa. Esto a su vez es una proyecciรณn de nuestro deseo de morir deprisa y sin dolor: cualquier cosa antes de lo que se describe aquรญ. Por lo que sabemos โ€“los periรณdicos no parecen muy dispuestos a compartir detallesโ€“ la Covid-19 no mata rรกpido; un superviviente en el Reino Unido hablaba de la sensaciรณn de โ€œtener cristales en los pulmonesโ€.

 

2.

Veamos ahora la preocupaciรณn figurativa de Camus y los temas polรญticos: el fascismo y la ocupaciรณn nazi. A diferencia de la alegorรญa pura โ€“El progreso del peregrino de Bunyan, por ejemploโ€“ el simbolismo es intermitente, inconsistente a lo largo del libro, asรญ que no hay un esfuerzo para expresar una opiniรณn; lo alegรณrico no estรก encadenado a lo narrativo, o al revรฉs. Nos zambullimos en la realidad y nos apartamos de ella, gracias a las matizaciones del narrador de Camus, que, se revela de forma poco sorprendente al final, es Rieux. Tambiรฉn, en vez de contar una serie de acontecimientos reales o experiencias de los que derivar conclusiones filosรณficas, Camus crea un relato imaginario para demostrar una idea previa, citando a Defoe en el epรญgrafe: โ€œEs tan razonable demostrar una forma de prisiรณn por medio de otra como lo es representar algo que realmente existe por algo que no existeโ€. (Es de un prefacio de Robinson Crusoe, sorprendentemente, y no del libro de Defoe sobre la peste de Londres.)

Utilizar la pestilencia como sรญmbolo no era una idea original de Camus. Es tan viejo como la literatura y como la Biblia. En 1978, Susan Sontag escribiรณ con erudiciรณn sobre la idea en La enfermedad y sus metรกforas, y examinรณ la historia de la escritura sobre la โ€œenfermedad como metรกfora polรญticaโ€. Burke, nos recuerda, habla de la Revoluciรณn francesa como โ€œuna convulsiรณnโ€. Con cruel ironรญa, se centraba en el despliegue de la imagen del cรกncer, que mรกs tarde sufrirรญa ella misma, a la hora de buscar chivos expiatorios polรญticos: โ€œSi Hitler dijo que los judรญos eran el cรกncer de Europaโ€, escribรญa, โ€œTrotski dijo que el estalinismo era el cรกncer del marxismo, y en China en el รบltimo aรฑo la banda de los cuatro se ha convertido, entre otras cosas, en โ€˜el cรกncer de Chinaโ€™.โ€

((Susan Sontag, Illness as metaphor, Farrar Straus Giroux, New York, 1978. Hay traducciรณn al castellano (La enfermedad y sus metรกforas. El sida y sus metรกforas, Debolsillo, 2008.)
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Mientras que Hitler y Mao utilizaban el cรกncer para seรฑalar un enemigo en el cuerpo, Camus, desde el otro lado de la lente, muestra la peste como un opresor que llega. Empezรณ a tomar notas para el libro a finales de 1942, y empezรณ a escribirlo en 1944. Despuรฉs de la guerra, Camus permitiรณ que se propagara la leyenda de que habรญa estado desde el principio en la Resistencia francesa. No lo hizo: vivรญa en un pueblo llamado Le Panelier, cerca de St. ร‰tienne, por razones de salud โ€“padecรญa tuberculosisโ€“ y era consciente del notablemente efectivo cรญrculo de la Resistencia de la ciudad cercana de Chambon, que organizaba un pastor hugonote, Andrรฉ Trocmรฉ: encontraban refugios y falsificaban documentos para judรญos que huรญan del territorio ocupado. Una de las posibles razones para suponer que Camus era consciente de esos esfuerzos se encuentra en las investigaciones del crรญtico Robert Zaretsky, que descubriรณ que entre los resistentes habรญa un mรฉdico que respondรญa al nombre de Riou.

Camus solo se uniรณ mรกs tarde al grupo en torno a Combat, la revista de la Resistencia y nรบcleo activista, bajo la direcciรณn local del intelectual catรณlico Renรฉ Leynaud. La combinaciรณn del retraso de Camus en unirse y de la presencia religiosa en la Resistencia nos hace pensar en la fascinaciรณn del agnรณstico Camus por sus personajes Rambert (y su tardรญa incorporaciรณn a las fuerzas de ayuda) y el padre Paneloux. Aunque le horroriza el sermรณn de Paneloux y su idea de una peste punitiva, tambiรฉn le atormenta: โ€œFuera le pareciรณ a Rieux que la noche estaba llena de gemidos. En alguna parte, en el cielo negro, por encima de las farolas, un silbido sordo le hacรญa pensar en el invisible azote que abrasaba incansablemente el aire encendido.โ€ Pronto, sin embargo, Camus habรญa conectado con los dos hombres activos y mรกs cercanos a su corazรณn, el escritor Pascal Pia y el poeta Francis Ponge. Los alemanes eran conocidos como la peste brune โ€“la peste pardaโ€“ y tras un viaje a Lyon en 1943 Camus, para entonces rรฉsistent irrevocable, escribiรณ y publicรณ (en Ginebra) el prototipo de su obra maestra: Des exiliรฉs de la peste.

La peste estรก llena de imรกgenes de ocupaciรณn y Holocausto. Hay detalles como el oportunismo de Cottard en el mercado, y los campos de aislamiento, donde se ladran รณrdenes por los altavoces. Resulta mรกs aterrador, ademรกs de las fosas comunes, leer que โ€œun vapor espeso y nauseabundo planeaba sobre los barrios orientales de la ciudadโ€: venรญa de los muertos incinerados y nos hace pensar en los hornos de Birkenau. Camus especifica que โ€œun vago olor del Este les recordaba que estaban instalados en un nuevo ordenโ€. En 1947, la mayor parte de los europeos conocรญan la importancia del sintagma โ€œdel Esteโ€, donde los internos de los campos de trรกnsito eran transportados: era una referencia a Auschwitz. En una visita al campo cubierto de nieve en 2000, un superviviente, Thomas Buergenthal, me contรณ que, cuando partรญa a la Marcha de la muerte para salir de Auschwitz, con las tropas rusas acercรกndose y los hornos detenidos, vio por primera vez volar a los pรกjaros sobre Birkenau: antes no se habรญa percatado de su ausencia, debida al humo. Y Camus escribe: โ€œlos golpes de tampรณn que acompasaban nuestra vida o nuestra muerte, en medio de los incendios y de las fichasโ€.

Pero el corte de la alegorรญa es mรกs profundo, y Tarrou es el filo de la navaja. Tarrou, como Rambert, estรก varado en Orรกn, y tiene un diario del tiempo que pasa allรญ, en el que seรฑala detalles mรกs cercanos que evidentes. Es un refugiado moral de su propio padre, un fiscal que pedรญa la pena de muerte para los criminales. Tarrou piensa que cualquier asociaciรณn, por distante o indirecta que sea, con esa mรกquina judicial de matar es culpable. En una conversaciรณn con Rieux, Tarrou confiesa que solo por ser el hijo de un fiscal siente โ€œvergรผenza de haber sido, aunque desde lejos y aunque con buena voluntad, un asesino yo tambiรฉnโ€. Y: โ€œcada uno lleva en sรญ mismo la pesteโ€. Le dice a Rieux: โ€œno he tenido nada que aprender con esta epidemia, si no es que tengo que combatirla al lado de ustedโ€. Como dijo John Stuart Mill: โ€œPara lograr sus fines los malvados solo necesitan que los hombres buenos se queden mirando sin hacer nada.โ€ Segรบn ese punto de vista โ€“y el de Tarrouโ€“, no hay menos culpa en las neutrales Suiza, Espaรฑa o Suiza, o la colaboracionista Vichy, que en los propios nazis. En el mundo de la literatura, y en el Premio Nobel que Camus ganรณ, si seguimos a Tarrou, la galardonada Olga Tokarczuk, al aplaudir que Peter Handke aceptara el mismo precio, suscribiรณ las apologรญas de Handke del genocidio en los Balcanes, cuando ambos recibieron el premio โ€“a mi juicio profanadoโ€“ que habรญa obtenido Camus. Incluso apartarse del mal implica una culpa; para Tarrou, hay que resistir a plena luz.

Camus hace una observaciรณn intrigante: โ€œLos hombres son mรกs bien buenos que malos y, a decir verdad, no es esta la cuestiรณn. Solo que ignoran mรกs o menos, y a esto se le llama virtud o vicio, ya que el vicio mรกs desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar.โ€ Frente a esa pretensiรณn de conocimiento, contra esa ignorancia asesina, el โ€œmรกs bueno que maloโ€ se organiza. La idea de establecer una fuerza, preparada para arriesgar la vida y exponerse a la peste para combatirla, no viene de Rieux sino de Tarrou. Ahรญ estรก la alegorรญa tan moral como fรญsica entre los maquisards de la resistencia, las fuerzas de Tarrou y la medicina de Rieux, y ahora nuestros mรฉdicos, enfermeros y personal auxiliar: hombres y mujeres dedicados a combatir la enfermedad, lo que los โ€œhacรญa mรกs vulnerables a ellaโ€. Junto a Rieux: โ€œY los otros, los desahuciados, lo sabรญan perfectamente, ellos tambiรฉn.โ€

El aplanamiento y final declive en muertes โ€“atisbos de un final de la plagaโ€“ reflejan el periodo que siguiรณ a Stalingrado y el Dรญa-D, el giro del remolino. Como la Wehrmacht, se dirรญa que la peste โ€œestaba desorganizรกndose por enervamiento o cansancio y que perdรญa, al mismo tiempo que el dominio de sรญ misma, la eficacia matemรกtica y soberana que habรญa sido su fuerzaโ€.

Pero Camus pone un aguijรณn en la cola. Las masas que celebran el final de la peste representan a aquellos que festejaban la liberaciรณn de Parรญs, el Dรญa del armisticio y la caรญda de Berlรญn. โ€œNunca mรกsโ€ era el grito cuando se publicรณ el libro de Camus en 1947, resucitado en los aรฑos setenta por el movimiento antifascista del que formรฉ parte. Camus no era vรญctima de ese espejismo: Rieux โ€œsabรญa que, sin embargo, esta crรณnica no puede ser el relato de la victoria definitiva. No puede ser mรกs que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberรญan seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser mรฉdicos. […] Pues รฉl sabรญa que […] el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamรกs, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los paรฑuelosโ€.

La alegorรญa de Camus es buena para todas las รฉpocas โ€“โ€œescribรญa para el futuroโ€, me comenta un editor catalรกn justo ahoraโ€“ y ahora el fascismo ha vuelto. El odio, y el discurso del odio contra el otro, el xenos: el racismo, el antisemitismo, un neocolonialismo antiindรญgena, la islamofobia y la visiรณn intolerante de la identidad sexual. Desde aquellos dรญas efรญmeros de esperanza internacionalista producidos por la resoluciรณn posterior a la guerra y los aรฑos sesenta, la construcciรณn de la Uniรณn Europea y las instituciones interamericanas, que culminaron en la caรญda del comunismo estalinista y el Muro de Berlรญn, las fronteras han proliferado y se han reforzado. Muros, barreras y puestos de guardia atraviesan Tierra Santa; se extienden en la frontera entre Estados Unidos y Mรฉxico y en torno a la Uniรณn Europea contra la migraciรณn desesperada, incluso en torno a su ridรญculo antiguo miembro, la Pequeรฑa Bretaรฑa. Esto no se limita a la derecha, la izquierda tambiรฉn lo hace: frente a las sirenas de niebla de Trump en Estados Unidos, de Johnson en el Reino Unido, de Orbรกn en Hungrรญa, de Kaczyล„ski en Polonia y de Bolsonaro en Brasil suenan figuras alter idem como Xi Jinping en China, Putin en Rusia, Lรณpez Obrador en Mรฉxico, el dรบo de Fernรกndez y Kirchner en Argentina, el superfluo Corbyn en el Reino Unido. Cortados por el mismo patrรณn, balando โ€œla voluntad popular, el pueblo soy yoโ€ y la pertinencia de fortalezas y fronteras nacionales. La izquierda y la derecha llaman a los que querrรญan trascender esas fronteras โ€œcosmopolitasโ€, el insulto antiguo pero eficaz que Hitler y Stalin dirigรญan contra los judรญos. Shostakรณvich era enigmรกtico como una esfinge cuando le pedรญan que explicara de quรฉ trataba su obra (normalmente no โ€œtratabaโ€ de nada, pese a todos los ventrรญlocuos que ha tenido que soportar). Pero en el caso de su รณpera absurda de 1924, La nariz, hizo una excepciรณn: trataba, dijo, de la โ€œhorrorosa tiranรญa de la mayorรญaโ€. Llรกmalo como quieras: la peste ha vuelto.

Y es, escribe Camus, โ€œmรกs eficaz cuanto mรกs mediocreโ€. Quรฉ apropiada definiciรณn de la actual pestilencia populista: de su potente banalidad, de su glorificaciรณn โ€“y por tanto manipulaciรณnโ€“ de la estupidez. Hitler y Mussolini podรญan al menos dar discursos y sus movimientos tenรญan pretensiones de contenido intelectual, en especial el futurismo en la Italia fascista. Pero pensemos en este grupo: Trump, Johnson, amlo, Bolsonaro; vulgares en comparaciรณn, no hay en ellos nada salvo clichรฉ, Twitter y una โ€œeficaz mediocridadโ€; es su tarjeta de visita y su causa.

Aun asรญ, es curioso: en la pandemia he publicado una cita al dรญa de La peste en Twitter. Un โ€œtuit fijadoโ€ explicando por quรฉ lo hago tiene muchos likes; las citas, no. A la gente parece gustarle la idea de leer el libro de Camus, pero no les gusta lo que hay en su interior. Aparte de un lector agradecido que dijo: โ€œยกMe estรกs asustando! ยกSigue!โ€

La ventaja de desplegar un sรญmbolo tan intangible como la peste para denotar el fascismo es que puede ser โ€“era y esโ€“ adaptable a cualquier tiempo y circunstancia. El aspecto mรกs insidioso de la ventriloquia de Shostakรณvich, y su reducciรณn al comentario crรญtico sobre la Uniรณn Soviรฉtica โ€“nada menos, pero tampoco mรกsโ€“ en libros de Solomon Volkov, Ian Macdonald, Julian Barnes y otros, es lo que les quita su universalidad. Camus, por suerte, no ha sido sometido al mismo destino, en parte porque algunas de las crรญticas mรกs violentas le llegaron de marxistas franceses, que se oponรญan filosรณficamente al rechazo del progreso escatolรณgico que habรญa en La peste, y porque puede utilizarse, y se utiliza, contra cualquier tiranรญa o enfermedad polรญtica, incluyendo la Uniรณn Soviรฉtica. La peste situaba a Camus, cuando empezรณ la Guerra Frรญa, firmemente en el lado opuesto a los comunistas franceses, entre los que destacaba Jean-Paul Sartre, que estaban obligados a defender lo indefendible. โ€œSin duda por eso me lo reprochanโ€, escribiรณ Camus a Roland Barthes en 1955, โ€œporque La peste puede servir para cualquier resistencia frente a la tiranรญaโ€. Eso es fundamental: la alegorรญa de Camus, como la de Shostakรณvich, es universal, universalmente aplicable y de ahรญ viene su actual valor polรญtico.

Un problema de utilizar la pestilencia como sรญmbolo del mal es que elimina la agencia humana. Los nazis eran seres humanos, desde los lรญderes a la masa, como demuestran innumerables estudios, y en este contexto, el libro de Christopher Browning, Aquellos hombres grises. Como observa el crรญtico John Cruickshank en Albert Camus and the literature of revolt, La peste โ€œhabla de la desdicha humana pero no de la maldad humanaโ€. Si la novela tiene un defecto, es que no hay villanos, mierdas o personajes aburridos o estรบpidos.

Sin embargo, la mayor ventaja de una encarnaciรณn amorfa del mal llega en el tercer nivel: crucial, universal, existencial y filosรณfico.

3.

Filosรณficamente, escribe Cruickshank, La peste viene de la โ€œmetafรญsica desesperadaโ€ de Camus y de su visiรณn del โ€œabandono metafรญsico del mundo por parte del hombreโ€, y en ese caso las aplicaciones son infinitas y estรกn a nuestro alcance.

El abismo entre el poder y la belleza de la naturaleza y la desolaciรณn de la condiciรณn humana son esenciales para el aislamiento existencial y metafรญsico de Camus. Desde joven Camus adoraba el mar y los desiertos, y miraba la mortalidad humana a la luz de su escala indiferente. No hay un lugar moral para la humanidad en la naturaleza. La distancia con respecto a la magnitud y grandiosidad de la naturaleza son casi una forma de tortura: en la primera novela importante de Camus, La muerte feliz, donde el protagonista, Mersault, medita sobre โ€œla belleza inhumana de la maรฑana de abrilโ€. Solo una letra separa el nombre de Mersault de su sucesor mรกs desagradable, complejo y ambiguo, Meursault, antihรฉroe de El extranjero, un hombre de preguntas aunque no de respuestas. Pero incluso el nihilista Meursault deduce al matar a un รกrabe en la playa: โ€œEntendรญ que habรญa destruido la armonรญa del dรญa.โ€ Cuando escribรญ sobre La peste durante el brote del รฉbola, mi impulso era ver que la peste representaba a la propia humanidad (paradรณjicamente, quizรก, teniendo en cuenta el humanismo de Camus), en guerra con la naturaleza y destruyรฉndola, y al materialismo, como un virus relacionado. Utilicรฉ el ensayo de Camus El desierto, donde hablaba de un โ€œrepugnante materialismoโ€ en nuestra relaciรณn con la naturaleza. Desde entonces, los acuerdos del clima de Parรญs, el impacto de Greta Thunberg, las huelgas escolares por el clima, las revueltas de Extinction Rebellion serรญan, espero, elementos que reivindican esa visiรณn, del mismo modo que el negacionismo del cambio climรกtico por parte de los presidentes Trump y Bolsonaro se deberรญa considerar una forma de peste.

En lo que respecta a la naturaleza, hay casi un panteรญsmo neopagano en Camus. Al final de El extranjero, Camus escribe de la โ€œbenigna indiferencia del universoโ€. Ahora, en La peste, el mar y el cielo son constantes correctivos, aunque indiferentes. Cuando llega la peste โ€œSolo el mar, al final del mortecino marco de las casas, atestiguaba todo lo que hay de inquietante y sin posible reposo en el mundoโ€. Orรกn es una ciudad que da la espalda al mar, escribe Camus, y el รบnico punto de contacto en el libro entre el hombre y el mar, cuando Rieux y Tarrou nadan (un episodio del que hablarรฉ luego) es el รบnico momento de verdadera liberaciรณn que hay en el libro, mรกs que el final de la peste y la apertura de las puertas. Tambiรฉn estรก el cielo, โ€œhermosos cielos azules desbordantes de luz doradaโ€. A medida que la peste se extendรญa: โ€œCada uno tuvo que aceptar vivir al dรญa, solo bajo el cielo. […] Llegรณ un momento en que quedaron entregados a los caprichos del cielo, es decir, que sufrรญan y esperaban sin razรณn.โ€ Hay โ€œuna especie de secuestro, bajo la cobertera del cieloโ€. Y cuando el doctor Rieux ve morir a su verdadero amigo, Tarrou, โ€œFuera quedaba la misma noche frรญa, las estrellas congeladas en un cielo claro y glacialโ€.

La naturaleza no es absurda, lo que es absurdo es la relaciรณn que tenemos con ella, como la de Sรญsifo y la roca, que debe subir por la ladera una y otra vez. (Camus no cuenta las razones del castigo, ni la artimaรฑa de Sรญsifo, que querรญa embaucar a la muerte y a los dioses). En su magnรญfico discurso de aceptaciรณn del Premio Nobel de Literatura en 1957, Camus fue lรบcido al organizar su obra en tres temas: los del absurdo, la revuelta y el amor. Empezรณ a escribir La peste en lo que se puede considerar la apertura del segundo y central panel del trรญptico, en la estela de El mito de Sรญsifo, y sus deliberaciones sobre el absurdo. Si Calรญgula, El extranjero y Sรญsifo se pueden considerar la trilogรญa del absurdo, La peste es el primer libro en el que Camus buscรณ โ€“mรกs que trazar una descripciรณnโ€“ abordar las implicaciones del absurdo y nuestra โ€œrevueltaโ€ contra รฉl. Pero al absurdo ahora se suma el mal; como dice Todd, โ€œel mundo ya no parecรญa absurdo sino terribleโ€. Sin embargo, despuรฉs de El mito de Sรญsifo, ยฟquรฉ implica el absurdo del universo, o de la creaciรณn, para los humanos? A nivel alegรณrico/polรญtico, la resistencia al fascismo plantea su reivindicaciรณn legรญtima, pero filosรณficamente, sobre la base de la obra temprana de Camus (aunque no su vida activista), el absurdo puede y deberรญa hacer ridรญcula cualquier idea de la empresa humana, y alentar el ennui y el nihilismo. Pero, como contestรณ Samuel Beckett cuando un taxista parisino le preguntรณ si era inglรฉs, โ€œau contraireโ€.

Es รบtil considerar las deducciones sobre una existencia absurda con las de su casi contemporรกneo y maestro del absurdo, Beckett. Beckett naciรณ siete aรฑos antes que Camus, pero fue activo en la resistencia francesa en la misma รฉpoca. En Los dรญas felices, Winnie, enterrada hasta el cuello, seรฑala que โ€œA veces todo ha pasado para el resto del dรญa, todo hecho, todo dicho, todo listo para la noche, y el dรญa no ha terminado, ni mucho menos, la noche no estรก lista, ni mucho menos.โ€ Suspendidos en el limbo, como en la espera de Godot, no hay una agencia humana con propรณsito. El perseguidor del Molloy de Beckett concluye: โ€œLuego volvรญ a casa y escribรญ. Es medianoche. La lluvia golpea la ventana. No era medianoche. No llovรญaโ€: hasta la narraciรณn se niega a sรญ misma. El crรญtico Declan Kiberd, en una conferencia en el Enniskillen International Beckett Festival en 2014, planteรณ la idea de โ€œBeckett acampando en el vacรญoโ€, con una aterradora analogรญa con la no-manโ€™s land entre las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Asรญ que, ยฟpor quรฉ se molestรณ Beckett en apoyar a la Resistencia en la guerra posterior, para riesgo tanto de sรญ mismo como de su mujer, Suzanne, que tambiรฉn estaba en la Resistencia?

La respuesta estรก en La peste. Camus (y sus personajes), a diferencia de Sartre (y de los suyos) nunca reivindicaron ser coherentes. Lo que importaba era la honestidad, y Camus cuestionaba a menudo sus posiciones y argumentos, en la mejor tradiciรณn clรกsica. Camus habรญa avisado en El mito de Sรญsifo de que sus observaciones eran โ€œprovisionalesโ€ y ya en el libro habรญa subvertido una respuesta nihilista al absurdo. โ€œEl cuerpo, la ternura, la creaciรณn, la acciรณn, la nobleza humana, retomarรกn su lugar en este mundo sin sentido. El hombre encontrarรก ahรญ por fin el vino del absurdo y el pan de la indiferencia del que nutrir su grandeza. […] En cierto punto de su camino, el hombre absurdo se ve tentado.โ€ ยฟTentado por quรฉ?

El absurdo de la peste hace absurdas las vanidades de la vida: la escena mรกs melodramรกtica del libro presenta a un actor que interpreta a Orfeo en una troupe de gira, que, varado en la ciudad, se desploma por la peste cuando le arrebatan a Eurรญdice. El pรบblico corre apresuradamente a la salida, y Rieux y Tarrou miran โ€œlos restos inรบtiles del lujo, en forma de abanicos olvidados y encajes desgarrados sobre el rojo de las butacasโ€.

En un universo absurdo, eres libre. Pero la libertad en sรญ se convierte en una forma de prisiรณn, como en la Eva de Masaccio, que grita cuando la expulsan del Jardรญn del Edรฉn, como sรญmbolo de la certeza del edificio del cristianismo medieval. O en la escultura de madera de Donatello de Marรญa Magdalena: desolada, rezando, evidentemente, a nada. Esas sobrecogedoras obras maestras emplean la imaginerรญa cristiana, pero se hicieron cuando el Renacimiento habรญa desgarrado a Dios y proclamado al hombre como medida de todas las cosas. Para la mayor parte de Florencia, era una liberaciรณn, pero para esos artistas, entraรฑaba algo mรกs cercano a la observaciรณn crucial de Camus: โ€œRambert encontraba allรญ esa especie de espantosa libertad que se encuentra en el fondo de la miseria.โ€

ยฟQuรฉ hacemos, exiliados en la celda de la libertad, en un universo absurdo? En La peste, el absurdo โ€“el vino del absurdoโ€“ es una fuente de valor, valores e incluso acciรณn. Los personajes de Camus muestran que, aunque saben que son impotentes frente a la peste, tambiรฉn pueden ser sus testigos, y esto en sรญ tiene valor. Tambiรฉn pueden luchar con ella, aunque sea en vano. No es necesario que haya una contradicciรณn entre el vacรญo en el centro de El extranjero, el universo absurdo de El mito de Sรญsifo y los esfuerzos de La peste.

Cuatro escenas nucleares de La peste lo demuestran. La primera es una conversaciรณn entre Rieux y Tarrou hacia el final de la segunda parte; la segunda es la muerte del niรฑo, la tercera es cuando Rieux y Tarrou van a nadar, y la tercera es la muerte de Tarrou.

En la primera conversaciรณn de Tarrou con Rieux, hablan del padre Paneloux, y el mรฉdico dice que la plaga puede engrandecer a algunos. Tarrou le pregunta a Rieux si cree en Dios. Rieux duda: โ€œNo, pero ยฟeso quรฉ importa? Yo vivo en la noche y hago por ver claro. Hace mucho tiempo que he dejado de creer que esto sea original.โ€ Pero Rieux va por โ€œel camino de la verdad, luchando contra la creaciรณn tal como esโ€.

โ€“ยกAh! โ€“dijo Tarrouโ€“, entonces, ยฟesa es la idea que se hace usted de su oficio?

โ€“Mรกs o menos โ€“respondiรณ el mรฉdico

Ha visto morir a la gente y โ€œme di cuenta en seguida de que no podrรญa acostumbrarme a ello. […] No sรฉ mรกsโ€. Tarrou seรฑala que โ€œSus victorias siempre serรกn provisionalesโ€, a lo que Rieux responde: โ€œYa lo sรฉ. Pero eso no es una razรณn para dejar de luchar.โ€ โ€œNo, no es una razรณn. Pero me imagino, entonces, lo que debe de ser esta peste para usted.โ€ โ€œSรญโ€, contesta el mรฉdico: โ€œuna interminable derrotaโ€. Luego Rieux dirige la pregunta a Tarrou:

โ€“Vamos, Tarrou, ยฟquรฉ es lo que le impulsa a usted a ocuparse de esto?

โ€“No sรฉ. Mi moral, probablemente.

โ€“ยฟCuรกl?

โ€“La comprensiรณn.

Ninguno de los dos hombres tiene ningรบn sentido o ilusiรณn de รฉxito o victoria, pero ninguno busca justificar lo que hace por esa medida; lo que importa es โ€œcomprenderโ€ y, tras hacerlo, luchar. La lucha por sรญ misma, podemos llamarla heroica, pero no es asรญ como se ven los que combaten contra la peste. Sobre la razรณn por la que actuaban โ€œTarrou y Rieux y sus amigos podรญan responder esto o lo otro, pero la conclusiรณn era siempre lo que ya se sabรญa: hay que luchar […] Esta verdad no era admirable: era solo consecuenteโ€.

A veces, Camus se desliza hacia un humanismo clรกsico y renacentista, poco caracterรญstico de los โ€œabsurdistasโ€, y contrario a las burlas de sus conciudadanos โ€œhumanistasโ€. Un momento parecido sigue a la muerte del hijo de Othon. โ€œUna marea de sollozos estallรณ en la sala cubriendo la plegaria de Paneloux […] โ€“ยกAh!, este, por lo menos, era inocente, ยกbien lo sabe usted!โ€ Paneloux sugiere que Rieux โ€œtambiรฉn trabaja por la salvaciรณn del hombre. Rieux intentรณ sonreรญr. โ€“La salvaciรณn del hombre es una frase demasiado grande para mรญ. Yo no voy tan lejos.โ€ โ€œProfundamente conmocionadoโ€ por la agonรญa del niรฑo, Paneloux tambiรฉn se une a los voluntarios y muere por la peste.

En su segunda larga conversaciรณn, Tarrou le dice a Rieux:

โ€“En resumen โ€“dijo Tarrou con sencillezโ€“, lo que me interesa es cรณmo se puede llegar a ser un santo.

โ€“Pero usted no cree en Dios.

โ€“Justamente. Puede llegarse a ser un santo sin Dios; ese es el รบnico problema concreto que admito hoy dรญa.

La santidad es una aspiraciรณn inferior a la verdadera humanidad.

Pero ยฟquรฉ hay del exilio? El exilio, existencial y fรญsico, es el ancla de la vida y la obra de Camus, que nunca estรกn instaladas. Al margen de la alienaciรณn metafรญsica, la vida de Camus era una de falta de pertenencia (una de las razones por las que siempre he adorado su escritura). Era un pied noir de habla francesa y orรญgenes franceses y espaรฑoles, nacido y criado en la Argelia colonial, con afinidad tanto por ese legado como por su paรญs natal. Cuando empezรณ a escribir La peste, habรญa intentado trabajar como periodista en Parรญs, que no sentรญa inicialmente como su ciudad, y estuvo aislado cerca de St. ร‰tienne, con su mujer, y su corazรณn en Argel. (Cuando llegรณ el momento en que Argelia se alzรณ y luchรณ por la independencia, Camus, que vivรญa en Francia, estaba en el alambre, exiliado no de uno sino de los dos paรญses.) Su exilio existencial lo articula Tarrou, que dice que su lucha con la peste y la decisiรณn de negarse a matar marcan su vida: โ€œa partir del momento en que renunciรฉ a matar me condenรฉ a mรญ mismo en un exilio definitivoโ€.

Ahรญ estรก la soledad de la โ€œmetafรญsica desesperadaโ€, pero, a su vez, el valor de su nรฉmesis en la revuelta. Por eso la amistad entre Tarrou y Rieux es tan conmovedora; en ella, los dos encuentran un efรญmero alivio del exilio. Nace de la lucha que libran uno junto al otro, pero se alcanza simbรณlicamente en el pasaje mรกs poรฉtico del libro: cuando nadan juntos en el mar, simbiรณticos no solo el uno con el otro, sino con la fuerza de la naturaleza. El mar โ€œapareciรณ a su vista espeso, como de terciopelo, flexible y liso como un animalโ€. โ€œTenรญan el mismo รกnimo y el mismo recuerdo dulce de esa nocheโ€, pero es breve; deben volver a la peste, a arrimar el hombro.

Con la amistad asรญ forjada, la muerte de Tarrou es insoportable. Tarrou es abrasado por โ€œel mal sobrehumanoโ€ y โ€œla tempestad que sacudรญa su cuerpo, con estremecimientos convulsivosโ€ da a la injusticia una palabra final: le puso a รฉl contra su padre, luego contra la peste, solo para ser una de las รบltimas vรญctimas. โ€œNinguna buena acciรณn se queda sin castigoโ€, dice una canciรณn hortera pero bien titulada del musical Wicked. Y aparte de su madre โ€“un refugio eterno pero mortalโ€“, la desapariciรณn de Tarrou deja a Rieux totalmente solo, en un exilio no solo existencial y ontolรณgico sino tambiรฉn personal. La maรฑana despuรฉs de la muerte de Tarroux, Rieux recibe la noticia de que su mujer ha fallecido en el sanatorio al que fue antes del estallido.

La consecuciรณn de la paz โ€“y su bรบsquedaโ€“ es como una corriente marina que pasa por debajo de la superficie del libro. El problema es que para Camus la paz y la esperanza estรกn entrelazadas. Rieux le habรญa preguntado a Tarrou si tenรญa โ€œuna idea del camino que habรญa que escoger para llegar a la paz. โ€“Sรญ, la simpatรญa.โ€ Cuando Rieux le pregunta a Tarrou: โ€œโ€“ยฟCree usted conocer todo en la vida? โ€“preguntรณ Rieux. La respuesta sonรณ en la oscuridad con la misma voz tranquila. โ€“Sรญ.โ€ Pero Tarrou, dice Rieux, habรญa vivido en el desgarramiento y la contradicciรณn y no habรญa conocido la esperanza. Aรฑade: โ€œNo puede haber paz sin esperanza.โ€ Por eso Rieux, tras la muerte de Tarreau, โ€œcreรญa saber que para รฉl ya no habrรญa paz posibleโ€.

Cuando Tarreau muere, โ€œlas lรกgrimas de la impotencia le impidieron verโ€. Y estamos condenados a derramarlas, si nos unimos a la Resistencia, porque debemos aceptar que lo que hacemos lo hacemos solo por hacerlo y mรกs allรก de ahรญ, todo es en vano. No solo la paz depende de la esperanza, sino la esperanza de la eficacia, y La peste atestigua que no la hay.

Pero Camus ha demostrado que esas lรกgrimas no son un argumento contra la acciรณn. Cuando recibiรณ el Premio Nobel, seรฑalรณ que era el honor y la carga del escritor โ€œhacer mucho mรกs que escribirโ€. Este quizรก sea el momento para seรฑalar que Rieux siempre ha sido mi modelo e inspiraciรณn como periodista y escritor. Estoy cansado de los escritores que piensan que ellos โ€“o โ€œlos mediosโ€โ€“ tienen un impacto benรฉfico. Intenta explicar a los que informamos desde Bosnia-Herzegovina durante tres aรฑos mientras la โ€œcomunidad internacionalโ€ permitรญa โ€“alentabaโ€“ la carnicerรญa que tuvimos algรบn โ€œimpactoโ€. No tuvimos ninguno. O a los que insistimos en que el camino a la invasiรณn de Irak en 2003 se basaba en mentiras; si no se nos censuraba, tampoco tenรญamos ningรบn efecto. Pero eso no quiere decir que โ€œno escribamosโ€. Lo que la mayor parte de nuestra profesiรณn hace en un negocio generalmente corrupto e inmoral es seguir una lรญnea recta y ceรฑirse a la verdad, al margen de la eficacia que eso tenga. ยฟIntenta Rieux salvar al hijo de Othon, sabiendo que fracasarรก? Por supuesto. Sรญ. Rieux le dice que โ€œno se trata de heroรญsmo. Se trata solamente de honestidad. […] No sรฉ que es, en general. Pero, en mi caso, sรฉ que no es mรกs que hacer mi oficioโ€. Como con los medicamentos y las vacunas, con las palabras, y, en ese sentido, Camus era el mejor mรฉdico de todos. Me divierte, con mis amigos y colegas mexicanos, alzar la copa y adaptar el famoso grito de batalla del Che Guevara a una exhortaciรณn mรกs compleja pero igual de sincera: ยกHasta la derrota siempre!

Cuando la peste es vencida y las puertas de Orรกn se abren, la gente celebra como corresponde. La estaciรณn de tren es un carnaval de abrazos y lรกgrimas, esta vez de alegre alivio, cuando las familias y los amantes se reรบnen. Rambert โ€œdejaba correr las lรกgrimas, sin saber si eran causadas por su felicidad presente o por el dolor tanto tiempo reprimidoโ€. Pero la mujer de Rieux no estรก entre los que llegan, asรญ que por razones personales y filosรณficas, รฉl se siente, con respecto a las celebraciones, โ€œde los que no podรญan mezclarse enteramente con ellaโ€.

Mientras observa la feliz reuniรณn, Rieux contempla el amor. El tema del amor, frente al del deber, llena el libro, y los personajes responden con una inconsistencia laudablemente compleja. Al abandonar su plan para escapar, Rambert cambiaba su posiciรณn inicial, que daba mรกs importancia al amor: โ€œSรฉ que este es mi sitio, lo quiera o noโ€. Pero Rieux contesta repitiendo el argumento original de Rambert, que รฉl mismo habรญa rechazado al principio: โ€œNada en el mundo merece que se aparte uno de los que ama. Y sin embargo, yo tambiรฉn me aparto sin saber por quรฉ.โ€ Mรกs tarde, โ€œRieux sabรญa lo que estaba pensando en aquel momento el pobre viejo que lloraba, y tambiรฉn como รฉl pensaba que este mundo sin amor es un mundo muerto, y que al fin llega un momento en que se cansa uno de la prisiรณn, del trabajo y del valor, y no exige mรกs que el rostro de un ser y el hechizo de la ternura en el corazรณn.โ€

Asรญ que al parecer puede haber, despuรฉs de todo, esperanza y por tanto paz, para los que tienen un amor verdadero y correspondido. Del mismo modo, Rieux ahora da a los amantes reunidos lo que merecen: โ€œAquellos que, aferrรกndose a su pequeรฑo ser, no habรญan querido mรกs que volver a la morada de su amor habรญan sido a veces recompensados. […] Sabรญan, ahora, que hay una cosa que se desea siempre y se obtiene a veces: la ternura humana.โ€

Pero Rieux inmediatamente socava esa observaciรณn, y al hacerlo sintetiza el tema central del libro. โ€œPara todos aquellos, por el contrario, que se habรญan dirigido pasando por encima del hombre hacia algo que ni siquiera imaginaban no habรญa habido respuesta.โ€ โ€œNo habรญa habido respuestaโ€: ningรบn relato o descripciรณn siquiera de ese โ€œalgoโ€ mรกs que no logramos imaginar quรฉ podrรญa ser. Y sin embargo, reprocha, plantea exigencias. Llama a la acciรณn, a sumarnos al equipo de Tarrou, a actuar en vano, incluso a apartarnos del amor si hace falta, aunque a regaรฑadientes y tras una cuidadosa consideraciรณn. Es polรญtico hasta cierto punto, pero se muestra impaciente, si no desdeรฑoso, con la polรญtica. Es moral, sin duda, pero de manera incรณmoda. No tiene direcciรณn, no tiene nada que ver con el โ€œprogresoโ€, porque en un universo absurdo no puede haber nada asรญ. Carece de sentido, pero es imperativo. Y aquellos que se identifican con Albert Camus y su creaciรณn mรกs importante, el doctor Bernard Rieux, saben lo que es, aunque hace mucho que hemos abandonado una definiciรณn. ~

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Traducciรณn del inglรฉs de Daniel Gascรณn.

 

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