Foto: Archivo Agencia EL UNIVERSAL/EELG

Se fue Adolfo Gilly

El historiador Adolfo Gilly (1928-2023) fue una pieza clave para la construcción de un polo de izquierda a favor de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Este es un relato de ese episodio.
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Articular históricamente el pasado no significa
conocerlo “como verdaderamente ha sido”.
Significa adueñarse de un recuerdo tal como
éste relampaguea en un instante de peligro.

Walter Benjamin, Sur le concept d’histoire,
citado por Adolfo Gilly en Historia a contrapelo.


Era una tarde lluviosa. Revisaba las tesis de mis alumnos de la Facultad de Derecho de la UNAM  y los libros pendientes que debo entregar a la brevedad. Intempestivamente sonó el teléfono. Normalmente no contesto llamadas de números que no conozco. Sin embargo, dada la frecuencia de éstas decidí hacerlo. La voz apagada de un hombre me dijo: “Pedro, murió Adolfo Gilly”, la noticia me cimbró.

Yo sabía que estaba enfermo. Me lo comentó Arturo Anguiano, antiguo camarada del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y profesor de la UAM-Xochimilco, con quien conversé brevemente hace unos meses.

Con Adolfo tuve una relación distante y cercana. Me explico: en los interminables debates en el viejo PRT tuvimos diferencias acerca de varias cosas, incluso éramos de distintas corrientes. No obstante los ardientes y apasionados choques verbales que había en las sesiones del Comité Central, siempre actuó como paciente profesor que trataba de explicar sus puntos de vista. No recuerdo ningún ataque personal a quienes sostenían opiniones distintas.

Tuvo que venir la coyuntura de 1988 y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas para que coincidiéramos en un agrupamiento. La interpretación de la ruptura de la Corriente Democrática del PRI implicó una profunda discusión en la izquierda y, por supuesto, en el PRT.

Ya teníamos, por segunda ocasión, como candidata presidencial a Rosario Ibarra, pero no podíamos ignorar el suceso político que ya era noticia nacional.  Ante ello se inició un debate interno que cristalizó en dos posturas: la mayoría del Comité Político y del Comité Central resolvió mantener la candidatura de Rosario; otro bloque, donde estaba Gilly, resolvió apoyar la candidatura de Cárdenas. Nosotros hicimos pública nuestra simpatía por el hijo del general, lo que implicó colocarnos, en lenguaje estalinista, “objetivamente” fuera del PRT.

En esos momentos había realineamientos y rupturas de diversos grupos de izquierda. El Partido Mexicano Socialista (PMS) mantuvo a Heberto Castillo (quien después de un impresionante acto de masas, el 26 de mayo, en la explanada de Ciudad Universitaria, declinó a favor de Cárdenas) y el PRT sostuvo a Rosario Ibarra.

En tanto, nosotros decidimos distinguirnos de los partidos satélite que para ese  momento ya se habían montado en la figura de Cuauhtémoc y conformamos el Movimiento al Socialismo (MAS), agrupamiento de centro izquierda que convocó a muchos militantes sin partido. El MAS se dio a conocer en el desaparecido Cine Versalles, con la presencia de Cárdenas.

Después de una breve discusión se acordó que no hubiera mesa de honor en el acto fundacional y únicamente existiera un orador: Adolfo Gilly, quien hizo un discurso emotivo y conceptual.

En esos tiempos de rupturas, Adolfo aportó su talento y sensatez para elaborar una mínima plataforma que nos permitiera encarar los ataques que vinieron de los supuestos “puros” que nos llenaron de insultos por apoyar a un expriista. Irónicamente, varios de nuestros detractore s de esos tiempos son ahora adoradores de otro expriista.

Adolfo fue una pieza clave para la construcción de un polo de izquierda a favor de Cárdenas y escribió muchas cuartillas del impacto de su campaña. Lo acompañó en varios puntos del país y habló defendiendo el apoyo de un sector de la izquierda. El tiempo transcurrió y cada quien tomó distintos rumbos.

Después de varios años hablé con él para que hiciera el prólogo de mi libro acerca del movimiento  Yo soy 132. Aceptó, pero estaba abrumado de trabajo. Pasaron los días, la presión editorial ganó. Se disculpó por no entregarme a tiempo su texto.

Nos vimos en la facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Hablamos de todo, nos dimos un fuerte abrazo y nunca más lo volví a ver, aunque sabía de sus andanzas. Su vida fue interrumpida, pero no su visión revolucionaria. Ahora, se fue para quedarse. Dejó sustanciales textos y camaradería. Con eso me quedo. ~

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es doctor en Ciencias penales y Política criminal, y catedrático en la Facultad de Derecho de la UNAM y el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Su libro más reciente es Lo que la pandemia nos dejó. 13 abordajes multidisciplinarios (Porrúa, 2021).


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