Abelardo L. Rodríguez frente al comunismo

Líder revolucionario y ex presidente de México, Rodríguez hizo una demoledora exposición de la tiranía de Stalin y del fracaso del comunismo en su libro Notas de mi viaje a Rusia.
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Los recuentos de impugnaciones tempranas al comunismo soviético ignoran la del general revolucionario y presidente de México Abelardo L. Rodríguez (1932-1934). No es sorpresa: él es quizás el líder revolucionario más ninguneado, sobajado y vilipendiado en la historia de México del siglo XX, a pesar de sus valerosas acciones en el campo de batalla, en la administración pública (como presidente, secretario de estado y gobernador), su impulso a la educación y la infraestructura, la creación de empresas exitosas y duraderas, la organización de cooperativas agrarias, obreras y pesqueras y, last but not least, la filantropía, que sigue dando frutos.1

Me reservaré el análisis y la reivindicación de sus avatares, sus logros y su carácter para otra ocasión. Por ahora me interesa, just for the record, destacar su demoledora exposición de la tiranía de Stalin y del estrepitoso fracaso del comunismo en su libro Notas de mi viaje a Rusia (Editorial Cvltura, México, 1938).

Abelardo L. Rodríguez (Guaymas, Sonora, 1889-La Jolla, California, 1967) viajó a Rusia en 1937 “a observar, analizar y comparar lo que viera con mis propias ideas sobre la materia a la vista, para ratificar o rectificar mis propias convicciones.” Escribió su libro en su casa de El Sauzal, Ensenada, Baja California, preocupado por el avance de las posiciones socialistas en el gobierno de su sucesor, Lázaro Cárdenas, en particular la educación socialista y la colectivización del ejido en un ambiente de agitación política en sindicatos, escuelas rurales y organizaciones campesinas.

Como gobernador del Territorio Norte de Baja California (1923-1929) y como presidente de la república, Abelardo L. Rodríguez impulsó la educación laica racionalista e impugnó la educación socialista antes y después de su adopción en 1934, diciendo que se pretendía “sustituir el fanatismo religioso por el fanatismo socialista”. De acuerdo con su carácter independiente y su apego a los hechos, se mantuvo al margen de los esfuerzos de los callistas por crear el Partido Revolucionario Mexicano Anticomunista y decidió viajar a la URSS para informarse de primera mano.

Su relato empieza con su recepción en Londres por el embajador soviético I. M. Maisky, quien le dijo que los cimientos de la URSS “son sólidos” y que solo faltaban “los acabados”. Lo que Abelardo L. Rodríguez vio, en cambio, fue “una estructura netamente stalinista, fabricada con el mismo material humano oprimido de pueblo siervo eternal, que han utilizado desde tiempos pretéritos las tiranías rusas para perpetuarse en el poder, [un pueblo al que el régimen de Stalin] le da pan y circo y lo divierte con demagogia y autopropaganda insidiosa y constante, haciéndolo creer que vive en el paraíso terrestre.”

En su recorrido en tren por varias ciudades y las orillas del río Volga percibió que “muy pronto se empieza a sentir un ambiente extraño, de hermetismo y desconfianza, notable especialmente en el personal policiaco que acompaña a los trenes de turismo. Sólo responden las preguntas que les es permitido responder o las eluden con evasiva cortesía.”

“A lo largo de la vía férrea […] notamos grupos de mujeres trabajando en la construcción de nuevos tramos ferroviarios. Cargaban durmientes, rieles, clavaban con marros, sin zapatos.” Las mujeres “trabajan en fundiciones y granjas colectivas […] A esto la tiranía soviética llama emancipación de la mujer”.

“Este desquiciamiento [de la familia] ha sido la causa por la que en la Unión Soviética aumenta en forma alarmante el número de huérfanos, niños desamparados que transitan perdidos por las calles […] no menos penoso es el escandaloso y degradante incremento de la prostitución.”

Ocho años antes que Winston Churchill pronunciara el célebre epíteto de la “cortina de hierro”, Abelardo L. Rodríguez escribió que la tiranía de Stalin “Ha encerrado al pueblo en un círculo de hierro, aislado y en tinieblas respecto a lo que pasa en los demás países de la Tierra.” Los rusos creen que la máquina expendedora de boletos de transporte “es un invento ruso”.

Del GPU (Directorio Político del Estado, antecesor de la KGB) dijo: es un “formidable y terrible cuerpo policiaco [que Stalin] utiliza ventajosamente para controlar y dirigir todas las actividades de la autocracia […] Stalin pasa a degüello en masa a sus adversarios, a sus antiguos colegas, para evitar que denuncien [ante] el país su traición a la revolución; a tripulaciones completas de embarcaciones; a consejos enteros de granjas colectivas, lo mismo que a obreros, monjes ortodoxos, etc.” Los que quedan “son materia servil y abyecta.”

Del estajanovismo –movimiento obrero impulsado por Aleksei Stajánov e impulsado por Stalin, que buscaba aumentar la productividad laboral– dice que es “trabajo a destajo”: “¿A dónde va la plusvalía? A obras ostentosas, costosísimas, de exhibicionismo vanidoso, con pretensiones de equipararlas con otras semejantes de países capitalistas […] una gran parte de la plusvalía del poder del trabajo la devora la burocracia de la tiranía soviética.”

“El trabajo es compensando con una cuarta o quinta parte de lo que en justicia le corresponde […] Un obrero calificado gana 200 rublos al mes (el rublo a cinco centavos de dólar y de ellos paga el 9-11% de renta, más las cuotas sindicales, las del partido y la compra de bonos del gobierno) […] Un zapatero gana siete rublos diarios (35 centavos de dólar) y fabrica un par de zapatos al día, pero si lo compra en la tienda de raya le cuesta entre 200 y 300 rublos, zapatos de inferior calidad a lo que se fabrican en México y que aquí cuestan de 10 a 12 pesos. Un zapatero en México gana 5 pesos diarios” (poco más de un dólar de la época). El salario promedio anual en URSS en dólares (de 1937) era de 114.10, contra 628 en Australia y 1,307.28 en Estados Unidos.

El general Rodríguez visitó granjas colectivas y escribió: “Los campesinos siguen viviendo en chozas de lodo y estiércol y su vestimenta revela la pobreza en la que se hallan. Tanto por los sueldos de las granjas del gobierno, como por lo que ganan sus trabajadores, los campesinos rusos están en las condiciones en que se hallaban los nuestros antes de la Revolución.” Documentó que el salario neto en las granjas colectivas era de 9 rublos o 10 centavos de dólar. Para comprar 2 kilos de maíz, 800 gramos de papa, 2 kilos de legumbres y zacate hacía falta trabajar más de 200 días.

El régimen de Stalin, concluye Rodríguez, “sigue los lineamientos del fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler: distinto en la forma pero igual en la esencia, con la agravante de ser una tiranía mucho más cruel y despiadada.”

“La Humanidad no ha sacado provecho alguno del experimento soviet. El comunismo ha fracasado […] sólo quedan en pie las teorías. El comunismo italiano se volvió fascista; el alemán, nazi; el español, destrucción y derramamiento de sangre de valientes e inocentes; el francés, algarabía y retroceso […] La Humanidad está herida y sangrante con tanto experimento de revolución social; ¡La verdadera democracia será su salvación!

“Viniendo de Rusia se siente otro ambiente, se encuentra uno con gente libre y contenta, con ese desenfado propio del que se siente seguro, mucho mejor vestido, sin el sello de opresión, de desconfianza y de ignorancia que resalta en el ambiente de la URSS.”

***

Sobre la obra de gobierno de Abelardo L. Rodríguez hay varios libros, pero la mayoría son hagiográficos y se limitan a sus administraciones del Territorio Norte de Baja California (1923-1929) y Sonora (1943-1948), donde es considerado el modernizador de esas entidades y su memoria tiene el reconocimiento casi unánime de la gente informada. La historiografía nacional, en cambio, lo ha maltratado y ha ignorado sus muy importantes obras en sus 14 meses de gobierno. Hace falta un libro que considere y reivindique su trayectoria en conjunto. ~


  1. La Fundación Esposos Rodríguez, creada en Hermosillo, Sonora, en 1946, había becado a más de 80 mil estudiantes de todos los niveles hasta el año 2021. A razón de más de cinco mil becas por año, habrá becado cerca de 100 mil estudiantes hasta ahora. ↩︎
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(Santa Rosalía, Baja California Sur, 1950) es escritor y analista político.


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