Alfonsobouchot, Public domain, via Wikimedia Commons

Un destructor olvidado

Nadie llevó tan lejos como Garrido Canabal la extraña idea de que destruir es sinónimo de construir. Quizá por eso no pasó a la historia del modo en que hubiera querido.
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Hace muchos años, hubo un político de la Revolución que quería elevar la moral del mexicano. Quería transformarlo, purificarlo, redimirlo. Se llamaba Tomás Garrido Canabal. Fue muy popular y poderoso. Ocupó tres veces (una de ellas interina) la gubernatura de Tabasco. Como otros jefes y caudillos de aquel tiempo, estaba convencido de que la raíz de todo mal en nuestro país era la fe católica y la Iglesia. Por eso se propuso reducirlas, literalmente, a cenizas, y sustituirlas con una fe “racional” y una nueva iglesia. Los panegiristas de Garrido hablaban de su gobierno como “el Belén del amanecer socialista en América”.

Nadie llevó tan lejos como Garrido Canabal la extraña idea de que destruir es sinónimo de construir. Quizá por eso no pasó a la historia del modo en que hubiera querido. Me permito recordar algunos episodios de su furor destructivo, eso que él llamaba “obra revolucionaria”.

1925

Expide un decreto que exige a los religiosos tener al menos 40 años de edad, haber cursado en escuela oficial los estudios primarios y preparatorios, y estar casados.

Comienza la acción anticlerical: destrucción de los templos católicos, quema de imágenes de santos y expulsión de sacerdotes del estado.

1931

En una visita a Tabasco, el senador Manlio Fabio Altamirano presenció –atónito, según dijo– “un acto que dejó profunda huella en mi imaginación, una pira y encima de esa pira unos ídolos quemados por el propio pueblo”.

Conversión por decreto de las fiestas religiosas locales en fiestas civiles de tipo agrícola. Cada pueblo debe aparecer representado, no por su santo, sino con su producto local. Reemplazo de la Semana Santa en Villahermosa por la Fiesta del Trabajo.

Ordena que la Catedral de Esquipulas se transforme en la escuela racionalista “Francisco Ferrer Guardia”.

En el marco del IV Centenario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en Jalpa, Tabasco, se incineran “más de dos mil fetiches” (imágenes religiosas).

1932

Integración del Bloque Juvenil Revolucionario (los “Camisas Rojas”), grupo encaminado a aplicar la educación racionalista, combatir la religión y la embriaguez. Se habla de cabezas de santos bateadas en partidos de béisbol.

La prensa oficial tabasqueña (Redención) bromea con anécdotas de asnos nombrados “Obispo” y “Papa”.

1933

Elementos de los Camisas Rojas atacan la iglesia de San Francisco en la Ciudad de México y se hacen fotografiar frente al altar en actitud “sacrílega”.

1934

Comienza la demolición de la catedral de Villahermosa. Se incendia la iglesia de la Santa Cruz. Saqueo de la iglesia de la Conchita.

Se “socializan” los cementerios tabasqueños. Se prohíben los monumentos sobre las tumbas, se ordena demoler los existentes y, por decreto oficial, “queda abolida la cruz de Cristo”.

Los Camisas Rojas mutilan y arrastran por la calle la imagen de la Virgen de Guadalupe a la entrada de Cuernavaca.

Más de setenta Camisas Rojas celebran un acto en el centro de Coyoacán y cubren la cruz atrial de la parroquia con el retrato de Garrido. Amenazados por una multitud de católicos que salen de misa, disparan matando a cinco personas.

1935

Queda prohibido en Tabasco el uso de medallas religiosas y todo escrito en que apareciera el nombre de Dios. Arnulfo Pérez, ayudante cercano a Garrido, hace inscribir en sus tarjetas de presentación: “Enemigo personal de Dios”. Desde el principio de año no queda un solo sacerdote en Tabasco.

Hasta aquí la cronología. No se necesita ser católico para sentir horror frente a aquellos hechos. Basta el más mínimo respeto a la libertad de creencia y pensamiento, la más elemental tolerancia ante la diversidad humana. Ni los jacobinos más radicales de la Reforma llegaron a esos extremos. Por definición, ellos creían en reformar las instituciones no en destruirlas. Hay buenos estudios sobre Garrido Canabal, como los del excelente historiador Carlos Martínez Assad, que refiere algunos aspectos menos sombríos de su gestión. Pero nadie ha explicado la raíz última de su psicología destructora. El mal es un misterio.

A partir de 1935, Garrido Canabal vivió exiliado en Costa Rica. Murió en 1943. Para él no hubo guirnaldas de oliva, recuerdos de gloria, laureles de victoria ni un sepulcro de honor.

Tabasco tiene hoy 71 parroquias. 65% de su población es católica.

Publicado en Reforma el 12/XII/21.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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