Esta antología contiene artículos, ensayos y poemas. Lo que no incluye son narraciones. En su primer libro de poemas (Seguimiento, 1964) Gabriel Zaid incorporó diez “poemas novelescos”. Sobre ellos Octavio Paz escribió: “Comprendo por qué llama “novelescos” a estos textos: su tema es el encuentro –o desencuentro– con el otro, la otra, la otredad. El encuentro es novelesco porque implica una acción y una trama, una biografía; es metafísico porque sus verdaderos protagonistas son la necesidad y la casualidad, la gracia y la libertad. Los poemas novelescos de Zaid no cuentan lo que pasa, como en las verdaderas novelas, sino lo que podría pasar”.
Aparte de estos poemas novelescos, que Zaid eliminó de su poesía reunida (Reloj de Sol, 1995), no ha vuelto a ensayar la prosa narrativa, mucho menos una novela. Sin embargo, recorriendo las páginas de esta antología se me ocurre pensar que estoy frente a algo muy parecido a una novela. Hay una trama: un personaje curioso y proteico pasa su vida buscando desentrañar, en palabras de Machado, “la esencial heterogeneidad del ser”. Frente a una formidable novela de aventuras (del pensamiento). Un personaje recorre múltiples escenarios: las islas griegas en tiempos de Safo, Suecia cuando la gobernaba la reina Cristina y era su mentor René Descartes, un monasterio del siglo XI en el que Joaquín De Fiore inventó el progreso, la Unión Soviética bajo el dominio de Brezhnev, la Edad Media en el momento de su revolución tecnológica, Monterrey en los años cuarenta, el París de la posguerra, Cuernavaca a finales de los años sesenta… Pero más que escenarios geográficos, esta antología tiene de novelesco la constante sorpresa de escenarios mentales. El lector no tiene descanso: de un tema político se pasa a uno sociológico a uno económico a uno lingüístico a uno bibliológico a uno arqueológico a uno filosófico a uno literario. La diversidad de temas no impide ver que todos ellos son vistos por la mirada inquisitiva e inteligente de un escritor que sobre todas las cosas ha querido ser un buen lector.
Una antología de ensayos y poemas que parece una novela por la variedad de paisajes, épocas e ideas que recorre, desmenuza y atiende. Una variedad semejante al espíritu que recorre el Ómnibus de poesía mexicana. Ómnibus, “el que lleva carruajes de todas clases y para en todas las estaciones”. En aquel libro, del que se espera pronto una nueva edición revisada, convivía el poema serio con el jocoso, la poesía religiosa y el himno, la canción infantil y el poema barroco, Consuelo Velázquez con Octavio Paz, “Sabor a mí” de Álvaro Carrillo con “Muerte sin fin” de José Gorostiza. Antología que incluyó ritmos y saberes de muy diversas fuentes.
Gabriel Zaid en Letras Libres es una antología heterogénea. Protagonizada por un espíritu libre y singular que busca, en los múltiples temas que aborda, la “esencial heterogeneidad del ser”, es decir, la variedad de partes que lo integran. ¿Qué es el hombre? Sobre todo no es algo uniforme, es muchas cosas. Esta antología lo demuestra.
La antología puede leerse de muchas maneras. Decía Vasconcelos que hay libros para leerse de pie y otros para leerse sentados. Zaid inventó aquello de leer en bicicleta, metáfora, según yo, del saber práctico. Divertido por múltiple. Proteico.
Escribió Pío Baroja en Desde la última vuelta del camino: “La novela, hoy por hoy, es un género multiforme, proteico, en formación; lo abarca todo: el libro filosófico, el psicológico, la aventura, la utopía, lo épico, todo absolutamente”. Es en este sentido que afirmo que esta antología puede ser leída como una novela proteica, como una novela ómnibus, como una novela heterogénea cuyo protagonista no deja de buscar e interrogarse, de ofrecer respuestas a preguntas esenciales: ¿por qué salimos del paraíso?, ¿cuál es el origen del nacionalismo?, ¿cuando hablamos de nosotros desde donde hablamos?, ¿qué hacemos con los mediocres?, ¿qué es el yo?, ¿quién eres tú?, ¿por qué padecen la fama quienes la poseen?, ¿qué es la izquierda, qué la derecha?, ¿puede tener fin la guerra entre israelíes y palestinos?, ¿cómo incorpora la religión a la mujer? El otro, la otra, la otredad a la que Octavio Paz se refería al hablar de los poemas novelescos de Zaid. La libertad del otro gracias a la cual puedo desplegar mi propia libertad.
El yo se conforma de muchos yos. El ser es múltiple. La variedad es el signo del mundo. Nada está quieto, todo se transforma. El yo para realizarse necesita al otro. De nuevo Machado: “la incurable otredad que padece lo uno”. De la múltiple variedad de que está hecho el ser está formado este libro.
Todo libro tiene un centro, secreto o explícito. El centro de esta antología es la conversación. Está integrada por artículos que Gabriel Zaid publicó en Letras Libres. La mayoría de los libros de Zaid están formados por artículos, ensayos y poemas previamente publicados en revistas y suplementos. Los suyos no son libros de un autor que escribe aislado y que luego del encierro prolongado publica sus revelaciones. Publicar un texto en una revista implica someterlo al escrutinio inmediato. El autor recibe cartas y comentarios, correcciones y críticas. Cuando un autor publica sus textos en una revista lo que quiere es conversar. Publicar y recibir respuestas. Los textos que Zaid publicó en Letras Libres y los que está antología reúne no son los mismos, han sido ampliados, corregidos, recortados, es decir, editados. No pocos de esos cambios deben haber obedecido a sugerencias y opiniones de sus lectores. Me consta que Zaid agradece los comentarios y las críticas que se le hacen. Este libro es fruto de una conversación incesante entre Zaid y sus lectores. Conversar es reconocer al otro. Es reconocerse en el otro. La cultura es conversación. Anhelo de pertenecer a una comunidad dialogante.
¿Qué sentido tiene publicar en un libro los artículos que uno ya leyó en una revista? En primer lugar, no son los mismos textos, fueron editados por Gabriel Zaid. Segundo, los textos se leen de distinta manera según el contexto en el que están situados. Tercero, puede haber artículos que el lector leyó hace 10 o 20 años y que ahora tiene oportunidad de volver a leer.
Suele suceder que al comprar una revista lo primero que hace el lector es buscar los textos de su autor predilecto. Fue mi caso con los textos que Gabriel Zaid publicaba en Vuelta. Más tarde tuve el privilegio de recibir sus textos como editor para publicarlos en Letras Libres. Ahora que mis actividades en la revista son otras, he regresado al gusto inicial de recibir la revista y de inmediato buscar los textos de Zaid. Nunca deja de sorprenderme la variedad de temas que aborda, su claridad e inteligencia. No escribe para provocar polémicas, da la impresión de que solo escribe de temas que previamente razonó hasta estar seguro de lo que quiere proponer.
Una antología que se lee como un libro de aventuras del pensamiento. Un espíritu libre que no cesa de interrogar al mundo. Un autor amable con sus lectores cuyo fin es elevar el nivel de la conversación. Porque la conversación es cultura. Aunque, “¿qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace, físicamente, más reales.” ~