FONT FACE=Georgia, Palatino, Times SIZE=3>Literatura y amistad
Álvaro Mutis, De lecturas y algo del mundo, Barcelona, Seix Barral, 2000.
Nunca sabremos con exactitud aquello que se esconde detrás de cierto aforismo atribuido a Von Hofmannsthal "Uno debe esconder lo profundo. ¿Dónde? En la superficie", pero ha querido la buena fortuna que el autor de mi primer volumen adquirido con pie de imprenta del año 2000 sea Álvaro Mutis. Si hay algo ajeno a la superstición y sus múltiples formas, eso es, precisamente, el orden que imponen los números, su realidad indubitable; aun así, encuentro en esta primera adquisición mía una buena señal, un signo alentador entre el ruiderío de esa sección de terror en toda librería: las "novedades literarias". En ese reino de la superficialidad, misión difícil es encontrar la profundidad del día. Como si la buena literatura no fuera tal precisamente por atender asuntos de todos los días, por mantenerse lejos de frívolos simulacros y palabreras demostraciones de patetismo vital; como si el Gaviero no hubiera tenido noticias sobre la muerte de un amigo en un entrañable relato de Álvaro Mutis: "Es claro que las cosas que en verdad nos conciernen y determinan nuestro destino no son para ser habladas".
Quien busque auténtica novedad la encontrará en De lecturas y algo del mundo, oportuna compilación de colaboraciones para diarios y revistas escritas por Mutis entre 1943 y 1997. Gran mérito se lleva, dicho sea de paso, el arqueólogo encargado de reunir estos textos que de otra forma hubieran podido quedar sepultados bajo la corteza babilónica de las hemerotecas. Aunque en La muerte del estratega ya se habían incluido cuatro relatos de Alvar de Mattos aparecidos en la revista S.nob hacia la década de los sesenta, para quienes profesamos un cariño extremo hacia la obra de Mutis y no alcanzamos todavía la treintena, los artículos del creador de Maqroll publicados en las planas de Novedades o El Espectador son un verdadero regalo de los dioses. La prosa periodística del libro De lecturas y algo del mundo, qué duda cabe, añade valor al conjunto de la obra de Mutis, pero igualmente potencia aun más la alta estima que algunos profesamos hacia su figura: las obras siempre hablarán por sí solas, aunque también hay dicha en el afecto que despiertan aquellos escritores que ocupan un sitio tutelar en la historia personal de cada lector.
Los primeros textos breves y reseñas de Mutis datan de los tempranos años cuarenta, precisamente en la misma época en que Octavio Paz publica una columna miscelánea en Novedades y de la cual devendrán algunos de sus ensayos más importantes y perdurables. En el debut de Mutis es notable el tono íntimo y de conversación amistosa que prevalece hasta la edad madura: una elegante y razonada inteligencia que se traduce en "nostalgia de la cortesía", pero que también sabe escarnecer si el caso lo solicita. En el mar y en la letra, Mutis es un hombre libre, felizmente ajeno a las taras de los corrillos literarios. La aparición en Alemania de los Diarios de Thomas Mann le dio pretexto para defender opiniones tan impopulares como las que sostenía el ortodoxo Chesterton cuando, desde las páginas de los rotativos londinenses, advertía sobre los peligros de las filosofías prometeicas y revolucionarias del mundo moderno o favorecía la extinción por vía de la persuasión de los antagonistas del Doctor Johnson. Basta imaginar los gestos de desaprobación y desdén que habrá provocado un juicio como el siguiente entre los conjurados de café y los necios refinados del momento: "Su estilo pomposo solía caer con frecuencia en un soso y profesoral cubileteo de ideas, a menudo manidas y, en algunos casos, prestadas artificiosamente de los grandes autores de la literatura y del pensamiento germanos. Hay en Mann, no siempre por fortuna, un regodeo y un coqueto énfasis en su propio ingenio, esa debilidad del actor cabotin que se mira actuar y cae en la obviedad y el mal gusto".
Nada resulta más estimulante que leer en mi caso por vez primera los comentarios sobre la actualidad política y cultural de quien en 1974 declaró de tajo: "Nunca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho político que me preocupa de veras es la caída de Bizancio en manos de los infieles en 1453". Sospecho que la ética fervorosa y la gran humanidad de Mutis reanimaron su preocupación por los rumbos en que andaba el mundo. El poeta regresa desde ultramar para reseñar los elementos del desastre y la esperanza: las dotes ejemplares de don Juan Carlos de Borbón en la orientación de su destino, la importancia de su real investidura en la transición española; los ríos de sangre que anegaban el territorio de las naciones centroamericanas hacia los años ochenta; las infamias cometidas por el terrorismo alrededor del orbe. Los juicios de Mutis no excluyen, asimismo, los fenómenos históricos de cuenta larga así por ejemplo su aplicable teoría "De cómo mueren los imperios" o el futuro de la lengua castellana en la era de la información.
Mutis articula su querella contra la mediocridad y la ceguera ambientes. La suya es una voz solitaria entre solitarios: mientras algunos, no pocos, alababan la realidad del socialismo, Mutis revisa y anota exhaustivamente la literatura disidente que se escribe en la Unión Soviética y sus ateridas zonas de influencia; como primero Ortega y Gasset y luego Jünger, señala esa forma de hemiplejia moral que es dividir entre "izquierda" y "derecha" los trasuntos de la política y de los políticos, como si tal cosa sirviera de algo en un mundo que está de cabeza. En una ya larga y prolongada travesía que va de lo cotidiano a lo cotidiano esencial, desde estas páginas Mutis logra compartir algo del mundo, propósito último de la amistad y de la literatura. –
(Montreal, 1970) es escritor y periodista. En 2010 publicó 'Robinson ante el abismo: recuento de islas' (DGE Equilibrista/UNAM). 'Noviembre' (Ditoria, 2011) es su libro más reciente.