En busca del espacio perdido (fragmento)

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En tierra de nadie, es la mรกs reciente antologรญa de la editorial Gris Tormenta y el cuarto tรญtulo de la colecciรณn Disertaciones, antologรญas alrededor de un tema debatido por un grupo heterogรฉneo de voces. Aquรญ se recopilan memorias y narraciones personales sobre la migraciรณn y el exilio de autores que han sido migrantes o han vivido de cerca la experiencia. Ofrecemos un fragmento del ensayo de Aleksandar Hemon, donde el autor escribe sobre cรณmo sus padres, despuรฉs de la caรญda de Yugoslavia, intentan hacer una vida desde cero en Canadรก, un paรญs al que llegaron sin conocer el lenguaje y sin pertenencias. Desde la lejanรญa, los Hemon observaron la destrucciรณn de su hogar mientras construรญan uno nuevo.

 

[โ€ฆ] El problema persistente de vivir en un edificio de departamentos era que mis padres siempre estaban en el espacio de alguien mรกs, asรญ que cuando tuvieron la oportunidad de comprar una casa en una cerrada se aferraron a ella con todas sus fuerzas. La casa era modesta, con un pequeรฑo patio trasero y una estructura que la agente de bienes raรญces describiรณ como El Granero. Se trataba, en realidad, de un taller, uno que habรญa sido construido por los antiguos dueรฑos โ€”un ingeniero nacido en Australia. No tardรณ mucho en correr el chiste que mi padre habรญa comprado El Granero y que la casa venรญa con รฉl. Mi madre asegura que mi padre vive en El Granero y que solo vuelve a la casa para comer y dormir.

Para algunos inmigrantes, la propiedad es aquello que poseen, aquello que les da una legitimidad real โ€”su parcela de tierra extranjera, que se convierte en un hogar por virtud de que les pertenece. Para mis padres, sin embargo, la casa, El Granero y el pedazo de tierra que compraron eran apenas un cascarรณn a medio llenar con sus proyectos, un espacio donde se mantenรญan activos. Un tรญtulo de propiedad no era suficiente para hacer que ese espacio fuera suyo de verdad; como los primeros colonos, necesitaban darle una nueva forma para hacerlo propio.

En los quince aรฑos que llevan viviendo ahรญ han emprendido una serie de proyectos que han transformado el espacio en un lugar que represente su (re)actualizaciรณn. Mi padre le aรฑadiรณ una chimenea a la casa, lo que implicรณ que tenรญa que cargar ladrillos hasta el techo y que mi madre se preocupara (cada vez que yo llamaba para saber cรณmo avanzaba el proyecto) porque podrรญa caer y fracturarse la espalda. La habรญan instalado en el sรณtano, asรญ que cada que llamaba en invierno para ver cรณmo estaban, su reporte siempre venรญa acompaรฑado del chisporroteo de la leรฑa en la chimenea mientras afuera caรญa la nieve canadiense. Tambiรฉn descargaron, con ayuda de mi tรญo, un camiรณn de tierra en un rincรณn del patio trasero para hacer un jardรญn de vegetales; cada verano cosechan tomates, pimientos, cebollas, pepinos.

La lista de enmiendas y mejoras a la propiedad original es extensa e impresionante, y El Granero se ha convertido en un verdadero centro de operaciones para todos los proyectos de (re)construcciรณn. Ahรญ es donde Papรก hizo una mesa de jardรญn y bancas para que en el verano puedan sentarse a la sombra y hacerse una comida con todo lo que cultivaron de su jardรญn [โ€ฆ]. Y lo mรกs importante, El Granero es el sitio donde sucede casi todo lo relacionado con la apicultura de Papรก; es ahรญ donde hace sus colmenas y marcos, donde extrae la miel y donde ha dedicado una repisa entera (que construyรณ รฉl mismo) a las reservas de propรณleos.

Si El Granero es su mente, el apiario es su alma. Hay entre veinte y cuarenta colmenas en un pequeรฑo claro que da hacia el este, un poco mรกs allรก del complejo. En el verano, las abejas zumban mientras salen a hacer su trabajo, un sonido y una vista tan agradable que Papรก ha puesto una silla (recuperada de la basura) justo arriba de ellas, para poder sentarse en su trono y disfrutar de su dominio. Al pie de la silla hay una pequeรฑa lรกpida que dice ยซMak 2006ยป. Las cenizas de Mak, nuestro รบnico perro, estรกn ahรญ. Si mi padre experimenta la trascendencia alguna vez, aquรญ es donde sucede, un instante antes de que el zumbido de las abejas obreras lo adormezca.

La soberanรญa de su dominio, sin embargo, es precaria, siempre necesitada de protecciรณn. Aunque cada aรฑo mis padres vuelven de visita a Sarajevo unos meses despuรฉs del (por lo general largo) invierno, siempre estรกn reticentes acerca de dejar su territorio en el verano: les preocupa que el calor seque el jardรญn, que los enjambres se escapen de las colmenas sin supervisiรณn, se preocupan por los ladrones y por toda una cantidad de situaciones impredecibles โ€”ya una vez dejaron su hogar y nunca mรกs volvieron. Proteger y mantener el espacio que tienen en Canadรก se ha vuelto su prioridad, su proyecto dominante.

[โ€ฆ] yo estoy deslumbrado por mis padres. Los terribles clichรฉs de la cultura dominante norteamericana muestran a los inmigrantes como inocentes reciรฉn llegados. En la condescendiente imaginaciรณn nativa, los inmigrantes son tragados y digeridos por la cultura a la que llegan, y sus prรกcticas son supuestamente tan recรณnditas que los nuevos inmigrantes serรญan mรกs parecidos a niรฑos. Lo que tales obviedades no ven es el poder transformador e ingenioso de los inmigrantes, incluso aquellos que, como mis padres, llegaron ya con cincuenta aรฑos y con poco conocimiento del idioma inglรฉs. Al llegar, mis padres hicieron lo que los primeros colonos de Norteamรฉrica: transformaron el espacio en el que se hallaban. Mis padres no exterminaron nativos, pero sรญ tuvieron que lidiar con la burocracia y el papeleo, con encontrar trabajos y ser despedidos, con las deficiencias en su conocimiento del idioma que devenรญan en condescendencia mientras, a la vez, construรญan un espacio que serรญa indeleblemente suyo.

El domino que mis padres se construyeron es perfectamente soberano. Ahรญ pueden hacer y crear cosas que les permiten ser ellos mismos; aquรญ es donde ejercen su poder, una burbuja afuera de la cual estรกn reducidos a la pasividad impuesta por la historia. Su casa, El Granero y el patio trasero son lugares donde no son refugiados. El tiempo no lo pudieron recuperar, pero el espacio sรญ, y lo hicieron.

Traducciรณn de Pablo Duarte

Cortesรญa de Gris Tormenta

 

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Aleksander Hemon es escritor. Su novela mรกs reciente es Cรณmo se hizo La guerra de los zombies (Libros del Asteroide).


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