Me atrevo a decir que la mayor virtud de Gabriel García Márquez como escritor es el encanto. Encadenaba frases, sinuosas y transparentes, provocando en sus lectores sorpresa, deslumbramiento, pero sobre todo una enorme felicidad. Rey Midas de las letras hispanoamericanas, supo encontrar, tras largos años de ejercicio periodístico, a mediados de los años sesenta, un estilo inconfundible, lleno de fuerza y sensualidad, de gracia y bonhomía. Luego de un par de novelas faulknerianas (La hojarasca, La mala hora) y de una nouvelle melancólica y perfecta (El coronel no tiene quien le escriba), dio a luz una de las obras cumbres de la literatura en español: Cien años de soledad. En la portada, en la edición de Sudamericana, la E invertida. En su interior: prodigios sin fin, magia, la genealogía de una familia -los Buendía-, de un pueblo -Macondo-, de un continente: el nuestro. Una suerte de historia universal desde la óptica de un pueblo americano que pudo ser cualquiera de nuestros pueblos. Con esa novela alcanzó la fama y el reconocimiento mundial. Le seguirían otras novelas: a mi juicio la mejor de ellas, El otoño del patriarca; la celebrada historia de amor de una pareja senil en El amor en los tiempos del cólera; una tragedia precisa: Crónica de una muerte anunciada; la suntuosa narración de la muerte de Bolívar: El general en su laberinto; la desigual Memoria de mis putas tristes. Escribió también un extraordinario primer volumen de sus memorias: Vivir para contarlo. Sin alcanzar la altura de sus grandes novelas, publicó varios tomos de cuentos magníficos: Ojos de perro azul, Los funerales de la Mama grande, La Cándida Erendida y su abuela desalmada, Doce cuentos peregrinos y Del amor y de otros demonios.
Sus mayores influencias: Faulkner, Rulfo, Borges. Su debilidad: el amor por el poder, que lo llevó a acercarse al tirano Castro y a justificar su dictadura. Su fuerza: un estilo envolvente, certero, encantador. El libro que más admiró: Edipo Rey. "Escribo -decía- para que me quieran". Logró con creces su objetivo. En los días siguientes publicaremos en este espacio una serie de relecturas de su obra. Descanse en paz.