La ediciĆ³n del desasosiego

AƑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Fernando Pessoa

Escritos sobre genio y locura

EdiciĆ³n y traducciĆ³n de JerĆ³nimo Pizarro,

Barcelona, Acantilado, 2013, 400 pp.

A su muerte, en 1935, a los cuarenta y siete aƱos, Fernando Pessoa –traductor de una firma comercial en Lisboa y autor de un Ćŗnico libro, el poema Mensaje– dejĆ³ un baĆŗl con aproximadamente treinta mil papeles. Entre ellos habĆ­a cuadernos, hojas sueltas y, literalmente, servilletas de cafĆ©. Ese laberinto de papeles –el espolio pessoano– constituye una de las mĆ”ximas obras literarias del siglo XX; editarlo, darle un orden, es quizĆ” el mayor reto ecdĆ³tico de la literatura moderna.

Con Pessoa –a diferencia de, digamos, Kafka, Joyce, Mann, Proust o Borges– sucede un fenĆ³meno extraordinario: no estamos aĆŗn en condiciones de apreciar su magnitud. La obra de aquellos estĆ” ya mĆ”s o menos fija y establecida, y su lugar en el canon parece claro; la del portuguĆ©s, no del todo y continĆŗa siendo una novedad. Tenemos, como lectores, un raro privilegio: atestiguar, en el presente, la onda expansiva de la obra pessoana (la primera ediciĆ³n en portuguĆ©s del Libro del desasosiego data apenas de 1982).

En vida, Pessoa concibiĆ³ varios proyectos de ediciĆ³n de su obra, pero no llevĆ³ a cabo ninguno ni dejĆ³ indicada una disposiciĆ³n definitiva. Sus editores han hecho buenamente lo que han podido y, algunas veces, lo que han querido. La incuria luso-hispĆ”nica respecto a la ediciĆ³n crĆ­tica encontrĆ³ en Pessoa una vĆ­ctima propicia y convirtiĆ³ su obra en un desastre editorial. AsĆ­ las cosas, ha sido hecho “autor” de numerosas obras, desde las que guardan alguna relaciĆ³n con sus intenciones hasta las mĆ”s insospechadas (mi favorita, la infantil Lo mejor del mundo son los niƱos). No hace falta aƱadir que no se cuenta aĆŗn, ni siquiera en portuguĆ©s, con una ediciĆ³n de “obras completas”, si es que ese tĆ©rmino tiene algĆŗn sentido en este caso. La que eventualmente serĆ” esa ediciĆ³n es la del Grupo de Trabajo para el Estudio del Espolio y EdiciĆ³n CrĆ­tica de la Obra Completa de Fernando Pessoa, para la Imprenta Nacional-Casa de Moneda de Portugal, de la que provienen estos Escritos sobre genio y locura, inĆ©ditos hasta ahora en espaƱol.

Pessoa, desde luego, no escribiĆ³ una obra titulada Escritos sobre genio y locura. En el archivo pessoano hay mĆŗltiples fragmentos que tratan estos temas. El editor, JerĆ³nimo Pizarro, ha repasado escrupulosamente ese archivo y armado este libro. Al provenir de fuentes diversas, el conjunto resulta bastante heterogĆ©neo, si bien unificado temĆ”ticamente. Voraz autodidacta, Pessoa fue un asiduo lector de psicologĆ­a, interĆ©s que cultivĆ³ mĆ”s allĆ” de la curiosidad. Se definiĆ³ a sĆ­ mismo como histĆ©rico-neurastĆ©nico y propuso esta condiciĆ³n como “el origen orgĆ”nico de mi heteronimismo”, o sea, la clave del universo pessoano, ese fenĆ³meno que dio origen a los Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Ɓlvaro de Campos, etc.

Una obsesiĆ³n recorre las notas del libro: establecer la naturaleza del genio y sus relaciones con la locura. Pessoa escribe: “Captamos ahora la relaciĆ³n entre este [el genio] y la locura. Su asiento es la locura; la enajenaciĆ³n mental es el terreno sobre el cual estĆ” construido todo el edificio.” Pessoa poseĆ­a una Ć­ntima y dolorosa conciencia de su genio, como deja ver la escalofriante nota del 21 de noviembre de 1914, al renunciar a las vanguardias (eso estaba bien para un Breton o un Marinetti cualquiera, claro, no para Ć©l): “Hoy, al tomar de una vez la decisiĆ³n de ser Yo mismo, de vivir a la altura de mi oficio, y, por ello, de despreciar la idea del anuncio y la plebeya socializaciĆ³n de mĆ­ mismo, del interseccionismo, retomĆ© para siempre –de vuelta de mi viaje de impresiones por los demĆ”s– la pose plena de mi Genio y la conciencia divina de mi MisiĆ³n. Hoy solo quiero ser tal como mi carĆ”cter innato quiere que yo sea, y mi Genio, que naciĆ³ con Ć©l, me impone que sea siempre… No desafiar a la plebe, no hacer fuegos artificiales para la risa o rabia de los inferiores. La superioridad no se enmascara de payaso; es de renuncia y silencio que se viste.” El genio artĆ­stico estĆ” siempre proyectado a futuro. Salvo casos excepcionales, si el artista es clamorosamente celebrado por sus contemporĆ”neos, hay una gran probabilidad de que las generaciones futuras no compartan ese entusiasmo, pues el artista mediocre no sabe dirigirse a ellas, carece de la intuiciĆ³n del genio de anticipar lo que vendrĆ”, limitĆ”ndose a complacer los gustos de la actualidad: en su gloria presente late su insignificancia futura.

A lo largo de los Escritos, un nombre surge una y otra vez: Shakespeare. Pessoa sabĆ­a que Ć©l era el Ćŗnico escritor con el que podĆ­a establecer una comparaciĆ³n. Ambos eran esencialmente poetas dramĆ”ticos (poco importa que Pessoa apenas haya escrito teatro: un poeta dramĆ”tico, como Ć©l observa, no es un simple dramaturgo). Shakespeare escribiĆ³ dramas al modo tradicional y es el mĆ”ximo ejemplo del creador cuya personalidad se difumina en medio de sus personajes; Pessoa potenciĆ³ el drama y compuso “dramas en almas”. Es evidente que piensa en sĆ­ mismo cuando escribe: “Shakespeare fue espasmĆ³dicamente intenso y dotado de muchas almas. Tales hombres no se mantienen fieles a ningĆŗn sentimiento, no sostienen con firmeza ningĆŗn propĆ³sito, no tienen ninguna teorĆ­a acerca de nada.”

Razonando sobre la obra de Kafka, Borges sostenĆ­a que el hecho de que estuviera inconclusa era una necesidad intrĆ­nseca: las novelas de Kafka rechazaban la nociĆ³n de un final; la falta de conclusiĆ³n era la Ćŗnica conclusiĆ³n posible. AnĆ”logo razonamiento podrĆ­a hacerse respecto al carĆ”cter fragmentario de la obra pessoana. El fragmento no es un accidente de la obra: es la esencia misma. La obra de un hombre fragmentado en mil pedazos no podĆ­a ser sino una serie de fragmentos.

Entiendo que sigue siendo tarea de la crĆ­tica establecer jerarquĆ­as; distinguir, no solo entre la buena y la mala literatura (tarea menor y relativamente fĆ”cil), sino, dentro de la gran literatura, entre la excelencia y lo que va mĆ”s allĆ”. Hay un punto, al hablar de grandes autores (supongamos, los que mencionĆ© al principio), en que todos parecieran ocupar el mismo nivel, pero tambiĆ©n ahĆ­ hay diferencias. El caso de Pessoa plantea ese reto. Si hoy tuviera que apostar por el autor que el futuro elegirĆ” como el que mejor represente la Edad Moderna, el autor que, pasado el tiempo, serĆ” el equivalente a Virgilio para la AntigĆ¼edad o Dante para el Medievo, yo apostarĆ­a por Fernando Pessoa. ~

+ posts

(Xalapa, 1976) es crĆ­tico literario.


    × Ā 

    Selecciona el paĆ­s o regiĆ³n donde quieres recibir tu revista:

    Ā  Ā  Ā