Guillermo SoberĆ³n
El mƩdico, el rector
MĆ©xico, FCE/UNAM,
2015, 496 pp.
En 1993 visitĆ© MĆ©xico gracias a una invitaciĆ³n de Roberto Ovilla. Yo tenĆa mucho interĆ©s en que se creara un Registro Nacional de Donantes no relacionados de mĆ©dula Ć³sea en MĆ©xico, dado mi cargo como director cientĆfico del Instituto Anthony Nolan, en el Reino Unido (el primer registro de donantes, creado en 1974). En aquella ocasiĆ³n, visitamos a Guillermo SoberĆ³n, en ese entonces presidente de FundaciĆ³n Mexicana para la Salud, que nos recibiĆ³ con entusiasmo. Le hablamos de las dificultades que tenĆamos para que un concepto como el que manejĆ”bamos fuera aceptado en MĆ©xico. Ćl nos dijo, con esa familiaridad que siempre tuvo con sus estudiantes: “Muchachitos, a la aspiradora hay que saber cĆ³mo venderla. Si uno quiere que la compren, antes de tocar la puerta, hay que tirar arena en la alfombra; asĆ cuando la gente abre la puerta puede ver lo bien que limpia y la diferencia con las zonas donde no se pasa. Por ello ustedes tienen que mostrar el problema que hay en MĆ©xico, y cuĆ”nta gente muere de leucemia y otras enfermedades sin que se les pueda ofrecer una Ćŗnica oportunidad de vida.”
Nunca he olvidado esa observaciĆ³n. Acudir a “dichos” era una de las cosas que caracterizaban a Guillermo SoberĆ³n (Iguala, Guerrero, 1925), una de las figuras clave al momento de explicar las polĆticas de salud en MĆ©xico en el siglo XX. Ese talento para abordar con sencillez problemas complejos queda mĆ”s que evidente en su libro El mĆ©dico, el rector, que concentra su trayectoria vital y profesional: como profesionista, pero tambiĆ©n como rector de la unam y funcionario. Porque su virtud no se limitaba a la sencillez con la que entendĆa una dificultad, sino al talante con el que enfrentĆ³ diversos problemas nacionales de salud y educaciĆ³n.
No se equivoca JosĆ© Narro cuando afirma, en su prĆ³logo, que SoberĆ³n “es uno de los grandes mĆ©dicos, uno de los intelectuales y cientĆficos mayores, uno de los mĆ”s destacados mexicanos que nos ha dejado un legado indiscutible en la educaciĆ³n superior y por supuesto en el campo de la atenciĆ³n de la salud”. Su labor se ha visto reflejada en la creaciĆ³n de varias instituciones y el desarrollo de la investigaciĆ³n cientĆfica, la educaciĆ³n superior, la salud y la moderna filantropĆa. Su presencia ha dejado huella tanto en la unam como en Funsalud, el Instituto Nacional de Medicina GenĆ³mica o el Instituto Nacional de Salud PĆŗblica, estos Ćŗltimos creados gracias a su tenacidad.
En History’s turning points, su recuento de momentos clave para la humanidad, Revel Guest y Andrew St. George se preguntan: “¿Y cĆ³mo podemos percatarnos de que nuestras propias vidas estĆ”n pasando a travĆ©s de un momento que podrĆa llegar a ser un punto de cambio en la historia?” Como una suerte de respuesta, el libro de SoberĆ³n retrata el modo en que un hombre, desde distintos lugares, pudo cambiar sustantivamente la vida de otros en tres instancias esenciales para la vida pĆŗblica mexicana: las instituciones, la educaciĆ³n y la salud.
Para un momento como el actual a veces es difĆcil entender que las reformas propuestas por un funcionario puedan ser trascendentes, pero en el caso de SoberĆ³n esto es estrictamente cierto. El derecho a la protecciĆ³n de la salud, por poner un ejemplo importante, aparece en la ConstituciĆ³n por una iniciativa suya.
El terremoto de 1985, la pandemia del vih-sida, las reformas emprendidas junto a JesĆŗs Kumate y Felipe Mota por combatir la diarrea infantil mediante la hidrataciĆ³n oral, la crisis de la leche radiactiva pero tambiĆ©n la huelga en la unam de 1973 o la creaciĆ³n de la Sala NezahualcĆ³yotl dan cuenta de la diversidad de batallas que emprendiĆ³ SoberĆ³n. Sin embargo, toda una vida dedicada a la labor pĆŗblica no lo ha detenido para criticar las instituciones de las que ha formado parte. El mĆ©dico, el rector cuenta, por ejemplo, la vez que rechazaron su propuesta para que Mario Molina fuera parte del Colegio Nacional. La razĆ³n: algunos miembros consideraron que los logros del Nobel se habĆan realizado con recursos del primer mundo, “en un medio propicio para el desarrollo de la ciencia”, condiciones con las que no habĆan contado otros candidatos. La respuesta de SoberĆ³n ante esos argumentos es ejemplar y muy “suya”: “Los mexicanos no tenemos empacho en colgarnos las medallas de Hugo SĆ”nchez, de Fernando Valenzuela […] pero en el caso de un cientĆfico de altos vuelos como Mario Molina, ahĆ sĆ que nos andamos con remilgos y extraƱos miramientos, y nos ponemos a cantar el himno nacional a la primera provocaciĆ³n.”
De joven, SoberĆ³n le escucha decir a su padre: “si vas a ser mĆ©dico debes tener un criterio abierto y ver para todos lados, no se puede ser de otra manera, si tienes perjuicios, sacĆŗdetelos. Ve, cerciĆ³rate y decide sobre la base de un conocimiento directo y no haciendo caso de sabios y rumores”. Y aunque tambiĆ©n es una crĆ³nica de aprendizaje, El mĆ©dico, el rector no es solo un libro para mĆ©dicos. Somos pocos los que sabemos cuĆ”nto le debemos a SoberĆ³n en materia de salud y educaciĆ³n; leer estas memorias puede dar una justa dimensiĆ³n a su figura. ~
(Ciudad de MĆ©xico, 1953) es director cientĆfico del centro especializado en cĆ”ncer de sangre en la FundaciĆ³n Anthony Nolan, en Reino Unido.