Elena Garro
Cuentos completos
Ciudad de México, Alfaguara, 2016, 544 pp.
Durante las últimas décadas, Elena Garro ha sido más leída y estudiada en el extranjero que en México, eso ha extendido la impresión de que, de algún modo, sigue en el destierro. Los recuerdos del porvenir fue publicado por Siruela en 1994 y por 451 Editores en 2011, Reencuentro de personajes volverá a salir con el sello de Drácena; ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, polaco y árabe. Memorias de España 1937 es uno de sus libros más buscados fuera de México.
La aparición de Cuentos completos no solo se une este año a las celebraciones del centenario del nacimiento de Elena Garro, sino que salda una cuenta pendiente con sus libros olvidados en su propio país. No es la primera iniciativa de este tipo: en 2006 el Fondo de Cultura Económica reunió dos de sus libros de cuentos junto con un atinado estudio preliminar de Lucía Melgar y un cuento inédito en español puesto como un caramelo para los devotos lectores. Sin embargo, por el tamaño y el peso, más bien se trató de una edición de lujo hecha para ser colocada en la mesa de té al lado de las visitas.
Cuentos completos apela a muchas otras cosas: a la recuperación de un material editado mucho tiempo atrás –alguno de escasa circulación–, a su asequibilidad para cualquier lector y a la compilación de un proyecto narrativo pensa- do desde la brevedad.
La presente edición reúne cuatro libros: La semana de colores, Andamos huyendo Lola, El accidente y otros cuentos inéditos y La vida empieza a las tres, así como un par de relatos hasta ahora desconocidos. Aunque considero que los relatos de La vida empieza a las tres tienen un aliento narrativo más cercano a la nouvelle, la edición de Alfaguara logra otra mirada, la de conjunto, en donde el lector puede trazar su propia ruta de navegación sin importar los años en que se escribieron o publicaron.
Cuando Elena Garro dio a la imprenta su primer libro de cuentos, La semana de colores, en 1964, ya había fundado una poética propia. Desde Los recuerdos del porvenir y sus piezas de teatro como Un hogar sólido se anunciaban los elementos rectores de su obra: el tiempo y la memoria. La originalidad y la imaginación de sus obsesiones literarias estuvieron enraizadas en su conocimiento de las culturas prehispánicas y en su capacidad para hacerlas dialogar desde su época en un entramado fino, sutil y renovador.
Atraída por la visión del tiempo sagrado de los aztecas, los personajes de Garro se mueven a través de un tiempo que no es lineal sino circular, es decir, uno basado en la repetición de los acontecimientos igual que los ciclos de la naturaleza. El nacimiento y la destrucción acontecen periódicamente, es por ello que, como es notable en varios de sus libros, los hechos pueden ser recordados antes de que sucedan, porque en realidad ya sucedieron.
El cuento que da nombre a La semana de colores abre una compuerta a lo que le interesa narrar: el sincretismo del mundo cristiano y el mundo indígena. En este caso, basado en la fusión de visiones sobre cómo transcurre el tiempo en cada uno de ellos. Las niñas protagonistas, Eva y Leli, son el mixturado entre lo español (la carga de la religión cristiana), representado en el padre y el tío, y lo indígena (la visión prehispánica), que representan las criadas que no solo sirven en la casa sino que intervienen en la formación de las pequeñas a través de la narración de leyendas. Eva y Leli visitan la casa de don Flor, quien dice ser el dueño de los días. La casa es una representación del calendario azteca y en el encuentro entre las niñas y don Flor surge una revelación, es por ello que cuando las pequeñas protagonistas se acercan al calendario gregoriano pueden saltar indistintamente de la semana santa a la semana de colores. Con esta y otras historias, Garro nos muestra la búsqueda de la identidad mexicana que tanto apasionó a los intelectuales a inicios del siglo XX. La del mexicano como la mezcla de ambos mundos, un origen que abreva de dos culturas.
La interpretación del tiempo mesoamericano en Elena Garro no se limita a las historias que se cuentan. El proyecto de la autora fue más ambicioso. La semana de colores consta de dos ediciones, la primera de 1964 con once cuentos, y la segunda y definitiva de 1987 a la que Garro añadió dos cuentos, sumando trece. ¿Por qué este añadido? El Tonalpohualli, calendario profético de los aztecas de doscientos sesenta días, está dividido en veinte semanas de trece días llamadas trecenas. En el caso de La semana de colores, cada cuento equivale a un día de esta trecena, en donde cada historia con sus variadas formas de habitar el tiempo se relaciona con uno de los veinte dioses o elementos que completan el destino de cada día. Vistos de esta manera –Garro que siempre sucumbió a los métodos adivinatorios–, los cuentos reunidos en La semana de colores son la representación de una semana del Tonalpohualli, conocido también como la cuenta de los días y de los destinos.
Los cuentos de Andamos huyendo Lola y el resto de su obra publicada a partir de 1980 pertenecen a un periodo asociado a dos sucesos sociales: la defensa por la recuperación de la tierra de los campesinos de Morelos a finales de los años cincuenta y la masacre de estudiantes en 1968. Su participación directa o indirecta en ambos acontecimientos provocó primero sus mudanzas clandestinas dentro del país y, finalmente, su exilio en 1972, marcando una nueva temática en su obra. Personajes expatriados, perseguidos, que viven en la precariedad económica, pueblan sus nuevas historias. Su escritura tiene un pulso distinto, uno nervioso, apresurado, con una fuerte carga emocional. Elena tiene prisa por narrar el mundo que padece, el de los marginados. Pese a las dificultades del exilio, Elena no deja de escribir, escribe obras de teatro, cuentos, novelas, pero también cartas y diarios porque ella estaba convencida de que “la memoria de los vencidos es peligrosa para los vencedores”.
Geney Beltrán Félix dice en el pertinente prólogo que acompaña a la edición de Cuentos completos que las generaciones recientes ya leen la obra de Elena Garro separada de su polémica vida, aunque quizá –pienso– sea también necesario estudiarla unida a ella para entender su narrativa en el marco de su época. También será necesario acercarnos no solo a las versiones testimoniales de aquellos años, sino a los documentos que aporten claridad y consistencia a los hechos históricos en los que fue partícipe. Lo que tendrá que suceder –ya comienza– es leerla más allá de los rencores añejos heredados o del encantamiento que produjo en quienes la conocieron. El tiempo nos rebasará a todos y solo quedará de ella lo que realmente importa. ~
Es escritora sin domicilio fijo. Ha publicado, entre otros libros, Andamos huyendo, Elena (Tierra Adentro, 2007) y Vida en otra parte (Ficticia, 2009)