Tengo concierto de Navidad con un coro de รvila. Cantan repertorio renacentista y villancicos populares, y yo los acompaรฑo al piano. Estamos citados a las seis y media para hacer una prueba de sonido en la iglesia, y tenemos que ser puntuales porque a las siete y media empieza la misa de la tarde. Estas horas son aproximadas, pero es como suele funcionar: ensayas, luego viene la misa y en cuanto acaba entras rรกpido para que la gente no se marche.
Tanto el director del coro como yo vivimos en El Escorial, asรญ que aprovecho para hacer el viaje con รฉl y ahorrarme la gasolina. Aunque hemos quedado pronto, acabamos saliendo a las cinco y media porque tardamos bastante en meter el teclado en la parte de atrรกs del coche. Como es un vehรญculo pequeรฑo he tenido que echar el asiento muy hacia delante para que cupiera, asรญ que voy con las rodillas pegadas al salpicadero. Atrรกs tambiรฉn van las patas del teclado, el atril del director, nuestros trajes y las mochilas. Imagino que no hay mucha visibilidad por el retrovisor. Segรบn dejamos el pueblo empieza a nevar. La subida al puerto son todo curvas y el tipo las coge bastante rรกpido.
En este momento tengo veinte o veintidรณs aรฑos. Trabajo con este grupo porque no tengo muchas cosas mรกs, pero estos viajes me dejan agotado. Se ha convertido en algo habitual que el tipo me dรฉ barritas energรฉticas por el camino. รl las toma todo el tiempo para matar el hambre. No pone la calefacciรณn porque dice que el coche no va bien si lo hace, asรญ que vamos con bastante frรญo. De hecho, el pedal del acelerador deja de funcionar un par de veces. Para solucionarlo apaga el motor, lo que nos deja a oscuras y a ciento cinco en medio de la tormenta, y lo vuelve a encender rรกpido. Me alivia ver las luces de รvila a lo lejos. Llegamos con el tiempo justo.
Aparcamos un poco mรกs adelante de la iglesia, que no recuerdo cuรกl es, y para que tardemos menos en descargar el director dice que va a pedir ayuda a los del coro. Tambiรฉn dice que el coche no cierra, pero que no cree que sea problema porque no vamos a tardar nada. Le digo que a quรฉ se refiere con lo de que no cierra, y รฉl mete la llave en la puerta y la gira para demostrarme que no funciona. Le digo que mejor vaya รฉl a avisar a la gente y que mientras me quedarรฉ yo vigilando, pero lo digo en el peor momento. Por la acera de enfrente estรก pasando un hombre que anda arrastrando los pies. Tiene el pelo cortado de manera desigual y va vestido con un chรกndal y un chaleco por encima. Justo cuando digo lo de que me quedarรฉ vigilando el hombre ha llegado a mi altura, y lo oye y se gira hacia mรญ. ยซยฟQuรฉ te piensas, que te voy a robar?ยป, dice. ยซNo, no. No lo decรญa por tiยป. ยซยฟCrees que te voy a robar porque llevo estas pintas?ยป. ยซNo, si es que el coche no cierra bienยป. ยซPues que sepas que no me arriesgo por cualquier cosa. Por la chatarra de mierda esa no voy a arriesgarme a que me cojan. Yo robo coches que merecen la pena. Gilipollasยป. Sigue rezongando mientras se va.
Me doy cuenta de que el abrigo que llevo no es suficiente para el frรญo que hace. Ese es el recuerdo mรกs vรญvido de la noche, el frรญo. Durante el concierto hace frรญo en la iglesia y los dedos no me funcionan bien. Al ir a dejar las cosas de nuevo al coche, y luego al salir para el sitio de la invitaciรณn, hace tambiรฉn mucho frรญo. Hay cena navideรฑa despuรฉs del concierto, en el restaurante del Lienzo Norte. No suelo confraternizar con la gente con la que trabajo, pero decirle que no a esto me resulta demasiado arisco. Me dicen que siempre estoy callado, que parezco pensativo, porque permanezco al margen del jaleo y no intervengo mรกs que cuando me toca. Ocurre que prefiero dar esa imagen a que se abra la puerta a una confianza con la que no me siento cรณmodo.
Una de las ventajas de ser pianista acompaรฑante es que puedes permitirte eso de quedarte a un lado. El trabajo consiste en tener soltura leyendo partituras a primera vista y en seguir bien al director. El resto, la organizaciรณn de ensayos y conciertos, las relaciones pรบblicas para conseguir los espacios, es algo de lo que se encargan otros. Es verdad que en general soy reservado, por eso me viene bien esto de estar en segundo plano y salir a saludar solamente cuando me seรฑalan. En la cena no hablo mucho. Sirven cochinillo y cuando llegan los chupitos empiezan a cantar.
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Uno de los grupos a los que acompaรฑo con regularidad es un coro de voces femeninas. Hace no mucho, ensayando el Rรฉquiem de Faurรฉ, se me acercรณ una de las cantantes para decirme que tenรญa algo que darme. Es hija de la primera profesora de piano que tuve en El Escorial, en la escolanรญa del monasterio. Por lo visto, su madre habรญa encontrado entre sus papeles un programa de la actuaciรณn de final de curso de 2006, en la que intervine tocando junto con otros escolanos.
Estos conciertos estaban dedicados a los padres, y allรญ los niรฑos mostrรกbamos lo que habรญamos aprendido durante el curso en las clases de canto y piano. Dado que la funciรณn principal de los que estรกbamos internos era cantar en el coro, recibรญamos una formaciรณn musical ademรกs de las clases normales. Esta รบltima actuaciรณn era el equivalente a los actos de fin de curso con bailes y teatro que se hacen en los colegios. Aquel aรฑo toquรฉ junto a otro chaval una reducciรณn para piano a cuatro manos de la suite Peer Gynt. Me vienen a la cabeza las sesiones de estudio de estas obras. Con el mismo compaรฑero, en otras ocasiones, toquรฉ el minueto de la Petite Suite de Debussy, una reducciรณn de la ยซDanza de los caballerosยป del Romeo y Julieta de Prokofiev, y otra de la obertura de La traviata. Preparรกbamos estas cosas por nuestra cuenta y nos lo pasรกbamos bien.
Otra de las razones por las que acabรฉ siendo pianista acompaรฑante es porque si toco con alguien me lo preparo con mรกs ganas. Cuando he tenido que tocar solo siempre he sido un poco vago para estudiar. Afortunadamente, y salvo en unas pocas ocasiones, tocar solo no lo he hecho mรกs que en las clases y los exรกmenes. Me acuerdo de los nervios en las horas previas al examen de piano, cuando intentaba seguir estudiando y todo salรญa mal. De hecho, me acuerdo de mi primera clase de piano. Tenรญa nueve aรฑos y estaba reciรฉn aterrizado en la escolanรญa. Hasta entonces mi รบnico acercamiento al instrumento habรญa sido un teclado de pilas, no mรกs largo que mis palmas estiradas, que mi madre me habรญa regalado por alguna ocasiรณn. En รฉl aprendรญ a tocar, con dos dedos, el ยซHimno de la alegrรญaยป de la Novena sinfonรญa de Beethoven. En casa habรญa aficiรณn a la mรบsica.
Mis padres cantaron en un coro durante bastantes aรฑos, y llegaron a grabar un disco con algunos clรกsicos del repertorio: Tomรกs Luis de Victoria, Francisco Guerrero, Bach, el Stabat Mater de Kodรกly… Recuerdo ir con ellos a los ensayos y quedarme pululando por los alrededores mientras tanto, pintando en la pizarra de alguna de las aulas del edificio o jugando en el patio de fuera. Hace poco un coro de los que acompaรฑo cantรณ el ยซSignore delle cimeยป, una canciรณn de mediados del siglo pasado dedicada a alguien que muriรณ en un alud de nieve, y me acordรฉ de cuando lo cantaban mis padres y de cรณmo les gustaba. De pequeรฑo tambiรฉn estudiรฉ un aรฑo de guitarra con el que era mi profesor de Mรบsica en el colegio. Pero vaya, que cuando lleguรฉ a mi primera clase de piano apenas sabรญa leer las notas en una partitura.
La profesora era rusa, rubia y seria. A veces, en mitad de una clase, nos ponรญa de pie para hacer una reverencia al pรณster de Mozart que presidรญa el aula. En la primera toma de contacto me preguntรณ si sabรญa tocar algo, y yo le dije que lo de Beethoven. Me dijo que estaba harta de escuchar esa melodรญa tocada de cualquier manera y que, si no tenรญa otra cosa, era mejor empezar desde cero. Me enseรฑรณ la postura y el movimiento bรกsico de la mano. Me dijo que escogiera una nota, la que fuera, y yo escogรญ el mi (ยฟcรณmo es posible que me acuerde de esto?). Practicamos los saltos de octava sobre el mi, y aquello se quedรณ como ejercicio para estudiar durante la semana.
En el รบltimo examen de ese primer curso lleguรฉ a tocar una pieza que habรญa compuesto cuando tenรญa que estar estudiando, una cosa en do mayor que se llamaba ยซCataratasยป. No tenรญa nada que ver con cataratas y, como era muy repetitiva, se hacรญa larguรญsima. Con el mismo tono con el que me dijo que estaba harta de ยซHimnos de la alegrรญaยป mal tocados, la profesora me dijo que la pieza no tenรญa nada que ver con cataratas y que era muy repetitiva y se hacรญa larguรญsima. Tanto con aquella primera clase como con este comentario tuve la sensaciรณn de que ya estaba, de que ahรญ se terminaba todo, de que no tenรญa nada que hacer al piano, en esas clases, en ese sitio.
He experimentado esto tantas veces que cuando me preguntan por mi trabajo todavรญa me resulta incรณmodo responder que me dedico al piano. Supongo que compenso tomando cierta perspectiva y viรฉndome como un intรฉrprete mรกs o menos resultรณn, con los mismos momentos buenos que cualquier otro. Creo que no es algo malo a lo que aspirar. A lo largo de los aรฑos me he encontrado con esta profesora en diversas ocasiones, y todavรญa se acuerda de mรญ. Aรบn me pongo nervioso cuando la veo entre el pรบblico, porque pienso que mi postura no es la buena, que el movimiento de la muรฑeca es demasiado brusco, y que ella se estรก dando cuenta de todo.
Este es un adelanto de Las mejores condiciones (Caballo de Troya), que sale a la venta el 5 de mayo.
Manuel Pacheco (Villanueva de los infantes, Ciudad Real, 1990) es mรบsico y filรณlogo. Es autor de 'Las mejores condiciones' (Caballo de Troya, 2022).