Mauricio o las elecciones primarias, de Eduardo Mendoza

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No hay en la nueva novela de Eduardo Mendoza el รฉnfasis parรณdico de novelas anteriores, excepto la que publicรณ hace unos diez aรฑos, Una comedia ligera. La maquinaria narrativa de Mendoza tiene filos cortantes para la radiografรญa social. Para el retrato de familia social el mismo filo no hiende menos. El trabajo parรณdico de largo aliento invade novelas que de no ser por ello (por la parodia), quedarรญan en meros retablos epocales y costumbristas. Eso va desde El caso Savolta hasta Una comedia ligera. Se ha insistido mucho en esta vertiente en la narrativa del escritor catalรกn, una vertiente que bien podrรญamos llamar carnavalesca: acotar un segmento histรณrico, encerrar en รฉl varios exponentes de clases sociales limรญtrofes o enfrentadas y someterlo, bajo el prisma de un hรฉroe prototรญpico, a un refinadรญsimo proceso de ironizaciรณn. A veces se insiste demasiado en el costado parรณdico de su obra. Y ello en detrimento de la dosis no menos delicada y refinada de dibujos psicolรณgicos, como sucede en El aรฑo del diluvio, de cuadros de caracteres y emociones cercanas y reconocibles por el lector, como sucede en La isla inaudita. El riesgo de las propuestas parรณdicas consiste en un distanciamiento de la materia parodiada casi ingobernable, donde es imposible prometer algo parecido a una humanidad de carne y hueso. No han faltado estudiosos que reprochan a Eduardo Mendoza trabajar sobre รกreas de vacรญo histรณrico, como si la historia con mayรบscula no tuviera sujeto, como si este vacรญo no aceptara sujetos o personajes introspectivos. Tildan incluso de amaneramientos sus mezclas de gรฉneros, malabarismos posmodernos. Yo creo que la humanidad estรก en todas las novelas de Mendoza. En una novela tan laberรญntica como es La isla inaudita, es imposible no ver la historia de amor excelentemente contada y que tanto contagia. Yo creo que lo que suele molestar (aunque ello no impida a la vez una indisimulada admiraciรณn) es esa especie de frialdad o ligereza o levedad metรณdica que emplea Mendoza en sus historias. Probablemente los lectores, con Mauricio o las elecciones primarias redescubran a un Mendoza distinto, aunque con sus constantes estรฉticas, distinto en la concentraciรณn de la materia emotiva que maneja y que tan sobresaliente resultado le ha deparado.

Dos segmentos se entrecruzan en Mauricio o… Uno es el histรณrico-social y el otro, un sublimado cuadro intimista. Ambos se alimentan dialรฉcticamente. En el sentido que dialogan. Esta estructura es proverbial en Mendoza. Pero a mรญ me parece que ha querido privilegiar el segundo nivel: una historia de amor cuyo norte no es otro que la conciencia compartida de la fragilidad humana, el dolor y la piedad. Narrada en tercera persona, la voz omnisciente sigue las peripecias rutinarias de su hรฉroe Mauricio, las sigue con esa libertad largamente barojiana para liberar a sus criaturas al albur del destino y de sus propias decisiones, parezcan รฉstas equivocadas o no. El segmento histรณrico abarca la segunda legislatura de Jordi Pujol (en el gobierno autรณnomo de la Generalitat de Cataluรฑa) y la adjudicaciรณn a Barcelona de la sede de los Juegos Olรญmpicos de 1992. El saldo ideolรณgico no es esperanzador. Algo asรญ como si el ejercicio de la polรญtica no fuera acompaรฑado por un mรญnimo deber de ejercicio รฉtico. Y sin embargo, o por ello mismo, la historia de Mendoza levanta vuelo no en los escalones altos de la macropolรญtica, sino en los peldaรฑos inferiores de la vida cotidiana. Mauricio es un dentista (la elecciรณn de la profesiรณn del hรฉroe no podรญa ser mรกs sintomรกtica, toda vez que su actuaciรณn humana y civil contrasta irรณnicamente con la actuaciรณn que se le supone a quien ha elegido una profesiรณn tan bien remunerada) que asume su existencia con una รบnica moral (lo contrario, por supuesto, de la doble moral): no desmentirse a sรญ mismo. Pero Mauricio es un hรฉroe que se agiganta, en su monรณtona insignificancia, en la medida en que traba perfectamente con sus dos compaรฑeras de reparto: Clotilde y la Porritos. Las dos mujeres, los dos amores del rutinario Mauricio, metaforizan dos clases sociales (categorizaciรณn que nunca descuida el autor barcelonรฉs) y dos maneras de sobrevivir en el mundo. La relaciรณn de Mauricio con la Porritos creo que es una de las mejores parejas dramรกticas de la narrativa espaรฑola de los รบltimos aรฑos. Hay otra variable de no menor importancia y enjundia en esta novela: el humor. Tambiรฉn constante en su narrativa, pero nunca como en esta novela jugando un papel tan balsรกmico y liberador, dada la materia de grave introspecciรณn en que se mueven los personajes. El diseรฑo de los diรกlogos, el contorno por momentos esperpรฉntico de algunos personajes secundarios, como en las novelas de Pรญo Baroja, hacen imposible disimular la risa. Mendoza es un maestro para introducir una risotada en medio de una escena que no la harรญa sospechar. Las digresiones morales sobre la prรกctica polรญtica por momentos tienden al tono sentencioso, pero nunca entorpecen ese luminoso poso de tristeza generacional en que a la postre se convierte esta excelentemente construida historia de nuestro tiempo. ~

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