Vamps and Tramps, de Camille Paglia

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LA ÉTICA SEXUAL DE CAMILLE Camille Paglia, Vamps and Tramps, Valdemar, Madrid, 2001, 660 pp.Pequeño ejercicio de arqueología cultural: Madonna no siempre fue lo que es. Antes de la vicaria aristocracia escocesa, del estrellato electrónico, del respeto de la crítica, Madonna fue una vez una vagabunda vampiresa suburbana. Vulgar a placer, enfundada en sedas y satines, semivestida y semidesnuda, bajaba entaconada de lo alto de un pastel de bodas de tres pisos, espetaba a una turba de adolescentes paroxísticas que se sentía como una virgen, tocada por primera vez.
     La ira no se haría esperar. Vulnerado, el feminismo se sublevaba ante el éxito de tan libidinosa puesta en escena. Kaplan, Johnson, Harrison y una cauda de lumbreras de la emancipación femenina ochentera clamaban su desazón, expresada en términos como "patriarcal", "autenticidad" y "push-up bra". Mientras tanto, en el solaz de la Universidad de Filadelfia, Camille Paglia urdía su plan maestro.
     Paglia es la Madonna de la academia estadounidense. En un artículo publicado en el New York Times en 1990, año en que ambas tomarían por asalto la cultura popular —la cantante con su video "Justify My Love", la académica con su ensayo Sexual Personae—, Paglia ventilaba ya su desdén por el feminismo establecido ("Betty Crockers sonrientes, malencaradas astrosas y puritanas parroquiales que se llaman feministas [y que] quieren que los hombres sean como mujeres"). Tras un panegírico a la capacidad de Madonna para "exponer el puritanismo y la ideología sofocante del feminismo estadounidense" y "enseñ[ar] a las mujeres jóvenes a ser plenamente femeninas y sexuales sin dejar de ejercer total control sobre su vida", el texto terminaba por declararla "el futuro del feminismo".
     Como podrá deducir el lector, Camille Paglia es una provocadora. Heredera de tradiciones a un tiempo disímbolas y afines —el psicoanálisis freudiano, la revolución sexual, el nuevo periodismo, la crítica literaria, las enseñanzas de su mentor Harold Bloom—, salta a la fama con el ya referido Sexual Personae, iconoclasta revisión del decadentismo estético que habría de marcar un hito no sólo en el pensamiento estadounidense sino también en la lectura político cultural que de éste se hace. Loada y vilipendiada por turnos, su radical autora —hasta entonces una oscura catedrática que llevaba nueve años en busca de editor— devendría no sólo enemigo jurado del feminismo políticamente correcto sino incógnita fascinante para una izquierda liberal azorada ante su furibundo antidogmatismo.
     Por un azar de la industria editorial Sexual Personae espera aún, doce años después, su traducción al español. Lo mismo Sex, Art and American Culture (Vintage), recopilación de ensayos en que Paglia se ocupa de temas como Elizabeth Taylor, la obra de Robert Mapplethorpe, la homosexualidad y el rock. Así, el lector hispanoparlante debe conformarse, por lo pronto, con su único volumen traducido, Vamps and Tramps, segunda compilación de ensayos que conserva su título original en la edición española de Valdemar.
     No es Vamps and Tramps lo mejor de Paglia, pero sí una extraordinaria introducción a su pensamiento. Dotado de una estructura caótica —incluso para un trabajo compilatorio—, ofrece un catálogo incompleto, aunque ideológicamente exhaustivo, de los elementos que integran su cosmovisión. Así, conviven en él una serie de textos sobre el estado de la vida cultural en los Estados Unidos ("lamentable" es el adjetivo que resume su diagnóstico), piezas breves y varias sobre celebridades (Woody Allen, los Clinton, otra vez Madonna), algunos textos de crítica literaria (D.H. Lawrence y Lewis Carroll, además de una diatriba contra la Susan Sontag posterior a En contra de la interpretación). El libro se completa con una gozosa miscelánea, en la que figuran los guiones de algunas películas underground en las que Paglia ha participado.
     El corazón de Vamps and Tramps, sin embargo, se halla en su ensayo introductorio, "Sin ley en la arena", que se proclama a favor de una sexualidad purgada de atavismos y politiquerías; en él, una Paglia libertaria y lucidísima deconstruye los discursos autovictimizantes del activismo feminista y gay, recupera el valor de una seducción perdida, quizás por siempre, en nuestro aséptico mundo.
     Inevitablemente, algunas de sus posturas resultan arriesgadas en su formulación (por ejemplo, su defensa del aborto: "A diferencia del establishment feminista, reconozco que el aborto es muerte. Pero la matanza y la cosecha […] han sido la marca de la supervivencia y el sustento humanos durante diez mil años") o políticamente peligrosas ("Si un hombre homosexual quiere casarse y procrear hijos, ¿por qué habría de ser hostigado por activistas gay que lo acusan de "autoderogación"?). Y, sin embargo, su originalidad, su ruptura con toda convención, su voluntad de desarrollar una nueva ética sexual, no consiguen sino la admiración del lector desprejuiciado, agradecido de contar con una brújula en su recorrido por la jungla sexual de este mundo políticamente correcto.
     "Odien los dogmas. Amen el aprendizaje. Amen el arte", es el mantra con el que Camille Paglia despide a su auditorio en cada una de las conferencias universitarias que imparte. Concedido, la formulación es pomposa. Y, sin embargo, en su fondo transgresor y provocativo, en su síntesis perfecta de apolínea razón y dionisiaca belleza, es consigna obligada para todos los que lamentamos la sistemática, tristísima sobrepolitización de las ideas. –

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