Rushdie y el arte de la novela

Ciudad Victoria / Los lenguajes de la verdad

Salman Rushdie

Traducción por Traducción de Luis Murillo Fort / Traducción de Javier Calvo y Aurora Echevarría

Literatura Random House, / Seix Barral,

Barcelona, , 2023, , 362 pp./ 490 pp.

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Hay un tipo de escritor que parece generar una realidad particular: su vida es casi una novela suya. No es fácil: se requiere una fuerza literaria pero no basta. Tampoco es necesariamente feliz, y de hecho casi nunca lo es. Un ejemplo es Michel Houellebecq: ¿podríamos imaginar a otro novelista que rueda una película porno (tras firmar un contrato), se arrepiente, pone una demanda y declara que se siente una mujer violada? Otro es Salman Rushdie (Bombay, 1947): la fetua, la persecución, su vida y su atentado mezclan la literatura y la historia, la descolonización y la globalización, giros inverosímiles y fatalidad, lo posmoderno y lo medieval, una realidad que no excluye lo increíble y fanatismo religioso: algunos de los temas centrales de sus novelas. En agosto pasado, Rushdie estuvo a punto de ser asesinado en Nueva York, y en los últimos meses se han publicado en español dos libros suyos.

El primero, Ciudad Victoria, es una novela que Rushdie entregó poco antes del atentado. Se presenta como la traducción resumida de un poema escrito por “la milagrera, profetisa y poetisa ciega Pampa Kampana” al final de su vida de 247 años, el Jayaparajaya, que cuenta el comienzo, el ascenso y la caída de Bisnaga, la ciudad de la victoria, fundada en el siglo XIV. Es un homenaje a la tradición literaria india, con alusiones y paralelismos con obras como el Ramayana, y el uso abundante y eficaz de un imaginario heredado y de fuentes documentales. A la vez, la sociedad de Bisnaga es pluralista, protofeminista y contraria a toda suerte de fanatismo; los dogmáticos siempre ponen en peligro ese espíritu liberal. La novela es una especie de saga, con enfrentamientos familiares, guerras, exilios y aventuras. Combina el conocimiento de hechos históricos y de la mitología con el anacronismo deliberado y el aparte: pese a su extensión, la novela apuesta por la ligereza; ni el autor ni el narrador toman una posición frívola o escéptica con respecto a lo que cuentan, pero el libro tiene sentido del humor y espíritu lúdico. (Por ejemplo, en los apartes: “Somos de la opinión de que este tipo de pasajes no deben interpretarse literalmente”, dice el narrador que resume; el artificio es cervantino aunque la novela se acerca más a la trama enrevesada y vertiginosa del Persiles que a la ambivalencia irónica y reflexiva del Quijote.) Se trata de un libro que tiene algo de festín: a veces uno puede desorientarse un poco, pero el autor sabe dónde va, y admiran tanto su habilidad como su empuje narrativo. Es una novela sobre contar; en muchas ocasiones esta obra de madurez recuerda el tono y la inventiva de las primeras novelas de su autor, como Hijos de la medianoche o Vergüenza. También tiene algo alegórico: se basa en una civilización que existió de verdad, fabula sobre una rivalidad entre distintas religiones (singularmente hindú y musulmana), muestra una actitud receptiva hacia lo extranjero, retrata las dinámicas de poder y sus abusos, y su defensa del pluralismo se aplica a la historia y el presente de su país de nacimiento, evitando el tono doctrinario: Ciudad Victoria nunca deja de ser una novela de aventuras.

Los lenguajes de la libertad es una colección de ensayos y artículos dedicados a explicar sobre todo su idea de la literatura. A veces hacen pensar en un autor con quien Rushdie tuvo muchas diferencias –una divergencia que algunos lectores han visto reflejada también en Ciudad Victoria–: V. S. Naipaul, pero también en novelistas como Saul Bellow o los autores del boom y en particular Gabriel García Márquez. Un elemento esencial del conjunto –bastante irregular en el equilibrio de textos importantes y piezas de ocasión, a veces apasionante, muy útil para entender mejor las claves de la estética del novelista– es la construcción de una tradición íntima: de ella forma parte la literatura clásica de la India, pero también, de manera muy visible, la idea de acercarse a una literatura muy consolidada, con una lengua muy poderosa, desde la periferia. Rushdie, como los autores en los que más se fija, renovó y enriqueció lo central de lo que había sido mucho tiempo marginal. Otra de las líneas es una defensa de la ficción, de la autonomía de la imaginación. Se articula frente a las estrecheces del realismo convencional, porque Rushdie, que sigue la senda de Kundera en Los testamentos traicionados y El arte de la novela, defiende una narración libérrima, emancipada, no circunscrita al código realista: la senda de Cervantes y de Lawrence Sterne. Escribe que descubrió a “temprana edad que el naturalismo cotidiano es solo una forma, y quizá muy limitada, de describir el mundo”. Y también defiende el valor de la imaginación frente a la tendencia a veces perezosa de la autoficción. No son textos de gran altura teórica, y no pretenden serlo, pero son inteligentes, explican con precisión una manera de entender la literatura y resultan profundamente estimulantes. También hay interesantes retratos y lecturas de creadores que admira, como Philip Roth, Eudora Welty, Kurt Vonnegut, Harold Pinter o Samuel Beckett. O ataques que muestran el humor sardónico de Rushdie, como su deconstrucción de Slumdog millionaire. Y el volumen incluye, sobre todo en los textos que escribió para el PEN Club, una defensa de la libertad de expresión elocuente y emocionante. Como escribió en esta revista, “Conservas las libertades por las que luchas; pierdes las libertades que descuidas. La libertad es algo que alguien siempre te está intentando quitar. Y, si no la defiendes, la pierdes.” ~

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Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).


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