Georgenhof
No lejos de Mitkau, una pequenฬa ciudad de la Prusia Oriental, se encontraba la finca de Georgenhof, que ahora, en invierno, rodeada de sus viejos robles, pareciฬa una isla negra en mitad de un mar blanco.
La finca era pequenฬa โcasi todos los terrenos habiฬan sido vendidosโ y la casa distaba mucho de ser un palacio. Constaba de dos pisos, y la parte superior de la fachada estaba rematada por un frontoฬn semicircular adornado con un desgastado mangual de hojalata. La construccioฬn se levantaba detraฬs de un viejo muro de mamposteriฬa, y antanฬo habiฬa estado pintada de amarillo. Ahora estaba totalmente cubierta de yedra, y en verano los estorninos anidaban en ella. Era el invierno de 1945 y las tejas castanฬeteaban: un viento geฬlido barriฬa una nieve fina desde los sembrados hacia la granja.
Tendriฬan que quitar la yedra de vez en cuando o se les va a comer todo el revoco, les habiฬan dicho a los duenฬos.
En el quebradizo muro de mamposteriฬa se apoyaban aperos oxidados y abandonados, y de los grandes robles negros pendiฬan, oscilantes, guadanฬas y rastrillos. Haciฬa mucho que el portoฬn habiฬa sido embestido por una cosechadora y desde entonces colgaba torcido de sus goznes.
El patio de la granja, con sus establos, graneros y casas para los peones, estaba un poco apartado. Los forasteros que pasaban por la carretera no veiฬan maฬs que la casa solariega. ยฟQuieฬn puede vivir ahiฬ?, pensaban, y los acometiฬa un poquito de envidia. ยฟPor queฬ no detenerse y dar los buenos diฬas?, se deciฬan. Y tambieฬn: ยฟpor queฬ no vivimos nosotros en una casa asiฬ, tan llena de historias? Queฬ injusto era el destino, pensaba la gente.
ยกPROHIBIDO EL PASO!, rezaba un cartel colgado del gran granero: el acceso al parque no estaba permitido. Detraฬs de la casa, en el parquecillo y en el bosque que habiฬa tras eฬl, debiฬa reinar la calma: en alguฬn sitio hay que poder volver en siฬ.