Es compleja la relaciรณn que el nazismo estableciรณ con el arte, mรกs allรก de la simple ecuaciรณn establecida por Hitler y su cรญrculo entre arte degenerado y no degenerado. Sobre el expolio de obras por parte del Tercer Reich ha escrito, recientemente, Miguel Martorell, y el cineasta Alekxandr Sokรบrov reflexionรณ sobre el significado del arte y la protecciรณn de los lienzos del Louvre cuando los alemanes tomaron Parรญs en su esplรฉndida Francofonรญa (2015). Notorio es el caso del gobernador de la Polonia ocupada, Hans Frank, enamorado de cuadros que no dudรณ en robar para adornar su habitaciรณn, como La dama del armiรฑo, de Leonardo da Vinci; o el hasta hoy desaparecido Retrato de joven, de Rafael. Similares mรฉtodos de saqueo empleรณ el que fuera mano derecha de Frank, Otto von Wรคchter. Derrotado el nazismo y finalizada la guerra, el antiguo gobernador de Cracovia y Lemberg huyรณ y acabรณ, cuatro aรฑos despuรฉs, en Roma. Para conseguir dinero trabajรณ en otro arte, el sรฉptimo, primero como extra de pelรญculas que no han pasado a la historia y luego con la escritura de flojos guiones. Su vida, por lo contrario, sรญ darรญa para escribir un buen guion: golpes de Estado fallidos, asesinatos en masa o huidas desesperadas, entre otras tristes hazaรฑas.
El escritor y profesor de derecho internacional de la University College de Londres Philippe Sands ha estudiado el potencial de la vida de Wรคchter y ha escrito el brillante Ruta de escape (Anagrama, 2021), su segundo libro traducido al castellano, consistente en un รญmprobo e ingente trabajo de documentaciรณn e investigaciรณn sobre el criminal y su familia, que podrรญa leerse como una novela de John le Carrรฉ โquien, por otra parte, tiene un cameo en el libroโ. Se trata de una pieza valiosรญsima para acercarse a la figura de Otto, el sanguinario y frรญo antisemita jerarca nazi. Pero no es este el รบnico protagonista. Tambiรฉn lo son Charlotte, su mujer โpor medio del estudio de sus diarios y la correspondencia mantenida con su maridoโ; y el hijo de ambos, Horst, con el que Sands se ha entrevistado en numerosas ocasiones en los รบltimos aรฑos.
Ademรกs de por la minuciosa reconstrucciรณn histรณrica, Ruta de escape es una lectura imprescindible por la enorme cantidad de controversias que encara y de reflexiones que suscita: la posibilidad o no de humanizar a los monstruos del nacionalsocialismo, el mito del โnazi correctoโ anhelado por algunos descendientes de los criminales, el gris papel del Vaticano, la alargada sombra de la responsabilidad o el interesado blanqueamiento del pasado y olvido voluntario promovido por muy diferentes instituciones y actores. En el empeรฑo de Sands se puede encontrar algo del mรฉtodo de Lanzmann. No solo porque el britรกnico concede importancia a los verdugos, como hace el francรฉs en Shoah (1985), sino porque ambos dejan claro, en sus creaciones, cuรกles son sus respectivas posturas sin pontificar e imponer un juicio en el espectador. El abogado no esconde su simpatรญa por Horst, pese a la continua ceguera que este se impone respecto al papel de su padre en el Holocausto y otras matanzas, y el lector asume, como el propio escritor, que el hijo no va a condenar a su padre por mucho que las pruebas evidencien la irrefutable culpabilidad de Otto.
Horst acepta el pasado de sus padres como adeptos al nacionalsocialismo, asรญ como la realidad de los crรญmenes llevados a cabo por otros, pero no el papel de Otto en los mismos. Por momentos, este parece cultivar para su padre el mito del โnazi correctoโ, el mismo que, como escribiรณ Gรฉraldine Schwarz, pretendiรณ instaurar Albert Speer para sรญ mismo en sus memorias. La postura contraria mantiene Niklas Frank respecto a su padre Hans โjustamente, el otrora citado gobernador de la Polonia ocupada era uno de los protagonistas del anterior libro de Sands, el tambiรฉn excepcional Calle Este-Oeste (2016)โ, al que rechaza abiertamente, hasta el punto de confesar que, a diario, observa la foto de su padre ahorcado tras el veredicto de Nรบremberg, con la meta de no olvidar el gran malhechor que este fue para el mundo. Fue Niklas quien le presentรณ a Horst al escritor, y los tres son los protagonistas del documental Mi legado nazi (2015, disponible en Filmin), dirigido por David Evans, en el que Sands mantiene diferentes conversaciones con los dos descendientes de poderosos nazis sobre las acciones de sus padres en Galitzia, ya que Hans y Otto fueron determinantes en la desapariciรณn de parte de la familia del abogado, asesinada en los campos.
En la correspondencia entre Otto y Charlotte analizada en el libro se evidencia que ninguno tuvo el menor atisbo de remordimiento. Ella muestra en sus diarios una gran seguridad y orgullo, y no cree reprochables ni las acciones de su marido ni las suyas propias. Horst adopta la mirada de su amada madre, y parece convencido de la humanidad de sus progenitores, y por ello no tiene problema en proporcionarle al escritor mรกs de ocho mil pรกginas de documentos sobre estos, pese al rechazo que genera esta cesiรณn en su familia. Si hubiese apostado por un claro ocultamiento de la verdad, jamรกs habrรญa ofrecido semejante material a un sabueso investigador como Sands.
El libro suscita gran interรฉs cuando entra en escena un inesperado protector de Otto y otros tantos nazis, como fue el Vaticano. El muy controvertido y oscuro papa Pรญo XII aportรณ partidas econรณmicas destinadas a antiguos SS huidos, como ha denunciado Gitta Sereny, y en esta operaciรณn el obispo Alois Hudal, como evidencia Sands, fue una pieza destacada. Hudal ayudรณ a personajes como Josef Mengele, Walter Rauff o el propio Wรคchter. El propรณsito de estos criminales era huir a Sudamรฉrica por la ratline romana โo ruta de escape, esto es, la vรญa utilizada por los nazis para escapar de Europa y que da tรญtulo a la obraโ, y sin la ayuda del prelado no hubiese sido posible. En su investigaciรณn, obstaculizada aรบn por ciertos sectores de la Iglesia, Sands descubre que Hudal, que ayudรณ notablemente al protagonista, tambiรฉn fue una agente infiltrado para los americanos, por lo que el paรญs presidido por Harry Truman sabรญa del paradero del nazi y no hizo nada por detenerlo. Era 1949, y el mundo habรญa cambiado mucho en los cuatro aรฑos transcurridos desde el final del conflicto bรฉlico: los servicios de inteligencia estadounidenses estaban mรกs preocupados en contener al enemigo soviรฉtico que en detener a nazis. La Guerra Frรญa ya imponรญa su discurso.
Pero han pasado siete dรฉcadas y, aรบn hoy, a raรญz de las pesquisas de Sands, Horst se confronta con el pasado y ha devuelto algunas obras robadas por su madre durante la guerra. Como cuenta el abogado, Charlotte โa la manera de Hans Frankโ entrรณ en diversos museos de Cracovia para robar El combate entre Don Carnal y Doรฑa Cuaresma, de Brueghel, y mรกs piezas artรญsticas. Pero ninguna prueba es concluyente para Horst. El octogenario hijo del matrimonio Wรคchter continรบa con su acรฉrrima defensa mientras vive en su castillo templario de Hagenberg, a la par que se distancia de su hija Magdalena, convertida al islam y que no duda en declarar que su abuelo fue un genocida. ยฟQuรฉ hubiese pensado Otto de saber que su nieta abrazarรญa la religiรณn musulmana? Si se me permite, esto sรญ que serรญa un giro guion inesperado.
Elios Mendieta es periodista. Es autor de 'Memoria y guerra civil en la obra de Jorge Semprรบn' (Escolar y Mayo).