Un tipo de cuidado, de Francisco Hinojosa

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FONT FACE=Georgia, Palatino, Times SIZE=3>Un colega de Spinoza
     Francisco Hinojosa, Un tipo de cuidado, Tusquets, México, 2000, 138 pp.
      
     Cada vez que leo a Francisco Hinojosa lo imagino como un maestro óptico afincado en Amsterdam o La Haya en el siglo XVII, renegando de los malos trabajos que hace su colega Spinoza, distraído por la filosofía. El tapanco del doctor Hinojosa incluye todas las variedades de lentes conocidas, además de una juguetería plena en ingenios mecánicos y maléficos. A su consultorio asisten miopes y astigmáticos que anhelan ver mejor y salen de allí con las recetas cruzadas, felizmente engañados. Los bizcos ven triple y quienes querían ver el rojo, se van convencidos de que todo es azul. Esa capacidad de distorsión es obra de un cuentista puro, de los que escasean en tantas literaturas, un maestro de la caricatura, entendida como la exageración artística de los caracteres y de las situaciones.
     Los usos y costumbres del hombre huero —la ineptitud burocrática, las ambiciones perdidas, la notícula roja— son suficientes para un ilusionista cuya retórica parte de un arduo presupuesto: eliminar de la literatura casi toda la literatura. No es extraño así que Hinojosa sea un autor de cuentos infantiles tan exitoso, pues los niños no confunden la repetición con el aburrimiento ni la exageración con el puntillismo.
     Cuando escribe para adultos —lo que ello signifique— el ingenio de Hinojosa parece ser del orden moral. La caricatura, como pocos géneros, es moralizante. Exagera para exponer y expone para sancionar. Pero a diferencia de otros moralistas, Hinojosa es un médico a quien las consecuencias del diagnóstico le tienen sin cuidado. No es necesario esperar las carnestolendas para decretar el carnaval. Pareciendo bromas o simple humor negro, los cuentos de Hinojosa (Ciudad de México, 1954) están construidos sobre una severa economía formal donde cada elemento, pareciendo fútil, es indispensable para el desarrollo dramático. En Un tipo de cuidado presenciamos asesinatos múltiples, carreras académicas hiperbólicas, traiciones laborales, un trasplante de riñón, un lío político que clausura la universidad… Hilarantes o macabros, los textos no pueden ser contados por otro que no sea Hinojosa, pues dependen de las dioptrías recetadas, al personaje y al lector, por ese alquimista de la luz obsesionado por acabar de descomponer el mundo o darle al caos una contingencia.
     Antes que en Un tipo de cuidado, encontré mejores textos de Hinojosa en Memorias segadas de un hombre en el fondo bueno y otros cuentos hueros (1995). Pero cada nuevo libro de un autor como él, que sólo apela a la exigencia de sus lectores, merece un llamado de atención hacia una obra entera. En la literatura contemporánea de México, Negros, hueros, héticos (Ediciones sin nombre, 1999), los cuentos completos de Hinojosa tienen un peso específico mayor que muchas de las fugaces novelerías que infestan las librerías.
     Los ocho cuentos de Un tipo de cuidado me hacen creer que Hinojosa escribe, ante nuestra inadvertencia, unos nuevos Viajes de Gulliver. Gulliver, que se cree el licenciado Tapia o el profesor Aldecoa, huye de Lilliput, Brobdingnag, Laputa, Balnibarbi, Glubbdubdrib… convencido de que es normal e irrefutable que cada ser se vea rodeado de enanos y de gigantes, víctima de la enormidad o de la pequeñez de las civilizaciones y de sus barbaries. Los seres hinojosianos se mueven entre ciudades y continentes, crímenes, castigos y degradaciones sin rebelarse ante las erráticas lentes que de su creador recibieron para viajar.
     A diferencia de Swift, su heredero dejó de creer, hace centurias, que la sátira tenga algún fin pedagógico o sea una forma elusiva o clandestina de la denuncia. Desde Robinson perseguido (1981), un poema largo, Hinojosa decidió deformar visualmente los mitos, literarios o cinematográficos, en una inquietante caricatura. Entre Informe negro (1987) y Un tipo de cuidado (2000), Hinojosa ha venido escribiendo, cuento tras cuento, una comedia más ogresca que humana cuyo alimento aparente no es otro que el material residual de la vida. El mundo, en su horrible y divertida vulgaridad, está bien hecho. –

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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