โY si despuรฉs de tantas palabras, no sobrevive la palabra.โ
Cรฉsar Vallejo
Nietzsche matรณ a los dioses y Fukuyama a la historia. Ahora le toca el turno a la escritura.
The New York Times publicรณ hace unas semanas su primera reseรฑa sobre una novela escrita por sistemas de inteligencia artificial. La novela tiene un tรญtulo, como dirรญa un adolescente, literal: Death of an author, โla muerte de un autorโ. El autor apenas pergeรฑรณ โ5%โ del texto.
Mรกs allรก de la calidad de la primera novela de silicio, su mera existencia anuncia la muerte de la escritura. Es cuestiรณn de tiempo para que se publique literatura sintรฉtica indistinguible de la orgรกnica y no me refiero solo a best sellers sino a obras literarias en forma. Guste o no, en tres aรฑos, o en cincuenta, una mรกquina escribirรก tan bien como lo hizo Shakespeare.
Desde que apareciรณ Chat GPT estoy obsesionado con la inteligencia artificial. La รบnica tecnologรญa que me ha impresionado tanto fue internet, pero incluso entonces mi comprensiรณn de su potencial fue fragmentada y paulatina. Con Chat GPT bastaron unos minutos para que me supiera frente al pelotรณn de fusilamiento.
Supongo que no necesito explicar que dioses e historia siguen con vida. El punto es que dejaron de tener la relevancia que tuvieron. Hoy se puede ser ateo y tener una existencia normal; y los rusos estรกn enfrascados en una guerra del siglo XX. En otras palabras, esos muertos estรกn vivos, pero, y esto es importante, nunca serรกn lo que fueron.
Es cierto, escribiremos hasta el final de los dรญas, bien y mal, pero nunca lo haremos como lo hicimos antes de que naciera el golem de la inteligencia artificial.
Reciรฉn tuve un problema con mi refrigerador. Habรญa vencido la garantรญa y el fabricante no tenรญa obligaciรณn de responder. Como no querรญa perder tiempo, le pedรญ a Chat GPT que redactara un mensaje exigiendo una soluciรณn. Persuasivo, por favor. Ayer recibรญ un refrigerador nuevo sin pagar un centavo.
Las anรฉcdotas de ese tipo abundan, sobre todo entre gente que no escribe y que ahora, gracias a Grammarly o Chat GPT, puede hacerlo. Los primeros ganadores de la nueva tecnologรญa serรกn los impedidos literarios. Y no faltarรก quien celebre la inminente democratizaciรณn de la escritura.
En cuanto a los primeros perdedores, supongo que serรกn los escritores de gรฉneros estandarizados como gacetillas de prensa, reportes de noticias, manuales de instrucciones, descripciones de productos, o libros de texto que, por cierto, ya tienen aรฑos sufriendo los embates de un mercado saturado y mal pagado.
Los escritores en los pocos sectores lucrativos que quedan, como la publicidad o la televisiรณn, son los que mรกs tienen que perder. De hecho, una de las exigencias de los escritores de televisiรณn en huelga en Estados Unidos es la prohibiciรณn de la nueva tecnologรญa. La preocupaciรณn es genuina, la exigencia, ingenua. Es como si los cajeros de banco hubieran exigido la prohibiciรณn de los cajeros automรกticos.
Con respecto al temor generalizado ante la inminente proliferaciรณn de textos sin alma que se nos viene encima, creo que es un temor infundado. El alma de la literatura no existe, lo que existe son el tono, la intenciรณn o el estilo, categorรญas reproducibles y, por lo menos en teorรญa, superables por una mรกquina. No olvidemos que abundan los seres humanos que producen textos desangelados. Recuerdo el caso de un paisano que ganรณ un premio de poesรญa en Espaรฑa. Sus poemas eran tan obvios que la gente pensaba que era un bot y la editorial tuvo que declarar pรบblicamente que se trataba de un ser humano.
En el ensayo La muerte del autor, Barthes marca distancia entre el texto y el creador, e insiste en la importancia de la lectura. El verdadero autor es el lector, que le da sentido al texto cuando lee. Su ensayo nos ofrece una pequeรฑa esperanza: si la inteligencia artificial mejora la calidad de los textos, tambiรฉn mejorarรก la experiencia del lector y eso es lo que importa, por lo menos segรบn el pensador francรฉs. Sรฉ que es un consuelo de tontos, pero consuelo al fin, y lo estamos necesitando.
Tambiรฉn estรก la posibilidad de que escritor y golem se complementen, de que la inteligencia artificial llene los vacรญos del ser humano y el ser humano los de la mรกquina y que de esa sociedad nazca una nueva literatura en esteroides que producirรก, como corresponde a todas las literaturas, sus รกngeles y sus engendros.
Por supuesto, serรญa ingenuo ignorar la posibilidad de un futuro distรณpico: robots escribiendo y leyรฉndose a ellos mismos. En cierta medida ya estรก pasando: hoy en dรญa la mitad del trรกfico digital es generado por bots, muchos de ellos diseรฑados para simular el comportamiento de seres humanos.
Lo cierto es que no tenemos la menor idea de lo que viene, solo sabemos que es grande e indetenible. La escritura estรก herida de muerte. Por fortuna, los escritores por vocaciรณn no tenemos nada que temer. De cualquier manera nunca dejaremos de escribir. La enfermedad de la escritura, que tan bien describiรณ Vila-Matas en El mal de Montano, es incurable, y no hay artilugio ni mala paga que pueda con ella. ~
escritor venezolano radicado en Estados Unidos. Su รบltima novela se titula Crema Paraรญso (Alianza Editorial, 2020).