Conocido por sus cómics en un estilo y narrativa que han sido definidos como minimalistas, y por New York drawings, libro de 2012 que reúne sus ilustraciones editoriales, entre ellas las portadas que ha realizado para The New Yorker, Adrian Tomine (Sacramento, California, 1974) regresó con un nuevo tomo de cómics, Intrusos (Roca Editorial, 2016), una recopilación de nuevas historias cortas, habitadas por personajes comunes y corrientes en situaciones existenciales límite, siempre en una exploración sobre la manera en que se desarrollan las relaciones interpersonales en la época que les tocó vivir. Para hablar de este nuevo libro y su trabajo en general, conversé brevemente vía email con Tomine.
Compuesto por seis historias, Intrusos da la bienvenida al lector a través de una postal suburbana en la que se erige modestamente un merendero Denny’s. Un punto de referencia que inevitablemente hace pensar en Edward Hopper y su Nighthawks. A diferencia de trabajos anteriores donde su estilo cohesiona la obra, aquí Tomine se permite saltos estilísticos entre historia e historia para remarcar la narrativa de cada relato.
“Amber Sweet”, la segunda historia en el libro, está dibujada en una línea delicada y firme, y los colores refuerzan la fantasía pop del relato de una chica que es confundida constantemente con una estrella porno. En contraste, los pincelazos de “Intrusos” sirven para la narración de una historia más cruda, directa y suelta. ¿En qué momento toma ese tipo de decisión respecto al dibujo?
Tomé la decisión de aproximarme a cada historia de una manera estilística diferente desde un momento temprano, y a partir de ahí fue una cuestión de encontrar aquello que se adaptaba mejor al material. Hay algunos casos en los que usé de manera intencional un estilo más tonto para evitar que el contenido se volviera demasiado deprimente.
En este libro sorprenden los increíbles y, en algunos casos, dolorosos giros que se plantean para poner a los personajes a sufrir. ¿Cómo surgen las historias?
Todo lo que puedo decir es que un pequeño germen de una historia aparece en mi cabeza y simplemente dejo que repiquetee allí por un largo rato. Parte de la razón por la que me toma tanto tiempo producir libros es que la mayor parte del proceso de escritura sucede casi a un nivel subconsciente, mientras pienso en otras cosas de manera más activa. No creo que las historias habrían sido las mismas si me hubiera puesto una fecha límite estricta y hubiese empezado a dibujar lo que tuviera en ese momento.
Las reseñas que hablan sobre este libro han subrayado las relaciones entre padres e hijos que se desarrollan en sus páginas. Considerando que empezó a escribir cómics a los dieciséis años y muchas cosas han sucedido desde entonces, como ser padre, ¿qué le ha enseñado paternidad?
Yo diría que convertirme en padre ha sido una de las influencias más significativas que he experimentado como artista. Me ha afectado de forma práctica, logística y financiera, pero también ha cambiado mi relación con el mundo que existe afuera de mi pequeño estudio. No quiero aburrir a nadie con demasiados detalles (especialmente a aquellos que no tienen hijos), pero sí diré que para alguien que está tratando de escribir con autenticidad y de manera imparcial sobre la gente, más que sobre sí mismo, tener hijos es un gran regalo.
“Hortiescultura” es una historia que, a la vez que refleja la evolución de las relaciones familiares, trata con el mundo del arte, los artistas, los proyectos personales y el arte. ¿Ha superado sus dudas acerca de su carrera?
Cuando salió esa historia recibí algunas reacciones como: “Oh, entonces es lo que habría pasado si no hubieras podido convertirte en caricaturista.” Pero no creo que ese elemento de realidad alterna sea necesario, además de que muchos de los sentimientos en esa historia los tomo directamente de mi estado mental actual. Fue la primera historia que escribí después del nacimiento de mi hija. Básicamente, la improvisé en una cafetería cercana cuando mi esposa me dio oportunidad de pirarme un rato para descansar, y todo eso fluyó de manera inconsciente en algo que yo pensaba que sería una serie de gags de periódico.
La primera vez que leí sus cómics pensé: “Esto es justo como Raymond Carver.” Mucha gente ha calificado su trabajo como “minimalista”. ¿Lee usted a Carver o a algún otro escritor?
Descubrí a Carver cuando empecé a publicar mis minicómics; la gente me preguntaba si era su fan. Fui al Tower Records Books de Sacramento y empecé a leer sus libros por pura curiosidad seminarcisista. Ahora he leído todo Carver en repetidas ocasiones y, en ciertos puntos de mi vida, fui tan fan que incluso leí biografías, entrevistas, versiones alternas de sus historias, etcétera. Y no sé quién exactamente entra bajo el paraguas del “minimalismo”, pero hay otros escritores a quienes he disfrutado y que creo comparten cierto adn creativo con Carver: Richard Yates, Andre Dubus, John Cheever y Leonard Michaels. Pero, en esta etapa de mi vida, muchas cosas se sienten quizá demasiado cercanas, como que he estado inmerso en ellas mucho tiempo, así que mis intereses en cuanto a lecturas se inclinan hacia otras direcciones. ~
Blumpi, es ilustrador, dibujante de cómics y periodista cultural freelance. Es el primer mexicano en entrevistar al dibujante underground Robert Crumb.