Al salir del portal
un solemne me obliga
a la primera sonrisa
educada,
pero de pronto,
me distraigo
y aflora mi cara de idiota:
es que la mosca
me llama con su vuelo
insistente,
que me absorbe
con más fuerza
que el vuelo silencioso
y ondulado de la mariposa.
La urbanidades me cansan,
me obligan a un esfuerzo
de hipocresía.
La mosca es espesa,
no vive del aire,
vuela de uno a otro
excremento,
pero el ruido de su vuelo
me devuelve
al sol de la broma y el juego.
Cuando debo sonreír,
sonrío,
pero no entiendo
por qué sonreír en ayunas
de placer y disfrute;
la mosca,
con su vuelo ladino y pegajoso,
interrumpe reverencias y zalamerías,
entonces y sólo entonces,
verdaderamente, sonrío
e, incluso, me vence
la risa franca. ~
Las batallas de Vargas Llosa
No hace mucho, en un congreso de literatura peruana, oí a un escritor indigenista asegurar que si Mario Vargas Llosa hubiera ganado las elecciones a la presidencia del Perú,…
La democracia está en peligro
Puede verse la democracia en México como una fuerza que ha logrado abrirse paso en medio de una cerrada selva autoritaria. Hoy esa idea está en riesgo de desaparecer.
Campos
Éramos dos parejas de estiércol. Fuimos a Uruapan pescado blanco carnes blandas se deshacían al separarlas…
Balas de fogueo
Cuando uno considera, y asiente cuando un camarada llama en público al líder durmiente de la revolución cubana Fidel Castro “humanista” o “intelectual”, ha de realizar una serie de complejas…
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES