Lecturas de Melville

ยฟPuede la ficciรณn iluminar complejos procesos histรณricos? Definitivamente. Ejemplo de ello es Benito Cereno, la novela de Herman Melville que โ€“leรญda por Enrique Krauzeโ€“ desentraรฑa el carรกcter de la colonizaciรณn de Amรฉrica, confronta los modelos anglosajรณn y espaรฑol y demuestra lo que la academia se obstina en olvidar: que sin imaginaciรณn no hay conocimiento.
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“ยฟQuieres entender la experiencia histรณrica de las dos Amรฉricas? Lee Benito Cereno de Melville.โ€ Al conjuro de estas palabras de mi amigo y maestro Richard M. Morse, he vuelto a leer aquella novela publicada en 1855. La trama es conocida. Hacia el aรฑo de 1799, frente a las costas de Chile, dos barcos, extraรฑos entre sรญ, se avizoran. Uno es el Bachelorโ€™s Delight, comandado por el honesto, hรกbil, generoso y circunspecto capitรกn estadounidense Amasa Delano. El otro โ€“anticuado, enmohecido, maltrecho, ruinoso, espectralโ€“ es el San Dominick. Su capitรกn es el taciturno espaรฑol Benito Cereno. Antes de narrar los extraรฑos sucesos que ocurrieron a bordo del barco hispano, Melville se detiene en su descripciรณn:

La quilla parecรญa desarmada, las cuadernas rejuntadas, y la propia nave botada desde el โ€œValle de los Huesos Secosโ€ de Ezequiel […] El barco parecรญa irreal […] como un fantasmagรณrico retablo viviente apenas emergido de las profundidades, que muy pronto lo reclamarรกn de nuevo.
 

El capitรกn estadounidense visita el barco y lo escudriรฑa, primero con una mezcla de discreciรณn y distancia, luego con creciente sorpresa y angustia. Mientras lo hace, descubre un esqueleto humano como emblema en la proa, y observa que el capitรกn Benito Cereno estรก โ€œvestido con singular riqueza, pero mostrando claras secuelas de una reciente falta de sueรฑo a causa de inquietudes y sobresaltosโ€. Lo mรกs notable, sin embargo, era su actitud: โ€œse paseaba lentamente, parando a veces de sรบbito, volviendo a caminar, con la mirada fija, mordiรฉndose el labio […], ruborizรกndose, empalideciendo, pellizcรกndose la barba, y con otros sรญntomas de una mente ausente o abatidaโ€.

Hacรญa ciento noventa dรญas que el San Dominick โ€“segรบn informรณ el espaรฑol al americanoโ€“ habรญa naufragado frente al Cabo de Hornos con cuantiosas pรฉrdidas humanas y materiales. Una parte de los esclavos que debรญa transportar de Buenos Aires a Lima habรญa sucumbido junto con miembros de la tripulaciรณn blanca, entre ellos el dueรฑo del barco, su entraรฑable amigo don Alejandro Aranda. El reticente espaรฑol se hacรญa acompaรฑar de un personaje que lo atendรญa con piedad, consideraciรณn y perruna fidelidad. Era Babo, un esclavo que hacรญa las veces de ayudante, bรกculo, confidente, intรฉrprete, barbero y amigo. Mientras escuchaba sus cuitas, y atisbaba la patรฉtica miseria del barco, Delano imputaba el desastre โ€œtanto a una impericia marinera como a una defectuosa navegaciรณn. Observando las menudas y pรกlidas manos de don Benito, cayรณ en la cuenta de que el joven capitรกn no habรญa llegado a comandante a travรฉs del agujero del ancla sino de la ventana del camarote […], ยฟcรณmo extraรฑarse entonces de su incompetencia, siendo joven, enfermo y aristรณcrata? ร‰sa era su democrรกtica conclusiรณnโ€.

La novela es la puesta en escena de una puesta en escena. Pero el lector, como Delano, no lo sabe. Para prestar auxilio, el americano inquiere gentilmente sobre los pormenores de la historia. Una pregunta lleva a otra. Observa con curiosidad y candor a los inquietos esclavos, intenta sin lograrlo conversar con los escasos marineros, intuye movimientos extraรฑos, sombras sutiles, atmรณsferas ominosas. De pronto, como un rayo lo asalta el temor de una conspiraciรณn en su contra, pero la sospecha se disuelve:

Una vez mรกs sonriรณ ante los fantasmas que le habรญan hecho vรญctima de sus burlas y sintiรณ algo parecido a una punzada de remordimiento como si, por haberlos albergado siquiera un momento, hubiera descubierto en sรญ mismo una atea falta de confianza en la Providencia, eternamente vigilante.

“La verdadโ€ no se revelarรก a Delano ni al lector hasta el final vertiginoso de la novela. Nada era lo que parecรญa. El amo era el siervo, el siervo era el amo. El espaรฑol habรญa sido vรญctima de un motรญn sangriento que los esclavos habรญan desatado para forzar su retorno al Senegal. El esqueleto de la proa era el cadรกver espantosamente desollado de don Alejandro Aranda. En una atroz batalla de calidad cinematogrรกfica, los marineros del Bachelorโ€™s Delight someterรกn a los esclavos. Dรญas despuรฉs, ya en la serรกfica ciudad de Lima, tras un juicio en que el desfalleciente don Benito testifica en su contra, Babo enfrentarรญa el cadalso. Su cabeza, โ€œesa colmena de astucias โ€“escribe Melvilleโ€“, permaneciรณ durante muchos dรญas clavada de un poste de la plaza, desafiando, indรณmita, las fieras miradas de los blancos […], su mirada se dirigรญa hacia el monasterio del Monte Agonรญaโ€ donde tres meses mรกs tarde descansarรญa, para siempre, uno de los personajes mรกs sombrรญos de la literatura: don Benito Cereno.

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โ€œBenito Cereno โ€“escribiรณ Borgesโ€“ sigue suscitando polรฉmicas. Hay quien la juzga una obra maestra de Melville y una de las obras maestras de la literatura. Hay quien la considera un error o una serie de errores. Hay quien ha sugerido que Melville se propuso la escritura de un texto deliberadamente inexplicable que fuera un sรญmbolo cabal de este mundo, tambiรฉn inexplicable.โ€1

Existen, en efecto, varias interpretaciones de la obra. Melville mismo, en sus copiosos Diarios y su Correspondencia, no contribuye a aclarar su significado. Su biรณgrafo, Andrew Delbanco, aporta datos de contexto que sitรบan el tema de la esclavitud en el corazรณn de la novela. Publicada en tiempos de gran temor y exaltaciรณn (en 1850 se temรญa una insurrecciรณn de los esclavos negros), Benito Cereno apareciรณ originalmente en Putnamโ€™s, una revista comprometida con la causa abolicionista. Su intenciรณn, anota Delbanco, era defender sutilmente esa causa, exhibiendo las perplejidades del capitรกn Delano: โ€œun hijo de Nueva Inglaterra demasiado estรบpido para entender que estaba siendo manipulado por un esclavo africano lรบcido y brillanteโ€, โ€œun hombre decente tratando de reconciliar la caridad, inscrita en la ley natural, con los derechos de la propiedad, escritos en la ley humanaโ€. Para el teรณrico polรญtico Benjamin Barber, Delano encarnarรญa โ€œla opacidad moral de la โ€˜inocencia americanaโ€™, insensible ante la presencia del mal al grado de no tener ojos para la esclavitud, ni para la revuelta contra la esclavitudโ€. En el mismo sentido, el gran autor negro Ralph Ellison, autor de la estrujante novela El hombre invisible, atribuye a Melville el deseo de revelar โ€œla profunda ignorancia del hombre blanco frente al drama de la esclavitud: al silenciar la voz del hombre negro a todo lo largo de la novela, reconoce que la historia toda de la esclavitud en el Nuevo Mundo es, en verdad, inexpresableโ€. A la misma รณrbita moral pertenece la adaptaciรณn teatral de la obra, hecha por Robert Lowell: compuesta en verso y elevando a Babo a la categorรญa de personaje central junto a los dos capitanes, Lowell presenta a los negros como la nueva fuerza con que tendrรก que lidiar el Nuevo Mundo y a Amasa Delano como sรญmbolo del temperamento estadounidense, de su actitud insular y rutinaria, de su incapacidad para comprender el mundo exterior.2

Benito Cereno ha admitido otras muchas interpretaciones, casi todas verosรญmiles. Se ha creรญdo descubrir un eco de Robinson Crusoe y Viernes en el vรญnculo de Babo y don Benito; el propio Melville refiere de paso, en la novela, la liga entre el doctor Johnson y su sirviente y confidente, el jamaiquino Barber, a quien dejรณ una sustancial herencia. No faltan quienes subrayan la indiferencia supuestamente racista de Melville ante los motivos de los amotinados. En 1928, Harold H. Scudder vio en Benito Cereno al propio Melville y a Babo como la recepciรณn crรญtica hostil a sus libros.3

Desde una perspectiva hispรกnica, la novela puede leerse de otro modo: como una alegorรญa de la dialรฉctica entre los mundos americanos.

Basta recordar que a mediados del siglo XIX, el mundo hispรกnico seguรญa ejerciendo una fascinaciรณn romรกntica sobre la mentalidad estadounidense.

Benito Cereno representarรญa a la Espaรฑa misoneรญsta, imprรกctica, supersticiosa y decadente, mientras su contraparte, Amasa Delano (que existiรณ en realidad y dejรณ un escrito puntual sobre el que Melville basรณ su novela) encarnarรญa la whitmaniana y soberbia repรบblica de Estados Unidos, enamorada de sรญ misma y de su inalterable rectitud moral, tocada por el โ€œDestino Manifiestoโ€ y segura del amparo providencial.

Presentada asรญ, la lectura dual parece demasiado fรกcil. Melville, como se sabe, viajรณ por los Mares del Sur y escribiรณ sobre las Islas Encantadas (Las Galรกpagos), pero su interรฉs en el orbe hispรกnico era mรกs complejo, como revela la sorprendente interpretaciรณn de Benito Cereno incluida en la obra de H. Bruce Franklin: The Wake of the Gods: Melvilleโ€™s Mythology,4 que Delbanco, incomprensiblemente, cita apenas. Segรบn Franklin, la clave histรณrica para comprender al personaje Benito Cereno y el escenario humano y fรญsico en que actรบa estรก en el libro The Cloister Life of the Emperor Charles the Fifth, de William Stirling, publicado en 1853, que Melville consultรณ detenidamente.5 En la cuidadosa lectura paralela de Franklin, la identidad entre Carlos V y el capitรกn Cereno no sรณlo se vuelve evidente, se vuelve total. La inexorable extinciรณn de Cereno en aquel barco fantasmal es la del emperador en el monasterio de Yuste, en las montaรฑas de Espaรฑa, hacia 1556. Carlos V se ha apartado del mundo, Cereno vive un โ€œretiro de anacoretaโ€. El barco mismo โ€“que lleva el nombre de la orden de los predicadores, fundadores de la Inquisiciรณnโ€“ parecรญa โ€œun monasterio blanqueado despuรฉs de la tormentaโ€. Asรญ como el emperador viviรณ rodeado de monjes dominicos, Delano โ€œcasi pensรณ que frente a sรญ tenรญa un barco cargado de monjes […], seres oscuros moviรฉndose tenuemente, como el paso de frailes negros por los claustrosโ€. En el camarote de aquel โ€œabad hipocondrรญacoโ€, Delano descubre un โ€œmisal manoseadoโ€, un โ€œprecario crucifijoโ€, โ€œasientos tan incรณmodos como las sillerรญas de los inquisidoresโ€. Cada objeto de culto o de uso personal corresponde a la descripciรณn de Stirling sobre el monacal recinto de Yuste. Incluso el paisaje que rodea a Cereno (el que Cereno imagina), y la opresiva sensaciรณn de soledad y cautiverio, remite al escenario postrero de Carlos: โ€œTratando de romper un hechizo โ€“escribe Melvilleโ€“, caรญa de nuevo, hechizado. Aunque estaba frente al mar abierto, se imaginaba en algรบn sitio remoto, tierra dentro, prisionero en algรบn castillo desierto, abandonado allรญ sรณlo para mirar terrenos vacรญos, caminos inciertos donde ninguna carreta y ningรบn viajero habรญan pasado jamรกs.โ€ Las correspondencias entre la historia y la ficciรณn son inagotables (la espada de empuรฑadura plateada, las reliquias de la pasada grandeza, etc.) pero Melville las dota de un efecto extraรฑo y nuevo, como el de un espacio suspendido en el tiempo, donde โ€“en palabras de Delanoโ€“ โ€œpasado, presente y futuro parecรญan uno soloโ€.

La alegorรญa apenas empieza. Las similitudes internas entre el capitรกn y el emperador son aรบn mรกs profundas que las externas. Carlos estรก quebrado en โ€œsu salud y su espรญrituโ€, y Cereno lo estรก en โ€œcuerpo y almaโ€, pero en ambos casos el sometimiento es idรฉntico: Carlos a los โ€œfrailes negrosโ€, Cereno a los esclavos negros. Los dramรกticos rituales cotidianos de Carlos rumbo a su retiro โ€“frรกgil, abatido y casi inmรณvil, cargado en literas, llevado en andas y a ciegasโ€“ corresponden puntualmente a las descripciones homรณlogas de Cereno, asistido por Babo. La referencia a la profecรญa de Ezequiel en el โ€œValle de los Huesos Secosโ€ aparece tambiรฉn en la vida pรณstuma del emperador: al abrir su tumba en El Escorial y descubrir su cuerpo incorrupto, Felipe IV quiso escuchar el mismo pasaje del Viejo Testamento. Estos y muchos otros indicios apuntalan la primera conclusiรณn de Franklin: โ€œEl tema central de Melville es la caรญda del poder terrenal, vista a travรฉs de la desintegraciรณn del Imperio Espaรฑol, su emperador y su simbรณlico descendiente, Benito Cerenoโ€. ยฟEra รฉse todo el misterio del San Dominick? ยฟCuรกl habรญa sido โ€“se pregunta el narradorโ€“ โ€œla llave de las complicacionesโ€?

Aludiendo al emperador, Stirling afirma: โ€œLa religiรณn, esa sombra oscura, enturbiรณ los vastos campos de su intelecto.โ€ En Melville aparecen las mismas sombras: โ€œLas sombras presentes, presagios de las que vendrรกnโ€ โ€“en el inicio de la novelaโ€“ revelarรกn su identidad hacia el final: โ€œยฟQuiรฉn ha arrojado semejante sombra sobre usted?โ€, pregunta Delano. โ€œEl negroโ€, responde Cereno. โ€œLos negros en el San Dominick โ€“concluye Franklinโ€“ no sรณlo representan una oculta y subversiva nรฉmesis; representan a la Iglesia.โ€ A partir de ese descubrimiento, una nueva dimensiรณn de la novela aparece ante el lector. La figura de Babo es un eco del jesuita Francisco Borja, asistente, โ€œconsejero y confidenteโ€ de Carlos V. Entre los โ€œrebeldesโ€ frailes y el monarca hay la misma โ€œfamiliaridadโ€ que entre los negros โ€œrebeldesโ€ y Cereno: una familiaridad revestida externamente de servidumbre, que oculta la verdadera servidumbre del monarca hacia la Iglesia. โ€œLa religiรณn โ€“escribe Stirlingโ€“ fue el terreno encantado que paralizรณ su poderosa voluntad, y su agudo intelecto cayรณ arrastrรกndose en el polvo.โ€

Pasmosamente, la novela no se agota en la simbologรญa histรณrica. H. Bruce Franklin abre una puerta mรกs, que no puede sorprender a los buenos lectores de Melville: las complejas y a menudo oscuras alusiones bรญblicas. En esa nueva lectura (basada, entre otras fuentes, en los Evangelios de San Juan y San Lucas y en el Libro de Daniel) las posibilidades son alucinantes. Recojo una: Cereno habรญa confiado ciegamente en Babo y en sus secuaces, sรณlo para descubrir que, finalmente, el fiel esclavo lo traicionarรญa, como Judas a Cristo. Pero su sacrificio no es en vano: como en una revelaciรณn, el miope capitรกn Delano entiende de pronto que la โ€œinocente imposturaโ€ del espaรฑol โ€“su persistencia en fingirse amo del barco que lo aprisionabaโ€“ habรญa postergado el asalto final de la tripulaciรณn sobre el Bachelorโ€™s Delight, y lo habรญa salvado.

ยฟNovela abolicionista? ยฟMetรกfora de la dialรฉctica entre los mundos americanos? ยฟReediciรณn de la leyenda negra sobre Espaรฑa? ยฟCrรญtica feroz de la Iglesia catรณlica? ยฟAlegorรญa de la pasiรณn de Cristo? La significaciรณn final de la novela se nos escapa. Como la obra toda de Melville, es esencialmente ambigua. En eso reside su grandeza.

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Al repasar las mรบltiples interpretaciones que ofrece Benito Cereno volvรญ, con perplejidad, con asombro, a las palabras de mi amigo Morse y sentรญ que comprendรญa mejor su sugerencia. Morse, conocedor cabal del pasado espaรฑol, latinoamericano, caribeรฑo y estadounidense; Morse, siempre a caballo entre la historia y la literatura; Morse, estudioso de la religiรณn y la filosofรญa, me habรญa querido decir: la laberรญntica historia de las dos Amรฉricas y de la dialรฉctica entre ambas es compleja, oscura, plรกstica; un selvรกtico laboratorio de razas, creencias, valores, mitologรญas, herencias, condiciones sociales. Por eso es inaprensible a travรฉs de los mรฉtodos acadรฉmicos convencionales. Hay que aproximarse a ella con la โ€œmirada inocenteโ€ de โ€œla pasiรณn, la emociรณn de la vida, las ironรญas de la acciรณn, la persistencia de la moralidad, la desobediencia social y las iluminaciones de la feโ€.6 En una palabra, hay que aproximarse a ella de la mano de la literatura.

Melville habรญa partido de materiales histรณricos relativamente sencillos โ€“el diario de viajes de Amasa Delano y la historia pormenorizada de Carlos V en Yusteโ€“ para transmutar la realidad en una trama nueva, tan compleja, misteriosa y casi inexplicable como la relaciรณn รฉtica entre los sujetos histรณricos que representa.

Morse predicaba y practicaba el movimiento inverso: iluminar con la ficciรณn a la historia. Fue un hermano americano de Walter Benjamin (con sus iluminaciones sobre Kafka o Proust), un flรขneur estadounidense que no sรณlo viajรณ por nuestras capitales (La Habana, Mรฉxico, Sรฃo Paulo, Buenos Aires) sino que las leyรณ como textos. Hombre de tres mundos que recitaba a Alexander Pope, componรญa letras de tango y tocaba el Bongรณ, es natural que su herramienta predilecta โ€“como la de su maestro Amรฉrico Castroโ€“ haya sido la historia cultural comparativa. Este enfoque (que lo alejรณ de la academia y lo condenรณ a la soledad) lo llevรณ por momentos a un desvarรญo barroco, pero tambiรฉn le permitiรณ escribir ensayos originalรญsimos sobre โ€œEl lenguaje en Amรฉricaโ€ y encontrar correspondencias secretas, por ejemplo, entre T.S. Eliot y William Carlos Williams y los modernistas brasileรฑos: Oswald y Mรกrio de Andrade. Sentรญa particular fascinaciรณn por los escritores iberoamericanos que habรญan mirado hacia el norte (Sarmiento, Martรญ) y por los estadounidenses que habรญan mirado hacia el sur, como Herman Melville.

Cuando lo conocรญ, a fines de los setenta, Morse trabajaba en el mรกs ambicioso de sus proyectos: una historia de la โ€œdialรฉctica del nuevo mundoโ€. Nada menos que Benito Cereno y Amasa Delano, confrontados. Para Morse, la diferencia esencial entre las dos Amรฉricas estaba en las divergentes matrices teologicopolรญticas que las fundaron: la genealogรญa individualista de Hobbes y Locke, por un lado, y la organicista de Vitoria y Suรกrez, por el otro. (Trazaba sus remotos orรญgenes hasta el siglo XII.) De esa distinciรณn se desprendรญan actitudes muy distintas de los hombres ante las leyes y el poder, nociones diversas de libertad e igualdad, de destino y providencia, conceptos opuestos sobre la dominaciรณn legรญtima, etcรฉtera. Desde su horizonte moral, Delano no era en absoluto superior a Cereno. Amรฉrica Latina no era la hermana pobre y atrasada de Occidente, era mรกs bien un Occidente alternativo, menos prรณspero pero mรกs proclive a la convivencia natural de las personas. Con esos materiales publicรณ en Mรฉxico su pequeรฑa obra maestra El espejo de Prรณspero, en referencia al Ariel de Rodรณ, que valoraba la cultura espiritual ibรฉrica frente al materialismo anglosajรณn. Ahora entiendo que el tรญtulo aludรญa a una evidente inspiraciรณn anterior: La tempestad de Shakespeare, donde aparece un tercer personaje telรบrico sin el cual la โ€œdialรฉctica entre los dos mundosโ€ es incomprensible: es la otredad que los acecha desde el fondo, la otredad que Iberoamรฉrica โ€“mal que bienโ€“ integrรณ, y que la excluyente Angloamรฉrica discriminรณ y esclavizรณ: es Calibรกn, el ancestro de Babo.7

Esa familiaridad con el mundo de Babo explica, en รบltimo tรฉrmino, su fascinaciรณn รญntima con aquella novela. Y es que Morse se casรณ con una mujer nacida en la isla que daba el nombre al barco de Babo: San Dominick, Haitรญ, justamente. Su nombre es Emerante de Pradines (Emmy), que, en su momento, fue una deslumbrante bailarina, discรญpula de Martha Graham, hija de un popular cantante y tataranieta de un padre de la independencia de aquel paรญs. (El aรฑo de sublevaciรณn independentista de Haitรญ coincide con el del encuentro entre Delano y Cereno: 1799.) Vincularse con ella fue un salto existencial que llegรณ a costarle el repudio de su familia. ยฟConocรญa las ideas rabiosamente proesclavistas de su antepasado Samuel F.B. Morse, el inventor de la famosa clave? En todo caso, reaccionรณ contra ellas y contra las convenciones racistas del establishment acadรฉmico. Decidiรณ mudarse con su mujer a la Universidad de Puerto Rico. Ya en los aรฑos sesenta, en tiempos de la lucha por los derechos civiles, regresรณ a su paรญs para dar inicio a un fructรญfero ciclo de trabajo acadรฉmico y una obra intelectual que lo convertirรญa en el รบnico autรฉntico pensador estadounidense sobre Iberoamรฉrica. Para Morse, en suma, Delano, Cereno y Babo eran emblemas de su propia historia.8

Una historia que, asombrosamente, lo sobrevive. Muriรณ en abril de 2001, en ese corazรณn de las tinieblas, en Haitรญ. Meses despuรฉs acudรญ a un pequeรฑo homenaje que se le brindรณ en la Universidad Catรณlica. De pronto, se me acercรณ un personaje de tez morena clara y gran estatura, lucรญa cola de caballo y una formidable sonrisa. Era Richard Auguste Morse, mejor conocido por sus fans bajo el seudรณnimo de Ram. Su padre hablaba poco de รฉl: โ€œEs mรบsico โ€“me dijoโ€“ y regentea un hotel en Puerto Prรญncipe.โ€ ยฟMรบsico? Ram es un personaje de la cultura pop fuera y dentro de Haitรญ. Educado en Princeton, en 1990 creรณ todo un gรฉnero hรญbrido llamado mizik rasin (mezcla de vudรบ ceremonial y rock and roll) que traspasรณ las fronteras. โ€œEl gobierno nos ha reprimido por nuestras canciones de protesta โ€“me dijoโ€“… cuando me hace falta dinero contacto a mis amigos en Hollywood y compongo mรบsica; asรญ hice con una canciรณn para la pelรญcula Philadelphia.โ€ En 2002, Richard tuvo su rito de iniciaciรณn como houndan, sacerdote vudรบ, como su madre. Ademรกs, tiene un exitoso blog donde comenta temas latinoamericanos, los de su padre.

En la vida de Richard M. Morse, Amasa Delano, Benito Cereno y Babo terminan bailando, a ritmo de bongรณ, una canciรณn de Ram, ese bloguero vudรบ afroiberonorteamericano. Benito Cereno, la alegรณrica novela de Melville, ha saltado a la realidad convirtiรฉndose ella misma en fuente de nuevas alegorรญas. ~

 
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1.  Jorge Luis Borges, Obras completas, IV, Emecรฉ, 1996, p. 471.
2. Andrew Delbanco, Melville: His World and Work, Nueva York, Vintage Books, 2006. Sobre Lowell, vรฉase George Ralph, โ€œHistory and Prophecy in Benito Cerenoโ€, Educational Theatre Journal, vol. 22, no. 2, mayo 1970, pp. 155-160.
3. Vรฉase introducciรณn de Harold Beaver a Herman Melville: Billy Budd, Sailor and Other
Stories
, Londres, Penguin Books, 1985. Sidney Kaplan, โ€œHerman Melville and the American National Sin: The Meaning of Benito Cerenoโ€, The Journal of Negro History, vol. 42, no. 1, enero 1957, pp. 11-37. Sobre Scudder, vรฉase John Bernstein, โ€œBenito Cereno and the Spanish Inquisitionโ€, Nineteenth-Century Fiction, vol. 16, no. 4, marzo 1962, pp. 245-350.
4. H. Bruce Franklin, The Wake of the Gods: Melvilleโ€™s Mythology, Stanford University Press, 1963.
5. William Stirling, The Cloister Life of the Emperor Charles the Fifth, Londres, Parker & Son 1853.
6. Richard M. Morse, Resonancias del nuevo mundo, Editorial Vuelta, 1995, p. 277.
7. El espejo de Prรณspero, Siglo XXI Editores, 1982. Nunca apareciรณ en inglรฉs, su idioma original.
8. El tรญtulo de โ€œpensadorโ€ se lo dio Jeffrey Needle en el obituario que publicรณ en Hispanic American Historical Review, 2001, 81 (3-4), p. 759.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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