No tengo preguntas, ¡tengo respuestas!

Para comerte mejor. Lo cierto es que pasaron de once mil. Conócete a ti mismo. Volamos hacia Moscú. Hagas lo que hagas te arrepentirás. No, pero me gustaría verlas.
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Sí. A veces. Porque ya no se querían. Trescientos veinte con tres centímetros por doscientos noventa y siete con uno. Al fondo de aquella sala. En 1656. En 1987. En 3214. No, todos los asientos con ventana están ya ocupados. No le podemos dar esa información. Hasta las veinte treinta horas. Desde las siete de la mañana. Solo hasta el verano que viene. Desde que nació mi cuarto hijo. Es que antes me caía mejor. Clorinda, por mi bisabuelo. No te lo puedo decir. Cuatro veces a la semana. Unos dos mil en la casa de Bilbao y un par de estanterías en Castro. San Sebastián a veces y otras Donosti. Porque les sobraban muchas yemas de la clarificación del vino. Roberto, pero era un imbécil. El verdadero culpable fue Chamberlain. No, ustedes lo hicieron. Salvaría el fuego. No teme a nadie. Para comerte mejor. Lo cierto es que pasaron de once mil. Conócete a ti mismo. Volamos hacia Moscú. Hagas lo que hagas te arrepentirás. No, pero me gustaría verlas. Inventó el pararrayos. Las jóvenes las cogieron todas. Se fueron todas con los jóvenes. Se hicieron todos soldados. Están todos enterrados en sus tumbas. Están todas cubiertas de flores. Nunca, por lo visto. De París a Estambul. No los ángeles, no los hombres. Setenta veces siete. Yo lo calculo a ojo. Olga Knipper. Gavrilo Princip. Por la mordedura de un áspid. La oreja izquierda. Debajo del colchón. Solamente con otro diamante. Con una bala de plata. Clavándole una estaca en el corazón. Con otro clavo. Una biblia que llevaba en el bolsillo. Nueve meses. Veintiún meses. Cada veintiocho días. Porque había nacido durante el paso anterior del cometa Halley. 1,618. 3,1416. Paul Newman. Marcello Mastroianni. Ciudadano Kane. Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles. Porque sí. Porque no me da la gana. No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor. Pregúntale al viento. Pregúntale al polvo. Charles Lindbergh. El 31 de julio de 1944. Leonardo Sciascia. ¡Pero no tenemos pruebas! No me parecen incompatibles. A los veintiún años. A los dieciocho años. A los veintisiete años. También. También. También. Por supuesto que mañana seguiré queriéndote. La familia Kennedy y el FBI. Cuando vi cómo la miraba. Porque no tenían dinero. Porque intuyó que se le daría un uso infame a lo que había descubierto. Porque no nos atrevimos. 40.075 kilómetros. 24.901 millas. 384.400 kilómetros. 238.855 millas. Todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del volumen del líquido desalojado. Blancanieves es la más guapa. Atropellado por un tranvía. La torre Eiffel. La Gioconda. Marisol. Porque fui tonta y no se lo dije nunca. Cuando las ranas críen pelo. Sí, sí, claro que he visto la lluvia, ¡muchas veces! Julia, Paloma y Elena. Dórico, jónico y corintio. Athos, Porthos y Aramis. Norma Jean Baker. Para que no les hagamos trabajar. A papá. A mamá. A ninguno. En Ellis Island. En Auschwitz. En Theresienstadt. En Mauthausen. En Portbou. En el sanatorio de Hugo Hoffmann, en Kierling. En un duelo contra Georges d’Anthès. Here lies one whose name was writ in water. La fosa de las Marianas. Tiene ocho cuerdas y es el doble de grande. Memoria, entendimiento y voluntad. Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada, Almería, Málaga y Cádiz. Que le guste yo. Leningrado. Las mujeres. Cuando sonó en la radio Grândola, Vila Morena. Porque no se quiso casar con su hija, que estaba enamorada de él. Porque aprovechó sus viajes para acostarse con su mujer. El 4 de octubre de 1582. El 7 de enero. El primer viernes después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. 52 blancas y 36 negras. El marido de la hija. Los hijos de los hermanos. El Everest. La arquitectura del futuro será blanda y peluda. En la batalla de Lepanto. Más bien él, sintiendo peligrar un estatus que no tenía pero que deseaba ardientemente, que oscuramente sospechaba necesario para su equilibrio psíquico, y sin tener en cuenta que ese esfuerzo podía desbaratar el precario andamiaje de su relación, se lanzó a la desesperada a una estrategia que pocas veces da resultado a largo plazo: marcar territorio. Con una mezcla de vinagre y bicarbonato. En Ajaccio, Córcega. El 9 de mayo de 1978. Las enormes cantidades de laca que aspiró durante los 43 años que trabajó en la peluquería. Catalina Elena Sintes. Ciudad Juárez. Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y Alemania Occidental. Cassius Clay. El mérito es de George Martin. Por la dieta rica en pescado. Lo más importante es el amor. Los gobiernos nacionales desaparecerán y se hablará un único idioma. La vegetación lo cubrirá todo.

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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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