I
Carlos Monsiváis (1938-2010) escribió Nuevo catecismo para indios remisos, su única obra de ficción, en complicidad con la Galería Arvil, de Armando Colina, y Víctor Acuña (1939-2021), y Francisco Toledo (1940-2019). En realidad, aunque no suela verse así, es una obra a dúo, entre el cronista y el artista, y Arvil como animadora de ese proyecto literario, gráfico, cultural. La historia ha sido contada incompleta y con imprecisiones. En el 15 aniversario del fallecimiento de Monsiváis, el cumpleaños 90 de Armando Colina y los 55 años de la galería, es relevante reconstruirla.
Víctor Acuña, pareja y socio de Armando Colina, consiguió con un anticuario poblano 75 placas de metal originarias de iglesias y sacristías de Puebla y Tlaxcala, correspondientes a los siglos XVIII y XIX. Las placas se encontraban en mal estado así que decidieron enviarlas a la grabadora Nunik Sauret para que las limpiara. Posteriormente, la propia Sauret las imprimió para tener una noción más exacta de las imágenes. Las mostraron a Toledo, quien decidió intervenir nueve del total. Sus recreaciones de las iconografías cristianas de las placas seleccionadas fueron irreverentes, sarcásticas, heréticas. Al verlas, recuerda Armando Colina, Monsiváis dijo:
–Yo escribo.
Así, en 1981, Arvil Gráfica publica la carpeta Nuevo catecismo para indios remisos con nueve fábulas de Carlos Monsiváis: “Nuevo catecismo para indios remisos”, “La verdadera tentación”, “La parábola de la virgen provinciana y la virgen cosmopolita”, “El teólogo de avanzada y su repertorio anacrónico”, “Fábula de la extraña moraleja que solicitaba una fábula devocional”, “El milagro olvidado”, “Las dudas del predicador”, “Haz resplandecer tu rostro Señor de los Ejércitos” y “ La Santa Ira y la mala consejera”.
Es la primera edición del proyecto Toledo-Arvil-Monsiváis.
Veinte años después, en el catálogo conmemorativo Francisco Toledo. Obra gráfica para Arvil 1974-2001 (2001), se mencionan cuatro placas “recreadas” por Toledo, de las nueve del proyecto original: las que aparecen acompañadas por los textos “Nuevo catecismo…””, “La parábola…”, “Fábula…”, y “Las dudas…”.
Ni la carpeta de 1981 ni el catálogo de 2021 mencionan el origen del proyecto.
II
Entrevisté a Monsiváis por primera vez en 1988, con motivo del vigésimo aniversario de la matanza del 2 de octubre, para el diario unomásuno de Manuel Becerra Acosta. En la casa de San Simón 62, en la colonia Portales, el cronista me obsequió la primera edición rústica del Nuevo catecismo para indios remisos, publicada por Siglo XXI Editores en 1982, que Monsiváis dedicó a Francisco Toledo y a Sergio Pitol. Las nueve “fábulas” de la edición de la carpeta de Arvil de 1981 ascendían para la edición rústica de Siglo XXI a 40.
Es en ese momento cuando el Nuevo catecismo despeja como una obra de ficción.
En ese encuentro en San Simón, Monsiváis, implacable crítico de sí mismo, marcó con lápiz en el ejemplar de obsequio los que consideraba los mejores textos: “La santa ira y la mala consejera”; “Quien no odie a los símbolos sólo conocerá la fe por aproximación”; “El aprovisionamiento de temas”; “El hechicero del emperador”; “El placer de los dioses”; “Con esa condición los perdono”; “Baños de pureza” y “El chivo expiatorio hubiera querido ser cualquier otra cosa”. Ocho de entre 40 textos, de los cuales solo uno aparecía entre los dedicados a las nueve placas intervenidas por Toledo e incluidos en la carpeta de 1981. Apenas uno, también, de los que se incluirían en el catálogo de 2021.
Ese texto sobreviviente era “La Santa Ira y la mala consejera”.
III
La edición de Siglo XXI no incluye los grabados de Francisco Toledo. Hay una breve mención en la página legal al artista como autor del grabado de la portada, sin precisarse el nombre de la obra (“El príncipe S. S. Miguel”) a la cual Monsiváis le dedicó su texto “Las dudas del predicador”.
La edición de Siglo XXI tampoco menciona el origen del proyecto ni a la Galería Arvil. Lo que sí se indica es que las viñetas capitulares que inician cada texto fueron tomadas de Un catecismo del siglo XVI (Edición de Zita Basich de Canessi, INAH, México, 1963) y de la edición de Miguel León Portilla a Un catecismo náhuatl en imágenes (Cartón y papel de México, México, 1979), aunque no se precisa la editorial.
Es decir, salvo la portada, no había ninguna relación con el hallazgo de Víctor Acuña.
Diez años después, en 1992, el número 61 de la colección Lecturas Mexicanas, Tercera Serie, de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, le corresponde al Nuevo catecismo para indios remisos, esta vez con diez textos más, para un total de 50. Tampoco aparecen los nueve grabados que intervino Toledo. La portada, “El príncipe S. S. Miguel”, se repite, esta vez a color, aunque demerita la resolución. Las referencias a Toledo como autor de la portada y al origen de las viñetas capitulares de los interiores siguen igual, pero nuevamente se deja sin mencionar a Arvil y a la historia del libro como tal.
Cuatro años más tarde, en 1996, Ediciones Era publicó la primera edición ilustrada. Las nueve placas de la edición de Arvil de 1981 subieron a 15 láminas a color reproducidas a su tamaño original, y se deja constancia de que las “fábulas” fueron revisadas por Monsiváis. Las viñetas de Un catecismo del siglo XVI y Un catecismo náhuatl que figuraban en la edición de Siglo XXI de 1981 y en la del Conaculta de 1992 fueron retiradas y por primera vez se hace explícita qué clase de participación tuvo Toledo:
“Procedencia de las láminas de Francisco Toledo”: “Placas de cobre tlaxcaltecas y poblanas de los siglos XVIII y XIX y regrabadas con las técnicas de aguafuerte, punta seca, mezzotinta, buril e intaglio”.
Mientras, la solapa, “Fábula de la imprenta y los cincuenta nichos”, que figura sin crédito, es por su paródico estilo, de Monsiváis.
Ese 1996, Era publicó también una edición rústica, con ocho láminas a color –aunque anuncia erróneamente que son 15–, la misma solapa aunque abreviada, más la procedencia de las láminas. La portada cambia, en esta ocasión ilustrada con la placa a la cual Monsiváis le dedicó la fabula “El milagro olvidado”.
IV
Diescisiete años más tarde, en 2013, la UNAM publica Leyendo a Monsiváis, de Linda Egan, quien le atribuye a Monsiváis la siguiente versión del origen del Nuevo catecismo, basándose en la entrevista que le concedió a Elena Poniatowska, publicada el 23 de febrero de 1997 en La Jornada Semanal. Escribe Legan que:
“En la entrevista, Monsiváis le dice a su compañera cronista que el libro originalmente fue concebido como texto para acompañar unos grabados que Francisco Toledo hizo tras su descubrimiento en Oaxaca de una obra cuyo título –Catecismo para indios remisos– el artista apropió para su elaboración visual de los arcaicos temas religiosos; Monsiváis más tarde adaptó el título para su aproximación narrativa a los temas y grabados.”
Esta interpretación es inexacta.
En esa entrevista se menciona por primera vez –y la única a la fecha– el “descubrimiento” que supuestamente habría hecho Toledo de un Catecismo para indios remisos, en apariencia como un suceso aparte de las 75 placas localizadas por Víctor Acuña, aquellas que los Arvil mostraron al artista oaxaqueño, quien decidió intervenir nueve, y que dio origen a los primeros nueve textos de Monsiváis, que posteriormente aumentaron a 40 y a luego a 50. No queda claro si son dos sucesos paralelos o solo es consecuencia de la farragosa sintaxis.
Habría declarado Monsiváis, según la versión de Poniatowska:
“Francisco Toledo, hombre de curiosidad inagotable, descubrió en Oaxaca un Catecismo para indios remisos, es decir, para indios renuentes a ‘la verdadera religión’, como se decía entonces. Armando Colina y Víctor Acuña compraron un juego de grabados del siglo XVIII y XIX, se lo dieron, y Toledo decidió trabajar estos temas religiosos, uniéndolos a su mitología juchiteca y poniéndole como título Nuevo catecismo para indios remisos. Me pidió nueve textos y acercándome a lo que creí el espíritu de los grabados, los hice, pero luego ya absolutamente contaminado añadí tres textos, y en una siguiente edición agregué otros diez. Y luego reescribí.”
Lo dicho por Monsiváis abriría también más interrogantes, pues si escribió inicialmente nueve textos, luego añadió tres y “en una siguiente edición” diez más, daría un total de 22, y no hay ninguna edición, o no ha podido localizarse, de un Nuevo catecismo para indios remisos que incluya 23 textos. Están las ediciones de nueve de la carpeta, la de 40 de Siglo XXI Editores y las de 50 de Lecturas Mexicanas y de Era. ¿Mr. Memory –Pitol dixit– habría olvidado ese detalle? Además Monsiváis, según Poniatowska, habría atribuido el título de su única obra de ficción al propio Toledo. Lo cierto es que la redacción de ese pasaje y la entrevista en su conjunto es confusa y, al respecto de este punto, no tendría valor testimonial.
V
Hay una edición del Nuevo catecismo… en inglés, de 2017, traducción de Jeffrey Browitt y Nidia Esperanza Castrillón, publicada por el FCE y la Fundación para las Letras Mexicanas. Es la única que incluye un prólogo –del propio Browitt– que menciona, también con inexactitud, que los textos fueron escritos “como complemento” a una exposición de grabados de Francisco Toledo – se trató en realidad de un proyecto en colaboración– y no añade nada más a la historia.
El libro tampoco incluye ninguna de las láminas e incurre en dos descuidos más. En la página legal se informa que la primera edición en español es la de Siglo XXI Editores de 1982; la primera edición fue la carpeta de Arvil de 1981. Mas la traducción no se basa en los 40 textos incluidos en la edición de Siglo XXI Editores, sino en la de Lecturas Mexicanas de 1992 o en la Era de 1996, que constan de 50 textos.
En 2024, Armando Colina donó las nueve placas intervenidas por Toledo al IAGO, y organizó la exposición Francisco Toledo. Placas metálicas originales y obra gráfica en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), Oaxaca, que se trasladó enriquecida en 2025 como Francisco Toledo. Grabador de enigmas al Museo del Estanquillo; en ambas ocupó un lugar preponderante El Nuevo catecismo para indios remisos. Las muestras eran la celebración de los 55 años de Galería Arvil y las acompañó el catálogo Galería Arvil 55 años, editado por Artes de México y del Mundo.
A 15 años de la muerte de Monsiváis, El Nuevo catecismo… sigue a la espera de una edición estructurada y pulcra para los amplios lectores del cronista. ~