Daniel GascĆ³n

Viaje alrededor de mi habitaciĆ³n

El pintor y escritor Xavier de Maistre fue arrestado en su domicilio tras un duelo. Durante el confinamiento escribiĆ³ su obra mĆ”s cĆ©lebre, Viaje alrededor de mi habitaciĆ³n.
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El pintor y escritor Xavier de Maistre (ChambĆ©ry [Francia], 1763 – San Petersburgo, 1852) fue arrestado en su domicilio tras un duelo. Durante el confinamiento escribiĆ³ su obra mĆ”s cĆ©lebre, Viaje alrededor de mi habitaciĆ³n, que publicĆ³ su hermano Joseph en 1794 sin su consentimiento. Este es un extracto.

I

Ā”QuĆ© glorioso abrir un nuevo camino y aparecer de golpe en el mundo sabio con un libro de descubrimientos en la mano, como un inesperado cometa que brilla en el espacio!

No, yo no sujetarĆ­a mĆ”s mi libro in petto; aquĆ­ lo tienen, seƱores, lean. He empezado y ejecutado un viaje de 42 dĆ­as alrededor de mi habitaciĆ³n. Las observaciones interesantes que he hecho, y el placer continuado que he experimentado a lo largo del camino, me hacen desear compartirlo; la certeza de que es Ćŗtil me ha decidido. Mi corazĆ³n siente una satisfacciĆ³n inexpresable cuando pienso en el nĆŗmero infinito de infelices a los que ofrezco un recurso asegurado contra el aburrimiento y un alivio a los dolores que soportan. El placer que da viajar en la habitaciĆ³n de uno estĆ” al resguardo de los celos inquietos de los hombres y es independiente de la fortuna.

ĀæHay alguien tan infeliz, tan abandonado, como para no tener un reducto donde pueda retirarse y esconderse del mundo? Estos son todos los preparativos para el viaje.

Estoy seguro de que cualquier hombre sensato adoptarĆ” mi sistema, sea cual sea su carĆ”cter, y sea cual sea su temperamento, sea avaro o generoso, rico o pobre, joven o viejo, nacido bajo zonas tropicales o cerca del polo, cualquiera puede viajar como yo. En la inmensa familia de los hombres que abundan en la superficie de la tierra, no hay uno solo ā€“no, ni uno (oigo a los que viven en habitaciones)ā€“ que pueda, despuĆ©s de leerme, rechazar su aprobaciĆ³n a una nueva manera de viajar que introduzco en el mundo.

 

II

PodrĆ­a comenzar el elogio de mi viaje diciendo que no me ha costado nada; esto merece cierta atenciĆ³n. Al principio serĆ” exaltado, celebrado por gente de fortuna mediocre, hay otra clase de hombres a los que aseguro todavĆ­a mĆ”s el feliz Ć©xito, por esa misma razĆ³n de que no cuesta nada. ĀæQuiĆ©nes? ĀæY lo preguntĆ”is? Los ricos. ĀæEsta manera de viajar no es un recurso para los enfermos? No tendrĆ”n que temer la inclemencia de los elementos ni de las estaciones. Para los cobardes, estarĆ”n protegidos de ladrones, no se encontrarĆ”n con precipicios ni con ciĆ©nagas. Miles de personas que no se habrĆ­a atrevido, otros que no habrĆ­an podido, otra que ni siquiera habrĆ­an soƱado con viajar van a decidirse tras mi ejemplo. ĀæDudarĆ­a el ser mĆ”s indolente en ponerse en marcha conmigo para obtener un placer que no le costarĆ” ni dolor ni dinero? Valor, pues, vamos. Seguidme, todos a los que una mortificaciĆ³n de amor, una negligencia de amistad os retiene en vuestro apartamento, lejos de la pequeƱez y la traiciĆ³n de los hombres. Ā”Que todos los infelices, los enfermos y los aburridos del mundo me sigan! Ā”Que todos los perezosos se levanten en masa! Y tĆŗ, que das vueltas en tu cabeza a proyectos siniestros de reforma o de retiro por alguna infidelidad, tĆŗ que, en un tocador, renuncias al mundo de por vida, amables anacoretas de una velada, venid tambiĆ©n: abandona, crĆ©eme, esas ideas negras, pierdes un instante por el placer sin ganarlo para la sabidurĆ­a: dĆ­gnate a acompaƱarme en mi viaje; haremos jornadas cortas, riendo, a lo largo del camino, viajeros que han visto Roma y ParĆ­s, ningĆŗn obstĆ”culo podrĆ” detenernos y, abandonados a nuestra imaginaciĆ³n, la seguiremos a donde sea que quiera conducirnos.

 

III

Ā”Hay tantas personas curiosas en el mundo! Estoy convencido de que querrĆ”n saber por quĆ© mi viaje alrededor de mi habitaciĆ³n ha durado cuarenta y dos dĆ­as en lugar de cuarenta y tres, o cualquier otro espacio de tiempo, pero ĀæcĆ³mo explicĆ”rselo al lector si yo mismo lo ignoro? Todo lo que puedo asegurar es que si el trabajo es demasiado largo para su voluntad, no depende de mĆ­ hacerlo mĆ”s corto; dejando la vanidad del viajero aparte, me habrĆ­a contentado con un capĆ­tulo. Estaba, es verdad, en mi habitaciĆ³n con todo el placer y el contento posibles y, por desgracia, no era dueƱo para salir a mi voluntad, incluso creo que, sin la intromisiĆ³n de ciertas personas poderosas que se interesan por mĆ­ y para las que mi reconocimiento no se agota, habrĆ­a tenido tiempo para escribir un in folio completo, Ā”asĆ­ de dispuestos en mi favor estaban los protectores que me hicieron mandaron de viaje a mi habitaciĆ³n!

Sin embargo, lector razonable, observa quĆ© equivocados estaban y comprende, si puedes, la lĆ³gica que te voy a exponer.

ĀæHay algo mĆ”s natural y mĆ”s justo que batirse en duelo con alguien que te pisa el pie sin darse cuenta, o bien que deja escapar una expresiĆ³n hiriente en un momento de despecho, del cual es causa tu imprudencia, o que tiene la desgracia de complacer a tu amante?

Vas a un prado, como hizo Nicole con el BurguĆ©s Gentilhombre, intentas tirar el cuarto cuando bloquea el tercero y, para que la venganza sea segura y completa, le presentas el pecho descubierto y corres el riesgo de ser asesinado por tu enemigo para vengarte de Ć©l. Ā”No hay nada mĆ”s consecuente y sin embargo hay gente que desaprueba esta loable costumbre! Lo que es consecuente tambiĆ©n es que las mismas personas que lo desaprueban y que quieren que se vea como una falta grave tratarĆ­an a los que se niegan a cometerlo aĆŗn peor. MĆ”s de un infeliz, para contentar su opiniĆ³n, ha perdido su reputaciĆ³n y su empleo, de manera que cuando se tiene la mala suerte de tener lo que se llama un affaire, no estarĆ­a mal echarlo a suertes para saber si hay que acabar segĆŗn la ley o segĆŗn el uso y, como la ley y el uso son contradictorios, los jueces podrĆ”n tambiĆ©n jugarse la sentencia a los dados. Y probablemente haya que recurrir a una decisiĆ³n de ese tipo para explicar por quĆ© y cĆ³mo mi viaje ha durado exactamente cuarenta y dos dĆ­as.

 

IV

Mi habitaciĆ³n estĆ” a cuarenta y cinco grados de latitud, segĆŗn las medidas del padre Beccaria; su direcciĆ³n es de este a oeste, forma un cuadrado largo que tiene treinta y seis pasos de ancho, si uno se pega bien a la pared. Mi viaje, sin embargo, contendrĆ” mĆ”s puesto que lo atravesarĆ© a lo largo y a lo ancho, o diagonalmente, sin seguir ninguna regla ni mĆ©todo. Hasta harĆ© zigzags y recorrerĆ© todas las lĆ­neas posibles en geometrĆ­a si la necesidad lo exige. No me gusta la gente que controla tanto sus pasos y sus ideas, que dice: ā€œHoy harĆ© tres visitas, escribirĆ© cuatro cartas, acabarĆ© esa obra que he empezadoā€. Mi alma estĆ” tan abierta a todo tipo de ideas, gustos y sentimientos, Ā”recibe tan Ć”vidamente todo lo que se le presenta! ĀæPor quĆ© rechazarĆ­a los disfrutes dispersos a lo largo del difĆ­cil camino de la vida? Son tan raros, tan bien sembrados, que harĆ” falta estar loco para no pararse, incluso para apartarse de su camino, para recoger todos los que estĆ”n a nuestro alcance. No hay nada mĆ”s atractivo, a mi entender, que seguir el trazo de las propias ideas, como el cazador persigue a sus presas, sin preocuparse de seguir ningĆŗn camino. Cuando viajo en mi habitaciĆ³n raramente recorro una lĆ­nea recta: voy de mi mesa al cuadro que estĆ” en una esquina; de ahĆ­ salgo oblicuamente para ir a la puerta; pero aunque al salir mi intenciĆ³n sea la de llegar, si encuentro un sillĆ³n en el camino me acomodo enseguida sin dudarlo. QuĆ© mueble excelente el sillĆ³n, es sobre todo de Ćŗltima utilidad para el hombre meditativo. En las largas tardes de invierno, a veces es suave y siempre es prudente acostarse ahĆ­ indolentemente, lejos del ruido de las numerosasa asambleas.

Un buen fuego, libros, plumas, Ā”quĆ© de recursos contra el aburrimiento! Ā”Y quĆ© placer olvidarse de los libros y las plumas para atizar el fuego abandonĆ”ndose a una suave meditaciĆ³n, o aderezando unas rimas para alegrar a los amigos! Las horas se deslizan sobre ti y caen en silencio en la eternidad sin hacerte sentir su triste paso.

V

Desde mi sillĆ³n, si caminas hacia el norte, se descubre mi cama, situada al fondo de mi habitaciĆ³n, y forma la perspectiva mĆ”s agradable. EstĆ” puesta de la manera mĆ”s feliz: los primeros rayos de sol vienen a retozar en mis cortinas. Los veo en los hermosos dĆ­as de verano avanzar a lo largo de la pared blanca a medida que el sol se levanta: los olmos que hay delante de mi ventana los dividen en mil maneras y les hacen balancearse sobre mi cama, color rosa y blanco, que esparce hacia todos lados un tono encantador a su reflejo. Espero el trino confuso de las golondrinas que se han adueƱado del tejado de la casa y el resto de pĆ”jaros que viven en los olmos, nadie tiene un despertar tan agradable y apacible como el mĆ­o.

Confieso que me gusta disfrutar de esos dulces instantes y que prolongo siempre, tanto como me es posible, el placer que encuentro en meditar en el suave calor de mi cama. ĀæHay un teatro que preste mĆ”s a la imaginaciĆ³n, que despierte ideas mĆ”s tiernas, que el mueble en el que me olvido a veces? Lector modesto, no te asustes, pero Āæno podrĆ­a yo entonces hablar de la felicidad de un amante que sujeta por primera vez, en sus brazos, a una esposa virtuosa? Ā”Placer inefable que mi mala suerte me condena a no probar jamĆ”s! ĀæNo es en la cama donde una madre, ebria de alegrĆ­a del nacimiento de un hijo, olvida sus dolores? Es ahĆ­ donde los placeres fantĆ”sticos, fruto de la imaginaciĆ³n y de la esperanza, vienen a agitarnos. Es en ese mueble delicioso donde olvidamos, durante la mitad de la vida, las penas de la otra mitad. Pero quĆ© montĆ³n de pensamientos agradables y tristes se presentan a la vez en mi cerebro. Ā”Mezcla sorprendente de situaciones terribles y deliciosas!

Una cama nos ve nacer y nos ve morir, es el teatro variable en el que el gƩnero humano juega a su turno dramas interesantes, farsas risibles y horribles tragedias. Es una cuna cubierta de flores; es el trono del Amor; es un sepulcro.

 

TraducciĆ³n del francĆ©s de Aloma RodrĆ­guez. 

El libro completo estĆ” traducido por J. M. Lacruz Bassola en editorial Funambulista. 

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Xavier de Maistre (ChambƩry [Francia], 1763 - San Petersburgo, 1852) fue escritor y pintor.


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