El mundo ha cambiado, y no tene- mos las categorías necesarias para entenderlo. La erosión del concepto de verdad, el enfoque conspiranoico y la malinterpretación interesada que facilitan las nuevas tecnologías son problemas democráticos. La abundancia de información redu-ce la autoridad de quienes antes la manejaban y socava la credibilidad de las instituciones. La pérdida de legitimidad también afecta a la inde- pendencia de los medios, obligados a seguir a un público difuso y volátil, pero propenso a la sospecha y la indignación.