Imagen: Peter Pham/flickr

Game of Thrones, la fanfiction y un jardín de senderos que se bifurcan

Las comunidades de fans crean y publican en internet miles de historias vinculadas con las sagas más populares. A la espera de la última temporada de Game of Thrones, estas versiones alternativas y complementarias pueden calmar la ansiedad.
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El último episodio de la penúltima temporada de Game of Thrones, emitido por HBO el fin de semana, dejó a sus seguidores en vilo. Por fin está todo listo para que se desarrolle la Gran Guerra entre vivos y muertos, la batalla final. Pero habrá que tener paciencia: las versiones indican que la octava y última temporada de la serie se demorará como mínimo un año y medio, hasta algún momento de 2019. La espera será un invierno casi tan largo como los de Westeros.

Sin embargo, hay un modo de aliviar la ansiedad. No uno: muchos. Casi infinitos. ¿Cómo? A través de la fanfiction, las ficciones creadas por los fans a partir de los personajes y los universos de las sagas populares. Ahí está, por ejemplo, The North Remembers, una historia escrita por alguien que se hace llamar “qqueenofhades” y que da un cierre a A Song of Ice and Fire, los libros de George R. R. Martin en los que se basa la serie. Su extensión —más de 600 mil palabras— es similar a la que seguramente tendrán, si algún día se publican, los dos volúmenes restantes anunciados por Martin, ya que los cinco ya editados redondean algo así como 1.770.000 palabras, a razón de 354 mil por cada tomo.

The North Remembers, por cierto, es apenas una de las más de 20 mil creaciones de fans en torno al universo de Game of Thrones que se pueden encontrar en Archive of Our Own (AO3), una de las principales plataformas de fanfiction de la web. Y hay multitud de otras plataformas, muchas de ellas privadas o secretas, lo que las hace incontables, y a sus producciones, virtualmente infinitas.

 

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La historia de la fanfiction comienza en la década de 1970, con la serie Star Trek. En realidad, ya las aventuras de Sherlock Holmes habían generado un fenómeno parecido, y a los cultores del género les gusta legitimarse señalando antecedentes lejanos, como el apócrifo Quijote de Avellaneda o las versiones de mitos como el de Edipo recreadas por Sófocles, Eurípides y Esquilo. ¿Y acaso no es una suerte de fanfiction del Martín Fierro la que hizo Borges en cuentos como “El fin” y “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”?

Pero es en los setenta, como decíamos, cuando la fanfiction toma forma tal y como se conoce en la actualidad, en el momento en que el fandom (la comunidad de fans) de Star Trek comenzó a publicar sus historias en fanzines (pequeñas revistas artesanales, impresas en mimeógrafos o fotocopiadas) que se distribuían en las convenciones de fans. A partir de los años noventa, el acceso masivo a internet multiplicó hasta niveles poco antes insospechados las posibilidades de distribución e interacción entre los fans.

Desde entonces, no solo la fanfiction vivió una auténtica revolución, sino también sus hermanas: el fanart (arte hecho por fans), el fanvid (videos que combinan imágenes de las series y películas con música), el cosplay (costumbre los fans de caracterizarse como sus personajes preferidos), los llamados sitios “meta” (donde se debaten interpretaciones y teorías y se conjeturan posibilidades futuras), bandas que hacen música inspirada en las sagas, listas de canciones para escuchar mientras se lee tal o cual libro… Cualquier cosa que a uno se le ocurra, ya se le ocurrió antes a un fan.

 

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A menudo, a los creadores de las obras originales no les gusta nada la fanfiction. Históricamente, de hecho, los creadores de fanfiction han sido conminados por medios legales a retirar de circulación sus productos; es por eso que, aún hoy, muchos siguen optando por mantenerlos en comunidades cerradas.

Sin embargo, en determinado momento la industria tuvo la lucidez para advertir que, mucho más que perseguirlos, les convenía aprovecharlos: ¿qué mejor publicidad que la realizada por los propios fans, con frecuencia de gran calidad y, por supuesto, gratuita? Fue la Warner Bros., productora de las películas de Harry Potter, la que les abrió la puerta a los fans y comenzó a convocarlos a los estrenos de las películas y otras ocasiones especiales. En ese sentido, la saga creada por J. K. Rowling marcó un antes y un después en la historia de la fanfiction.

Otro caso destacado es el de Crepúsculo, que también generó una fanfiction masiva. Con el aval de la autora, Stephenie Meyer, nuevas generaciones de fans se lanzaron a crear ficciones, en muchos casos sin respetar algunos de los preceptos tradicionales del género, como por ejemplo no lucrar con estos productos. Al igual que como ocurrió con el deporte y muchas otras aficiones que nacieron con un fuerte espíritu amateur, en algún momento llegó el dinero e impuso su ley. Cincuenta sombras de Grey, para no ir más lejos, fue en su origen una fanfiction de Crepúsculo. Cuando E. L. James vio que lo suyo le podía dejar una moneda en el bolsillo, cambió algunos nombres, borró a los vampiros y lo dio a imprenta. Aunque generó un escándalo en los fandoms, cuesta ahora imaginarse a la autora británica arrepentida de aquella decisión.

George R. R. Martin también se manifiesta en contra de la fanfiction, pero no toma medidas al respecto. Simplemente dice que no le gusta, que sus personajes son sus hijos y prefiere que nadie más se meta con ellos, incluso aunque lo hagan con amor. A los fans eso no les interesa, desde luego. “Quizá porque lo bueno ya no es de nadie —como escribió Borges en ‘Borges y yo’—, sino del lenguaje o la tradición”.

 

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La fanfiction como un jardín de senderos que se bifurcan: allí los personajes que conocemos viven otras vidas, son adolescentes o ancianos, se enamoran (la slash fiction, que se centra en las relaciones homosexuales entre los protagonistas, es uno de los subgéneros de fanfiction más populares de la actualidad), se cruzan con personajes de otras sagas… y todo lo demás que uno se pueda imaginar. Solo en Wattpad, una de las plataformas más populares del momento, se publican unas 63 mil historias por día.

¿Es Bran Stark el Rey de la Noche, como afirma una de las tantas hipótesis que los fans hacen circular en estos días por la web? Con uno de los dragones en el bando de los muertos, ¿se ha roto la profecía de la bruja y Daenerys tendrá un hijo de su sobrino Jon Snow? ¿Tendrá Cercei Lannister el final horrible que tantos méritos ha hecho para merecer? ¿Habrá un choque fratricida, definitivo y brutal entre los hermanos Clegane, el Perro y la Montaña? ¿Será Gendry Baratheon quien se siente al final en el Trono de Hierro?

El invierno ha llegado, y durante los largos meses de abstinencia que hay por delante, miles y miles de fans se dedicarán a dar respuesta a esas preguntas y a publicarlas en forma de historias en plataformas como las ya mencionadas AO3 y Wattpad, otras como FanFiction.net, LiveJournal y Tumblr, y quién sabe cuántas más.

En una escena de la quinta temporada de Lost (ejemplo paradigmático de serie cuyo final decepcionó a sus fans), cuando varios personajes han viajado al pasado, Hurley explica que está escribiendo El imperio contraataca: “Estamos en 1977, ¿no? Acaba de estrenarse Star Wars. Y muy pronto George Lucas comenzará una secuela. Vi El imperio contraataca unas 200 veces, así que creo que le podría facilitar un poco las cosas… con un par de mejoras”. A su manera, Hurley estaba escribiendo fanfiction. Los fans de la actualidad lo tienen más fácil, y ¿acaso alguien puede dudar de que los guionistas, que aseguran que ni siquiera ellos saben cómo acabará Game of Thrones, prestan atención a las teorías y las conjeturas y las ficciones construidas en torno a la serie? Tal vez en este caso la fanfiction, por mucho que le pese a George R. R. Martin, termine influyendo sobre el producto original.

 

[El autor agradece a Carla Trovarelli, licenciada en Comunicación, graduada en la Universidad de Buenos Aires con una tesina sobre fanfiction, por su colaboración para la redacción de este artículo.]

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(Buenos Aires, 1978) es periodista y escritor. En 2018 publicó la novela ‘El lugar de lo vivido’ (Malisia, La Plata) y ‘Contra la arrogancia de los que leen’ (Trama, Madrid), una antología de artículos sobre el libro y la lectura aparecidos originalmente en Letras Libres.


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