Aspecto de la exposiciรณn permanente "Memorial del 68". Foto: Alex Cruz/EFE/EFEVISUAL

Contra el olvido

Si las generaciones jรณvenes desconocen la historia de la batalla que precediรณ a la difรญcil construcciรณn democrรกtica de este siglo, carecerรกn de la perspectiva para comprender el presente; y sin esa memoria, la democracia puede desvirtuar su naturaleza plural y olvidar su vรญnculo con la libertad.
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“Todo se ha dicho ya, pero como nadie escucha es preciso contarlo de nuevo”.
Andrรฉ Gide, Le traitรฉ du narcisse

 
No estรก escrita la historia definitiva de la democracia en Mรฉxico. No lo estรก, en la doble acepciรณn del tรฉrmino: ni como texto ni como realidad. Hoy, quizรก mรกs que nunca, es necesario volver al origen para recordar la naturaleza plural de sus protagonistas y reafirmar su inseparable vรญnculo con la libertad.

Mรกs allรก de sus antecedentes venerables en los siglos XIX y XX (la saga de los liberales en la Constituciรณn de 1857, la Reforma y la Repรบblica Restaurada, el apostolado de Francisco I. Madero y su desdichada presidencia, el movimiento vasconcelista, la fundaciรณn del PAN por Gรณmez Morin y su “brega de eternidades”, los aportes de pensadores de izquierda como Narciso Bassols), la democracia moderna en Mรฉxico tiene dos etapas claras: la batalla y la construcciรณn. La primera transcurriรณ a lo largo de tres dรฉcadas, de 1968 a 1997, aรฑo en que por primera vez tuvimos en Mรฉxico elecciones supervisadas por un Instituto Federal Electoral independiente. La segunda es una obra evidentemente inacabada.

La batalla fue larga, ardua, no pocas veces sangrienta. La protagonizaron mujeres y hombres de todas las filiaciones polรญticas y personas sin filiaciรณn, artistas, periodistas, intelectuales, acadรฉmicos, estudiantes, sindicatos, exguerrilleros, empresarios, sacerdotes, grupos de la embrionaria sociedad civil. Todos convergieron poco a poco en un proyecto de transiciรณn democrรกtica que todavรญa en los aรฑos ochenta parecรญa imposible y hasta inimaginable. Lo era, en efecto, para la รฉlite del PRI que desde 1968, esgrimiendo siempre la razรณn de Estado, se habรญa resistido de mil formas al cambio, hasta que el cambio se le impuso. La democracia no llegรณ, como imaginaba don Jesรบs Reyes Heroles, por una reforma interna del PRI que aclimatara paulatinamente las costumbres e instituciones democrรกticas abriendo rendijas a la oposiciรณn, sino, como previรณ Gabriel Zaid (“Escenarios sobre el fin del PRI”, Vuelta, junio de 1985), por una exigencia de diversas fuerzas externas al PRI, que la volvieron inaplazable. La batalla democrรกtica fue una hazaรฑa de la pluralidad.

Hay que poner rostro a esa pluralidad. Recordar a quienes, en distintos grados y momentos, imaginaron, inspiraron, alentaron y produjeron el cambio democrรกtico. Y sin รกnimo de revancha, para honrar a la verdad, recordar tambiรฉn a quienes se alzaron de hombros y a quienes se opusieron de buena o mala fe. El tiempo pasa y los hechos se olvidan. Ningรบn joven menor de treinta aรฑos los presenciรณ. En el mejor de los casos forman parte del repertorio vital de sus padres o abuelos, que poco o nada les dice. Es natural, toda generaciรณn piensa que la historia recomienza en ella.

Tambiรฉn mi generaciรณn, la generaciรณn del 68, pensรณ lo mismo, y pagรณ con la sangre de Tlatelolco su convicciรณn. Pero el tiempo ha probado que tenรญamos razรณn porque, en efecto, el 2 de octubre fue el comienzo del fin de una era autoritaria y el atisbo de una era democrรกtica por la que luchamos desde entonces, que alcanzamos hace veinte aรฑos, y en cuya cabal construcciรณn debemos seguir empeรฑados.

Es verdad que al hablar de democracia los estudiantes de entonces no entendรญamos el significado preciso del tรฉrmino ni tenรญamos en mente el lema maderista del “sufragio efectivo” o la creaciรณn de un Instituto Federal Electoral (banderas que desde 1939 enarbolรณ en solitario el PAN). Pero querรญamos libertad: de manifestaciรณn, de expresiรณn, de crรญtica. Esa semilla de libertad fructificรณ mรกs tarde en su complemento natural: el anhelo democrรกtico. La batalla democrรกtica fue una hazaรฑa de la libertad.

En el primer tomo de la colecciรณn “Ensayista liberal”, titulado Por una democracia sin adjetivos (Debate, 2016), recogรญ mis artรญculos y ensayos publicados entre 1982 y 1996. En mi libro La presidencia imperial (Tusquets Editores, 1997) y los documentales Los sexenios tratรฉ de recrear la historia de esas dรฉcadas turbulentas. Pero es preciso contar todo de nuevo, quizรก con otras tรฉcnicas y enfoques. Ese recuento es un deber colectivo y urgente. Si las generaciones jรณvenes desconocen la historia de la batalla que precediรณ a la difรญcil construcciรณn democrรกtica de este siglo, carecerรกn de la perspectiva para comprender el presente y les serรก mรกs difรญcil cuidar, en lo posible, las lรญneas del futuro. Sin esa memoria, la democracia puede revertirse desde dentro, desvirtuar su naturaleza plural y olvidar su vรญnculo con la libertad.

Publicado previamente en el periรณdico Reforma

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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